Quiénes somos,  qué queremos, a  dónde vamos.  Me parecen justas estas preguntas a la hora de presentar una  página y a los fundadores de la misma. Yo voy a hacer mi propia presentación,  queridos compañeros de página y, para todos aquellos que queráis asomaros al  balcón de nuestra niñez.. Os voy a decir mis sentimientos. Voy a sacar mis  vivencias del fondo de mi baúl, ese baúl que cada uno de los humanos tenemos  guardado en el fondo de nuestros   corazones. Voy a pedir a mi memoria evocativa que como un manantial de  agua clara, fluyan mis recuerdos, recuerdos de esos años felices, que viví con  mi familia, y mis queridos vecinos de nuestro patio, ¡OH, patio! Patio de mi  infancia, de mis recuerdos, de olores entremezclados de azahar y canela, olores  de jurelillos asados al espeto, a la puerta del Chache y su mujer María. Olores  de perfumes o colonias que traía el Tarara, en su cajita de madera. Olores a  jabón, azulejo y lejía, que desprendía la ropa, cuando nuestras madres las  flotaban en una tabla de madera en el barreño de zinc.¡Que ropa tan blanca, se  tendía en los cordeles del patio! Ropa lavada a mano, sudor y empeño de  mujeres, amor propio, para ver quien las tenía más blanca, a fuerza de golpe y  golpe; mujeres verdaderamente luchadoras, para sacar adelante a sus hijos;  época de verdaderos sacrificios: las labores del hogar eran muy duras, no  existían los adelantos actuales. Así eran nuestras madres en el Patio. 
                  Hemos crecido,  nos hemos hecho mayores y peinamos canas, y casi todos somos abuelos o abuelas,  y quién no lo sea, ya le quedará poco para serlo. Y aquí estamos, como unos  niños aplicados y agradecidos, queriendo memorar nuestras raíces. ¡Sí! Somos  aquellos niños y niñas, que tuvimos la suerte de nacer en este pueblo  maravilloso, pueblo que surge como una perla en el mar, de ahí viene el  sobrenombre de llamar a nuestra tierra “Perla del Mediterráneo”, y además haber  nacido entre el Puente, o Muelle de Pescadores, y nuestra Iglesia de África, y la  Catedral, ¡si! Ahí nací yo, en el Patio, quizás en ese mismo momento de mi  nacimiento se pudiera oír el sonido -din,  don- de una campana de nuestra Iglesia “Santa  María de África”.
                  Allí  vivían familias maravillosas; gentes humildes  y trabajadoras, con una capacidad enorme para relacionarse unas con otras; sin  darnos cuenta formábamos un grupo de vecinos: éramos un grupo consolidado de  ayuda mutua, ¡si, eso éramos nosotros!: “gentes sencillas y entrañables de  nuestro Patio” 
                  Nuestros padres,  hombres cabales, ellos eran los que traían el sustento al hogar, así era por  decreto. Las mujeres en casi todas las ocasiones, quedaban relegadas  exclusivamente a las labores del hogar, y al cuidado de los hijos; así era en  aquellos años cincuenta. El mundo de los hombres era el trabajo fuera de casa,  y de hobbi el fútbol. Las mujeres: el hogar, cine y radionovelas. ¡Ah!, y sobre  todo las charlas en el Patio, bajo el techo de las estrellas en verano,  y en el calor del bracero en invierno. ¡Qué tiempos aquellos!
                  Como parte de  aquel Patio, quiero que esas vivencias, esas horas, esos partos y  dolores de nuestras madres, no queden en el olvido. Nuestro empeño es recuperar  la memoria de nuestra infancia, revivirla, enmarcarla y ofrecerla como el mejor  de los regalos a todos aquellos que les interese. Contar  que   allí, en aquella calle inexistente ya, nacieron y se criaron unos niños,  con la fragancia del jazmín de Fina. Estos crecieron en pleno corazón de una  Ciudad milenaria, al lado de una Iglesia, de una Catedral, del Puente Cristo,  de la tienda de Andrebé, de la tienda “La Única”, del despacho de pan de  María... 
                  Crecimos, y nos  hemos hecho mayores, y hoy sigo pensando en las horas que pasé sentada en  aquella sillita de nea, que mi madre me regaló una mañana , y yo, usaba día a  día, sentada en la puerta de mi casa, leyendo sin saber leer, aquel cuento  maravilloso. El jazmín de mi madre me protegía del sol implacable del verano, y  allí, fui feliz, porque mis padres me adoraban, me querían... Ahora cierro los ojos,  y te veo a ti papá en la puerta de mi casa, de nuestra casa del Patio,  debajo del jazmín de mamá....... 
                  Con estos  recuerdos voy en busca de mi niñez, de mis recuerdos, de mis añoranzas, os  busco a vosotros, queridos amigos de la infancia. Busco aquellas horas,  aquellos minutos sentada frente a tu casa, debajo de mi jazmín, ensartando  ilusiones en el collar que nos adornaba. Recuerdo esas flores: geranios,  trompeteros, madre selva, jazmines, en los balcones de nuestras casas... Recuerdo  sobre todo tu risa, padre, cuando estabas en nuestra casa.........
                 
                
                                          
                    Ceuta, 27  de octubre 2008.  
                
                 
                
                  
                                                                                                       Fini  Castillo Sempere