CUATRO CULTURAS

- El Manifiesto - Jarchas - Cancionesjudeoespañolas - Rut- Nada te turbe - Noche obscura del alma - Viaje a mi infancia - Tánger - Jornada estival en el zoco - Shantiniketan(Morada de paz) -

- La oración de Taízé - El valor de la amistad - Ceuta Ciudad Im-posible-

                                     

CUATRO CULTURAS        

"A mi hermana"

 

    Supongamos que hablamos de la ciudad de las «Siete Colinas»…o de una  ciudad abierta de par en par a la encrucijada de caminos entre Europa y África; o tal vez,  de un  pueblo asomado, al mismo tiempo, a la aventura  infinita del Océano,  y a la belleza antigua del Mediterráneo. O, finalmente, y si acaso dudarais, supongamos que hablamos de la ciudad de las «Cuatro Culturas»; y ahora sí, ahora no podréis  dejar de sentir en el corazón que estamos hablando de una ciudad anclada en la profundidad de la Historia, y a tiro de piedra de nuestro presente.  Compañeros, compañeras de este entrañable encuentro de Culturas, suponed, como ya habéis supuesto, sabed, pues  es seguro que  ya habéis adivinado que estamos hablando de Ceuta….
¡Ceuta! ¡Ceuta! ¡Ceuta!...
Mi pueblo y el tuyo, nuestro pueblo y el de todos….
Al amanecer, a levante, el sol  levantará  su cara de fuego aún tibia, y nos iluminará    la mañana, golpeando con sus rayos los acantilados y los pinares verdes del Monte Hacho. La ermita de San Antonio resplandecerá, y San Amaro, aún durante un tiempo,  quedará envuelto en la umbría de los pequeños senderos que jalonan la subida.  Rocío y rosas. Y agujas verdes de los pinos. Y zarzas, y cañaveral, y chumberas… y sobretodo, amigos, en estos momentos, poned atención, y sentiréis  como  os llega, como os alcanza, sin apenas daros cuenta,   el  silencio interminable de Dios…
Desde el minarete de una mezquita llama el mohacín a la oración, los fieles se descalzan, y en señal de desnudez y pureza interior  rezan  sus oraciones…
En la sinagoga el pueblo hebreo lee las Sagradas Escrituras…
En sus templos lo hindúes alaban a Brahmā,  Vishnu,  y  Shivá  o recitan en el Gītā,   las enseñanzas de Krishna  y su discípulo Arjuna.
Y a la vez,  desde el campanario de una iglesia, suelta sus tañidos de bronce una vieja campana…convocando a los cristianos a la Santa Misa.
«Cuatro Culturas», cuatro religiones en una sola ciudad para todos. Amistad y tolerancia; libertad y sabiduría;  paz y esperanza  para los hombres y mujeres de esta ciudad afortunada y única. Cuatro Dioses diferentes, pero que sin embargo, al final de los tiempos, en la hora definitiva de la reconciliación de lo hombres y de los pueblos: sólo prevalecerá    un sólo Dios Padre de amor, de verdad y de compasión. Dios está en nuestro interior, extendamos, pues, las manos, y como sus hijos sintamos Su fuerza. Dios nos ayudara a resolver nuestras diferencias, y pondrá  cordura a   nuestros pensamientos. Confiemos en Él, y la esperanza albergara siempre en nuestros corazones….
Al atardecer, a poniente, el sol ira cayendo su cara de fuego tras las montañas del Atlas. La Mujer Muerta, ¡belleza y roca desnuda!,   se pintara de morado  en un cielo de rojo obscuro agonizante. El mar del Estrecho cesará un momento su oleaje, la brisa aguardara nuestra señal, y cuando el lucero de la tarde se  asome tímido en la  esquina del cielo, Ceuta, como un farol  en la noche, nos iluminara el alma más allá  de nuestros recuerdos y de nuestras tristezas… 
¡Ceuta! ¡Ceuta! ¡Ceuta!...
Mi pueblo y el tuyo, nuestro pueblo y el de todos….
¡Ceuta, en nuestro  corazón y en nuestra  alma para siempre…!

     En Cádiz, 16 de noviembre  a las 1824h. de 2007


Manuel  Castillo  Sempere

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JARCHAS

 

1

Vayse meu corazón de mib,
Ya Rab, ¿si se me tornarád?
¡Tan mal mi doled li-l-habib!
Enfermo yed, ¿cuándo sanarád?

2

¿Qué faré yo o qué serád  de mibí?
¡Habibi,
non te tolgas de mibí!

3

Garid vos, ay yermanelas,
¿cóm´contener é meu mali?
Sin el habib non vivreyu
ed volarei demandari.

4

Com si filiolo alieno
Non más adormes a meu seno.

 

Cancionero y Romancero Español

-Dámaso Alonso

 

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CANCIONES  JUDEOESPAÑOLAS  

 

1

 Ya salió de la mar la galana
Con un vestido al1  y blanco.
Ya salio de la mar.

    Entre la mar y el río
nos creció un árbol de bembrio2.
Ya salió de la mar.

    La novia ya salió del baño,
el novio ya la esta esperando.
Ya salió de la mar.

Entre la mar y la arena
nos creció un árbol de almendra.
Ya salio de la mar.

Judeoespañol de Salónica.

____

1    al:  de color de rosa
2    bembrio:  membrillo

 

2

    La novia destrenza el pelo;
se desmaya el caballero.
¿Quién lo ira a buscar?
¿Quién lo ira a buscar al novio?
¿Quién lo ira a buscar?

    Nubes andan por el cielo,
agua iban revertiendo.
¿Quién lo irá a llamar?
¿Quién lo irá a llamar al novio?
¿Quién lo irá a llamar?

    Que mis amores ya los tengo.
¿Quién los irá a llamar?

 Judeoespañol de Melilla

 

3   

Ya traemos la vaca
Con los cuernos dáljabaca3
para bodas.
¡Ay qué lindas y que bodas!

    Ya traemos al carnero
Y con los cuernos dásero4
Para bodas.
¡Ay qué lindas y que bodas!

    Ya traemos la vaca
Con los cuernos de oro y plata
para bodas.
¡Ay qué lindas y que bodas!

 Judeoespañol de Larache

________

3   d` aljabaca:  de albahaca.
4   d` asero: de acero

 

Cancionero y Romancero Español
Dámaso Alonso

 

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RUT

 

Noemí le dice a Rut:

    -«Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios; vuélvete tú como ella».(Rut 1:15).

Rut le responde:

   -«No te empeñes en que yo te deje, ni que me vuelva en pos de tí: porque adonde quiera que tú fueres, iré yo; y donde tu morares, moraré yo; tu pueblo es mi pueblo y tu Dios es mi Dios». (Rut 1:16).
   -«Donde mueras tú, allí moriré y seré sepultada yo. Que Yavé haga esto y aun añada si no es la muerte la que nos separe a ti y a mí». (Rut 1:17).

 

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NADA TE TURBE

 

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa.
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.

 

Santa Teresa de Jesús (Ávila)

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CANCIONES DE El ALMA QUE SE GOZA DE HABER LLEGADO AL ALTO ESTADO DE LA PERFECCIÓN, QUE ES LA UNIÓN CON DIOS, POR EL CAMINO DE LA NEGACIÓN ESPIRITUAL.




En una noche obscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

Ascuras y segura
por la secreta escala, disfraçada,
¡oh dichosa ventura!,
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que naide me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el coraçón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en parte donde naide parecía.

¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche, amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
quando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo, y dexéme,
dexando mi cuidado
entre las açucenas olvidado.

 

San Juán de la Cruz

 

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CRONICA DE UN ANDALUZ

 

 

 

VIAJE A MI INFANCIA

 

    El mundo musulmán no resulta indiferente a la mayoría de los ciudadanos europeos, mucho menos a los españoles, la impronta que su cultura nos legó en los 700 años que estuvieron en la península, hace que la mayoría de ellos sienta fascinación hacia ese país vecino, Marruecos, del que sólo nos separan las 14 millas de aguas del estrecho de Gibraltar;  tan cerca  en distancia física y tan lejano a causa del desconocimiento que la mayoría de mis compatriotas tienen de él. Cuando un amigo se entera de mis idas y venidas, me sugiere que le introduzca en ese mundo del que un miedo atávico hace que  no se atreva a conocer por si sólo -tema del que podría escribir otro articulo.
Soy un viajero  de la Yebala relativamente novel, pero en tan poco tiempo  he procurado ser asiduo en mis visitas, porque para cualquier español que ronde el medio siglo de edad, si es andaluz en mayor medida, descubrir el norte de Marruecos es asomarse a la infancia que una vez vivimos.
Opino que los yebalíes son en carácter, sentido del humor y en la forma de afrontar la vida tan andaluces como los que estamos en este lado, solo la franja de mar y determinadas vicisitudes históricas han  hecho que cada uno nos miremos sólo nuestro ombligo. Mi primera visita a Tánger, ciudad histórica internacional, ya me señaló que los atisbos de nuestra semejanza eran mas reales que imaginarios; los olores del zoco a especias, frutas, verduras, carne y pescados  trajeron a mi memoria aquellos días, en que tomado por la mano de mi madre, recorría en pantalón corto y calzado con mis sandalias, el mercado buscando las viandas de diario; incluso figuras como la del aguador que hoy parecen al turista exótica, eran comunes en los pueblos andaluces, precisamente teníamos unos parientes que en aquellos días se dedicaban, entre otros menesteres, a la venta de agua en la temporada de playa.
Mis recorridos por Tetuán y sus alrededores no evocan otra cosa sino los mismos recuerdos infantiles, el bullicio de las gentes en sus paseos vespertinos; en el Ensanche podrías estar en cualquier esquina de Cádiz o calle principal de algunas poblaciones andaluzas. Martil y su  paseo por la “corniche” me hacen sentir igual que en casa, parece que estoy en Valdelagrana, una de las playas de mi ciudad natal.
El paladar es otro de los sentidos que me retrotraen a mi pasado, el sabor de la leche natural, los dulces y otros alimentos en Marruecos, no necesitan la etiqueta de calidad que marque ”producto ecológico” ; el olor del pan recién cocido en el horno nos resulta ya lejano al lado de los panes congelados, de moda en las ciudades españolas. Un “argaif” calentito con un zumo natural de frutas es una delicia que echo de menos cualquiera de mis días laborales.
El sentido de la amistad aun permanece intacto ahí  como el que antes disfrutábamos en Andalucía.  Se cultiva a diario, en las charlas en torno al café o a un té, sin prisas, desvelando los trajines cotidianos, alrededor de juegos de mesa o con algún evento deportivo. A nosotros solo nos quedan los encuentros esporádicos de lo fines de semana con los amigos, y eso si la situación económica familiar lo permite y da para ello. En consecuencia, siempre que pueda continuaré viajando a mi niñez.

 

En Cádiz-Andalucía

 

"Yahia Sundayson" 

  

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TANGER

                                                          

    La carretera dejaba atrás  a Cádiz, San Fernando, Chiclana, El Colorao, Conil, y dejaba ver a lo lejos los molinos blancos de Vejer. Pasada la Barca, una calzada lleva hasta el pueblo de pescadores de Barbate. Y decir barbate, es decir Atún de almadraba; y artes de jareta; y traíñas de patrones osados arrojados a la mar desde niños; y salabares colmados de sardinas, de boquerones, de jureles… izados a bordo desde el copo. Decir Barbate es hablar del mar y la pesca como destino, como algo que se sabe y se siente, incluso, antes de nacer….
La laguna de la Janda aparece entre los lentiscales, añorando su lamina de agua azul que un día los agrónomos se llevaron y sólo en época de grandes lluvias vuelve a asomarse al otro espejo que azul le devuelve el cielo. Tahivilla con sus cigüeñas y su prado de poleo violeta a la derecha; y a la izquierda subiendo por su montaña, Facinas. Una revuelta, otra, y ya se nos revela imponente, lleno de verdor y manchas parduscas, el macizo de Bolonia. Más tarde, la duna que se agiganta desde el mar, ora se adelanta y amenazadora parece querer abrazar, con sus brazos de arenas cálidas, los desnudos troncos de los pinos; ora, llegado  a su momento más álgido  de dominio, se detiene, besa a las primeras agujas de las ramas y se vuelve suave, abandonada,  hacia la playa…
Tarifa, aparece incólume, blanca, de piedra, con el castillo de Guzmán “El Bueno” marcando, con sus altas almenas guerreras, el aire cargado de agua-cielo de alguna nube pasajera de vendaval. Tarifa adelantada al Estrecho, como queriendo alcanzar con la luz de su faro las cumbres altas del Atlas. Tarifa amurallada  y antigua, tendida a los vientos y a las corrientes sin apenas darse un respiro, un descanso. Sí; Tarifa entregada a los vientos y a las corrientes que lamen como un perro  las rocas y el limo de su litoral…
El Isla de Mallorca, da su pitada de salida y larga el último cabo; el capitán desde el alerón grita: «¡10º a estribor, 20º, toda!»;  yo, al uso de la mejor tradición marinera, repito: «¡10º a  estribor, 20º, toda!»; dado la revuelta al muelle del Gas-oil, se oye: «!A la vía!, : «!A la vía! -repito; y nada más alcanzada, otra vez la voz del capitán, como un trueno, clama: «¡10º a babor, 20º, toda!»; repito la orden y meto toda la caña a babor, y el buque, blanco y majestuoso como una gaviota,  saluda al muelle del Santo  lamiéndole el resbalaje de su punta. ¡A la vía!, vuelve desde el alerón a bramar el “Viejo”,   ¡A la vía! -repito... ! A la vía! -vuelvo a repetir cuando el ángulo de timón señala la orden. Y el  Isla, una vez sorteado el escollo de  la roca  de las Palomas,   arrumba, como un pájaro liberado de la jaula,  a la ciudad que hasta el año 56 del siglo pasado fuera la ciudad internacional por antonomasia: Tánger.
Mar azul, azul obscuro, como copiándose de la negrura de la hondura  abisal. Espumas blancas que la proa abre a su paso a modo de surco en la amplitud grande, abierta, de las aguas del Estrecho. Nada se detiene, todo cambia. Mirada que mira y sin embargo sólo sueña y siente la melancolía de otro momento, que como este, también cruzaba el mar  de Norte  a Sur, y también era azul, azul obscuro…La nave cruza esta herida abierta  al Atlas, a los continentes, a los océanos… La brisa es de poniente y acaricia con su frescor a los viajeros asomados en las regalas de las cubiertas. Los viajeros alargan su vista hasta punta Malabata, hasta cabo Espartel, después el vacío inmenso del Oeste: el mar, el océano, el infinito añil… El timonel atiende al rumbo marcado; el capitán columbra ya la boya del bajo del Almirante y la ensenada de Tánger se abre, transida, ausente, irreal; pintada,como en un cuadro de Vincent Van Gogh, de rojos, azules y amarillos...
Tánger, Tánger, Tánger…Tánger como una dama enamorada. Tánger abierta a un mundo  de aromas, imágenes  y sonidos infinitos: alejados de la realidad   y sumergidos en los cuentos de Las mil y una noches. Tánger magrebí, Tánger internacional, Tánger llegada de África entre el murmullo de palabras de amor… Tánger amante y amada…
Quién puede sustraerse a su  caricia y al susurro en la noche de un verso, casi un beso, un beso enamorado…
Puerta de Bab el Bahr, la puerta del mar;  calle de la Marina que corre desposada junto a la  Gran Mezquita, Zoco Chico: balcones,  bullicio, pregones, alegría, alguna mirada atrevida, juego de damas, pequeñas terrazas y té verde con yerbabuena; descanso y tiempo casi sin horas… hasta mañana, que volverá como ayer a perderse por la azoteas… Cuesta arriba de la calle Siaghin, con gente que nos acompaña y otras que bajan anhelando el frescor de las aguas del puerto. Y por fin como un espejismo inalcanzable, el Zoco Grande. Una plaza grande, abierta, verdadero corazón de la ciudad, donde la palabra mercado alcanza aquí su máximo esplendor. Yo me he sentido conducido por las callejuelas de la Medina, como con una necesidad, como si me apuntaran al oído, hasta llevar  mis pasos al espectáculo inefable de esta plaza, que como un corazón latiente inunda a Tánger con la llamada de sus latidos.
Qué puedo decir y contar que ya no se haya dicho y contado… Sin embargo diré que el sentimiento poético  pareciere que  quedó allí guardado para siempre. Las frutas y verduras habían conquistado aquel recinto y su fragancia, esparcida en el aire como una copla, hacía cautivos a los distraídos curiosos que aquí y allá trataban de recoger en sus pupilas los tintes y las formas de los objetos que allí se exhibían.  Las frutas apiladas en los puestos formaban pirámides cuyos colores daban forma a un   arco iris singular y único. Naranjas y manzanas que el sol hacia reverberar como soles. Frutas de la primavera y el verano: peras, ciruelas, cerezas, damasquillos, nísperos, higos, melones, sandias…uvas; uvas grandes, pequeñas, verdes, moradas, negras, doradas, transparentes… Carnes, pescados, mariscos, eran vendidos  en los puestos del interior del mercado con generosidad. Todo estaba expuesto y todo podía ser comprado, incluso aquellas semillas de amapolas  que para el sueño recomendaba aquel tendero entrañable y sabio, que lucia un cocodrilo disecado como dintel de su  farmacia de yerbas mágicas.
Y para el recuerdo, como una estampa definitiva, atávica, atemporal… la figura enigmática  del aguador. Qué cambio alquímico se produce en ese agua, que cuando el aguador te alcanza el cuenco, el agua ya no es agua, sino borbotones de la fuente mágica del alma antigua de este pueblo…
El Isla de Mallorca, a la orden de Diego, su mejor Capitán, hizo sonar su tifón, y el buque como un animal dormido, se desesperezó, cobró las amarras y   empezó lentamente a separarse del muelle. Los vendedores ambulantes de artesanía y suvenires,  aún con los brazos llenos con su género, nos dieron el último adiós. Al rato, pasada la punta del espigón, Tánger,  se fue difuminando hasta fundirse en el horizonte en una mancha morada…

 

    En Cádiz, a 12 de junio de 2009

 

Manuel Castillo Sempere

                                                                   

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JORNADA ESTIVAL EN EL ZOCO

 

    Al alba aquí el cielo pasa del azabache al blanco, sin margen para el azul. Un medio día enorme que empieza por la mañana. Enseguida se propagan la luz y el calor. Una extraña exaltación se apodera de la criatura y la impele a la acción, al movimiento; es decir a la vida.
Cupido es moreno, cegado por el sol; acaso, ya no acierta con sus flechas. La Afrodita negra, pintada de alheña, sonríe en el zoco entre sorbos de té y manojos de hierbabuena. Una marea de cuerpos gira sobre la medina: ¿restos de antiguas trashumancias?, ¿ritos ancestrales? Hombres, mujeres, niños, animales. La desorientación grata que procuran los callejones curvos, ligeramente ensombrecidos en sus recovecos, incitan a no se sabe bien el qué. Murmullos quedos, tropezones suaves. Miradas de connivencia, atrapadas al azar; derroche de guiños imprecisos. Insistencia feroz de los viandantes: “¿Si o si?”
En el cafetín suena machacona la música “raï” entre volutas azules y mesas desvencijadas con mandiles celestes. Allí, una galería... se ofrece a la vista. Imperturbables, heréticos; suspendidos en el tiempo. Envueltos en chilabas rayadas. El parchís es su mándala. Desde su distancia cósmica contemplan el mundo que otrora habitaron y desprecian a los duendes de la carne y la ilusión que danzan entre la multitud ofuscada, embriagada de soles.
A la hora justa, cuando los rayos flamígeros del astro rey se han tornado verticales, el almuecín levanta su voz cansina y convoca a la oración; insiste: «No hay más dios que Dios…» A su conjuro los fieles se ponen en camino a la mezquita que asoma su minarete entre las azoteas blancas rematadas por buganvillas rojas. En un instante largo pondrán la cabeza en tierra y mirando al levante exclamaran: «¡Perdóname mi Señor!» Para enseguida reintegrarse al vértigo mundano.
En estas horas todo movimiento requiere doble esfuerzo y hasta meramente respirar fatiga. Quien puede se retira a la sombra fresca del hogar, no lejos de la fuente, come y departe con los suyos antes de entregarse a una siesta reparadora, benéfica, merecida.
Con la tarde y la brisa, que no viene de ningún mar y no por ello menos fresca, todo se despierta y anima. Recomienza el medineo con ímpetu. Como una ligera premura que no alcanza a la prisa se instala en el gentío que finge marchar a alguna parte sin hacerlo a ninguna. En la calle se está, no se pasa… Puestos de flores donde reina el azahar, pirámides de aceitunas y limones confitados, dátiles de Túnez, perfumes de Árabia, higos secos, especias… Hornada vespertina: el aroma del pan caliente; churros, fritangas, dulces… «¡Hachiran rial, hachiran rial!», claman los voceros. «¡Rigalo! ¡rigalo! ¡rigalo!», apostilla la competencia en la acera de enfrente. Todos los deleites y sugerencias inimaginables para el paladar, el olfato, el oído, la vista y hasta el tacto: una orgía para la sensualidad.
Se ha colado la noche sin sentir y sin crepúsculo, sólo avisa de su llegada el alumbrado callejero; farolas y candiles; el ritmo no decrece, la animosidad y algarabía tampoco… ¿Nunca acabará la jornada?
La luna africana luce melocotón y guiña asintiendo en el cielo azabache.

 

    En el Magreb,  16 de Junio de 2009

Amal


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SHANTINIKETAN

 

     Los más grandes maestros de la India antigua, de nombres imperecederos, vivieron en el bosque. En la orilla umbría de algún  río sagrado  o de algún lago del Himalaya, hacían su altar de fuego, apacentaban su ganado y cultivaban  el arroz silvestre y las frutas para su alimento. La naturaleza  era su hogar  y el de sus esposas y sus hijos; y en su seno, meditaban sobre los problemas más hondos del alma, haciendo  objeto de su vida la unidad  del alma con toda la creación y la comunicación  con el ser supremo. Sus discípulos se congregaban a su alrededor  y así recibían sus enseñanzas sobre la vida inmortal, en el lugar  de la verdad, de la paz y del alma libre…

 

 

II

 …Después, tuve una visión de la plenitud de vida interior alcanzada por la India  en  el solemne apartamiento de sus bosques, cuando el resto del mundo comenzaba apenas a despertar. Comprendí claramente que la India se había abierto y ensanchado, durante muchos siglos, el camino que conduce a una vida más allá  de la muerte, mucho más alta  que esta idealización del egoísmo político y esta codicia insaciable de la acumulación. La voz me llegó en la lengua veda, desde los ashrams* del pasado, y me decía: «Venid a mí, como los ríos del mar, como los días y las noches al completarse de su ciclo anual. Demos y enseñemos la verdad en medio de la luz resplandeciente. No nos peleemos unos con otros. Vayan derechos nuestros pensamientos a su bien supremo».

                                                
                                                                                               Rabindranath Tagore

 

 

III

    Habían cesado apenas las voces de los estudiantes que, después de la cena, se iban a los dormitorios, cuando, en el silencio,  se elevó un cántico. Era un grupo de muchachos, quienes, cada anochecer, antes de retirarse a dormir, cantan una canción del poeta. Se acercaron lentamente  a nuestra casa, y luego se fueron, y la música  se iba alejando, hasta apagarse. Descendió el silencio, como las sombras  a un monte con estrellas, y comprendí entonces por qué se había puesto a aquel lugar el nombre de Shantiniketan. Sin duda, era aquella una Casa de Paz.

 

IV

    Luego asistí a la ceremonia del templo, abierto por todas partes al aire y a la luz. Los muchachos  con sus chales de colores, estaban  sentados unos en los escalones  de fuera y otros  en el suelo de mármol blanco, y parecían meditar. Tras una oración inicial, en bengalí, todos salmodiaron  a una un verso sánscrito, que te terminaba así:

            Om Shnti, Shanti, Shanti -Om Paz, Paz, Paz-.

No olvidaré esta oración en sánscrito, que oí cantar por vez primera a los muchachos de Bolpur. Quisiera que me fuese posible conversar  la frescura de las primeras impresiones, porque el solo sonido de aquella oración sería entonces, para mí, una inspiración sin fin. Pero no puedo ya describir mi estremecimiento al escuchar aquel cántico que ascendía en el fresco aire matutino, llenándolo solemnemente  con las notas del anhelo juvenil.
El templo no tiene imagen, ni altar, porque el Maharshi Devendranath Tagore, fundador del ashram, quiso que en Shantinketan no fuese adorada imagen alguna ni permitido el menor predominio de ningún credo religioso. «Sólo se adorará allí al invisible Dios único; y se darán las instrucciones  para la reverencia, la alabanza y la contemplación del Creador y Mantenedor del mundo, que sean fuentes de buenas costumbres, de vida religiosa y de hermandad universal»

 

 

 


V

«Sólo se oía en el silencio, el canto del pájaro…»

 

    Como he dicho las clases se daban al aire libre cuando era posible, y no son necesarios complicados muebles ni aulas. Cada muchacho se trae a ellas una esterilla para sentarse y el maestro se sienta bajo un árbol o en la galería de un dormitorio. Este trabajo al aire libre  tiene inmensas ventajas, porque mantiene frescos los entendimientos para su apreciación de la Naturaleza. Recuerdo que, dando una clase, me interrumpió, de pronto, un muchacho, llamándome la atención sobre un pajarillo  que cantaba en las ramas  que había sobre mí. Dejamos la explicación y escuchamos hasta que el pájaro termino. Era la primavera. El muchacho que me había interrumpido, me dijo: «No sé  qué siento; no puedo decir  lo que siento cuando oigo cantar  a ese pájaro». Yo tampoco  pude decírselo. Lo que si puedo asegurar  es que mis alumnos aprendieron más de aquel pájaro  que con todas mis enseñanzas,  y algo que no olvidarían  ya en la vida. En cuanto a mí, se me abrieron los oídos y, durante varios días sentí cantar a los pájaros, como nunca los había sentido.
Los muchachos tiene gran afición a las flores, y a veces ese levantan mucho antes de salir el sol, para ser los primeros  en coger alguna nueva flor  de dulce perfume; y las tejen en guirnaldas para los maestros o para el poeta.

 

                                                                                                    W. W. Pearson

 

 

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LA ORACIÓN DE TAIZÉ

«A Juan, como Pablo,  abierto a los gentiles…»

 

El pequeño sagrario se encuentra en penumbra; sólo alguna vela de luz rojiza, tenuemente, parpadea y lo alumbra. Hoy es viernes, día de la oración en común;  y al punto,   los bancos van siendo ocupados por los orantes de la parroquia de Juan*. En el centro, en el suelo desnudo, algunos jóvenes se arrodillan, otros toman asiento en unos diminutos bancos, y algunos, después de descalzarse,  inclinan  sus piernas y se recogen de  una manera natural…
En el silencio, se oye la voz del primer canto. Los versos de Teresa van cayendo en el alma, como cae al pasto el roció.

♫Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa.
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.♫

De nuevo el silencio, y al momento, «O Christe Domine Jesu», suena en todos nosotros, con el frescor de un arroyo de montaña…Y más tarde; «Mi alma se reposa»; y luego: «Dona la pace Signore»; y «Alleluia»;  y «Magnificat»; y «En nuestra obscuridad»;  y «Christus resurrexit»; y «Laudate  omnes gentes»; y «Confitemini Domino»; y «De noche iremos»….
Cada palabra, cada voz, pareciera que tocase las teclas de un instrumento alojado en los más profundo de nuestro ser, dejándonos  a nuestra suerte, abandonados  en los lejanos bosques  de nuestro sentimientos… Cada palabra, cada voz, pareciera, como aves mensajeras, querer entregarte el conocimiento y el significado de la verdad de las cosas… Sin embargo, ya no son palabras, ni voces, son ya otra cosa… Son sentimientos puros que irrumpen en nosotros hasta sentirnos partes de otra realidad,  de otra sensibilidad, de otro ser… Somos partes de un corazón infinito, inabarcable, donde el  yo se extingue  y nosotros habitamos en Él. Somos, en nuestra ingenuidad, sin percibirlo, sin  apenas darnos cuenta,  unas gotas en el ancho mar de Dios…
El último canto se apaga como se apaga también  el susurro de la hojarasca al cesar la brisa; y al acabarse  los cantos  se abre un nuevo silencio…
Y el silencio concluye  y se abren las peticiones…
Señor, pedimos para que se acaben las guerras… Ruega por nosotros y escúchanos. Señor, pedimos por María, para que sane de su enfermedad… Ruega por nosotros y escúchanos. Señor, pedimos por los pobres y por los necesitados… Ruega por nosotros y escúchanos. Señor, te pedimos  para que  cada día la tolerancia habite entre nosotros… Ruega por nosotros y escúchanos. Señor, te pedimos –no sé si realmente lo pedí o fue solamente un susurro en mis labios- por aquellos que aún teniendo de todo, están solos y no encuentran el bálsamo de tu mirada… Ruega por nosotros y escúchanos…
Silencio…
Los cantos se renuevan…
Y vamos repitiendo las estrofas como un mantra antiguo, que al oírlo, perdiésemos la memoria y sólo perdurase en nosotros: la calma, el reposo, la paz…
Cesan los cantos y  la herida del silencio toca su campana para advertirnos que ha terminado nuestra  meditación. Los orantes, en sosiego, quizás algo transformados por la oración, van saliendo de nuevo al mundo que durante una hora había quedado en suspenso.

¡Oh, Cristo, Señor Jesús!… Y el Sagrario, lugar de oración donde los haya, quedó mudo, al modo como  decía  Juan de la Cruz:


«Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo, y dexéme,
dexando mi cuidado
entre las açucenas olvidado».

 

 

En Cádiz, a 28 de junio de 2009

 

                                                                     Manuel Castillo Sempere

 

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* De Juan puedo decir: que me acogió siendo un gentil, y jamás pretendió cambiarme, sino que muy al contrario, con su acostumbrada tolerancia, respetó mis creencias…; que me enseñó a sentir la oración...; que atendió mi soledad en ocasiones…; y sobretodo, todavía,  a pesar de los años transcurridos, voy a visitarlo, en señal de amistad, alguna que otra vez…

 

 

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ELVALOR DE LA AMISTAD...


Algunas veces encuentras en la vida una amistad especial:
ese alguien que al entrar en tu vida la cambia por completo;
ese alguien que te hace reír sin cesar;
ese alguien que te hace creer que en el mundo existen realmente cosas buenas;
ese alguien que te convence de que hay una puerta lista para que tú la abras.
Así, que inevitablemente, ese alguien,  es una amistad eterna...
 
Si  encuentras tal amistad, y  te sientes feliz y llena de gozo:
entonces no tienes nada de qué preocuparte;
tienes una amistad para toda la vida,
ya que una amistad eterna no acaba nunca, no tiene fin...

 

En Madrid, a 16 de julio de 2009

Mari Carmen Villanueva

 

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                                  CEUTA, CIUDAD IM-POSIBLE  I

      «A Hamido Abselam Mehdi, magrebí y paisano, con el cual comparto plenamente su sueño de sueños de   las “Cuatro Culturas”…»

    Si en los años setenta la población magrebí se encontraba en una franja entre el 10 y el 15 por ciento de la población; ahora, actualmente, cuarenta años después, en el año 2013, puede que haya alcanzado a la mitad  del censo. De tal manera que Ceuta ya no es aquella urbe donde la ciudadanos  predominantes era cristianos y oriundos de España; ahora, la población musulmana, llegada de la vecina Marruecos, ha igualado a la primitiva y establecida en esta capital desde hace seis siglos, concretamente, desde que en el años 1415 los portugueses desembarcaran en sus playas y la conquistaran “manu militarí”.
    Siempre ha habido una confusión –interesada o no, no lo sé- entre los conceptos: cristiano y español; y musulmán, moro* o marroquí. La mayoría de la población musulmana es de origen marroquí, pero su nacionalidad es española, con lo cual no debería de cuestionarse algunas desconfianzas que atan y lastran la convivencia de nuestra ciudad de tal manera y de forma  tan evidente, que pueda pensarse que la viabilidad de entendimiento de las dos comunidades fuera, llegado un punto, del todo imposible.
    Sin embargo, existen dificultades y hechos constatados que hacen nada fácil esta convivencia. Entre los hechos constatados que hacen que la “desconfianza” sea un sentimiento generalizado entre la población, se encuentra la continua reivindicación del reino de Marruecos a que Ceuta pase a formar parte de su territorio. Quizás esta reivindicación pese demasiado en el subconsciente de los ceutíes y haga que la larga  mirada a su futuro y al de sus hijos se vea enturbiada por un  paisaje donde el pintor no acaba nunca de mezclar sus  mejores colores para dar término a su trabajo en su mejor lienzo…
    En los años sesenta, en la Puntilla, llegó la familia de Mogtar, Amín y Hamido, y nosotros, los muchachos de aquella barriada, nos relacionamos con ellos con la normalidad que los muchachos, a esa edad,  suelen tener…Y recuerdo que algunas tardes, Amin, se sentaba en el poyete de su casa, encendía el transistor y buscaba la emisora donde daban el “Hit Parade” con la canciones del momento que, en mi recuerdo, “Baby, Come Back” de The Equal, llegaba a los primeros puestos.  Y  puedo apuntar que ellos fueron  mis amigos de juegos, y que Amín y yo fuimos muchos domingos al Casinillo de Hadú, a bailar los primeros bailes…
    Y esta convivencia que se daba entonces se me antoja que hoy ya no se da. Y al preguntar a algunos jóvenes, ellos me dicen que cada comunidad, salvo casos contados, sólo se relaciona entre personas de la misma comunidad… Y pudiera ser que si las diferentes comunidades no se integran y se entretejen entre ellos en un solo tejido que, les auné y les dé la suficiente tolerancia para ejercer una convivencia más allá de sus culturas originarias, entonces no podrá haber  un futuro esperanzador para el modelo de ciudad que deseamos para Ceuta.
    La”multiculturalidad” puede ser un concepto muy hermoso acuñado expresamente para la convivencia de los seres humanos que conviven en una sociedad con diferentes culturas. Sin embargo, puede ser utilizado como una trampa, como un engaño, por lideres fanatizados de la religión que, a su resguardo, captan para sus ámbitos a ingenuos fieles que, desconocen, que  a través de mesiánicos mensajes sus mentes van a ser dirigidas y  desposeídas de la capacidad de pensar, dejando al libre albedrío como algo residual en la conducta ordinaria de su  comportamiento como ser  humano.
    Cuando leo a diferentes articulista y observo las posiciones tan diferentes que mantienen, se me antoja que el grado de agresividad  y vehemencia  que practican  les hacen descarrilar  de la realidad del día  a día; yendo a  problemáticas pueriles y que dejan las cuestiones principales del lado del ya desaparecido “limbo”. Mas les valieran que aparcaran sus diferencias y se aprestaran a colaborar entre ellos para que toda la ciudadanía se sintiera acogida por las Autoridades Publicas; y propiciada para generar una tolerancia que hiciese posible un acercamiento de culturas que fuese nuestro propio acervo cultural y nuestras propias señas de identidad; pues he de decir que lo magrebí y lo hispano, se amalgama en nuestra capital de tal manera, que ha favorecido un mestizaje que nos hace diferentes y característicos dentro de nuestro propio país.
    He de abundar en este mestizaje porque llevo  cuarenta años fuera de Ceuta, y mi impronta la ejerzo fuera de mi ciudad y la ejerzo con total plenitud y con total responsabilidad, tanto -no hace falta añadir más-, que a algún mal intencionado de turno, con frase fácil, le he tenido que aclarar las ideas de manera contundente…
    Si dejara entrever  lo que mi corazón siente, dijera que no soy optimista con lo  que el futuro prevé para nuestra localidad; sin embargo, no hay que bajar las manos y dejarse llevar por el desánimo. No; no cabe el desánimo…. Ceuta, se merece el modelo único  de tolerancia que pretendemos y, que se encuentra en nuestro memoria pretérita, la incorporación a nuestra identidad  de las diferentes culturas que se manifiestan en nuestro municipio.
    No cabe duda, por tanto, que en Ceuta  no cabe ningún tipo de fanatismo venga de donde venga. Pues el fanatismo es la antítesis de nuestra capital, de nuestra tradición de ser habitada por magrebíes, fenicios, cartagineses, romanos, vándalos, visigodos, bizantinos, árabes, portugueses y castellanos. No cabe el fanatismo en nuestro territorio, no cabe, no… Digan, hablen, apunten lo que quieran y deseen… Pero Ceuta es tierra de libertad, tierra de África donde la palabra y el pensamiento tienen alas para volar hasta los verde  pinos del Hacho y los altos picos de la Mujer Muerta…
    Ceuta es tierra de libertad, hemos dicho y, por tanto, no vamos a permitir que ninguna religión, ni ningún fanatismo, ni ninguna determinada política, no quite la palabra de la boca y podamos gritar: ¡libertad, libertad, libertad…! Libertad como seña de identidad que habita en nuestras almas,  y que se columbra allá en el horizonte donde se allegan nuestros sueños personales y nuestros sueños colectivos de ser un pueblo, un pueblo como otros de España…

    Cádiz, a 3 de marzo de 2013

                                                         Manuel Castillo Sempere

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Moro: Para mí no tiene sentido peyorativo, me lo han llamado algunas veces por ser de Ceuta; sin embargo yo les he apuntado: “Miren para la Alambra de Granada; miren para la Giralda de Sevilla y sus Alcázares; miren para la Alcazaba de Málaga y Almería. Miren y pueden que encuentren sus señas de identidad en ellos… Pues la ignorancia y la estupidez no pueden darse en mayor grado que, en  aquel que no se reconoce así mismo, y en su propia historia.

 

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