EL ENCUENTRO

 

¿DE DÓNDE VIENEN?

    Los días 4, 5 y 6 del mes de agosto de 2008, serán tres días inolvidable para un  gran número de ceutíes y caballas. Fueron los tres días elegidos para reencontrarnos con nuestros recuerdos. Los tres días que  nunca olvidaran  alrededor de dos centenares de antiguos vecinos de entre puente y puente de esta entrañable ciudad de Ceuta,  y que  tuvieron la dicha de disfrutar  su niñez o juventud en   nuestra amada Ceuta.
Tanto el día 4, cuando nos vimos en Plaza de África, junto al monumento de “los caídos en África”, o el día 6 en el salón de actos del palacio de la Asamblea, las escenas allí vividas fueron tan entrañables, que a más de uno o una se le hizo un nudo en la garganta, de la indisimulada emoción que a todos nos embargaba.
Era impresionante presenciar cómo tras el consabido ¡hola!, ¿te acuerdas de mí?, ¿no me digas que eres tú?, donde tras los saludos de rigor llegaba, ¿te acuerdas aquella vez que…?; fueron momentos tan impresionantes y tan cargados de emoción, que más de un lagrimal, se convirtió en manantial del que brotaron múltiples y maravillosas rosas de bellísimos pétalos de agua, que rodaron por rostros llenos de arrugas, que el imparable paso de los años se encargó de deteriorar y que yo conocí de porcelanas.
Otra vez echo en falta ese saber decir y contar las cosas con la naturalidad y soltura  de Fini o Manolo. Otra vez me veo incapaz de exteriorizar lo que yo viví y sentí, y lamento que por mi torpeza, no veáis en mi escrito la verdadera realidad y dimensión de aquellos momentos, pero os puedo asegurar que no los olvidaré jamás.
Aquellos tres días sirvieron para que personas mayores se reencontraran con amigos y vecinos que no se veían hacía cuarenta, cincuenta o más años. En aquellos tres días, se levantó la tapa del gran baúl de los recuerdos, tapa que llevaba echada más de medio siglo y cuando  se hizo realidad el encuentro, se levantó de manera que de aquel baúl salieran vivencias olvidadas, vivencias  que con la inestimable presencia   de todos los amigos y vecinos que allí acudimos,  alzaremos  nuestra voz de forma  y manera que aquella barriada nunca quede en el olvido.
Es indudable que echamos en falta a muchos conocidos. Unos  se enteraron y acudieron a la llamada; otros, quizás,  por diferentes motivos, no acudieron al encuentro, pero sin lugar a dudas, sienten las raíces de nuestro barrio como suyas y esperan la próxima cita para acudir a ella…
Aquellos tiempos  fueron años de penuria, y yo recuerdo como algunas   madres  mandaban a sus hijos a comprar, bien a la tienda de Narciso, a la de  Quintana o a Pepa “la zapatera”, la mitad del cuarto de aceite -era como se llamaba entonces al octavo de litro- y un par de bollos de masa dura. Allí se  dirigían con la botella, con la intención de que les  sirvieran lo pedido. Seguro que algunos irían pensando que con el aceite y el pan, al menos esa noche dormirían con el estómago lleno. Y así era,  con un plato con un chorreón de aceite, un vaso de malta y el trozo de bollo de masa dura para mojar en el aceite, se cenaba. El pan de masa dura era porque empapaba menos aceite y llenaba más el estómago que el de viena o molleta.

     Sí, es verdad, eran tiempos de penuria y las dificultades nos golpeaban a todos; sin embargo, hoy yo os quiero decir, que   a pesar de las necesidades que pudieran vivirse cada día, yo mil veces que naciera, mil veces que volvería a nacer en mi barrio… Nuestro barrio  era un barrio sencillo, humilde, de pescadores, de artesanos, de gente diversa que peleaban cada día el jornal que llevar a su casa; quizás algunos eran más afortunados en sus empleos, pero en definitiva siempre hubo  un clima de solidaridad que caracterizó y animó siempre sus  vidas. Y además, los niños, con la inocencia aún dibujada en nuestros ojos y con   alas invisibles unidas a nuestras espaldas,  no entendíamos sino de recorrer arriba y abajo nuestras calles y que nuestros juegos empaparan cada esquina de esas calles… 
La vida pasa, transcurre, no se detiene nunca y a veces nos lleva a otros lugares diferentes de nuestro nacimiento; sin embargo,  no podemos olvidar nuestro   pasado, no podemos perder nuestra propia  historia y vivir sólo del presente, ¿habrá algo más triste que olvidar nuestros orígenes y nuestra historia? ¿Y qué podremos decir cuando nos veamos ante Dios y nos  pregunte: ¿de donde vienes…?  Estoy seguro que cuando tengamos que rendir cuentas, los cerca de doscientos vecinos que nos reunimos este año en agosto en el encuentro y nos pregunten: ¿de dónde vienen?, todos responderemos lo mismo: «del viejo Barrio que existía entre los dos puentes de Ceuta».

Y yo os digo de todo corazón, no faltéis a la próxima cita, porque nosotros, los niños del Callejón, os estamos esperando con los brazos abiertos…

Algeciras, 2 de diciembre de 2008

                                                                                                  José María Fortes Castillo


       
       
       

Y ahora levantamos las manos y saludamos a Ceuta, nuestro amado pueblo...Y saludamos al Poniente, a sus atardeceres rojos; a la Mujer Muerta; a aquellos días lejanos de la Mochila, andando el camino de San Amaro a la ermita de San Antonio; a las aguas esmeraldas de nuestras playas; al faro de punta Almaina; a nustro jardines; a la Virgen de África; al pulpo quemao, a los pinchos, a los volaores... y sobre todo a nuestra niñez, que un día ya lejano quedó olvidada al pie de nuestras calles.

       

       

       

       
       
   

 

 

       

       
       

 

 

       
       

 

 

Y llego la despedida... A bordo del "Correo" hacemos volar nuestra última mirada, intentando como un ave migratoria, alcanzar los lugares donde permanecen nuestros recuerdos...

 

Y entre las brumas de nuestra nostalgia, aún con la emoción reflejada en nuestros ojos y en nuestros corazones...abandonamos Ceuta...

 

 

El Correo cae a babor, y vamos arrumbando la bocana...

 

Lentamente, sin apenas tiempo para despedirnos, Ceuta va quedando atrás...

 

 

No hay palabras...

 

 

 

El "Correo" va dejando su estela en el mar...

 

 

Y Calamocarro, Benzú y la Mujer Muerta ....

 
van quedando envueltos en el taro del Estrecho...

 

Ceuta, pasado un instante, es ya una pequeña silueta en el horizonte; sin embargo, para nosotros, es un fuerte latido del corazón, una quimera, un sueño, una palabra... Ceuta, en definitiva, es un sentimiento deseado y deseante de nuestras almas...

 

                                        

EL ENCUENTRO   

 

            Estamos en agosto, el mes de nuestra Patrona y el mes que hemos elegido para reencontrarnos los niños y vecinos que vivimos en el Callejón del Asilo hace cincuenta años. Hemos ido llamando y uniendo como cuentas de un rosario único y mágico a muchos de aquellos niños y vecinos del barrio. Ha sido un duro trabajo desde que nació esta nostálgica y casi imposible idea. Ha sido una verdadera locura, pero una locura tan hermosa, que ha hecho que lo extraordinario de su propia naturaleza,  venza todos los obstáculos que ha ido encontrando a su paso…
El programa es amplío, el primer día nos reuniremos en la Plaza de África y desde allí en un autocar recorreremos los lugares más emblemáticos de la Ciudad. ¡Por fin llegó el día esperado!, recuerdo que caminaba hacía la Plaza de Africa, lugar del primer encuentro, estaba muy nerviosa e impaciente, miraba a lo lejos a ver si  ya había alguien esperando en el lugar de la cita; en la distancia distinguí a mi hermano Joaquín y a su mujer Laura, también estaba mi primo Pepe y su esposa Rosi, hablaban con un grupo de personas que de lejos no llegué a distinguir, aunque sospechaba que se trataba de la familia Vallejo. ¡Familia Vallejo!, la emoción me embargaba, iba a encontrarme con Africolí, mi amiga de la primera infancia, amiga que llevo en mis primeros recuerdos y es parte de mi historia. Cuando llegué al lugar lo único que se me ocurrió decir fue:¿Dónde está mi amiga Africoli? Y ella de inmediato se levantó para ofrecerme sus brazos, nos fundimos en un abrazo, ¡que alegría, que alegría! Volver a reencontrarme con aquella niña que junto a mí, recogíamos los jazmines de mi patio para hacernos aquellos collares que desprendían la fragancia que aún impregna mi alma. Después del primer abrazo, seguí saludando al resto de las familias allí presentes, todos estábamos emocionados y con muchas preguntas que hacernos, sobre todo de nuestras vidas actuales,  muchos ya no viven en Ceuta, y hacía tiempo que no sabíamos uno de otro.

Emprendimos un agradable paseo en autocar, que la consejería de Turismo tuvo la gentileza de facilitarnos, subimos al Monte Hacho, y disfrutamos el paisaje, aprovechando para hacernos fotos, seguimos con la ruta, pero lo más especial de todo fue la alegría que vivimos ese día, fue maravilloso encontrarnos con amigos de la infancia que nos dieron su apoyo y complicidad con “El Encuentro”; así como sus respectivas parejas que no conocíamos y, que desde luego, desde estas letras quiero agradecer su comportamiento, pues estuvieron en todo momento compartiendo nuestras emociones, como si en verdad hubiesen nacido en esta bendita tierra nuestra...

 

 

 

.

El día cuatro era un día especial, era el día de nuestra Patrona “La Virgen de África” se celebraba la ofrenda de flores a nuestra Virgen, y allí nos habíamos citados para ir todos juntos a llevarle a nuestra Madre de África un ramillete de flores y sobre todos nuestras ilusiones y peticiones. Los Vallejos, aparecieron con los trajes típicos de Zaragoza, tierra donde han formado sus hogares, pero Ceuta la llevan gravada muy, muy dentro de sus corazones. ¡Que guapos estaban los Vallejos vestidos de Baturros! Las demás mujeres aparecimos como de costumbre vestida de flamenca. Después de la esperada Ofrenda de flores, todos juntos nos dispusimos a visitar la feria, y allí en una caseta que regentaba Mariano, -uno de los niños del patio- “La trabajadera” disfrutamos de una cena entre amigos. Fue una reunión de recuerdos y anécdotas, risas y más risas.
Por fin llegó el Día 6 de Agosto, ese era el  día más esperado, era el día del “Encuentro” estábamos los organizadores muy nerviosos, porque no sabíamos como iba a resultar el mismo, y cuantas personas irían, todo era una incógnita. Estábamos preparando la mesa, micrófono y todos los detalles, cuando íbamos comprobando que el salón de actos del ayuntamiento se llenaba, ¡Dios mío! Era increíble, cuantas personas, y sobre todo cuantas personas mayores, todo eran saludos y reconocimientos; era fantástico lo que ese día se vivió allí, no tendría palabras para definirlo, eran puros sentimientos, y sobre todo sentimientos de agradecimientos a los organizadores por la iniciativa, cual equivocados estaban porque ellos eran los únicos protagonistas, el encuentro era de todos nosotros,  los padres, los niños de aquellos años cincuenta, sin todos no hubiera sido posible este sueño maravilloso. Allí se vivieron momentos inolvidables, los asistentes al acto se emocionaron, se les abrió el corazón a los recuerdos, y de él salían emociones que sus ojos no controlaban, yo diría que se vivió un día especial, donde todos y cada uno de los participantes tuvieron su momento, sus recuerdos, sus vivencias, su infancia a flor de piel.
Al finalizar el acto, los asistentes más de doscientos, nos dirigimos a un restaurante de la ciudad, y allí fue el broche final del “Encuentro”, la comida estuvo cargada de alegría, de recuerdos de emociones, de fraternidad, las buenas gentes del callejón del Asilo y su entorno nos volvimos a encontrar  medio siglo después, pero pude comprobar que seguimos siendo las mismas  personas de siempre, gente entrañable y cariñosa de este pueblo maravilloso, de esta Ceuta que todos y cada uno llevamos en lo más profundo de nuestro ser y  en lo más profundo del alma…

 

            Ceuta, 7 de Diciembre 2007

 

                                                                      Fini Castillo Sempere.

   
Volver