UN PASEO POR MI BARRIO Y LA CALLE REAL
     


UN PASEO POR MI BARRIO

- I. Calle Larga - II.Calle Malcampo, Gloria*, Muralla** y  O´Donell - III. C/Misericordia. Plazoleta del Chato - IV.Plazoleta del Chato. Callejón del Asilo - 

- V. Patio nª12, mi patio - VICallejón del Asilo.Plazoleta Asilo Viejo,. C/Misericirdia final - VII. Calle Obispo BarraganVIII.Calle Muralla o Paseo de las Palmeras -

 - IX.Calle Mártires y General Sanjurjo - X.Calle Sagasta -
XI.Calle Tahona - XII.Calle la"Brecha"- XIII.Paseo por la Ribera - XIV.Último paseo, cincuenta y cinco años después -

-Paseo de las Palmeras o Calle de la Muralla -

UN PASEO POR LA CALLE REAL


- Paseo por el Puente Almina y Plaza Vieja - Calle Real I.El Rebellín - Calle Real II.Méndez Núñez y Padilla - Paseo Calle Real III.Camoens a Plaza los Reyes-

- Calle Real IV. Plaza los Reyes-Azcarate- Calle RealV.Plaza losReyes-Azcarate(Acera.dcha) - Calle Real VI.Plaza Azcárate-Maestranza -

-Calle Real VII.Plaza Azcarate-Maestranza(Acera dcha)- Calle Real VIII. Maestranza-Las Heras- XIX.Las Heras-Puente Almina.La Marina -

BREVE HISTORIA DE LA PESCA EN CEUTA

-Historia de la pesca en Ceuta I- Historia de la pesca en Ceuta II-






                                    UN PASEO POR MI BARRIO EN LOS AÑOS 50
                                              CAPÍTULO I. LA CALLE LARGA

   
  Tendría catorce o quince años, cuando una buena mañana, a falta de hacer otra cosa mejor, decido dar una vuelta por Ceuta. Con el deseo de mantenerla en mi memoria tal como es. de manera que algún día, pasado cincuenta y cuatro años, la pueda recordar e implantarla en la página Web llamada; CEUTA EN EL CORAZÓN.
     Salgo de casa, ubicada en el número doce de la calle La Gloria(1), en dirección Plaza de África. Subo una pequeña rampa de pocos metros, dejando a mi derecha la calle Malcampo y ahí comienza el edificio del Ayuntamiento, cuya acera estaba ornamentada por naranjos en todo su perímetro -¿quien sería el mala sombra que los mandó talar?- hasta colindar con “el bar sin nombre” conocido como “Casa Lucas”.
   A la izquierda del Ayuntamiento, entre éste y los pabellones militares -donde en su planta baja vive mi amigo Feliciano Gil Remacho-, se encuentra un edificio con una “cúpula” en consonancia con la del Ayuntamiento. Toda la planta baja pertenece a una ferretería. En la primera vive y tiene la consulta el dentista Fatou -así es como lo conocíamos- con su Fiat de los años cuarenta, siempre aparcado en aquella calle. El edificio consta de cinco plantas. En el que viven también el señor Lanuza, jurista municipal, una familia de hindúes y en el ático la entrañable familia Artola. Pero eso lo dejaremos para otro paseo, el que corresponda a la calle Gómez Marcelo.
    Al final de la calle, giro a la izquierda donde formando el vértice del edificio, está la puerta de acceso a la ferretería ya mencionada. De inmediato están las oficinas de don Vicente García Arrazola -este señor fue alcalde de Ceuta-, donde contratan a los pobres braceros de la carga y descarga de los barcos que arribaban al puerto. Recuerdo que con anterioridad, en este mismo lugar, estaba el bar “Castro”, popular porque hasta su desaparición, los barcos de pesca de la ciudad “partían” (2) en él. Por este motivo era muy frecuentado por pescadores, que entonces todos o casi todos, eran poseedores de  navajas que utilizaban como herramienta, para  el remiendo de las redes o confección de sus aparejos. Navajas que solían afilar en la fachada de piedra del pabellón militar colindante con el bar.
    El desgaste de la piedra, aún hoy mantiene la huella viva como reliquia de aquel nostálgico  pasado.
    A la derecha, en la misma esquina, hay un estudio de un pintor, donde a veces me paro a contemplar aquellos bellos cuadros. Da la coincidencia, que con anterioridad, en este mismo lugar hubo otro bar, cuyo propietario -creo que pariente del pintor-, se llama Pepe Martín Moreno y era conocido como “el bar de Pepe vinagre”. El vive en el piso superior, en compañía de su esposa, Joaquina Jiménez Sánchez con sus tres hijos, Ana Mari -una niña preciosa-, Matilde -además de bonita, simpatiquísima, todos la llamamos “Tití”- y Pepito el más pequeño.
    Seguido del edificio al que llaman  como “casa de doña Esperanza”. Luego el inmueble y tienda de don Agustín Buades. Aquí hacemos un alto en el camino, dado que este inmueble sirve de morada a personas muy vinculadas a mi barrio. Esta finca es el número 11 de Plaza de África y en ella vive el famoso “Pepín”. Su nombre completo, es José Bonmati Molina. Hasta hace pocos años, fue defensa izquierdo y capitán de la Sociedad Deportiva Ceuta. Su fuerza, pundonor y coraje,  fue motivo para que los delanteros contrarios le temieran y respetaran. Su temperamento, en una ocasión, y en el campo de fútbol del Atlético de Tetuán, originó que todos los aficionados ceutíes, tuviéramos que salir por piernas huyendo. Una fea entrada, seguida de provocación del por entonces ídolo tetuaní "Chicha", hizo que Pepín reaccionara con un directo a la mandíbula, dejando KO al gran extremo atlético. La verdad, es que Pepín es una bellísima persona, noble y cabal, pero si le calientan las narices, lo mejor es poner tierra de por medio. Algún día contaré lo ocurrido en la Calle la Muralla(3) con unos turcos. Junto a Pepín, vive su esposa María Buades Escolano. En esta fecha, aún no ha nacido su primera hija, Mari Carmen, pero es tan encantadora, guapa y simpática, que no puedo permitirme el lujo de dejarla fuera de mis recuerdos. Es sin duda la niña más bonita de todo el barrio.
    Son vecinos también de este lugar, toda la familia Buades al completo, Agustín el padre y los hijos Pedro y Paco. Pedro, hermano de la esposa de Pepín, está casado con Encarna Jiménez Morales y tienen una bonita hija llamada Manolita.
    Aquí vive un gran amigo de la infancia llamado Juanito de la Rubia Narbona, hijo de Aurelio y Dolores.
    Detrás una casa de dos plantas y la Catedral. La entrada a la Catedral, siempre me recuerda que hace pocos años, cuando estaba toda Plaza de África en obra y los escalones que ahora existen era solo un talud de tierra. Los chiquillos nos dedicábamos con un pequeño palo o cualquier otro útil, al macabro juego de desenterrar restos humanos que abundaban por todo el lugar, al igual que sucedía en la otra puerta de la sacristía de la calle O'Donell.
    En esta calle O´Donell y en el número 4, reside la familia López compuesta por el padre, Sebastián López Sánchez, su esposa Rosa Amate Domínguez y sus hijos, Cayetano, Gabriel, Gracita, Mari, Rosa, Anita, África, Carmen y Francisco. Francisco es conocido en el barrio, como “Quini”. El mayor de los hijos, Sebastián tiene su vivienda propia, por estar casado.
    También residen aquí, dado que es una casa de dos plantas con dos viviendas en el piso superior, Manuel Gómez Caparrón, su esposa Rosario Guerrero Martín con su hijo Manuel y un sobrino llamado Pedro Villanueva Martín.
    En la planta baja, reside Matilde López Sánchez y sus hijos, Pepa, Anita, Isabelita, Matilde y Juan José -el famoso “Maquina”, al que aprecio mucho. Además vive una hermana de Matilde llanada Paca, casada con L. José Portillo Ramírez y un hijo llamado Rafael. Tanto esta familia como la de Sebastián, son primos de mi padre y además muy relacionados.
    Ahora se da un caso curioso. En la carretera Nueva, a la altura del mirador, existen dos pabellones de OLP... Estos dos pabellones se consideran, pertenece a la calle O´Donell, con el número 11. El primero lo ocupa la familia Torres, donde el titular, Antonio Torres Pozo, está casado con Dolores Gil Gómez -la buena de Lola, señora y madre de mil quilates- y tienen seis hijos, Antonio, Pepe, Remedio -la conocemos como “Meme”-, Paco, Loli y Manolo. Pepe Torres, como ya he señalado en algunos escritos, fue mi gran maestro de pesca submarina. También me une gran amistad con Paco.
    El segundo pabellón, lo ocupa Valentín de la Osa Martines y Francisca Lobato Beltrán con dos hijas llamadas, Tomasa y María.
    Vuelvo tras mis pasos y penetro en la calle Larga. El número 1 está ubicado, en el vértice que forma esta calle con O´Donell. En este pabellón, reside la familia Ostalé. Está compuesta por el padre, don Enrique Ostalé González, su esposa Eugenia Gómez López, sus dos hijos, Enrique y Justo, además de una pariente llamada Consuelo González Peña y una sirvienta llamada Celia Costa Roivás.
    En este inmueble, en la planta baja, también vivió mi tío, hermano de mi madre, Francisco Castillo Bravo, con su esposa Josefa Santos Lucida en compañía de tres hijos, Joaquín, Juana y Loli.
    Continúo mi caminar y a la derecha con el número 2, se encuentra la tienda de Juan Pecino Muñoz -que gran persona- vive con su esposa María Méndez Castro. Le sigue con el número 4,  una casita baja, donde vive Serafín Becerra Lago, hermano de mi amigo Emilio. Serafín es el ídolo de todo el barrio, dado que a pesar de su condición de marinero del transbordador “Victoria”, también practicaba el noble arte del boxeo y venía acompañado con la aureola de ¡¡campeón de Cartagena!!. Cuando boxeaba, en el Ceutí, para el barrio era todo un acontecimiento. Como es lógico vive en compañía de su esposa África Constantino González y su hijo Serafín.
    Sigo mis pasos y a la derecha, en un ensanche de la calle, se ubica el hotel España. Es un edificio alto y estrecho y por tal motivo le llamaban el “portaviandas”. Lo regentan una señora viuda, llamada María Martines Blanes y sus dos hijos, Mercedes y Diego Suárez Martines. Mercedes es una hermosa mujer, que recién casada, enviudó desgraciadamente... Su marido “el Carioca” que era hijo de Manuel -el sacristán de la Catedral-, y futbolista del Ceutí, en un partido que se jugó en Motril, tuvo la mala suerte de morir, al golpearse con un poste.
    A continuación del hotel, existe un muro que separa de la calle, el obrador del señor Miguel Canano -el obrador tenia la entrada por la Brecha- que hacía unos dulces deliciosos. Al igual que don Rafael Gibert nos narra en sus memorias, que allá por la década  de los años 1890, en la calle de la Muralla, Joselito el hebreo, era famoso, porque tenía el secreto de hacer los mejores bizcochos de huevo que se hacia en Ceuta. Sesenta años después, el señor Miguel también tuvo el secreto de hacer los mejores follanquis y corrucos en la misma ciudad. Además los dos de mi barrio. El señor Miguel en la Brecha y Joselito en la calle La Muralla. Ceuta la vieja, entre Puente y Puente. Ser ceutí, además de una suerte, es un orgullo, pero ser caballa es un título.
    El ensanche mencionado con anterioridad, finalizan con el muro y en la acera opuesta, terminan los pabellones militares, que da paso a una pequeña plazoleta, de donde se accede a un patio y a la derecha un portal donde en el hueco de la escalera, tenía un taller un zapatero que se suicidó. Este  edificio, que es el número 5 de la calle, la planta baja la ocupan la ferretería “Aragón”. A continuación el bar “el Retiro” En la primera planta de este edificio -con un gran balcón- vive la familia Gómez y dos de sus hijos; Pepín y Alfonso, son dos estimados amigos.
    La familia la componen, el padre Manuel Gómez Rodríguez, su esposa -una gran señora-, llamada Josefa González Calvo y sus hijos, Manuel, Antonio, Pepín, Alfonso, Elvira e Isabel. Manolo, que es el mayor, juega a baloncesto en el Benoliel. Antoñín es defensa central del Abyla y Pepín y Alfonso son compañeros míos en el Estrella de África. También reside en la casa la sirvienta Loli García Sánchez. Este edificio posee tres plantas y viven en él, tres familias más. La familia Aragón, propietaria de la ferretería de los bajos y otra que poseen en el Puente Almina, la componen, Rafael Aragón Díaz como el padre y su esposa, Rosario Delicado García, además de dos hijos llamados Dolores y Enrique.
    También son vecinos los propietarios del bar “El Retiro”, llamado Antonio Lozano Pérez, su esposa, Amparo Ramírez Martín y sus hijos África y Antonio.
    Finalizamos el inmueble con la familia de Juan Vivas Ferrer, funcionario del Ayuntamiento y oficial de arbitrios  municipales. Su esposa se llama Isabel Lara Castañeda y tienen tres hijos llamados, Loli, Conchi y Juan.
    De nuevo se estrecha la calle y a la derecha son todo viviendas hasta llegar al despacho y oficinas de Rafael Bentolila Adecasis. Por la izquierda y terminado “el Retiro” y numerado con el 7, se halla un callejón estrecho, donde al final en un patio, existen varias viviendas y el taller de carpintería de Antonio el “Clavellina”. En este lugar, vive la familia Silva. El padre, Joaquín López León, la madre María Silva Román y sus hijos, Joaquín, Antonia, Inés, José, María y Antonio.
    De inmediato y ya de nuevo en la calle “Larga”, unos bajos donde el antes mencionado Rafael Bentolila almacena y vende los bidones de aceite de oliva. Colindante a este almacén, me encuentro con el garaje del hotel Atlante, donde siempre en sus quehaceres, nos encontramos al amigo Antonio Montoya, siempre predispuesto para hacer cualquier “chapú” que le reporte algunas pesetas. Este garaje, posee aún los conos metálicos giratorios que servían de protector para que los antiguos coches de caballos, al entrar y salir no deterioraran el acceso al lugar.
    Este inmueble que es el número 11 de la calle, alberga a las familias Parrado, Bentolila y Martines.La primera es una de las familias más populares de la calle. La componen, el padre llamado José Parrado del Río y su esposa llamada Isabel Cáceres de Hoyos, tres hijos, Pepe, María y Juan Manuel. También viven con ellos una tía llamada María Parrado de Hoyos y un hermano de José, llamada Juan. La familia Bentolila la compone Rafael Bentolila Adecasis, su esposa Alegría Alfón Hachuel y Simy Bentolila Alfón. Por último, la familia Martines, la compone, José Martines Segarra, su esposa Rosario Sánchez Muñoz, en compañía de sus dos hijos, María y Pepe -mas conocido como Pirri-. Además de un hermano de José llamado Daniel. 
    Continuamos y llegamos al número 13, donde reside una familia muy querida por la mía. Está compuesta por Carmita Cruz Bolea, con sus tres encantadoras hijas, Carmiña, Pili y Pachi Morales Cruz.
    También reside en este inmueble -entre otros-, la familia Pérez -propietarios del bar “Canarias”-. Compuesta por Pedro Pérez Gutiérrez, su esposa Aurelia García Gutiérrez y sus tres hijos -muy amigos mío-, Pepe, Pedro y Aurelia. Además de una señora llamada Joaquina López de Gamarra y su hijo, Manolito Mariscal.
    Un pequeño ensanche, nos hace llegar al número 15, la barbería de Luis Fernández Conde, casado con Candelaria García Marín. En su interior, aparte de Luis “el barbero” y algún que otro cliente, veo a mi tío Fernando. Esta barbería es su casino. La amistad que le une con Luis y la posibilidad de leer como hace a diario los periódicos; el Faro, Ya y Arriba, hace que en sus ratos libres, siempre acudía a visitar a su amigo. Luis a parte de barbero, era un gran árbitro de fútbol, En su establecimiento entre varias fotos, destacaba una de cuando “pitó” el partido: Sociedad Deportiva Ceuta contra el Atlético de Aviación -hoy Atl. Madrid-, esto acaeció a principio de la década de los años 1940.
    Con tantos detalles y observaciones, el paseo me está resultando corto en la distancia y largo en el tiempo. Salí de casa hace casi dos horas y aún estoy en la mitad de la calle “Larga”. En fin, todo se da por bueno, con tal que mis primos; Manolo y Fini amaguen una sonrisa, cuando en el transcurrir de los años y después de medio siglo, vean reflejado en un futuro escrito, lo que era su barrio. Cuando estas memorias vean la luz, a través de la página CEUTA EN EL CORAZÓN, a más de uno que nos lea, se sentirá lleno de nostalgia, pero más ellos que son los artífices de la página.
    Colindante con la barbería, está el número 21, casa de dos plantas, donde viven arriba, Manuel Cuellar Postigo casado con María Jiménez Solano -cariñosamente conocida en el barrio como “Maria la panadera”-. Tienen dos hijos con ellos, Leonor y Antonio. En el piso inferior vive Manuel Ragel Domingo, con su esposa Pepa de la Vega Rasero, con su hijo Manolo, y la Madre de él llamada María Domingo Valle.
Seguidamente, está la carbonería de Manuel Rull Villegas -el gorrión-, que en la puerta de su negocio, ajetreado está pesando los sacos de carbón, que los moros les traen a lomos de sus animales de carga, de las cábilas del Bihoud, Beliones y el Fondál.
    Tras la carbonería y con el número 19, encontramos la residencia de don José Chico Vaello. Canónigo de la Santa Catedral, profesor de religión del Instituto Hispano Marroquí y del colegio del Valle. Esta casa limita con   un patio tipo sevillano, muy bonito, que servía de morada a Emílio Barranco Pérez, casado con Maria Granado Lorenzo. Tienen tres hijos, llamados, Emílio,   Ricardo y Francisco. Son propietario del estanco que se ubicaba justamente enfrente.
    En el mencionado despacho de Bentolila, tengo la costumbre de pararme y contemplar una chapa esmaltada, que clavada en la puerta, representa al mítico Atlas, sosteniendo sobre los hombros la esfera terrestre. Entre este despacho y el estanco, se accede a un patio que es el número 18 de la calle y he visitado en muchas ocasiones, dado que en él, residen mis íntimos amigos Mariano y Salvador Marcos. Ambos amigos, viven en el interior del patio, donde un portal, da entrada a cuatro viviendas, dos en el piso superior y otras dos en la planta baja. En la alta, una de ellas, la ocupa la familia de mis amigos, donde el cabeza de familia se llama Mariano Marcos Balaguer, su esposa María Fernández Fernández y los ya mencionados Mariano y Salvatore.
    Frente a su puerta, reside Sebastián López Amate, con su esposa, Ana Campoy Amate. Sebastián es el hermano mayor de mi amigo “Quini”.
    En las dos viviendas de la planta baja, viven dos hermanos, el primero, José Márquez García casado con Carmen Román Amate y dos hijas, Carmela -una de las guapas del barrio- y Paula. Frente a ellos, reside Buenaventura Márquez García y su esposa Tomasa López León.
    De inmediato al estanco, nos encontramos la pensión “El 20”, de la que es propietario Alfonso Martínez Martínez, casado con Encarna Lago Ramos y sus tres hijos, Isabel, Alfonso y Rafael. También residen dos tías de Alfonso llamadas Hisía y Victoria Martinez Ora. Alfonsito es compañero de juego, especialmente cuando jugamos al fútbol, donde siempre da muestra de ser un gran pelotero.
   Colinda con la pensión, un garaje propiedad de Molina, seguido de la casa de los Calvos Pecino y el despacho de dulces de “el chochón”.Así se conoce cariñosamente en el barrio, a esta entrañable familia compuesta por Rafael Izquierdo y su esposa África Benavides y sus hijos, José Luis -Pito Gui-, para los amigos, Paco, Antonio – también amiguito de los futboleros- y Loli.
    Cruzando de nuevo de acera y dejando atrás  la boca-calle de Obispo Barragán,  topamos con un inmueble también propiedad de  la familia Barranco y en cuyo portal está el despacho de pan y repostería de “María la panadera” -esposa del antes mencionado, señor Cuellar-. A continuación la “Única”. En este comercio, podías comprar, todos los cuentos, tebeos y revistas de la época, además de colonia en frascos o a granel, brillantina, tan popular entonces, tiras bordadas, trompos y chichimonas, mixtos cachondos y un sinfín de géneros que parecía imposible en un local tan pequeño. A continuación y con el número 27, la tienda de comestible de Emilio García, casado con Ramona Herrera y  padres de Emilio, Ramón, Alejandro y Casiano. Casiano es otro buen pelotero que juega en el Abila.  En el portal con el mismo número, también reside una familia de judíos muy apreciados en el barrio, especialmente un hijo de la señora llamada  Achy, conocido en la calle como Benhamú. Se ha hecho famoso, porque siempre está paseando por la calle, con un montón de papeles bajo el brazo.  A continuación,  un taller donde se fabrican somieres, que años antes, era la tienda de muebles “Herrera”. Cruzando la calle Sagasta, que nos llevaría a casa Vicente “el valenciano” y al “Estrecho”, topamos con un gran portal y con la tienda de comestible de María Lladó, tía de Remedio Vallejo que vive con ella.
    De nuevo la calle Larga se estrecha, pero antes y en el lateral de la derecha, encontramos la carbonería de Juan Benítez -conocidos como “el cojo”-, que vive en la parte superior del establecimiento, en compañía de su esposa, Francisca Moreno y sus hijos, Pepe, María e Isabel.
    Le sigue un par de viviendas y encontramos la zapatería de “el primitivo”, propiedad de Joaquín Rodríguez, vecino de la calle Sánchez Navarro.
Continuamos y a la izquierda tenemos un par de portales la calle Espíritu Santo conocida como “la Tahona” y la sastrería “Encina”. Esta sastrería es propiedad de Enrique Encina, que vive con su esposa María Gamero y una hermana también llamada María.
   En el número 34, reside Amalia Barrientos Díaz. Esta señora, se comenta, quedó viuda y perdió dos hijos en la guerra. Es poseedora de una gran fortuna. Solo sale de casa, para ir a la iglesia y siempre muy enlutada. La verdad es que su casa es de lo más bonito de Ceuta. La entrada al vestíbulo, es a través de un portalón con bellos clavos ornamentales y tras este una puerta de pletinas de hierro tipo sevillano, da acceso a un patio de mármol blanco rodeados de columnas y una fuente al centro, todo del mismo material. Nunca estuve en su interior, pero desde la calle, se apreciaba  que la casa exteriorizaba gran lujo y belleza.
    Junto a esta casa está la peluquería de “Canano” que llevan padre he hijo y viven en la calle Sánchez Navarro en el patio de “El chato”
    El número 35, es un pequeño patio, donde viven dos amiguitos de juegos. Uno es “El Tani”. Su padre, se llama Juan León García, su madre, María Parrado, su hermana mayor Carmen, él es el segundo y se llama Cayetano y tiene dos hermanos más pequeños llamados, Conchi y Juan. El otro es Paulino. Su padre también se llama Paulino Santiago y su madre África Gozález. Paulino tiene otro hermano menor llamado Pepe.
    Seguimos adelante y de nuevo se ensancha la calle. A la izquierda se halla un solar que al parecer fue una sastrería. Esta fue destruida por una bomba, de la maldita guerra. En un pequeño habitáculo, se halla una churrería de la señora María. En mi casa, éramos cliente de esta señora, de la que mi padre dice, hace los mejores churros de Ceuta. Esta señora, está casada con un señor que posee un taxi en la parada del Cervantes. Le sigue un portal, donde no conozco a nadie y en los bajos una tienda de tejido, con lo que finaliza la calle.
    Por la derecha y en el número 40, es la residencia de otra familia muy conocida en el barrio. El padre es funcionario municipal, llamado Luis Raposo Quevedo y su esposa María Serón y sus cuatro hijos llamados, África, Pepa, Pili y Manolo. Manolo es también muy buen amiguito. En los bajos de este edificio se ubica la bodega Fortes. No me une a los propietarios ningún parentesco.
    Seguidamente nos encontramos casa Pepín, donde todas las tardes, finalizado el trabajo, acudía mi padre, en compañía de Germán -jefe de obras de la Junta Obras del Puerto- su yerno Vicente, Miguel y Antonio Durán Valencia, Falcó, Fraiz y su cuñado Armada, Paco Navas, Revilla y otros que siento no recordar. Allí acudían donde mantenían animadas charlas al mismo tiempo que saboreaban las delicias de los riojas o finos de Jerez o el Puerto.
    Dejando atrás casa Pepín, le sigue un portal y finalizamos la calle con la fachada y acceso al restaurante “los Pellejos” que posiblemente hablaremos de él en otra ocasión, dado que vuelvo a repetir, el recorrido ha sido corto en la distancia y largo en el tiempo.
    Giro a la derecha y una vez en la Brecha, la primera casa a la que llego, es la vivienda de un musulmán, propietario del bazar Hispano-Árabe, ubicado en los bajos del reloj del Mercado Central. A continuación hay un almacén le sigue, un gran muro, que finaliza colindando con el taller mecánico de Gamero, ya al final de la calle. Al principio del muro, tomo la decisión de cruzarme a la acera de enfrente. Una vez en ella, mira hacia abajo y veo unos grandes barracones, donde uno se dedica a la compra de trapos viejos -el típico trapero-, otro es una fábrica de conserva de Cabanillas y el tercero es de los Ragel, tíos de mis amigos Paco y Manolo Benítez. Estos señores, compraban y recogían trozos de cabos y betas viejas o rotas -de cáñamo o pita-, las deshacían y fabricaban nuevas. Con esas ruedas enormes que hacen girar una y otra vez, utilizando como campo de acción el largo pasillo existente entre los barracones y la muralla.
    Entre el muro y la estrecha calle, hay una zona de tierra, donde los viejos del lugar, dicen que es lo que queda del viejo barrio de pescadores, tras su destrucción. Hace poco, este lugar lo utilizábamos para jugar al fútbol, pero últimamente han trasladado aquí la parada de camiones, que colocados en batería, prácticamente, han ocupado todo el terreno. De regreso a casa, saludo a Rafael Benítez que al lado está de aquel camión Ford, tan famoso.
     Llego a la Ribera, pero este es un lugar que merece capítulo aparte para contar. No obstante, aún me da tiempo de echar una mirada al Cayetano López, barco que lleva varado varios años, junto al barracón de los Bocarando. El propietario del barco que lleva el mismo nombre, es hermano de Sebastián López, padre de Quini, que precisamente ahora, luego de cruzar la calle, camino de regreso a casa, estoy pasando por su puerta. De nuevo la calle Larga, el Ayuntamiento y a casa.
    Prometo que seguiremos paseando y recordando. De modo que mañana en nuestra Web, logremos tener un documento, que traslade nuestros corazones a un tiempo que vivimos y que luchamos por no olvidar.

                       
    Algeciras, 20 de junio de 2010

                                                                       José María Fortes Castillo


________


(1)   Calle Teniente Gómez Marcelo.
(2). Tras vender la pesca y reducir los gastos, los barcos hacían las “partes”, que consistía en repartir el dinero ganado. Los marineros según su categoría como patrón, motorista, lucero, podían tener cuatro, tres, dos o una parte y media.
(3)   Paseo de Las Palmeras.

                       
    Ceuta, 19 de junio de 2010

                                                                   José María Fortes Castillo

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                                 UN PASEO POR MI BARRIO  II

 

     En mi anterior escrito, olvidé detallar las viviendas que se ubicaban entre mi casa y Plaza de África. Algo lógico, después de medio siglo transcurrido. Como nunca es tarde si la memoria es buena. Tras cincuenta y cuatro años, vamos a detallar en la mejor medida que podamos, como era aquella calle. De nuevo me traslado al año 1.956.
   Mi casa que es el número doce de la calle teniente Gómez Marcelo, -antigua calle de “Las Vendederas” y más tarde “La Gloría”-, consta de dos plantas, como casi todas en aquella calle. En la planta baja donde nací y aún vivo, en compañía de mis padres y hermana Juani, soy un pequeño feliz. Si, porque los niños para iniciar el viaje de la felicidad necesitan pocas alforjas, y yo, al igual que los otros chiquillos del entorno, sólo necesitábamos para ser felices:   correr y jugar por  el laberinto de callejuelas de nuestro barrio hasta el atardecer, que exhaustos, regresábamos a casa con algún moratón o alguna pedrada de más…
    En el piso superior, vivía don Luis y doña Lola, y al morir él, se mudaron aquí su sobrina Elisea Cabeza Lara, viuda de don José Victory -alcalde que fue de nuestra ciudad-, acompañada de sus hijos, cuatro varones y una chica, que por orden de edad eran: José Luis -funcionario municipal-, Paco -empleado de Vicente García Arrazola y empresario, Loli -funcionaria municipal-, Javier -también funcionario de arbitrios-, y el más pequeño Diego.  Es también parte de este inmueble, la tienda de Narciso, que posee la vivienda en el interior. En ella viven Narciso Barcenas Fernández, su esposa Teresa Celis Moré y sus hijas Tere y Caroli. Tere es de mi edad y siempre fue para mí una hermana.
    Saliendo de casa y girando a la izquierda en dirección al Ayuntamiento, nos encontramos con la vivienda número diez de la calle. Es un portal con dos viviendas en la planta baja y una en la superior. En la planta baja más cercana a casa, vive José Pérez Guerrero -hijo del “boguita”-, casadocon María Ibáñez Cabrera, en compañía de una sobrina llamada Manolita Barrera.
    La otra planta baja, la ocupa Francisco Simón Morales, casado con África Sánchez y tiene dos hijos varones, Antonio y Francisco, al que conocemos como “Paquirrini”. El padre, es conocido en el barrio, como “Paco el manco”. Aunque posee los dos brazos y manos, este apodo le viene de herencia de su padre. Su profesión, es la de subastador de pescado en la lonja del muelle del Comercio.
    En el piso superior, quién reside es Juan González Fuentes, este señor es de Algeciras y está casado con Luisa Espinosa Lara. Vive también con ellos, una hermana de Luisa llamada Dolores y un sobrino llamado Juan Fernández. Juan. el sobrino, es un gran amigo del barrio y un fanático del fútbol. Deporte que se le da muy bien. El tío, Juan Gozález, es camarero del “Vicentino” y conocido con el apodo de “el rápido”. 
    Sigo la dirección a plaza de África y lo inmediato es el número 8. Este inmueble es un edificio compuesto por un almacén en la planta baja y una vivienda en la superior. En la planta baja, almacén habilitado como vivienda, residen, Joaquín Díaz Fernández con su esposa Carmen Garcés Flores. Poseen cinco hijos, Paco, Bella, Pedro, José Narciso y Joaquín. Esta familia es conocida como “los mutilaos”. El padre trabaja en el puerto.
    En el piso superior, vive una señora viuda, con dos hijos. La señora se llama Dolores López Martines con un hijo varón llamado Francisco López López y una hija casada con Antonio Silva Román, llamada Antonia y poseen una hija llamada Inés.
    Frente a estas viviendas, en el lateral de los impares, tenemos con el número 7. La vivienda está desahuciada y apuntalada. Aquí vivían, Pedro López Mancillo casado con Ana Corpas Pérez. Poseen tres hijos, llamados Pedro que trabaja con el dentista Fatou. Pepe, que es botones en el Instituto Hispano Marroquí y el más pequeño se llama Emilio. 
    A continuación un pequeño portal con una escalera donde vive un chaval de mi edad, al que llaman Antonio y le dicen  un  apodo que  no le gusta que le digan, y yo dado que me cae muy bien, lo respeto. Le tengo un gran aprecio.
    Casi en el mismo vértice de la calle, una vivienda con el número 6 y una jaula siempre en el balcón del piso superior, donde vive María, su hijo Pepe López  -motorista del “Nuevo Lobo”-. Una hija suya, es la viuda de Miguel -patrón del Lobo Grande y fallecido en aquel desgraciado suceso del año 1949- Esta señora tiene fama de preparar el pescado como nadie, es una gran cocinera.
    Continúo siempre por el lado izquierdo, hasta dar con la casa de los Illescas, esta familia está formada por Manuel Illesca Mellado y su esposa, llamada Francisca Díaz Guerrero. Tienen cinco hijos, llamados; Pepa, Francisco, Carmen, Amparo e Isabel. Isabelita, es de la edad de mi hermana y asidua compañera de juego en la calle.
    De inmediato está el número 4, la que conocemos como casa de los Celayas. Este es un portal grande y oscuro, a través del cual y tras subir unos escalones, se accede a un patio que luce una alta y hermosa palmera datilera (*). Aquí se ubican varias viviendas. Los componentes de la familia Celaya, son muy populares en todo el barrio. El padre, llamado Manuel Celaya Bastirra, creo que trabaja en Zapico. Su esposa se llama Josefa Rubiales Zapata y sus hijos son, Manolo, Pedro, José María y Gloria; de todos a quien más aprecio es a Manolo, que a pesar de la diferencia de edad, “peloteo” muy a menudo en la puerta de Narciso.   Dos vecinas de este patio son las famosas “Chamba” y “la Chibiriaca”. “La Chamba” es natural de Tarifa y  se llama Antonia Agustini González. Su fama se debe a que es una anciana protestona y escandalosa, incapaz de decir tres palabras sin soltar un improperio.”La Chibiriaca”, aunque protestona también, es más recatada. Mi hermana con sus amigas y especialmente las hermanas Pili y Pachi Morales, les suelen cantar:

                             ♫ La Chamba y la Chibiriaca
                                 se fueron a confesar.
                                 La Chamba perdió el rosario
                                 y la Chibiriaca, se echó a llorar.♫

    La respuesta de “la Chamba” es mejor que no lo escriba para no herir sensibilidades, pero solo por oír la retahíla de improperios y maldiciones, merece la pena cantarle la canción.
      Son también vecinos de este lugar una señora viuda llamada Dolores Ramos y su hijo, Manolo Torres. Manolo es un asiduo pescador de caña y es el “terror” de los sargos del muelle del Comercio.
      Para terminar, el lateral de los pares, finaliza con el número 2. Este es el pabellón militar, donde dije en mi anterior escrito, vive mi amigo Feliciano Gil.  Su padre es capitán y está destinado al Parque de Artillería. Se llama Feliciano Gil Palomo y su madre -una agradable y gran señora- María Remacho. Feliciano mi amigo, tiene un hermano mayor llamado Juan Antonio.
      La calle nace por los números impares, con el número 1. Aquí viven tres hermanos mayores, llamados, Juana, Pilar y Francisco García Cruzado. El número 3, es el edificio que forma calle con la fachada del Ayuntamiento. Yo la conozco como la casa de los “Artolas”, será porque es la familia aquí residente, con la que más confianza tengo e indudablemente la que más aprecio. La componen tres hermanos, don Francisco, Josefa y María, conocidos familiarmente como Paco, Pepa y Mariqui. Paco es el párroco de la iglesia de San José -Hadú- Sus apellidos son, Artola Ramírez. Su hermana Pepa, está casada con Juan Mateo Navarro -policía municipal-, tienen cuatro hijas, Pepi, Carmen, Loli y África, la que conocemos todos como “Cuchi”.
     Otra familia conocida de este inmueble es la de Enrique Lanuza Cano, casado con Pilar de la Peña y tienen dos bellas hijas, llamadas Pilar y Luisa. Enrique es el jurista del Ayuntamiento. La primera planta la ocupa Francisco Fatou Sánchez Medina y su esposa Natalia Arenas Rubialez. Él es conocido como Fatou “el dentista”.También reside en la vivienda, la sirvienta, llamada Antonia Márquez Márquez.
    La casa inmediata, con el número 9, tiene la entrada volviendo la esquina -dirección Paseo de las Palmeras-, en la planta baja de dos viviendas, viven  “el padre Manuel” -que es como conocemos al sacristán de la Catedral-, llamado Manuel Gómez Caparrós, su esposa Rosario Guerrero y un sobrino de esta llamado Manolo Méndez Guerrero. Este  matrimonio tiene una hija llamada Pepita casada con Bernal que a su vez tienen dos hijos Maria Elena y Rafalín. En mi anterior relato, cuando escribo sobre el hotel España, hago mención de que la propietaria que se llama Mercedes, es la viuda de un hijo de Manuel y Rosario, llamado Manolo, que falleció en Buadix en un partido de fútbol, al golpearse con el poste de la portería.
    En la misma planta baja, otra vivienda está ocupada por el matrimonio que forman Ricardo de León Enderica,  su esposa Lola Camúñez  Albarracín y sus hijos Paco y Mari Tere. Paco y yo somos uña y carne. Es mi gran amigo de la niñez.
    El número 11, es una casa con un bello patio interior y posee dos viviendas. Una la ocupa Manuel Creo Cárdenas, con sus hijos, Manolo, Marías, Joaquín y Rafalote.
Otra está ocupada por Ángel Benítez Leiva, su hijo Pepe y dos gemelas llamadas Manoli y Ángeles. Ángel que es natural del Puerto de Santa Maria, es un señor pintoresco. Los domingos y días festivos, se suele vestir muy a lo “andaluz” En invierno con chaqueta azul y luciendo un clavel blanco en la solapa. En verano la americana es blanca y el clavel rojo, pero siempre acompañado de su fino bastón y sombrero de “ala ancha”. También conviven, una hija de Ángel llamada  Loli, casada con José Sotomayor Camacho. Tanto Ángel como su yerno Pepe Sotomayor, son asiduos asistentes al “casino” de la calle, que es la tienda de Narciso. En las diarias partidas de “mus”, que todas las tardes se celebran, junto a ellos, participan también, mi padre, Manuel -el sacristán- Ricardo de León, “el padre Artola” y algún otro pero con más intermitencia.
    Más abajo y con el número 13, un portal con solo una vivienda en el piso superior, donde  vive un señor que es maestro del Colegio Nacional de la barriada de la Almadraba y más tarde del que se ubicaba en la calle Solís. Es un matrimonio con tres hijos, dos varones y una chica. El niño mayor  que conocemos como Joselín,  se ha hecho amigo nuestro y todos los domingos solemos ir al muelle del Comercio a coger centollos con salabares. La casa inmediata, con el número 15, es conocida como la casa de los Hormigos. En la planta baja, es donde ellos residen. Esta familia la componen, el matrimonio Manuel Hormiga Chacón y Carmen Chaves García. Sus hijos son; Paco, María Luisa Juan y Manolo. Arriba una vivienda que utiliza Paco Victory, como almacén y oficina, dado que posee un negocio de representación de géneros de alimentación. El único empleado que tiene es Manolo Hormigo, que es el encargado de entregar los pedidos y como medio de transporte, utiliza una bicicleta que remolca un carrito.
    Más abajo nos encontramos un patio con también el número 15. Para acceder a él, es preciso subir un par de escalones.  Perpendicular a la entrada, encontramos una vivienda, en ella vive una señora llamada Ramona Guerrero, que posee un carrillo de chucherías en el Puente Almina y tiene tres hijos, Ramoní -muy guapa-, Anita y Gonzalo. A la derecha vive un empleado de la fábrica de Carranza en la Ribera, llamado Francisco Lozano Murcia, casado con Antonia Hernández  y poseen dos hijos, Ana y Agustín. Por las tardes, portando dos canastas, vende los buches de atún, corazones, huevas y lechas de bonito, morrillos, y todas esas delicias que una tarde sí y otra también, suelo cenar en casa de mi abuela, cliente fija de este señor. Las lechas y huevas fritas, son un verdadero manjar y los corazones de bonitos, con el refrito de tomates, pimientos, cebollas, ajos y demás especias están para que te chupes los dedos. Otra familia que reside en este patio es la formada por Francisco Ferrón Guerra y África Bernal Ruiz.
Seguimos en la misma dirección y llegamos a la zapatería de Villatoro con el número 17. El matrimonio está compuesto por Antonio Villatoro Salido y Pepa Iglesias. Los hijos cinco varones y cuatro hembras son; Paco, Antolín, Rafael, Manolo y Fernando los hijos y Teresa, Mariqui, Josefina y Áfriquita las hijas. De todos, Mariqui es la más popular y querida en el barrio. Siempre cargada con sus dos carteritas con productos de joyería, para vender. A pesar de que no son buenos tiempos para gastar el dinero en lujos y que la gente está más preocupada de llenar el estómago, Mariqui, con su simpatía y bien hacer, consigue que se haga un esfuerzo económico y aunque sea a plazos, adquieren alguna que otra sortija, cadenas o medallas.
    Tras esta casa, hay un pequeño portal con una escalera que da acceso al piso superior de la vivienda de los Villatoro. En ella residen, Encarna Guadalupe, su hermana Juana, su hija Encarna Calvo y un nieto llamada Carmelo del Coso Calvo.
Le sigue con el número 19, un portal grande, donde vive Francisco Trujillo, su esposa Amelia González y su hijo Francisco. También reside con ellos una sirvienta llamada Lola Carretero Ramírez. Francisco Trujillo, es propietario de la farmacia que se ubica en la calle Real, frente a “la Campana”. Llegamos al final de la calle por el lado de los impares, donde se ubica la tienda de repuestos de automóviles de Chavero. Este comercio, forma esquina con la calle “General Franco”. Es curioso porque, la gente más joven la llama Paseo de las Palmeras y los mayores, calle de “La Muralla”. Nadie la llama por su nombre oficial; el pueblo, siempre sabio en estos menesteres, sabe ponerle a sus calles, con el boca boca, su verdadero nombre, y en cambio, deja para el olvido, algunos otros...
    De nuevo me remonto a mi casa y comienzo a bajar la calle, esta vez por el lado derecho o por los números pares. El primer número que encuentro es el 14. Es un gran portal, donde residen varios vecinos. Son los más conocidos las hermanas Pacheco Barona,  Paz y Pilar.  Dos hermanos  llamados Diego y Juana Gómez Aguilar. Una viuda llamada Asunción Calvo, que vive con dos hijas llamadas, Asunción y Antonia, y una nieta llamada Pepita Izquierdo                                                   
    Además de un señor que posee una pescadería en el Mercado de Abasto.
Mas abajo hay otra casa con el número 16, esta es de dos plantas y en una  vive un matrimonio compuesto por José Gutiérrez y Ana Pérez y el la otra, Antonio Gutiérrez e Isabel Bahamonde, con tres hijos llamados, Leopoldo, Carmen y María Teresa.
   Finalizando la calle tenemos la barbería de Ferrón, con dos puertas de acceso y tres peluqueros, Ferrón padre, su hijo Pepe y “el Topolino”. Y por último en la esquina “Casa Nari”, un bazar indio de los más antiguos de Ceuta. Nari el indio, tiene como empleado conductor, al hermano de Paz, el famoso futbolista que jugando en la Sociedad Deportiva Ceuta, llegó a fichar por el Real Madrid.
   Y terminada  mi calle con los comercios de  Nari y Chavero, abocamos de nuevo  a la calle –verdadero balcón de  Ceuta- de la Muralla para unos y Paseo de las Palmeras, para otros…
    Si tomo la dirección de Plaza de África, tras Chavero nos encontramos con “casa Bernet”, esta es una tienda de mercería y tejidos, con la particularidad, que tras la entrada y a la derecha, siempre encontramos a una señorita sentada delante de una pequeña mesa, en el centro de la cual, hay un pequeño cilindro colocado verticalmente de unos diez centímetros de alto y siete u ocho de diámetro. Esta señorita es la encargada de reparar las medias de nylón. Estas medias también llamadas de cristal por su transparencia, es un artículo de reciente aparición además de un lujo, y cuando se deterioran las traen a reparar aquí, Las mujeres tratan de sacarles el máximo resultado posible, dado que no siempre tienen la posibilidad de adquirir otras. Mi madre me hace venir a menudo, bien a recoger o a traer alguna. Se suele decir que a la media “se le ha hecho, una carrera” y esta señorita con un instrumento en forma de lápiz, al extremo de un cable y tensando la media en el cilindro que hace de bastidor, va reparando pacientemente la prenda dañada.
    Seguimos caminando y encontramos un piso donde vive don Patricio, delegado de la Compañía Trasmediterránea. Su hija llamada Pepita, es una de las señoritas más bellas de Ceuta y es novia de Pepín Baeza. En este mismo piso vive don Valentín Cabilla Cabas, con su señora madre y un hermano con su esposa. La planta baja es ocupada precisamente por la compañía antes mencionada. A continuación está la ferretería de “Azqueta & Torroba”, que limita con al mejor hotel de la ciudad; “el Atlante”, antes se llamaba “Magesty”. En la fachada del hotel, existen unas ventanas a pocos centímetros del suelo, que dan a la cocina. Algunos niños y yo entre ellos, cuando pasamos vociferamos: ¡¡¡Pepe!!! échale de comer al gato, que está muerto de hambre. De inmediato hay que colocarse entre venta y ventana. El malhumorado Pepe -que es el cocinero- coge el cucharón y arroja caldo caliente hacia la que el considera que se le ha lanzado la petición
    Recorriendo la “ele” que forma la fachada del hotel, entramos de lleno en la calle O´Donell, pero antes de seguir, es obligado mirar a la derecha y ver el perfil de González Tablas. De cuantas batallas habrá sido testigo mudo. Cuando algo más joven solíamos jugar aquí. Hacíamos dos bandos, uno con la misión de defender el fuerte que él preside erguido y un segundo con la de conquistarlo. Supongo que se sentiría orgulloso, viendo como niños de ocho a diez años, se entrenaban en el arte de la guerra, por si algún día fuera necesario e hiciera falta luchar y hasta dar la vida defendiendo la vieja “Abyla”.
    Seguimos y lo primero que encontramos es el estanco de doña Manolita Cansino. Esta señora es la propietaria  y a la vez es la tía de Margarita Cansino. Un hermano de Manolita, emigró a los Estados Unidos, donde se casó y de este matrimonio, nació Margarita. Esta se dedicó al cine y adquirió el nombre artístico de Rita Hayworth. En estos momentos es una de las actrices más famosas del mundo, tras su reciente película “Gilda”, que en compañía de Glenn Ford ha sido un verdadero éxito.
    Este edificio, tras el estanco hay un patio con una escalera, donde vive la familia Alfón, propietarios del bazar “Alegría” que se halla en la calle Real, entre “la Campana” y el Banco Hispano Americano. La familia -de religión judía- la componen, el matrimonio tres hijas y un varón, la mayor que desconozco el nombre, está casada  con Rafael Bentolila -propietario de unos almacenes de venta al por mayor en calle Larga- Estrella y Alicia -de gran atractivo físico- y el varón y más joven, Alberto.
   Seguimos adelante y topamos con el casino del barrio; “El Sin Nombre” o “casa Lucas” que así se llama el propietario. Continuamos de regreso a casa recorriendo la fachada  del palacio municipal cuya acera está ornamentada por bellos naranjos, a excepción del segundo, que posee un injerto de limonero y que en el bar se encargan de consumir.
    Volvemos al punto de partida y dejando el Ayuntamiento cruzamos la calle Malcampo, donde todas las viviendas están a la derecha y empezamos por un patio donde vive la hermana de mi amigo Juan Fernández, con su esposo que es capataz, de las brigadas de carga y descarga del puerto. En ella también vive el “Pachichu” que trabajaba de niño en la tienda de Narciso, con su hermano Rogelio que trabaja en la clínica de urgencias.
    Más adentro un portal donde abajo vive Antonio Montoya, su esposa Rosita,  sus hijos Rafalín y Miguel y las hermanas de ella, Paquita y Mariquita. Arriba vive un matrimonio que los dos son funcionarios del Ayuntamiento y su hija Mari Trini.
En el último portal, vive la familia de María Cortes. El no se como se llamaba, se que es marinero en la canoa del practico y tiene una hija que se llama Carmen. Una prima suya que le llamaban “Paniagua” siempre está cantando una canción que dice así:

♫ La novia de Pepe
se mea en la cama
y Pepe le dice;
cochina marrana.
Lávate esa cara,
échate polvitos,
y así tu Pepe.
Te dará besitos. ♫

    Al fondo hay una puerta, que da acceso a un patio. En la planta baja, mora la familia Mateos. Él es guardia municipal, viudo y con un par de hijos; Paco y Ricardo. Primero Paco fue monaguillo y ahora lo es Ricardo. El padre tuvo un día un incidente grave el día del desfile de la Victoria, que ya algún día os contaré.
En la frontal izquierda del patio, vive el matrimonio compuesto por Pedro y Vitoria. Sus hijos son: Toñi la mayor, los varones Pepe y Pedro -muy amigos míos-, Conchi, Vitori y Mari Dulce la mas pequeña. Esta familia goza de un gran aprecio por mi parte.
    De nuevo doy la vuelta, doblo a la izquierda y a los pocos pasos estoy de nuevo en casa. Saludo a Narciso que está en la puerta de la tienda y como todas las mañanas de agosto y septiembre, el burro del chato -musulmán chato y muy buena gente-, está atado en la verja de mi ventana, con dos serones llenos de higos chumbos y como siempre  pregonando ¡¡¡al rico chumbo, del hacho!!!, ¡¡¡dulce como el caramelo!!!, de verdad, los chumbos del hacho están un rato bueno.

    Algeciras, 10 de julio de 2010

                                                                    José María Fortes Castillo


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(*) La palmera se divisaba desde cualquuier punto del barrio, y era nuestra seña de identidad.

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                                  UN PASEO POR MI BARRIO III

           
    Salgo de casa y giro a mi derecha. Lo primero que encuentro es la tienda de Narciso Bárcena, que al igual que mi vivienda, es el número 12 de la calle Teniente Gómez Marcelo. Tras la tienda, se halla la vivienda y al finalizar esta, existe un patio que es común de Narciso y su familia, la familia Victori y nosotros.
    La familia de Narciso, la componen su esposa Teresa Celis y sus hijas Tere y Caroli.De inmediato y colindante con la tienda, me topo con el número 2 de la calle  Sánchez Navarro. Entramos en el corazón del “Callejón del Asilo”. Este autentico epicentro del antiguo arrabal de pescadores de la vieja Ceuta, debe su nombre al antiguo asilo -con anterioridad fue casa de la Misericordia- que se ubicaba en el mismo edificio que hoy es Colegio Nacional
    Siguiendo con mi recorrido, el número 2 está ocupado por la familia Lozano-Perpén. Luis es el nombre del padre y Manolita la madre. Tienen cuatro hijos; Luis el mayor -conocido como “Guicha”, es un gran deportista y destaca en balonmano y submarinismo-, Rigoberto, Quique y Mari Afri. Por la edad, me una gran amistad con Quique, con el que juego muy a menudo, emocionantes partidos de fútbol con botones. 
    El número 1, es el domicilio de Francisco García -Paco “el barbero”- con su esposa Ceferina Bernardo y al igual que la familia Lozano, tienen tres barones y la más pequeña es una niña. El mayor es Paco, le sigue Carlos, Ceferino e Isabel -conocida como “Beli”-. También cohabitan dos hermanos de Ceferina: Juan Antonio y Sebastián. Paco y Carlos, además de amigos, son componentes del equipo de fútbol del barrio, que frecuentemente competimos con los niños de la Ribera.
    El número 3 se halla ubicado, en un recoveco que forma la calle hacia la izquierda y que sirve de morada a Juan Espinosa Mulero, con su esposa Andrea Mena y sus diez hijos: Antonio, Afrecha, Juan, Andrés, Armando, Teresa, Francisco, Josefa, Jesús y Alfonso. Este hombre, que es guardia civil, es un gran aficionado a la cacería con red, y es típico ver la fachada de su vivienda llena de jaulas con toda clase de pajarillos. Hasta hace pocos años, esta vivienda estaba ocupada por Cipriano Castillo Martines, su esposa María Pardo y los hijos Luis Miguel y Cipriano. Esta familia donde él es hermano de Solita, esposa de mi tío Miguel, emigraron a Barcelona.
    En el mismo recoveco y formando un ángulo recto con la fachada de los Muleros -así se conoce en el barrio a la familia de Juan- se ubica el número 5, donde vive Paco Jiménez y su esposa Teresa Mena. Él es maestro armero. Es un hombre que posee una gran simpatía y una enorme nariz. Su esposa es hermana de la mujer de Juan “El Mulero”.
    Por la derecha, donde se ubican los números pares, tras la casa de los Lozano, y con el número 4, hay un barracón que sirve de almacén a la ferretería que se halla junto al Ayuntamiento. Su fachada que forma una L, da a la calle y a la plazoleta “del Chato”. Este almacén se caracteriza, por tener la fachada inferior de obra, hasta una altura que  va de un metro y medio a dos metros. A partir de esa altura, el almacén es de madera y cubierto de chapa ondulada. Lo que más guarda en su interior, son bidones de alquitrán. Alguna vez que otra, un señor que es el peón de la ferretería, abre la puerta para despachar al cliente de turno, la cantidad solicitada. Este producto se utiliza en las embarcaciones de madera. El alquitrán se da con brocha en el casco por el exterior, que es la parte que está en contacto con el agua. Siempre que previamente, se halla calentado al fuego lo suficiente como para licuarlo. De esta manera el alquitrán crea una capa aislante que protege la madera.
     En el interior de este almacén, existe un pozo al que fue a parar una pistola que poseía mi abuelo. Cierto día que se estaba abasteciendo de alquitrán para los barcos y dado que aquel arma ya no le era necesaria, obstó por arrojarla al interior del pozo.
Antiguamente los barcos estaban desprotegidos y con alguna frecuencia los abordaban los piratas, es por eso que algunos marineros iban armados con el fin de defenderse de estos ataques. Al considerar, que los tiempos habían cambiado lo suficiente, lo mejor era arrojarla a aquel pozo.
    Finalizando la fachada del almacén, nos encontramos un patio con el número 6. Este patio conocido como “del Chato” es de los más populares del barrio. Ubicado en la plazoleta del mismo nombre, consta de dos plantas. A la planta baja, se accede a través de un pasillo que se encuentra a la derecha y a la izquierda tenemos una escalera que facilita el acceso a la planta superior. Penetrando por el pasillo de la derecha, accedemos a otro patio interior de forma cuadrada. Las viviendas se ubican en el perímetro del patio y en ella viven varias familias entre las que podemos citar a Rafael Borrego y su esposa Juana Paño, junto a sus hijos, Rafael, Juan, y Araceli.   Manuel Bernal, su esposa Teresa y sus hijos José y Teresa. Manolo “el Rarra”, es muy amigo de mi tío Jesús y trabajan junto en Borrás, Efectos Navales, S.L.
    Antonio de Aro Segura, su esposa María Navarro y sus hijos, María, José Antonio, Luisa y Francisco. Los dos varones son conocidos en el barrio como “los Aritos”. Antonio el padre, es propietario de una traíña llamada, Joven Antoñita y conocida como “La Liebre”, debido a su lentitud. Poseía un motor que al navegar, por el tubo de escape iba expulsando unas circunferencias de humo, que siempre me llamaron la atención. Este barco es desde hace tiempo, el escenario donde se celebra  la quincana. El día de la Virgen del Carmen, se coloca un palo horizontal y al término de este, una banderita que hay que atrapar. Coger la banderita, trae consigo ganar cien pesetas. No es fácil, dado que el palo se unta previamente con un cebo resbaladizo y es más fácil acabar en el agua que atrapar la dichosa bandera.
    Otra vecina de este patio es la señora  Juana Barba Durán, sus hijos Carlos, Antonio, José y Ángel –el famoso tito Ángel-  que es como le conocemos.
    En el piso superior, tenemos una barandilla que bordea el inferior y es inquilino de una de las viviendas, Manuel Pérez Lara, su esposa África Mata y su hijo Manuel. Manuel el hijo, es un poco retrasado, pero en la calle juega como cualquier otro chiquillo, puesto que siempre es bien recibido, en cualquier reunión.
    Otro de los inquilinos es la hermana de Afrecha, Araceli Mata y su hijo Pedro Borrego. Además de José Rodríguez Viciedo, su esposa Dolores García y su     hijo Rafael.
    Ricardo Mesa Triana, es otro de los inquilinos del patio. Su esposa es María Dolores Gaspar y su hijo Antonio. Ricardo es muy conocido tanto en el barrio como en el muelle del Comercio. Le conocen como “el malayo”. Es gitano y muy gracioso hablando “el caló” -como dice él-, pero si destaca en algo es en lo servicial y buena persona. Tiene algo que todo el que lo conoce le aprecia.
    Para finalizar con Federico Camúñez Mata y su esposa Consuelo Donda y sus hijos Rafael, José Luis, Federico y Luz. Aquí se da un nuevo caso de cuatro hermanos, siendo los tres mayores varones y la pequeña una chica.
    Como el paseo está resultando algo largo, vamos ha dejar aquí el tercer capítulo y para el cuarto entraremos a dar un repaso al patio de “la Manini”.
    Tengo que preocuparme de saber el nombre “del Chato de la luz”, como es conocido. Es el encargado de reparar cualquier avería eléctrica que se ocasione en todo el barrio dado su condición de electricista. Es un tío feo y simpático. Acostumbra a asombrar a la gente, metiéndose una cuchara por un agujero de la nariz y sacársela por el otro. Un vecino muy popular.

    
     Algeciras, 17 de agosto de 2010

                                                                     José María Fortes Castillo

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                                 UN PASEO POR MI BARRIO  IV

    

     Cuando salgo del número 6 de la calle Sánchez Navarro, siguiendo el recorrido correlativo de números, me topo con una pequeña puerta, que en verdad pertenece al número 8 que es la entrada al patio de “la Manini”. Solo que en la primera vivienda, accediendo a ella por la derecha, han abierto una puerta que accede directamente con el exterior, sin necesidad de penetrar a través del patio.
    En esta vivienda, reside Mercedes Rodríguez Viso, viuda del gran “Papabuelo”, que dirigía en Radio Dersa de Tetuán, el programa “El Mago Cacumen”. Este programa hizo furor al final de los años cuarenta y principio de los cincuenta, con aquella famosa frase: ¡¡no se apure!! Con ella vive su hija Encarnita. Seguramente una de las niñas más bonitas y educadas de Ceuta.
    Ubicados en el patio, la primera puerta a la izquierda, es la vivienda de Mariano Palomares Martín, su esposa Candelaria  Escarcena y sus hijos: Francisco, Mariano y Carmen;  además, con ellos viven  su suegra Candelaria y su cuñado Fernando, conocido en el barrio como “el Maquiqui”. Mariano adquirió cierta notoriedad en el barrio, cuando fue mordido por uno de aquellos burros que traían los serones repletos con sabrosos higos-chumbos moscatel los unos, y verdes y cárdenos los otros…
    Subimos un escalón y a la derecha tenemos la vivienda de Carlos Lara Pons. Carlos es empleado del Hospital Militar y es el practicante del barrio. Creo que muy pocas personas de las que por aquí residen, se habrán librado del pinchazo de este buen hombre. Es una familia a la que tengo gran estima. La esposa de Carlos, Ana Rodríguez y sus hijos Manolo -intimo amigo al que aprecio mucho- y Vicente.
    De inmediato y junto al acceso de la casa de mi amigo, se halla una escalera que al final de ella y a la derecha, una puerta, da entrada a la vivienda de Joaquín Rodríguez Viso, su esposa Encarnación González y su único hijo, Joaquín.
    Subimos dos escalones más a la izquierda y llegamos a un corrido balcón de varios metros, donde a la derecha existen cuatro viviendas y en el lado opuesto la barandilla y una panorámica del huerto de María Vera,
    Una de las viviendas, está ocupada por Juan Roche Navarro, Francisca García Cano, como su esposa y los hijos de ambos, María y Francisco.
    Otra de las viviendas, está ocupada por la familia de José Gamero Reina, propietario del taller de reparaciones de vehículos, sito en la Carretera Nueva. Su esposa Francisca Gutiérrez y sus hijos, Antonio, José -Pepitín-, Francisca y Milagro.
    Otra familia es la de Carrilero. Lamento no conocer el nombre y apellidos de este señor tan popular en el barrio. El señor Carrilero, es un guardia local y tiene la misión de trasladar a los locos, al manicomio de Cádiz. Esto hace que sea tan popular y conocido, de tal manera, que en el barrio cuando se quiere decir a alguien que está loco o “majareta”, se le dice: estás para que te lleve Carrilero. El hijo mayor de este señor llamado Pepe, posee un taller de recauchutado junto al taller de los Gamero. Se llama, Pepe Carrilero y creo que está casado con una hija de José Gamero. No se si con Francisca o Milagro.
    Volviendo los pasos a atrás, si en vez de subir por la escalera, accedemos por un pasillo a la izquierda, nos ubicamos debajo exactamente del balcón del piso superior, solo que la panorámica del huerto la tapa un tabique que nos separa del mismo. Las viviendas están situadas debajo de las anteriores.
    Uno de los vecinos que aquí mora es Francisco León Ramón y sus hijos Juana León León, África, Diego, Purificación y una hermana de Francisco llamada María.
De inmediato, dos viviendas ocupadas por dos hermanas de María Vera. La primera es la casa de Ana Vera Roche, casada con Antonio Gaitán Navarro y en la siguiente, vive Isabel, esposa de Juan Saameño Jorillo.
    Al final del pasillo se halla ubicada la vivienda de la señora que le da nombre al patio. El cabeza de familia se llama Manuel Lozano Flores y su esposa Guillermina Ramírez Martines, mas conocida como “la Manini”. Sus hijos, Pepe, Mercedes y Manolo, pero todos conocidos como “los Manini”. Guillermina es conocida por su tremenda simpatía. Siempre está alegre y jovial.
    Completado el patio y siguiendo el recorrido de la calle, damos a la izquierda con un portal, este es el número 9 de la calle. Con dos viviendas en la parte baja ocupadas por una familia de musulmanes, llamado él, Mahamed Hamed Said y ella, Arquía Mohamed Rahal. En la otra vivienda, es titular de ella, un hijo del popular “Boguita”, Luis Pérez Guerrero, casado con Ángeles Ortega Pacheco y sus hijos, Herminia, María, Rafael, Luis, Ricardo y Josefina. Subiendo una escalera, accedemos a la vivienda de una de las familias más queridas del barrio, formada por Miguel Ruiz Ariza y Malta Calderón Ruiz, con sus hijos, Malta, Miguel y Mari Afri.
Quiero hacer mención sobre la calle. Está adoquinada, estos elementos de forma rectangular, en la parte superior, longitudinalmente están ubicados en perpendicular al eje de la calle. En este eje, otra hilera de los mismos adoquines, al contrario de los anteriores, están colocados de forma que en su mayor longitud, es paralelo a las paredes. Como formando un pequeño canal. Esta forma de colocar los bloques, sigue las antiguas normas ya corregidas, de cuando no existían las redes de saneamiento, Entonces el eje de la calle, se ubicaba a una cota inferir de unos diez o doce centímetros, para que las aguas inmundas, que entonces se solía tirar desde las puertas o ventanas, al grito de ¡¡agua va!!, circularan por esta canaleta.
    Como casi todas las ciudades andaluzas, las paredes están encaladas con esa blancura que  solo puede dar el producto que se explotaba en  la calera de la zona alta de la barriada del Sarchal. Algunas vecinas se ponen de acuerdo en blanquear las fachadas y el calero, que suele pasar con frecuencia por la calle, portando la piedra en vivo, a lomos de un mulo, era el que facilitaba el producto encargado de resplandecer, tanto el interior de las viviendas como las fachadas exteriores. En general son tres o cuatro mujeres las que suelen llevar a efecto esta tarea. Normalmente se suele elegir un domingo de verano, cuando ataviadas con pantalones viejos de sus esposos y escobilla de palma en mano, dan lustre a la calle. Para pintar el “sócalo”, se suele utilizar esta misma cal, agregándole unos polvos de color  marrón en un caso, o bien rojo obscuro en otro, de forma que este sea el color de las paredes desde el suelo hasta una altura más o menos de un metro*.
    Así es mi barrio, pobre, pero «limpio como los chorros del oro», que “pa” otra cosa no habrá  dinero, pero para tener las paredes resplandecientes, siempre se sabe buscar unas pesetas. La verdad es que existe hasta cierta competencia por tener la fachada más limpia.
    Doy unos pasos y a mi derecha me topo con la puerta de Luisa. Esta señora vive con su hermano, Francisco Gómez Pérez y su hijo Carlos, conocido como “Carlitos el del huerto”.
    La vivienda es propiedad de Luis Pérez Gómez -tío de los anteriores-, como el terreno posterior de una hectárea aproximada. La vivienda es amplia y Luis la dividió en dos, tras quedar viuda Luisa. Una parte para sus sobrinos y la otra de su uso, en compañía de su esposa María Vera y una sobrina de ésta llamada Maruja**. A la vivienda de Luis, se accede unos metros más adelante, en una plazoletilla junto a la entrada del patio donde me crié. Las dos viviendas que en realidad es una, poseen el mismo número, el 10. La parcela interior, está cultivada y a través de las dos viviendas, se accede a un gran patio y de este subiendo una ancha escalera, al famoso huerto de María Vera.
    Tras subir la escalera, a la izquierda es la zona de las flores. De esta zona se preocupa María. El resto es de cultivo y árboles frutales, donde el encargado de las labores propias, es un señor mayor, que a su vez, cuida el huerto del colegio de La Inmaculada Concepción.
    Siendo muy niño y ante una plaga de langostas -lo conocíamos en el barrio, como cigarrones-, que azotó Ceuta. Algunos vecinos del patio inmediato, accedimos al huerto solicitado por Luis, con el objetivo de destruir el mayor número de estos incestos tan dañinos. Recuerdo bien a mi tío Jesús, Juan Vallejo, Antonio Gaona y Paco Benítez, entre otros. Me facilitaron como arma un trozo de tabla de madera y mi misión era golpear al cigarrón y matarlo. Al final, llegó una nube de estos bichos que nubló el cielo y tuvimos que abandonar la lucha ante la impotencia. Aquel día vi llorar a María Vera, ante la dantesca imagen que daba lo que fue un hermoso huerto. Quedé impresionado por la capacidad de destrucción que poseía aquel infernal ejército.
    Justo enfrente a la puerta de Luisa, se accede a un patio que es el número 11 de la calle. Este patio es conocido como el de “Picazo”. Está formado por un pasillo con dos viviendas en cada lado y al fondo, hay una escalera a la izquierda que da acceso a dos viviendas más. Junto a esta escalera vive, Antonio Picazo Fernández, con su esposa Francisca Silva Cabeza. 
    Antonio es el encargado de pelar y afeitar a la gran mayoría de pescadores que suelen rondar los aledaños de “Casa Vicente” o “El Estrecho”. Vicente “El valenciano”, frente a la puerta de su tienda, posee un almacén y en el, Antonio Picasso “el barbero”, en un gran sillón y utilizando como posa pié, un madero clavado en el suelo, atiende a su clientela, rasurando y pelando, a cambio de un par de pesetas o un puñado de pescado.
    En la tertulia de mi abuelo José, he oído decir, que Antonio es primo hermano del gran Pablo Picasso. Se comenta como en secreto. Con temor de que alguien pueda oír la conversación y ello conlleve problemas. Desgraciadamente, me está tocando vivir una niñez donde el silencio es un arma defensiva. El secretismo es parte del aire que se respira.
    Otra vivienda en el interior del patio, está ocupada por el hijo del anterior también llamado Antonio Picasso Silva, casado con Ana Pestana García y su hija  Anita.
Son vecinos de este patio, Dionisio  Alejo Serrano con su esposa, Dolores Aguilar Escoz y sus dos hijas, Teresa y Mari Nieves.
    Dolores Puyol Viso y María Aguilar Escoz -hermana de Dolores- y una nieta llamada María, también residen en una vivienda, como Javier Alcántara Correa casado con Jacinta Rubiales Zapata, con un sobrino de esta llamado Pedro Celaya Rubiales, perteneciente a la familia de los Celayas, que gozan de gran popularidad en el barrio.
   Siguiendo en el mismo patio, tenemos a dos señoras llamadas, Isabel Beneroso Arango y Dolores Lorente Cantero.
    Para finalizar este capítulo, nos ubicamos en el número 13, donde viven Pedro Cascaño Setié, casado con Ana Guillén Gómez y sus hijos Antonio, Escolástica y Pedro. El padre es calafate de la Compañía de Mar de Ceuta y aunque llevan poco tiempo en la calle, se han ganado el cariño de los vecinos. Es una familia muy servicial y sus componentes muy agradables.
    Con anterioridad, aquí vivía mi tía Juana Castillo Bravo, casada con Fernando Castillo Gerrú y sus hijos, Remedio, Joaquín y Lina. Esta vivienda, en su interior posee un hermoso patio.

    Algeciras, 29 de agosto de 2010

                                                           José María Fortes Castillo

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*    Los sócalos con los años fueron acortándose hasta llegar a la altura de una cuarta.

**  Esta mujer merece que le haga un apartado y hablaré de ella en el siguiente capítulo.

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                                        UN PASEO POR MI BARRIO  V



   El número 12 de la calle Sánchez Navarro, corresponde al patio de “la Ramblilla”. Esta ramblilla que es más un ante-patio, tiene aproximadamente unos veinte metros de largo por tres y medio de ancho. El piso es empedrado de canto rodado, seguramente extraído de la playa de la Ribera, que fue la cantera donde se abastecían los que precisaban este material tan utilizado antiguamente. Accediendo a ella, a la izquierda, existe un trozo desnudo de estas piedras, de tres metros por uno y medio, que es el lugar idóneo para jugar al “cribi” y a tal fin es utilizado por los chiquillos. El piso tiene un pequeño desnivel ascendente de unos tres grados, hasta llegar a la altura de las dos primeras viviendas, tras subir dos escalones.
    A partir de aquí, el suelo está enlozado y totalmente horizontal. Estas son lozas de piedra, de tamaño y características desiguales, teniendo en ambas orillas una acera que al inicio, posee una altura de veinte centímetros, que va descendiendo a la vez que penetramos en el interior hasta acabar en solo cuatro o cinco centímetros. Estas aceras, enlosadas por tramos de diferentes tipos y colores de baldosas, permiten que los días de lluvia, no se formen charcos en las entradas de las viviendas.
    Cuando accedemos al patio, la vivienda número 1, que se encuentra a la derecha -los impares están a la derecha, y los pares como no puede ser de otra forma, a la izquierda-,  es la habitada por Sebastián López Sánchez y su esposa Ángela Andujar García. Sebastián que es hermano de mi abuela María, es propietario del barco “Pepita”. Ángela se hizo famosa en el barrio, porque según cuentan, cuando en la guerra, los aviones bombardeaban Ceuta, ella, con una silla en la cabeza, salía a la calle retándolos y soltándoles una retahíla de insulto y maldiciones. Sebastián y Ángela tienen dos hijas y un varón, pero casados y ya no residen en el patio.
    Frente al número 1, se halla el 2, vivienda de Juan Vallejo Lladó y su esposa África España Vergara. África es una mujer entrañable, y son de aquellas mujeres que parecieran que están hechas para el hogar, digamos:  para cocinar, para lavar, para tender, para coser…  y para cuidar hasta la extenuación de sus hijos. Ella ha dado  a luz a cuatro chiquillos,  y por la anatomía de África, hace pensar que viene de camino un quinto. Cuando nazca-Manólito, sus hermanos mayores serán Conchi, Dori, Juan Antonio y Africoli. Juan es funcionario militar, un gran pintor y un extraordinario nadador.
    La vivienda número 3, corresponde a mi abuelo José Fortes León -”el Chache”- y mi abuela María López Sánchez. En casa de mis abuelos, siempre vivió una sobrina de mi abuela llamada Isabelita  Andujar López. Para ellos, siempre fue la hija que nunca tuvieron, Sus dos hijos fueron varones. Mi padre Cayetano y mi tío Jesús. Tan arraigada estaba a mis abuelos que se casó y se quedó en casa. Su esposo, Sebastián Rull Villegas -por siempre mi tío Sebastián- es marinero y de la unión nacieron dos niños, Francisco José y Juan Jesús.
    Esta vivienda, se caracteriza porque ante la ventana de la cocina, pende un aro de madera que sirve de perímetro a un círculo tenso de red. Los días claro, a partir de media mañana, algunos peces abiertos, se orean en él, a la espera de la caída de la tarde donde el “Chache”, con su hogar portátil, construido de chapa y tierra refractaria, depositará esos peces con el fin de asarlo a la parrilla e invadir de rico aroma el lugar.
    Cuando yo, aún no tenía dos años, mi padre padeció una enfermedad ocular infecciosa, de poca importancia, pero para evitar contagios me trasladaron por unos días a casa de mis abuelos. De allí salí con nueve años. Por lo tanto, toda mi niñez transcurrió, en el escenario en el que ahora me encuentro.
    En este momento, el patio forma un ángulo de 90º y al fondo a la izquierda con el número 4, es donde viven los Gaonas. Esta familia cuyo cabeza es Rafael Gaona Arrabal, esposa, Josefina Roldán García, tienen en la actualidad en su vivienda seis hijos. Estos son, Emilio, Luis, Antonio, Federico, Jesús y Joaquín. Con anterioridad también vivieron Rafalín, Pepe, Manolo y Maruchi que una vez, que contrajeron matrimonio, buscaron otro domicilio. Poseen también otro hijo llamado Alfonso, que reside con una tía llamada Leonor.
    Posiblemente, no habrá otra familia en Ceuta, que sepan tantos villancicos como los Gaonas. En las Navidades, se reúnen todos, y bajo la batuta del patriarca Rafael, se pasan horas cantando, sin repetir un villancico.Él trabaja de patrón en la canoa del práctico y como casi todos los vecinos del barrio, es hombre de mar.
    Otro giro de los mismos grados, pero esta vez a la derecha, encontramos la vivienda número 5. Aquí reside mi tío Joaquín Luis Castillo Bravo y su bella esposa Fina Sempere Cerdá. Mis tíos tienen tres hijos, mis primos Joaquín Luis, Manolín y la guapísima Fini. .la “Yaya” Teresica y sus tres hijos, Roque, Manuel y Teresa.
Esta vivienda se diferencia de las restantes, porque tiene la cocina separada del resto y además un pequeño patio interior en ella, que no poseen las otras. Mi tía, como buena valenciana, tiene la casa que parece un jardín. Las flores son su gran amor, después de su familia.
    Hasta hace pocos años, en esta misma vivienda, residían mis abuelos Joaquín Castillo Gómez y Juana Bravo Mendoza. Estos cambiaron de domicilio y se trasladaron al conocido reñidero de gallos, que se ubica en el  antiguo “Callejón del Obispo”. Anteriormente,  había estado habitada  por mi tío Paco, su esposa, y sus hijos, Joaquín y Juani; que de manera generosa  acogieron a   mis abuelos, a mi madre y a  mis tíos, cuando  en una triste madrugada, tuvieron que salir huyendo  de Cádiz…
    Mi niñez, la tuve junto a mis dos abuelos y dos tíos solteros, Joaquín Luis por parte materna y Jesús por la paterna, que me colmaron de atenciones. Mi tío Joaquín Luis, que fue siempre un gran atleta, me hacía correr más que un tonto, cuando el iba a entrenar al Ángulo, a coger fondo. Mi tío Jesús, me introdujo en el mundo del marisqueo y de los barcos. A los dos, los llevo siempre en mi corazón.
    «Por unos párrafos, me voy a saltar las vivencias del los años cincuenta, y me trasladaré de nuevo al año 2010, porque si no lo suelto reviento. Si esta Web, vio la luz en la Noche Buena del año 2008, se debe a dos residentes en esta vivienda: Fini y Manolo. Manolo y Fini, corazón, alma y cerebros de esta página. Y como si estuviéramos en un imaginado túnel del tiempo, de nuevo retorno a aquella entrañable década de los cincuenta.»
    Hasta aquí el patio en sí, porque la casa de mis tíos es la frontera del patio propiamente dicho y el resto que conocemos como “el patio de arriba”.
Dejando atrás la casa de mis tíos, subo dos escalones, dejando a la derecha una ventana que da a un dormitorio de mis tíos, subo de nuevo otro escalón y como antesala del “patio de arriba”, accedemos a otro pequeño, que conocemos como el de “Dorotea”.
    Dorotea Trujillo García, que es la que da nombre al patinillo, donde se ubica su vivienda, que corresponde al número 6. Vive con su hijo, Francisco Tenorio y la esposa de este, Olimpia Tenorio Sanca y su hijo Miguel, más tarde nacería  Carmelo.  
    Subimos tres escalones, y nos encontramos en el “patio de arriba”. El piso de este lugar, es de cemento teñido de color albero, lucido y picado con rodillo para evitar el deslizamiento. En la misma entrada a la derecha, se ubica el número 7. Esta vivienda es la morada de Miguel Campaña García y su esposa África Viso Ortega. Miguel estuvo muchos años de marinero en barcos extranjeros. Siempre embarcaba de marinero raso, pero los oficiales, cuando advierten las habilidades que posee este manita de los cabos, tanto de origen vegetal como cables de acero, lo ubican como marino de primera, dedicado a estos menesteres náuticos.  En la puerta de su casa, en los tiempos de desembarcado, también le he visto construir un par de pateras, es también un gran calafate. Este matrimonio solo tienen una hija llamada Luisa, que es una niña encantadora. Tanto Miguel como África, tienen fama de guapos, es por lo tanto normal, que su hija sea un encanto, siendo aún una niña.
    Penetrando unos tres metros, el patio se ensancha y a la izquierda, con el número 8, tenemos la vivienda de Rafael Benítez Domínguez y su esposa Victoria Ragel Benítez con sus tres hijos, Herminichi, Paco y Manolito.
    Rafael es camionero, Posee un Ford, con el que haciendo transportes se gana el sustento de los suyos. Es un hombre cabal, de una gran nobleza y a la vez posee una fuerza descomunal. Lo conocen como “el fuerza”. En una ocasión, cuando íbamos a cazar alcaudones Rafael, sus hijos Paco y Manolito muy pequeño y yo acompañándoles, se decidió ir a tomar antes un café, en el Delfín Verde. Era de madrugada y al entrar en el local, la barra estaba sola, a pesar de la presencia de clientes. El motivo era, que un gigantesco negro americano, que estaba bebido, no consentía que nadie se apoyara en la barra. Cuando entramos nosotros, ignorando el acontecimiento, el negro se vino a mí y cuando le vi la cara, puse metros de por medio, no recuerdo si tocó a Paco o a Manolito porque estaba de espalda, lo que sí presencié, es darle un trompazo Rafael al negro, que reculó varios metros, hasta chocar con la pared, cayendo al suelo inconsciente. En ese momento llegaba la policía y comentaron que menos mal, que estaba allí el “fuerza” y les había facilitado el trabajo, porque al negro cualquiera le llevaba la contraria.
    Su hija Herminichi -que así la conocemos- es una gran cantante, y participa en todos los acontecimientos artísticos que se celebran en la ciudad. Es una familia muy querida.
    Para terminar, ya solo nos quedan dos viviendas, a la derecha con el número 9 que es la de Mariano Cerdá Sempere con su esposa Pepa Peral Ruiz -la popular y querida “Pepa la mana”- y sus dos hijos, Vicentina y Mariano.
    Terminamos en el número 10. La casa de Pepa Blanca, que es como la llamamos en el patio. El cabeza de familia es Antonio Ruiz y Pepa Blanca Gallego su esposa. También vive con el matrimonio, la madre de Pepa, llamada Antonia Gallego Marín, una muy simpática anciana.
    Mariano Cerdá es patrón de cabotaje y Antonio Ruiz, se que trabaja en los almacenes del Puerto Franco. Estos dos señores, tienen el contacto mínimo, con los demás vecinos del patio. Solo se les ve, cuando entran o salen de sus domicilios, al contrario que sus esposas, especialmente Pepa Blanca, que adquirió cierta  fama entre los niños del patio, de tanto recomendar el uso del purgante de aceite de ricino que tanto odiábamos. Sin embargo del  lado bueno, también podemos contar, que todos los años, llegadas las navidades, era famoso aquel villancico que Pepa cantaba en la cocina de mi tía fina:


♫Claveles, claveles rojos,
tan rojos como la grana,
madre cómprame  un manojo,
que se va la “Valenciana”…♫


    Algeciras, 1 de septiembre de 2010

                                                                     José María Fortes Castillo

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                                 UN PASEO POR MI BARRIO VI


   Bajamos de nuevo la “Ramblilla”, dejando atrás mi querido patio, y frente a la salida,  tenemos el número 15 de la calle. Esta vivienda es conocida como “casa de Juana “La “Mulera”. El cabeza de familia se llama, Antonio Espinosa Bermúdez, casado con Juana Mulero Ponce y la hija de ambos, llamada Pepita, casada con Justo Sánchez Herrero y que a su vez, tienen dos hijos, Juani y Pepito. Justo, trabaja en “La Casa Borrás, S.L.
    Doblamos a la derecha y a continuación de mi patio, topamos con otro con el número 14, conocido, como el patio de los “Boguitas”. Accedemos a él, teniendo en la misma entrada, a la derecha, la vivienda de Luis Pérez Lara, sobrino de Luis Pérez -joyero y propietario del huerto-, casado con Luz García Cobos y su sobrina, Pilar García Peregrina.
    Frente a esta vivienda, o entrando a la izquierda, vive José Arrabal López y Sebastiana García Cobos -hermana de Luz y conocida como “Chana”-, con la madre de él, llamada Sebastiana López Cantero.
    Penetrando hacia el interior del patio -el piso, igual que la “Ramblilla”, es empedrado-. A la derecha, tenemos un habitáculo que sirve de cocina a las dos viviendas anteriores, con una ventana interior que da a la “Ramblilla”. Unos metros más al interior, encontramos la vivienda de Rafael Pérez Ramos, “El Boguita”, viejo lobo marino, que en su día, tomó el mando de los vecinos del Callejón del Asilo, para hacer frente y vencer, a los socios y simpatizantes del Club Natación Caballa, como queda redactado en el escrito que en su día apuntamos: La batalla del espanto.
    Rafael, vive con su esposa, la entrañable Herminia Guerrero Pomar. A esta cariñosa y buenísima señora, siempre le tuve un gran cariño, por el trato tan especial que me otorgó desde niño. Junto a ellos, viven las dos encantadoras hijas que le quedan solteras, Pilar y Custodia.
    Girando a la izquierda y tras un frondoso árbol, hay otras dos viviendas, una habitada por Catalina Ortega Jiménez, Esta señora bajita y con cara de bondadosa, es la madre de África Viso. En la otra vivienda, moran, José García Guillén, su esposa Ana Moreno Gutiérrez y sus hijos, Jesús, Mari Luz, José, Antonio y Francisco.
    Volvemos los pasos atrás y de nuevo en la calle, a los pocos pasos, estamos en la plazoleta del “Asilo”. Siguiendo la hilera de casas de la izquierda, la de los números impares, al final, tenemos dos portalones, a los que se accede tras subir dos escalones, que es la entrada al colegio. Nos encontramos en el 17 de la calle Sánchez Navarro. El lugar que da nombre a todo un barrio.
    Penetramos en este santuario, que fue “Casa de la Misericordia” y hoy Colegio Nacional, y a la izquierda tenemos el aula de D. Francisco Piña, y frente a ésta la de D. Miguel Chico Vaello. Andamos unos pasos y a la izquierda, encontramos un corredor donde vive una de las familias más entrañable y queridas del barrio. Me refiero a la de Eduardo Fernández Fernández y su esposa Carmen Sánchez Sánchez, con sus tres hijos, Pepe, Mari Carmen y Aurora, en compañía de una sobrina de Carmen, llamada, Pepita Duarte Sánchez.
    Como estoy haciendo peritaje mercantil y preciso de practicas de mecanografía. Mi vecina Loli Victori, me ha facilitado hacer estas practicas en el Ayuntamiento, donde ella es funcionaria. Así que todas las mañanas, en el Negociado de Reclutamiento y Tráfico, me dedico a teclear y tengo la suerte, que en el mismo Negociado, presta su servicio, Eduardo Fernández y puedo asegurar que es un señor de los pies a la cabeza, al que aprecio y tengo en gran estima. La verdad es que en el Negociado, me han recibido con  tanta cordialidad, que estoy encantado con todos sus componentes, que son además de Eduardo y Loli, José García Cosío y Antonio Martos.
    También vive aquí, Juana Espinosa Ginés, en compañía de sus tres hijos, África, Antonio y Agustina.
    Al final, se accede a un patio y tenemos la vivienda de la portera del centro, llamada Encarna Berja  Acereto con sus hijos, Pepe, Manolo, Carmen, Emilio y Antonio. A Antonio, le llamamos en el barrio, el “Curita”, y es debido a que le dieron una pedrada en la cabeza, y ha tenido como resultado, una calva en el mismo lugar donde los curas se afeitan la coronilla.
    Volviendo a la entrada y girando un poco a la derecha donde antes menciono el aula de D. Miguel, a la izquierda tenemos una gran escalera de mármol y en el lado opuesto la entrada al patio que sirve de recreo a los alumnos, con una puerta al final del mismo, que accede al aula de don Pedro. Aunque este sacerdote ya se jubiló y fue sustituido por  don Antonio Cáceres.
    En el suelo del patio, hay dos lápidas de mármol blanco, con inscripciones en latín, que me imagino serán dos tumbas.
    Si retrocedemos y subimos por la escalera hasta acceder a la primera planta, tenemos dos aulas que son las de las niñas. Las dos profesoras, son madre e hija y a la vez, que residen en el colegio, en la segunda planta, son esposa e hija de D. Antonio Cáceres Rodríguez. La esposa se llama Julia Piquera Velásquez y sus hijos, Julia -también profesora- y Antoñito. Julita, es novia de Pepe Godino, alto cargo de la Caja de Ahorro de Ceuta.
    En esta segunda planta, reside la familia Meca, compuesta por Matilde Pujasón Fouquet y sus hijos, Matilde, Carmen, Mercedes, Alfredo y María Luisa Meca Pujasón. Además de una sobrina llamada, María Teresa García Serna.
Esta vivienda, con anterioridad la ocupó don Pedro López Soriano, sacerdote y profesor del colegio, que vivía en compañía de su hermana Concepción y la conocían como  Purita.
    También vivieron aquí, el matrimonio formado por don Francisco García Sanz y doña Castora Salazar Urizola, ambos profesores, muy queridos en el barrio. Él era el director del centro.
    Otros vecinos que residen aquí, son Lolita Gallardo Morales con sus primos, José y Ana Alcántara Marín y María Teresa Alcántara de la Calle. Lolita se ofreció a iniciarme en la mecanografía y en el Ayuntamiento estaba considerada como la mejor mecanógrafa; aparte de otras muchas virtudes que la adornan.
    Otro Gallardo ocupa también una de las viviendas, Francisco Gallardo Lara, con su esposa Rosalía Gómez Sánchez y su hija Mari Carmen.
    Entre los vecinos que restan, tenemos a doña Clotilde Ramos Mayayo, tía del famoso médico don Arturo Más, y una SEÑORA que la cuida llamada África Seglar Ruiz, también residente aquí en compañía de su hija Ángeles Macario Seglar. Lo de señora con mayúscula,  viene, porque África cuida a doña Clotilde desinteresadamente. África es cocinera en el colegio de San Agustín y es popular por su buen corazón y simpatía. Una gran señora.
    Salgo de este santuario con el temor de haber olvidado a algún vecino, y al salir, tras bajar de nuevo los dos escalones de piedra negra, a la izquierda, una pequeña escalera de tres peldaños da acceso a la vivienda de Francisco Pérez Jiménez -casado con la hija de Encarna, portera del centro-, llamada Herminia Delgado Verja y sus hijos Ana Mari y Emilio. La barriguita de Herminia, exterioriza que un tercero viene de camino.
    Quiero tener un recuerdo, para una señora que vivió con anterioridad en este lugar, Lucía González Jiménez. La llamaban “la sorda”. Siempre me he preguntado, si era sorda, ¿cómo le molestaba que los niños jugáramos en la plazoleta? Salía gritando y con la escoba en la mano, repartía escobazos a todo el que pillaba.
    En esta misma plazoleta y en la pared de enfrente, abrieron una puerta, que daba acceso a una habitación de la vivienda de Pepe Arrabal, que durante algunos años fue tienda de comestible, que regenta su esposa Chana.
    Siguiendo el itinerario, a la derecha encontramos el número 16, otro pintoresco patio de mi barrio, aunque este más pequeño que los anteriores. Lo conocemos como “Patio de las Viudas”, de siete viviendas, cinco están ocupadas por viudas.
    Residen aquí los siguientes vecinos, Pepa Salas Obispo, señora mayor y llena de simpatía. Todos los años, es la encargada de confeccionar y colocar, los atributos masculinos del “Judas” que se quema el domingo de resurrección. Otra viuda es Leonor Gutiérrez Rodriguez. Ana Moreno Gutiérrez y sus hijos Antonio y Mari Luz Ruiz Moreno. Una adolescente de doce años muy bonita.
    También reside una hermana de Ana, llamada Pepa y casada con Pepe García Guillén -camarero del Vicentino-, con sus hijos Pepe, Antonio, Paco y Jesulito. Jesulito aunque un par de años mayor que yo, jugamos al fútbol, en el equipo de Acción Católica y siempre le he tenido gran estima.
    Aquí reside también otra familia popular en el barrio, “Los Barreras”, la tía, viuda, llamada Lola Barrera Lázaro y los sobrinos, Manuel -el calafate-, Juan -pescador y gran persona-, Salvador -el famoso “Chava”, quien mejor conoce el escollerado del muelle del Comercio, al que dediqué un escrito y Loli, ¿quién del barrio y sus aledaños, no conoce a Loli Barrera?
    Queda otra viuda llamada Teresa Gutiérrez Rodríguez y para finalizar, tenemos a José Rodríguez Escobar casado con Manuela Castillo Jesús y sus hijos África y Fernando.
    En el número 19, vive también una viuda llamada Luisa González Jiménez.
Pasamos al número 21 donde reside Francisco Cepero Chávez, su esposa Lola Sánchez Chávez con una sobrina llamada, Trini Ruiz Sánchez. Además de Esperanza Gómez Arraez y sus hijos Fermín y Antonio Rebolledo Gómez.
   En el piso superior, las dos viviendas están ocupadas por Dolores Lacida Cuenca y su hijo Salvador Santo Lacida, a la vez con los hijos de este, llamados Loli, Juan y Pepi Santos Paneque.
    Para finalizar en el número 22, donde vive Arturo Aller Martín con su esposa Teresa Morgades Martín y su hija Flora. Hasta desembocar en la antigua calle Sagasta, donde finalizamos el recorrido, que iniciamos en la calle Gómez Marcelo o antigua calle La Gloria... 
    Este ha sido mi recorrido por la calle Sánchez Navarro o de la Misericordia, como era conocida con anterioridad. Pateando y jugando por estos adoquines me salieron los dientes y me hice hombre. Residí aquí, hasta cumplir las dos docenas de primaveras, pero nunca me alejé demasiado mientras residí en Ceuta. Cuando comenzaron a desahuciar algunas viviendas para su posterior derribo, nos tocó mudarnos a la calle Teniente Arrabal, a un nuevo edificio construido por el Ayuntamiento. Pero yo, soy “Asileño”. Lo llevo grabado a fuego en mi corazón y si encima, tenía aquí el amor de mi vida, residiendo en la calle Obispo Barragán cinco, a unos veinte metros de la entrada al “Asilo”, ya me diréis que me falta, para amar más a éste desaparecido rincón de Ceuta.

                               
    Algeciras, 12 de septiembre de 2010.


                                                                   José María Fortes Castillo

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                  UN PASEO POR MI BARRIO VII. -Calle Obispo Barragan-

 

    Frente a la puerta principal del Asilo Viejo, comienza una calle que se inicia en la plazoleta del colegio y finaliza en la calle Larga o Jáudenes. Esta calle se llama Obispo Barragán. Como en todo mi barrio, el piso es de adoquines a dos aguas con inclinación a eje de calle.
    Los números impares, están en el lado izquierdo y corresponde el número 1 a dos viviendas adjuntas, ocupadas una por Rosa Delgado García y la otra por Juan Toledo Mellado, con su esposa Dolores Gutiérrez Rodríguez y sus hijos llamados, José, Juan, Manuel, Rosa y Remedio.
    A continuación y con el número 3, un pequeño patio familiar de tres viviendas, ocupadas por José Martín Barrientos la primera. Mercedes García Marín y sus hijos Rafa, Ana y Pepe la segunda y la tercera por Emilio González García, con su esposa, María Socorro Campos García.
    También con el número 3, hay una pequeña vivienda construida recientemente, quitándole un trozo, a un viejo almacén adyacente. Esta vivienda, está ocupada por Luis Ordóñez Baro y su esposa Rosa Pérez Arrabal, en compañía un nieto llamado Luis Ordóñez Alemán. Luis -el nieto- es muy amigo mío y además es el defensa central del Cruzado. Equipo de fútbol perteneciente a Acción Católica de África, donde más de la mitad del equipo, somos vecinos del barrio.
    Antes de llegar a la vivienda inmediata, existe un almacén, donde se guarda los elementos con los que se instala, la caseta de feria “La Peña”. Esta es la caseta más popular, de las fiestas patronales de nuestra ciudad. Se caracteriza, porque el fondo de la misma, lo ocupa un gigantesco abanico, en cuyo centro se ubica el escenario. La totalidad de la caseta, es obra del artista ceutí, Pepe Garzón. 
    En el número 5, donde con anterioridad estaba la vivienda y tienda de Pepa “la Quintana”, vive Francisco Amado Casado y Rosa Ordóñez Pérez, hija de los anteriormente citados Luis Ordóñez y Rosa Pérez. Esta señora conocida como “Rosita la del kiosco”, es muy popular en el barrio y en la actualidad tienen cuatro hijos, Guillermo, José Luis, Rosi y Paquito.
    Igual que ocurrió en el patio de “la Ramblilla”, que tuve que volver en la máquina del tiempo, aquí ocurre lo mismo, dado que Rosi, esa chiquilla, canija, bonita e inquieta, de seis años de edad, ocho años después, me robó el corazón y se convertiría en mi prometida y el amor de mi vida, y tras pasar otros cinco años, mi esposa,  de la que aún me sigo enamorando cada día más.
    Volvemos de nuevo a nuestro paseo, y nos vamos al lado derecho donde en el número 2 reside Juan Bernal Figuera y Lola Pajares Sala y sus hijos Tomás y Encarna.
    En el número 4 también reside una familia muy popular en el barrio, conocida como los “Pompos”. El padre, un señor muy serio, se llama Alfonso Espinosa Mulero, casado con María Mesa Borrego y sus hijos, Luisa, Paco, Conchi, Pilar, Juana, Alfonsa, Elisa y los mellizos Manolo y Antonio.
    El número 6, corresponde a la familia de “los Calafates”. El padre y los dos hijos varones, profesan ésta bonita profesión, conocida también como “carpinteros de ribera”. Antonio Domingo Valle es el padre, la madre se llama María Ponce Fernández y sus hijos, Manuel -todos le conocen como Lolo-, Antonia, Isabel, Gabriel, María, Paca y Encarna.
    El número 7, es conocido como “el patio del Juani”. Esto se debe a que entre los vecinos, que ocupan las seis viviendas, un matrimonio formado por Juan Garrido Fernández y María del Carmen Rodríguez Castillo, tienen cinco hijos; Miguel, Juan -conocido como el ¨Juani”-, Antoñín, Ramoní e Isabel, “el Juani”, es popular por sus fechorías y aunque lleva varios años ausente del barrio, su fama dio nombre al patio donde tenía su residencia. Yo tengo buenas relaciones con su hermano Antoñín, que es un chaval extraordinario. Ramoní, dada las apariencias, lleva camino de heredar la fama de su hermano Juani.
    Son también vecinos, Alfonso Mesa Borrego y su esposa, Maruja Rodriguez Castillo -hermana de Maria del Carmen-, en compañía de su hijo Manolo.
    Otro matrimonio formado por Andrés Trovar Tovar, y su esposa África Mesa Borrego.
    En otra de las viviendas, reside Antonia Borrego Lladó.
    Juan Trillo Pérez y su esposa Isabel Rodríguez Gómez, forman uno de los matrimonios más querido del barrio. Si los padres son “buena gente”, los hijos no le van a la saga, dos chicas, María e Isabel y el varón -una de las personas más noble y buena de las que he conocido-, Juan Trillo Rodríguez.
    Finalizamos el patio, con la vivienda de África Mesa Trujillo, con sus hijos Manuel y Salvador Luque Mesa y con sus nietos llamados, Juan, María, Pepa y Antonio Medina Luque.
    Frente a este patio, en la acera de enfrente, encontramos el número 8, que para acceder al inmueble, precisamos subir dos escalones. Esta casa es propiedad de Manuela Gallego Mulé -doña Manolita-, conocida como Manolita Cansino. Esta señora, posee un estanco, en los bajos de la casa de los Alfón -frente a la sacristía de Ntra. Señora de África y junto al bar “Sin Nombre”. Hago referencia a ella en mi “Paseo por mi barrio – II”, cuando apunto que es tía de Rita Hayworth, la actriz norteamericana, más cotizada en la actualidad.
    Manolita vive sola y al poseer una casa con dos plantas y azotea -que asomándose a ella por la zona posterior, conecta con la parte del patio de “la Ramblilla”, precisamente en el lugar que vive mi tía Fina- suele alquilar el piso superior a familias que están en Ceuta, ciclos no muy duraderos. He conocido a varios inquilinos residentes aquí, como por ejemplo Arias y su familia. Arias, era defensa derecho maño, que jugó en la Sociedad Deportiva Ceuta, cuando mi padre era directivo de ella y sus compañeros de saga, eran Humanes y Pepín.
    En este momento, los inquilinos son, Bernardo Rivas Escodell y su esposa Antonia Vila Vila y sus hijos Bernardo y Catalina.
    En el número 9, que es una casa de dos viviendas. En la planta baja, reside la familia compuesta por, Manuela Sánchez Sánchez y sus hijas Carmen y Loli, en compañía de su madre, llamada Carmen Sánchez Lladó y una sobrina huérfana -sus padres, fallecieron en el bombardeo que padeció del Mercado de Abasto, en aquella vergonzosa guerra entre hermanos que sufrimos en el año treinta y seis-, llamada América Martínez Boy, y conocida por todo el barrio como Meri. Meri trabaja de primera oficiala en el taller de costura de mi tía Juana Castillo y además de bonita, es una encantadora chica.
    En las viviendas de la planta alta, viven; en una de ellas, la señora Carmen Sánchez Lladó y en la otra, la familia Gaitán, compuesta por el padre, llamado Ignacio Gaitán Navarro, sus hijos, Ignacio, Alberto, Enrique y Araceli Gaitán Cuella y una sobrina llamada Margarita Cubero Merino.    
    Frente a esta casa se halla ubicada la vivienda de una sola planta número 10. El cabeza de familia se llama Juan Carrasco Guillen y su esposa, Eduarda López González. Este matrimonio, posee tres hijos, llamados Miguel, Ana y Francisco. Juan también es un viejo lobo marino. Llegó de Málaga hace años -como tantos otros hombres de mar, que acudieron a ganarse el sustento durante la segunda  década del siglo XX-.Es propietario de una “barquilla almejera”. Esta clase de pesca, es probablemente de las más duras, que ya algún día y metido en este tema hablaremos. Las almejas, cuando se extraen se depositan en la pequeña bodega y al sacarla para su venta, algunas quedan escondidas entre las costillas y la “panamora” del casco. Este hombre, siempre que se ejecutaba esta faena, se empeñaba mucho en que la sacaran todas y con el tiempo, se hizo famoso en el muelle del Comercio, hasta tal punto que se quedó con el apodo del “sacalastoa”, y así fue como era conocido en aquel ambiente y en el barrio.
    En el número 11, encontramos otro patio de cuatro viviendas que se accede a él, tras subir un escalón. Es un patio amplio lleno de flores y siempre muy limpio. Una de las viviendas está ocupada por Eulogio Álvarez García y su esposa María Estrada Sánchez.
    En otra de ellas un señor que vive solo llamado José Rosa Molina y junto a él, otra vivienda ocupada por Eduardo Figueredo Durán y su esposa, Remedio Molina Márquez.
    En la casa restante, vive Francisco Zamora Ortiz, Manuel Ragel Domingo, y los hijos de éste, llamados Rosario y Paco y también la hermana Manuel llamada María.
El número 12, es la residencia de Antonio Fernández Pomar y Manuel Filloa Simón y los hijos de éste llamados Antonia, Manolo y Francisca.
    El inmueble número 13, es la casa más grande de toda la calle. Pose tres plantas y en ella habitan ocho familias. Entrando a la izquierda, vive Francisco León Campoy, casado con María Sánchez Amate y sus tres hijos, Mari, Anita y Paco. Se da el caso, de que esta familia, está muy emparentada con la mía paterna. El padre Francisco -conocido como Frasquito “el señorito”, dada su inclinación a vestir elegantemente- es primo de mi padre y su esposa también lo es. Él es maquinista del remolcador.
    Frente a ésta familia creo que vive Agustín Segura Campoy, casado con Francisca Roble Fernández, con sus hijas María y Francisca y con un nieto llamado Paco.
En la primera planta, subiendo la escalera a la derecha, vive Antonio González Romano y Juana López Andujar -también prima de mi padre- y sus hijos Pili, Rosi, Marisol, Mercedes y Alberto.
    El resto no se ubicarlos, solo en la tercera planta a la izquierda que vive la familia formada por Juan Mejías Rodríguez y Bendición Molina Gómez y sus hijos Roque, Juan, María y Francisco -el famoso Kiko del barrio-.
    Son vecinos también; Felix Oró Lasús con su esposa Teresa Aranda Hernández y sus hijos; África, Manolo, Isabel, Felix, Luis, Teresa y Justo.
    Antonio Requena Sánchez casado con Carmen García Moreno y su hijo Antonio.
Rafaela Ortiz Fores y por último en la vivienda restante, José Sánchez Urrea y Julia Oró Aranda y su hija Guillermina.
    El número 14, es la vivienda de Ramón Barrientos Eizaguirre, que reside con su esposa, Isabel Camúñez Mata, su hija Margarita y dos sobrinos de la esposa, llamados José Luis y Gloria Trujillo Camúñez.
    En el 16, mora Cristóbal González Vargas con sus tres hijos, Ana, Pepita y Pepe González Cámara. También conviven en este número, la hermana de Cristóbal, llamada Ana y su hija Pepi.
    El 18, es una casa muy popular en la calle, dado que es residencia y a la vez, tienda de comestibles, conocida como -casa de “Pepa la zapatera”. Esta gran señora, es la viuda de Francisco Molina Marihante. Con ella reside su hija Aurora Molina Pariente y hasta hace poco, también residía con ellas, la madre de Pepa, llamada Antonia Narváez Cortés.
    Pocos metros más adelante y de nuevo estamos en la calle “Larga”.Este recorrido, espero sirva algún día, como reliquia de un pasado que queremos no quede en el olvido. Y si pasado algunos años, alguien se digna a leerlo, que sepa que este barrio fue en su día, Ceuta la vieja, cuando la población ceutí, se limitaba a la distancia comprendida entre Puente y Puente y el resto era zona militarizada. Los auténticos “Caballas”.

                                                     
    Algeciras, 8 de octubre de 2010

                                                                           María Fortes Castillo 

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      UN PASEO POR MI BARRIO  VIII. -Calle Muralla o Paseo de las Palmeras-



    El Paseo de las Palmeras, transcurre desde el Puente del Cristo, hasta la rampa de acceso al Muelle del Comercio. Esta zona de Ceuta, siempre fue conocida, como calle de La Muralla. En este momento -conviene recordar que me sitúo en el año 1955-, la mayor parte del Paseo, es llamado oficialmente, como calle del General Franco. Ahora bien. Hay que puntualizar, que General Franco se inicia en el Hotel Atlante. Dado que el Hotel, posee el número dos de dicha calle -cuyos números son siempre pares, ya que enfrente no existe ningún edificio que obstruya la bonita vista del puerto- y finaliza en el inicio del Puente Almina. Aunque como inmueble habitado, la última casa, es la de Parres, que hace esquina con la calle de Los Mártires.
    Trasladado al otro extremo, el monumento a González Tablas y la parte trasera del Gobierno Militar, constituyen frontera entre las calles General Franco y Edrissis. Esta calle se inicia en la esquina que forma el edificio del Estado Mayor del Ejército  y el Paseo de las Palmeras.
    Caminamos en dirección al Puente Almina -coso taurino del gran “Torón”- a nuestra derecha, presenciamos la figura erguida de González Tablas. De cuantas batallas habrá sido testigo mudo, cuando algo más joven, solíamos jugar aquí. Hacíamos dos bandos, unos con la misión de defender el fuerte, que él preside, y otro con la misión de conquistarlo. Supongo se sentiría orgulloso, viendo como niños de ocho o diez años, se entrenaban en el arte de la guerra, por si algún día fuera necesario e hiciera falta luchar y hasta dar la vida, defendiendo esta bendita tierra.
    De inmediato, llegamos al mejor hotel de la ciudad, el Hotel Atlante -antes Hotel “Magesty”-, en él vive el propietario, Rafael González Fernández, su hermana Pilar y su hijo Demetrio González Cazares. El Hotel, posee unas ventanas a pocos centímetros del suelo, que dan a la cocina. Algunos niños -entre los que me encontraba-, cuando pasábamos por estas ventanas, solíamos vociferar: ¡¡¡Pepe, échale de comer al gato que lo tienes muerto de hambre!!! De inmediato, hay que situarse entre ventana y ventana. El malhumorado Pepe –que es el cocinero- coge el cucharón y arroja agua caliente, hacia la ventana que considera que ha salido la petición.
    A continuación, está la ferretería de “Azqueta & Torroba”. Está dedicada a la venta de efectos navales. Colindante y en el mismo edificio, está el portal de acceso al inmueble número 4 de la calle. Los vecinos que conozco son; las familias Murcia, Simón y Torrobas,
    La primera la compone Ernesto Murcia Domínguez, su esposa Conchi Lara Castañeda y sus dos hijos, Ernesto y Manolo -asiduo este último a los juegos en Plaza de África. Victorio Simón Fernández, casado con Ana Calderón González y su hijo Juan.
    Los Torrobas, ocupan dos viviendas, una por Leopoldo Torroba Cartes, casado con Isabel Díaz García y sus hijos, Manuel, Blanca y Jesús. La otra la ocupa un hijo de Leopoldo, también llamado Leopoldo Torroba Díaz, casado con Paquita López -que gran señora- y tienen tres hijos, Leopoldo -todos en el barrio lo conocemos como “Poli”-, Anita -intima amiga de mi hermana- e Isabel   -la llamamos “Beli”.
    La próxima casa, número 6, antes de llegar al portal, la planta baja la ocupa las oficinas centrales de la Compañía Transmediterránea. Pasado este, está Casa Bernet. Esta tienda de mercería y tejidos, tiene la particularidad, que tras la entrada -donde a ambos lado están los escaparates-, a la derecha, siempre encontramos una señorita sentada en una pequeña mesa, en el centro de la cual, hay un cilindro colocado verticalmente, de unos diez centímetros de alto y siete u ocho de diámetro. Esta señorita es la encargada de reparar las medias de nylón.  Estas medias también llamadas de cristal por su transparencia, es un artículo de lujo, de reciente aparición. Cuando se deterioran, las suelen traer aquí para su reparación. Las usuarias, tratan de sacarle el máximo resultado posible, dado que no siempre se está en disposición de adquirir otra. Mi madre también me hace venir a menudo, bien para traer la prenda dañada o a recoger la reparada. Se suele decir que a la media se le ha hecho “una carrera”, y esta señorita con un instrumento en forma de lápiz, al extremo de un cable y tensando la media en el cilindro que hace de bastidor, va reparando pacientemente la prenda dañada.
    Cuatro familias residen en esta casa, cuatro familias a la vez muy populares en Ceuta. Comenzamos por Francisco Ros Montiel, casado con Josefa Galindo García y tienen una hija llamada Isabel. Paco Ros, es el hermano mayor de la cofradía del Santo Entierro y propietario de una tienda de ultramarinos en el número 10 de esta misma calle. Valentín Cabillas Cabas, no es necesario presentarlo dada su popularidad en Ceuta. Presidente del Unión África Ceutí y hermano mayor de la cofradía del Nazareno, además de otros cargos. Vive con su madre, Cristina Cabas Aldea y su tía Manuela Cabillas Santana.
    Otra de las viviendas está ocupada por Patricio García Rodríguez y su esposa Adela Espigares del Castillo y sus hijas, Pepita, Adela-Lidia y Mª África. Pepita -que es muy bella-es la prometida de Pepín Baeza.
    En la restante, quien reside es Carlos Mayorga Casares, su esposa Ana Gil Gómez, su madre  Esperanza Casares, su hijo Carlos y sus hermanos, África, Esperanza, José Luis, Miguel, Josefina y Joaquín. Esta familia se dedica al negocio de la joyería.
    Inmediatamente tenemos la tienda de autorecambios de Chavero, que hace esquina con la calle Gómez Marcelo.
    Pasamos la calle y lo primero que encontramos es el bazar “Nari”. Uno de los bazares indios más antiguos de Ceuta. En la puerta como casi siempre encontramos a Paz -hermano del famoso jugador de la Sociedad Deportiva Ceuta, que fue fichado por el Real Madrid-, que es el conductor del automóvil de Nari.   
    De inmediato tenemos el número 10. El portal tiene los escalones y el suelo de mármol blanco y siempre está limpísimo. En esta casa viven Messody Benoliel Alfón y su hija Bonina Alfón Benoliel. Le llamamos la casa de las hebreas, pero respetuosamente. La planta baja la ocupa la tienda de Paco Ros, luego una estrechez de unos tres o cuatro metros y llegamos al número 12. La planta baja esta ocupada por “Casa Bentata” también llamada “Casa de las medias”. El encargado de dicha tienda es Paco González Romano.
    En la primera planta vive la familia Llanzón. Este señor es el delegado de la casa Ford en Ceuta, y se llama Juan Llanzón Gómez, casado con una grandísima señora llamada Dolores González García. Tienen seis bellas y encantadoras hijas, que se llaman, Mercedes, Pepita, Mari Loli, Juanita, Julia y Margarita. A la gente, le gusta más disfrutar de las playas por la mañana, al menos esa es la costumbre en Ceuta. Esta familia en cambio, todas las tardes, suelen subir por la calle Gómez Marcelo, camino del Chorrillo. La señora y sus seis hijas. Cuando mi profesor particular, decide darme las clases por la mañana, yo también coincido con ellas en la playa. No se explicar porque, pero siempre he sentido gran afecto por esta familia.
    En el piso superior a los Llanzón, reside Federico González Azcune con su esposa  Aurora de Miguel Moreno, sus hijas Carmen y Aurora, más su yerno Carlos Sánchez del Peral. Azcune, como se le llama en el barrio, es también un personaje muy popular. Es médico y gran parte de su clientela la tiene en el barrio, por lo tanto, es corriente verlo deambular por nuestras calles visitando a los enfermos.
    De  nuevo la calle se ensancha, teniendo de inmediato un bazar indio, un portalito con el número 14, donde reside José Ferrón Ramírez, su esposa Lola Cantero Bandera y sus hijos, Rafael, Pepe y María, un hermano de Lola llamado José y una sobrina llamada Adelina Cantero Viso. José Ferrón, es muy aficionado a la caza y es propietario de la barbería existente en la calle Gómez Marcelo, en ella, también trabaja su hijo Pepe.
    Viene a continuación un bazar, de unos hermanos hebreos, que viven en la calle Falange Española 90. Esta casa es propiedad de la familia Baeza y macabramente famosa por ser la elegida para tirarse al vacío, por casi todos los suicidas de Ceuta. Antiguamente, lo hacían en el “Salto del Tambor”, pero desde la construcción de esta finca y dada que posee la suficiente altura y no está tan lejos, el anterior “salto”, ha pasado a la historia. 
    Junto al bazar, un portal con el número 16. Por una escalera, se accede al piso superior que sirve de residencia a José Martín Ortiz y su esposa María González Bautista.
    El número 18, corresponde a la ferretería  Aguilar. Este comercio, también sirve de vivienda a la familia propietaria. En ella vive Antonio Aguilar Zubires, su esposa Eduvigis Mora Lorenzo y sus hijos, Remedio, Francisca, Eduvigis, Antonio, África y Cristóbal. A través de la ferretería se accede a la vivienda, que posee un patio con un jardín. En este jardín, está plantada una araucaria, que destaca notablemente desde mi patio en Sánchez Navarro 12.
    A continuación, la calle se vuelve a ensanchar aproximadamente un metro, donde se ubica el bazar de Pepito Indio. Un portal a continuación con el número 20, por donde se accede al piso superior del bazar, da acceso a dos viviendas. En una vive Eduardo Mayorga Casares y su esposa Rosalía Martín Florido, y en la otra, José Ordóñez Casas, casado con Amalia López Gamarra Rodríguez.
    El número 22, corresponde a una tienda de charcutería, propiedad de Ángel Ballesteros, casado con Josefina Miralles.
    El número 24 de esta calle, corresponde al bazar de Alfonso García Escarcena, Reside en su interior, en compañía de su esposa Josefa, Benítez Bautista y su hija Pepita. Alfonso es muy aficionado a la pesca submarina y en el barrio le llamaban el “mata pulpos”. Posee una patera y siempre pesca un buen número de este cefalópodo y rascacios. Una gran persona.
    A continuación encontramos la clínica de urgencias, donde en las noches de verano, es corriente ver sentados en la puerta a Santiago “el practicante” y a Rogelio. El ayudante de clínica y vecino de la calle Malcampo. En la parte superior de la clínica, vive la familia Rovayo. La compone el padre, Manuel Rovayo Martí, su esposa África García del Valle Castro y sus hijos, África, Pepita, Mari Loli y José Antonio. También reside la sirvienta llamada Josefa Picazo Domínguez.
    Seguidamente Casa Arón. Un comercio moderno, con una gran persiana de aluminio.
    Metros mas allá, otro famoso comercio, dedicado a los repuestos del automóvil y propiedad de la familia Castro. El comercio se llama Auto Industria y hace esquina con la calle Sagasta*.
   El número 28, corresponde al bazar del “Tele”. El “Tele” es un indio, más ceutí que nadie y popularísimo en toda la ciudad. Simpático y muy buena gente.
    A continuación la Casa Parres. Concesionarios de varias marcas de automóviles americanos que circulan por Ceuta. Son varios los vecinos que viven en este inmueble, pero yo solo conozco a José Parres Aracil, su esposa Luce Elena Aracil Gil e hijos, Alberto José y Alexis Luis.
    Continua la calle y pasado el portal número 30, que es el que le corresponde a la casa Parres, otro comercio de solera y prestigio en Ceuta. “El Barato”, que hace esquina con la calle Mártires.
    En la otra esquina de la boca calle, un quiosco de periódicos y revistas, pone fin, al Paseo de las Palmeras para la mayoría de ceutíes. General Franco oficialmente y “La Muralla”, para los viejos nostálgicos.
    Dicen los griegos, que Afrodita, la diosa del amor y la belleza, nació de la espuma del mar de las claras aguas mediterráneas. No tendría nada de extraño, que eso sucediera en la vieja “Abyla”. Cuando los días de fuerte levante, las olas combatían con todas sus fuerzas, contra las piedras que protegían el istmo de la pequeña península al norte de África, que con el tiempo, sería conocida como Ceuta.
    Aquella espuma, impregnaría el lugar, dotándolo de una magia especial, de manera que, cuando Afrodita se dio cuenta, que también había llegado el momento de ser madre, decidiera volver al lugar de su nacimiento y dar a luz a Eros. Aquel caprichoso arquero de dos saetas. Una, para amores felices y otra, para los desgraciados. Pasado los años, aquella magia mitológica perduró en el tiempo, cuando se convirtió primero en la calle de “la Muralla” y posteriormente en el Paseo de las Palmeras.
    El Paseo de las Palmeras, una vez construido, continuó  por muchos años, siendo salpicado, por aquellas mismas olas que generaba la misma espuma que diera lugar al nacimiento de Afrodita. Por eso es mágico. En él, se siente el alma o espíritu de aquella diosa y su hijo. El Paseo de las Palmeras, es lugar de enamoramiento de cientos de ceutíes. Eros, lo eligió para practicar con su arco y flechas del amor feliz.
    Hoy se ha convertido en la mayor pasarela del mundo. Es el punto de encuentro de toda la juventud. Ambientado de lunes a sábado y pobladísimo los domingos y días de festivos. La juventud ceutí, guarda el traje de los domingos, para lucirlo en su ancha acera. Es el más bello balcón al mar imaginable. Lugar donde las niñas, adolescentes y mujeres ceutíes, lucen belleza y sonrisa -Afrodita también fue llamada la amante de la sonrisa-, sabedoras de estar dotadas de una magia, que solo pueden lucir, las niñas que están impregnadas por ese aroma que desprende el salitre adherido a la muralla, que un día le dio nombre.
    Hace pocos años, la escollera del muelle del Comercio, se alargó una treintena de metros y en el lugar que hoy está el “farito” de señalización del muelle, antes existía una boya que invitaba a los barcos que entraban, abordarla por estribor y por babor a los que abandonaban el muelle. Da la casualidad de que desde la ventana de mi casa, a través de la calle, hoy veo el farito y antes veía la boya, que en mi niñez -y dada la forma cónica, rematada con una esfera en la punta, que se iluminaba de noche-, y en mi imaginación infantil, me preguntaba que hacia en aquel lugar una muñeca.
    Antes de aumentar la longitud del muelle, en los accesos a los servicios de WC. Que se ubican frente a la ferretería de Aguilar, los días de fuerte levante, salpicaban las olas y frente al Hotel Atlante, era un espectáculo como las olas al golpear la muralla saltaban y llegaban al paseo. Es por eso, que en el Paseo de las Palmeras vaga el espíritu de Afrodita y lo dota de un encanto especial. El mismo encanto que él ha sabido darles a las jóvenes ceutíes que lo utilizan para sus paseos.
    Por eso Afrodita -o Venus para los latinos- profetizó un día de la manera siguiente:

                                          No habrá en el mundo
                                          belleza en mujer.
                                          Que se pueda comparar
                                          a las venidas al mundo
                                          entre Punta  Almina y el Tarajal.  

    Para finalizar, decir que este trocito de Ceuta, también es parte de mi barrio. Mi barrio, entre puente y puente, corazón y alma de la vieja Ceuta.

 

    Algeciras, 14 de noviembre de 2010.

                                                                 José María Fortes Castillo

 

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*    Tras la Guerra Civil, la calle toma el nombre del General Queipo de Llano

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                                 UN PASEO POR LA RIBERA


     La Ribera, hoy, es para los ceutíes simplemente una playa. Una bonita playa con el añadido de ser la más urbana. Para un viejo nostálgico como yo, es mucho más. Es un lugar lleno de recuerdos. Escenario de mil correrías en mi niñez y residencia de muchos amigos en mis años de juventud. Mis recuerdos, me llevan a aquellos temporales de levante, que un invierno sí y otros también, obligaban a los vecinos de este desaparecido lugar, a evacuar y buscar refugio en el colegio del Asilo Viejo.  ¿Cómo permitieron vivir en aquel lugar tan hostil, frío y húmedo en invierno?. Simplemente se dieron unas circunstancias, que obligaron a ello.
    A finales del siglo XIX, La Ribera, era el lugar de varado de las barquillas que los pescadores se apresuraban a botar, cuando detectaban una “mancha”, “arda”, o las aves que se aglomeraban en un lugar determinado, avisaban de la presencia de un “cardumen”.
    La primera máquina metálica, para varar embarcaciones de medio tonelaje, que se instaló en Ceuta, fue en La Ribera. Poseía dos manerales en forma de manivelas, que precisaba de cuatro hombres cuando el barco a varar era de gran porte.
    En el escrito que titulo “El resurgir de Ceuta”, explico como a partir de la primera década del siglo XX, el censo de población era de 13.843 habitantes, pasa en diez años a ser de 35,000 habitantes. Este aumento de población, viene dado por la construcción del Puerto, estación del ferrocarril y carretera de Ceuta a Tetuán, Esto genera una gran demanda de mano de obra, y especialmente del Campo de Gibraltar, son miles los desplazados a Ceuta, atraídos por la posibilidad de conseguir un trabajo fijo y renumerado. 
    Con anterioridad a estos acontecimientos, de la Península, se desplazaban barcos de pesca, que vendían en Algeciras el fruto de su trabajo, dado el poco mercado existente en Ceuta. Pero a partir del aumento de la población, la demanda de pescado en nuestra ciudad se multiplica de tal manera, que ya no precisan de navegar hasta la otra orilla para la venta. Este otro fenómeno, genera que los pescadores “temporeros”, decidan establecerse definitivamente en Ceuta. Entre ellos, mi abuelo paterno, que después de llevar varios años pescando en Ceuta, decide establecerse definitivamente, con toda la familia en el año 1.912.
    Por pura lógica, los pescadores venidos de afuera, desean establecerse junto a los hombres de su profesión, así que en una marea incesante, llena de olor a brea, a salitre, a baldes de sardinas y jureles… fueron acercándose al arrabal marinero para habitar sus pintorescas calles que a continuación apunto: “La Brecha” -hoy Independencia-, “Misericordia” -hoy Gran Vía y con anterioridad Sánchez Navarro,  “Calle Larga” -hoy Jáudenes. No había viviendas para tanta demanda. Eso obligó, que los menos agraciados(*), se construyeran barracas en la playa de la Ribera. Con el tiempo, fueron haciéndole más confortables  y hasta de dos plantas, el piso superior de madera, las hacía el sitio idóneo para residir en verano, pero cuando llegaban los temporales en invierno, el lugar se hacía peligroso. 
    El caso es que aquel rincón, aledaño de plaza de África y del Asilo Viejo, siempre fue para mí, un lugar entrañable. Aún saludo con gran satisfacción, amigos que fueron vecinos de aquel lugar, como Gabriel y Paco León, Tomás Pérez Bolorino, Cayetano Mateo, Manolo González Castellón, los Castañedas, etc. Casi todos se fueron como vecinos a los grupos que se construyeron junto al Hospital Militar. Me alegré muy mucho, porque ganaron en calidad de vida, pero dentro de mi corazón, quedó un gran vacío, porque supe que con ellos, se iba un gran pedazo de mi vida y seguramente de aquella vieja Ceuta que jamás habría de  repetirse.  Por tal motivo y como homenaje a aquel entrañable rincón de mi viejo y querido barrio, inicio el recorrido desde el túnel de acceso hasta la última casa.
    Estoy bajando el túnel. El mismo túnel que  más pequeño, me causaba pavor. Cuando salgo al exterior, a mi derecha se ubica la fábrica de conserva de Carranza. Giro a la izquierda y a un metro del túnel y pegado a la muralla, una fuente de agua potable, se encarga de abastecer del apreciado líquido elemento a los vecinos.
   A la derecha tengo una fila de viviendas, ubicadas en línea paralela a la muralla y a una distancia, de cuatro metros aproximadamente. Son de dos plantas y las de más porte del lugar. Las dos primeras están adosadas. En la primera viven la familia compuesta por Juan Ríos López, su esposa María Navarro Castañeda y sus hijos, Pepa Juan y María.
   En el número 2, una familia muy querida, no solo en la Ribera, también en todo Ceuta. La compone una señora viuda y sus tres hijos. Ella se llama Ana Castillo Domínguez y sus hijos, Ignacio el mayor, le sigue mi gran amigo Gabriel y el benjamín de la familia es  Paco León Castillo, también un apreciado amigo.
  De inmediato, un callejón muy estrecho de aproximadamente un metro y poco más  que posee el número 4 de la calle, da acceso un par de casitas donde en la primera vive la familia de José Acosta Díaz, Ana Garrido Rodríguez y sus tres hijos, Manolo, Pepa y David. Junto a ellos, vive Idelfonso Quero Rico, su esposa Ana Acosta Garrido y su hija Pepa. Junto a ellos, reside el hermano de Idelfonso, llamado Manuel y casado con una hermana de Ana, llamada Pilar y una hija de ambos, también llamada Ana.
  Tras pasar el estrecho callejón, encontramos un gran caserón de dos plantas con el número 5. Aquí residen los “Bocarandos”. ¿Quién no ha oído hablar de ellos, tanto en la Ribera, muelle de comercio o cualquier lugar frecuentado por hombres de mar?. Esta conocida familia -propietaria de barcos de pesca-, la componen dos hermanos y un primo, con sus respectivas familias. Estos son los siguientes: Antonio Gutiérrez Cosa con su esposa Ángela Ruzi Garcái y tres hijos llamados, Luis Juan y Cándida. Su hermano llamado Francisco y su esposa María Díaz Casado y sus hijas Pepa y Ana Mari. Por último el primo, llamado Miguel Gutiérrez Díaz, casado con Ana Cosa Chacón, con dos hijos, llamados Manuel y Miguel y una nieta llamada Ana Gutiérrez Muñoz.
    De nuevo otro callejoncito, da acceso a un pequeño patio marcado con el número 7, rodeado de pequeñas viviendas, cuya construcción y distribución, detecta claramente no haber seguido ningún sistema arquitectónico.   Este tinglado de barracas, así como un laberinto de otras callecitas  y otras barraquillas, van conformando este añejo barrio junto al pie mismo, extraordinariamente azul,   del Mar Mediterráneo. A cada trecho, en cada puerta de cada barraca voy parándome, como si quisiera grabar en la memoria la situación  y la imagen de cada una de ellas. Con el tiempo, cuando las alas blancas, de cal, de estás viviendas de pescadores vuelen y se extasíen en las horas imposibles del pasado, quizás, yo, como en un peregrinaje a lo primitivo, a lo originario, a mis primeras raíces,  vuelva a este lugar y recuerde de nuevo a los pescadores, a sus familias y  a cada una de  sus blancas y encaladas barracas…
     Los vecinos de este abigarrado conglomerado de casitas, casi todos emparentados entre ellos, son los siguientes:
     Ana García Almeida que vive con sus hijos, Antonio, Antonia y Francisca.
     María Navarro Castañeda, que vive en compañía de su hijo Manuel Prieto Navarro.
      Bartolomé Hernandez Segura, con su esposa Juana Fernandez Perez  y sus hijos Jesús, Salvadora y José.
      Miguel Ríos López, casado con Manuela Morales García en compañía de sus cuatro hijos llamados, Ana, Miguel, Manuel y Antonio.
      José Fernandez Marquez y su esposa Ana Pérez Morales, con sus cuatro hijos llamados, Antonio, José, Ana y María Luisa.
      José Los Santos Heredia con su esposa  Antonia Heredia Soto y su hijo Manolo.
      María Castañeda Mena y sus dos hijos, Andres y Luisa Navarro Castañeda.
      Isabel San Jorge Ruiz.
      José Casal Lupión y esposa María Ortiz Peinado.
      Juan Cañibano Clavijo, su esposa Josefa Fernandez Pérez y su hijo Pedro.
      José Casal Cardenal, su esposa María Lupión Jordán e hijos, Ana, Paco, África, María y Domingo.
    En el número 8, reside la familia formada por Diego Cano García, su esposa Rosario Hidalgo Martín, con un hijo llamado Diego y dos sobrinos de Rosario, llamados José y María Gómez Hidalgo.
    A continuación y con el número 10, otro enredo de casitas similar al número 7, donde residen ocho familias. Iniciamos el recuento por José Cortés Heredia  con sus dos hijos, Nieves y Joaquín.
    En la siguiente vive Asunción Rodriguez Varón en compañía de sus hijos, Eladio, Joaquín y José Jaime Requena y una hermana de Asunción llamada Carmela.Diego Santos Heredia y su esposa Isabel Fernandez Triviño.
    Otra vivienda es ocupada por Manuel Gozalez Heredia, con su esposa, Emilia Castellón Escudero y sus cinco hijos llamados, Luis, Manuel, María, José y Juan.
  Junto a ellos vive, Juan Castellón Hernandez, su esposa María Jimenez Escudero y cinco hijos, llamados José, Manolo, Juan, Antonio y Emilia, mas dos sobrinos, llamados Manolo y Rosario Castellón Alvarez.
  A continuación, es la vivienda de Miguel Ruiz López que vive con su esposa Ángeles Villanua Capote y su hijo Miguel.
    En las dos que nos queda, viven Manuel Santos Moreno con su esposa Nieve Heredia Monte y sus dos hijos Ramón y Francisco y ya por último, la residencia de Francisco Villanua Santiago y sus hijos llamados, Carmen, Francisca y Francisco Villanua Capote.
   Seguimos y encontramos un barracón de dos plantas, dividido de manera que en el vivan cuatro familia compuesta por tres hermanos y un primo, como cabeza de ellas. En primer lugar tenemos a Mercedes Clavijo Infante, en compañía de su hijo Pedro Cañibano Clavijo, junto a Luis López Ramírez y Juan Ramos Rominguera, que son acogidos. Me imagino que producto de la maldita guerra.
   Cristobal Cedeño Mota y su esposa teresa Cañibano Clavijo, con sus dos hijos Juan y Mercedes.
    José Cañibano Sala y esposa María Parra Torres y tres hijos llamados, Alejandra, Juan y Miguel.
    Por último nos queda la vivienda de Idelfonso Cañibano Clavijo, su esposa África Barriento Duarte, tres hijos llamados, Mercedes, Antonio y Ana y dos hermanos de Idelfonso llamados Fernando y Francisco.
    De inmediato tenemos el número 13, que es la vivienda de Francisca Gutierrez Mateo, que vive con sus hijos, Ángela, José, Rafael, Dolores, Pedro, Francisca y Nieves Salas Gutierrez y una prima llamada Rafaela Mateo Soler.
    El número 14 corresponde a la vivienda de Miguel Lupión Bueta, su esposa María Gutierrez Sánchez y cinco hijos, José, María, Antonio, Enriqueta y Miguel.
    En el 15, reside una señora con su hija, llamada la madre Ana María Tarifa López y si hijo Miguel García Tarifa. Además de Antonio López Martínez, con su esposa Mari Carmen Planas Tarifa y seis hijos llamados, José, Dolores, Manuel, Carmen, África y Antonia.
    Pedro Barrera Mérida y su esposa, María Quero Moreno y su hija Pepita, viven en el número 18.
    El 20 corresponde a la vivienda de Alonso Ruiz López y esposa Antonia López Ruiz, en compañía de dos hermanos de Alonso, llamados José y Eduarda. También con el mismo número, está la vivienda de Antonio Santos Heredia y su esposa Isabel Castellón Escudero con su hija Nieves.
    Pasamos al número 21, donde vive María Sedeño Mota, con sus hijos llamados, África, Juana, Salvador, Francisco y Ana Maria Castañeda Sedeño, además de una prima de María llamada Isabel Mota Moreno.
    En el 22, reside una hija de María Sedeño, llamada Isabel, casada con José Quero Moreno, un hijo de ambos llamado Juan María y un primo de José, llamado José Quero Cueva.
    La casita número 23, sirve de residencia a María Quero Cueva, hermana del anterior, que vive con su sobrino llamado Alfonso Coca Quero. Una hermana de Alfonso, llamada María, su esposo Miguel Cedeño Martín y los hijos de ambos llamados Diego y Miguel.
    En el número 26, también viven dos familias, la primera formada por Domingo Sala Perea y su esposa, Ángela García de Haro con su hijo Domingo y José Pérez López, casado con Ángela Sala García y su hijo Salvador.
    Teodora López Rodríguez, vive en el número 27, con su hijo Enrique Ríos López, su hija, llamada Cándida, casada con Francisco Sosa Gutiérrez y sus hijos -nietos de Teodora- llamados, Margarita, Manuel, Juan, Francisco y Pepita.
    Finalizamos el recorrido por este aledaño de mi barrio, en casa de los Mateo. Familia muy conocida en el barrio donde el cabeza de familia se llama Cayetano Mateo Martínez, su esposa Carmen García Cerdán y sus hijos, Antonio, Manuel, Cayetano y María del Carmen.
    Inicio el regreso a casa, y al pasar de nuevo por el número 4, el estrecho callejón que da acceso al pequeño laberinto de casitas, meto la mano en el bolsillo y sacando una peseta, me dirijo a casa de la señora Ana y le compro diez agujetas secas. Han subido, antes estaban a perra chica -cinco céntimos- . La vida se está poniendo cada vez más cara, pero estas agujetas merecen la pena. Antes de llegar al túnel, decido comerme la primera. Muerdo por el lomo y tiro suavemente, de manera que un buen trozo del sabroso manjar quede entre mis dientes, que ingiero después de quitarle la piel. Es un bocado exquisito, Su sabor es diferente, a los demás manjares como los “volaores” o bonitos. En la agujeta es peculiar hasta el color de la espina, verde como el mar. Ese mar que baña mi Ribera y que un día me enamoró  de tal manera que quedé prendado de la extraordinaria belleza de sus fondos.
    Camino de casa, me doy cuenta, de la enorme suerte que tengo por ser vecino de este bello rincón y de poseer amigos que allí residen. También siento algo de envidia, porque ellos pueden disfrutar continuamente de un escenario que para mí quisiera.

 

    Algeciras, 18 de octubre de 2010

                                                                       José María Fortes Castillo


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(*)     Cuando escribo “agraciado”, me refiero no a su poder adquisitivo, sino que se anticiparon a los demás a la hora de “arribar” al barrio.

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    UN PASEO POR MI BARRIO IX. Calle Mártires y General Sanjurjo.

 

   Hoy mi paseo, lo daré por la pequeña calle de “Los Mártires”. Unos le llaman “Los Mártires” y otros simplemente “Mártires”. La verdad es que a pesar de lo corta que es,  también es una calle muy comercial.
    Accedemos a ella, dejando a la derecha el escaparate del “Barato” y a la izquierda el kiosco de revistas. Dos locales adscritos a la calle de “La Muralla”.
    El kiosco ocupa el lugar de un solar, que hace años, fue el número 1 de la calle. El 3, pertenece a la mercería de Carmen Morón. Este local, en su parte superior -como casi todos en la calle-, posee la vivienda. En ella residen, además de la citada Carmen Morón Martín y sus hijos  Paco, Carmen y Antonio, los hermanos de la titular, Manuel y Manuela.
    El número 2, lo ocupa la farmacia Arcos. A continuación la casa de los Zapicos. Un bello patio de mármol blanco, rodeado de columnas del mismo material, tras el pórtico, una bella reja, de arte sevillano y en el centro del patio, una bonita fuente. Al fondo, una escalera, da acceso a la parte superior, con un balcón al patio que ocupa todo el perímetro. En esta vivienda, reside el titular llamado, Jesús Zapico Baizán, junto a su esposa, María Teresa Lis Vázquez. Este matrimonio posee cuatro hijos, llamados, Mari Tere, Juan Jesús, Mª. Benigna y Mª. Cristina. Seguidamente y formando parte del mismo inmueble, en la planta baja se encuentra la tienda. Este comercio, -de la rama de la alimentación-, es en su genero de los más importantes de Ceuta. Posee un gran mostrador, para la venta al “detall” y es también proveedor de otros comercios más modestos. Su almacén interior es tan grande, que tiene un portalón para introducir la mercancía ubicado en la calle Sagasta*.
    Frente a esta tienda, está la bodega del “Joroba”, número 5 de la calle. Famosa por su incomparable morena en adobo. Cuando la fríen, el olor que despide, te obliga irresistiblemente a entrar en ella y tomarte un vino con la “tajá” correspondiente, del sabroso anguiliforme. Teniendo siempre, sumo cuidado con las espinas.
    En los altos de esta bodega, reside Santiago López Porras, su esposa Elvira  Cepero Chaves y sus hijos, Trinidad, Francisco y María.
    La calle forma un ángulo recto al lado izquierdo, en el vértice de la calle de los números impares, se halla “el Resbalón”. Este bar frecuentado por gente de mar, es propiedad de Juan Sedenño. Es una tasca muy humilde y frecuentada por viejos lobos marino; Frasquito, “El Tuerto”, “Barbotín” -este señor, de nombre Manuel, cierto día, le dio por explicar que era la “corona de barbotín”** y se quedó con el apodo-. También son clientes de este bar, “El Cantinflas”, “El Ventura” y el más notorio de todos, “El gran Torón”. Este buen hombre, se llama Rafael Cárdenas y del resto, lo siento pero solo los conozco por sus apodos. En Ceuta le llamamos a los apodos “motes”.
    Frente al “Resbalón” se halla la peluquería de Polo. Uno de los peluqueros es el propietario y otro es Picaso -el hijo mayor del Picaso de la calle Sánchez Navarro-antigua Misericordia*** -también barbero-.
    Con el número 12, otra bodega  famosísima. “Casa Macario”. Es famosa por sus vinos de Monóvar y sus tapas de cacahuetes. En la parte alta de la bodega, tiene su vivienda. En ella viven, Macario González Meaza y su esposa Petra Ibáñez Escandón, con sus hijas Mª. De las Mercedes y Mª. Del Pilar y tres tíos, Pilar Meaza Pérez, Jesús Llano González y María Soler Moreno.
    Siguiendo a “Casa Macario” encontramos el comercio de Cosio, pero este posee la entrada principal por la  calle General Sanjurjo. Igual ocurre con la siguiente al “Resbalón”, que es la ferretería de Aragón y su acceso principal, lo tiene por el Puente Almina. 
    Este lateral del Puente Almina, lo ocupan varios comercios, comenzando por la ferretería de Aragón, Su fachada, pintada de color verde, se caracteriza porque al final del cartel de ferretería, hay dibujada un gran “garga” **** con un ancla en el centro. A ambos lados de un pequeño balcón, un cartel anuncia “material eléctrico” y otro  “efectos navales”.
    Le sigue un bazar llamado “La Luneta” y a este le sigue un comercio de venta de telas llamado “Kilomé”. Este es un comercio de reciente inauguración. Con anterioridad, este mismo lugar lo ocupaba un bar llamado “LA MEZQUITA”. En la fachada anunciaba: Café, bar y comidas. Fue un bar muy popular y un competidor en gran medida de “Los Pellejos”.       Era su propietario, Francisco Amado Casado, vecino de la calle Obispo Barragán.
    Hace poco tiempo, la zona alta de la fachada, la ocupaba un anuncio de “Fundador”  En él se veía como un maletilla, caído en el suelo, miraba un gran toro que intentaba salta la barrera que los separaba.  Hoy el lugar, lo ocupa un anuncio luminoso de refrescos “Kiss”. Este sabroso refresco, que fabrica la casa Weil, a venido a sustituir aquel otro, tan famoso en Ceuta llamada “Fruchampan”, que fabricaba la misma firma. Sabores inigualables de mi tierra…
    Seguidamente a “KILOME”, está “casa Ponce”. Este es otro bazar, cuyo propietario apellidado   Ponce, me es conocido porque es directivo de la Sociedad Deportiva Ceuta, que preside don José Benoliel y de la cual, mi padre es también miembro.
    Otro bazar, ocupa la esquina que limita con el Paseo de las Palmeras. No posee cartel alguno donde ponga nada referente al nombre, solo carteles en la fachada, pintada de amarillo, donde pone: relojes y artículos de regalos.
Volviendo los pasos atrás, regresamos a “Casa Cosio”, donde se inicia la calle General Sanjurjo.
    El número 2 de esta calle, lo ocupa la citada con anterioridad “Casa Cosio”, en cuya fachada se puede leer tres anuncios luminosos: ULTRAMARINOS, VINOS  y LICORES. Sobre la puerta de acceso, un balcón, posee también un cartel anunciando JOSEFINA COSIO. MODAS. GRAN SURTIDO EN BISUTERÍA. ARTÍCULOS DE REGALOS.
    Sobre este comercio, además de la tienda de moda, está la vivienda de la familia propietaria, encabezada por Josefina Cosio García y sus hijos, José Luis y José Antonio.
    La casa continua, es el número 6, y posee dos viviendas. En ellas residen Francisco Miguel García, su esposa Beatriz Gómez Muñoz y sus hijos, Ana, Mercedes, Antonio y Francisco Miguel Gómez.    
    Es también vecino de este inmueble, Pedro Mira Dapena, casado con Francisca Ruiz Berenguer.
    A continuación un bar -también frecuentado por hombres de la mar- con dos escalones para acceder a él. Se llama “El Puente”.
    El edificio inmediato, la planta baja la ocupa el “Bar Canarias”. Establecimiento de una gran solera en la ciudad. Su propietario se llama Pedro Pérez Gutiérrez y vive en el número trece de la “Calle Larga”
    Antes de llegar a la puerta de acceso al bar, un gran portal con el número 8, es la residencia dos familias conocidas. La primera la compone José Morón González -empleado de banca- y su esposa Carmen Lapuente Olearain y el hijo del cabeza de familia, Pepe Morón Borrego -un estimado amigo-.
    La otra familia, la compone Antonio Bernal Duarte casado con María del Canto Sánchez y sus hijos María y Salvador.
    Finalizado este edificio, la calle se ensancha aproximadamente un metro y encontramos de inmediato la ferretería “Morón” -dedicada a efectos navales-. En la parte superior de la ferretería, posee la vivienda su propietario, llamado Joaquín Morón González, que a su vez, es también inspector de policía. Reside también su esposa, llamada Esperanza de la Rubia Gutiérrez y sus hijos: Josefina, Juan, Joaquín -todos le conocen por “Quino”-, Esperanza, Alfonso, África y Aurelio.
    Más arriba, encontramos el comercio y taller, del mejor joyero de Ceuta. Luis Pérez Gómez. Vecino de la calle Sánchez Navarro, 10. ¿Que ceutí no ha llevado un sello o una medalla, salido de los talleres de este hombre?
    El piso superior de la joyería con el número 14, lo ocupa Juan Rodríguez Rominguera, casado con Concha Ruiz Martín y sus hijos: Antonia, Joaquín, Ana, Juan y Conchita.
    Junto a la joyería, está el bar “Cante escuchao”. Junto a varios “cantaores” de Ceuta, como son: Pepe Córdoba, “El niño el cohete”, los hermanos Borrego, etcétera, hay uno también al que llaman “el niño del cante escuchao”, lo que ignoro, es si tiene algún parentesco con el propietario del bar, del que desconozco su nombre, pero tengo conocimiento, que esta casado con Luisa Ordóñez, hija de Manolo Ordóñez Baro, propietario de una fabrica de conservas de pescados existente en el Agujero del Boquete de la Sardina -que es el auténtico nombre de lo que conocemos simplemente por “Agujero”-.
    El número 16, corresponde a la pensión “La Castellana”. Seguida del estanco de Faustino y este por la tienda de Antonio Sala. Hasta hace muy pocos meses, este lugar era un establecimiento llamado “Electro Radio Ruiz”.
    Llegamos a la boca-calle “Jáudenes” o “Larga” y la esquina contraria, la ocupa el restaurante “Los Pellejos”. Otro establecimiento de gran solera de mi querido barrio.  

    Algeciras, 29 de noviembre de 2010    

                                                                 José María Fortes Castillo

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*   Después de la Guerra Civil, se cambio el nombre de la calle y se le puso el del general Queipo de Llano.

**   La corona de Barbotín, es una pieza metálica que se utiliza en los cabrestantes para cobrar de la cadena del ancla.

*** Hoy,  en la  actual “Gran Vía” en la  que fue la antigua calle Misericordia, frente al Ayuntamiento, en la esquina de los pabellones militares,  han colocado unos azulejos con su nombre.

****   Es un medidor, que se utiliza en ferretería para comprobar los grosores de los alambres.

 

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                              UN PASEO POR MI BARRIO X. Calle Sagasta*

     Entre las esquinas de “Auto Industria” y “Automóviles Parres”, accedemos a la céntrica y entrañable calle Sagasta*. La entrada es ancha y se estrecha en el lateral derecho, formando un frontal a la izquierda, que ocupa el bazar del “Tele”.
    A la derecha, con el número 2 hay un gran portal por donde hace años se accedía, al que fue “Gran Hotel Hispano-Marroquí”. Hoy convertido en casa de vecinos. Aunque el inmueble posee su gran fachada en el Paseo de las Palmeras**, el acceso siempre lo tuvo por esta calle. 
    En esta casa viven vecinos muy conocidos, como la portera  Herminia Álvarez Muñoz; ella abrumada por nuestros continuos juegos, intentaba  echarnos del portal, cosa que casi nunca conseguía, pues al rato, volvíamos a tomar posesión de su portal. Vive con su hijo Pedro Pajares Álvarez, pero hasta hace pocos años, también vivían con ella los otros hijos hoy casados, como Eulogio, Pepa y María.
    Otra familia de vecinos, la forman el matrimonio Cristóbal González Varela y Carmen Medina Domínguez.
    La familia Salas, compuesta por Antonio Salas Obispo, su esposa África Palacio Martín y su hijo Antonio. Antonio hijo, es un buen amiguito y la familia posee un local de “Electro Radio” en la calle General Sanjurjo, conocida en la antigüedad como calle de “La Salvada”.
    También reside aquí, una familia judía, formada por la madre y sus tres hijas. La madre se llama Leticia Abudarhan  Abudarhan y las hijas, Mery, Alegría y Estrella Garzón Abudarhan.
José Silva Cantón casado con Josefa Torres Gil y su hijo José Luis.
    Antonio Pareja Ruiz, casado con Julia Domínguez Pastor y sus hijos, Dolores, Antonio y Francisco Pareja Domínguez. Esta familia posee un barco de pesca llamado “Los Pareja” y sus hijos, son también amigos de juego en Plaza de África.
    Sebastián Vallejo Lladó, casado con Luisa de la Rubia Rodríguez y sus hijos, Ana y José Luis. Sebastián posee un local de venta de zapatos también en la calle General Sanjurjo. Además, es hermano de Juan Vallejo, vecino del Patio de la Ramblilla, sito en el número 12 de la calle Sánchez Navarro, llamada con anterioridad, calle de “La Misericordia”, en pleno corazón del Callejón del Asilo.
    Seguimos por la calle Sagasta y tras dejar atrás el viejo hotel, a la izquierda un gran portalón, nos indica que estamos ante la puerta de un almacén. Efectivamente, este almacén pertenece a la casa Zapico. Aunque el despacho este ubicado en la calle Mártires, toda la mercancía, tiene acceso a través de esta calle y este portalón. En ocasiones, me paro a observar como bajan del camión, los bidones de aceite. Primero bajan el portalón trasero del camión, y a modo de rampa, colocan dos gruesos tablones, por donde hacen rodar los bidones, hasta llegar al suelo. Posteriormente a base de riñones y brazos, aquellos forzados empleados, logran subir los pocos metros existentes entre el camión y el almacén, hasta introducirlos en su interior.
    Poco más arriba, con el número 3, encontramos la casa de los Castillos. Esta es una familia muy conocida en todo el barrio. El padre, se llama Pedro Castillo Borrego y la madre, Victoria González Mérida. Tienen varios hijos ya independizados, pero aún le quedan dos en casa, llamados Enrique y Adolfo. Enrique en la azotea de la casa, se dedica a secar bonitos y huevas, los que vende posteriormente. La verdad es que los hace buenos. Otro hijo de este matrimonio, se llama Manolo, ya casado y trabaja de guarnicionero en el Parque de Artillería.
    Frente a esta casa, está “Casa Vidal”, dedicada a los efectos navales. Este local, fue con anterioridad, un almacén propiedad de mi abuelo José Fortes León. En él se guardaban los artes de pesca y guardo un mal recuerdo, dado que me quedé encerrado en él cuando solo tenía dos años. Tardaron varias horas en encontrarme y aquel mal momento, aún lo tengo grabado en la mente.
    Junto a Vidal, tenemos el número 4 de la calle, donde reside Enrique Gallardo Claro, su esposa, Adela Zambrano Vertedor y sus hijos Enrique y Mercedes.
    Justo enfrente, tenemos el bar “El Estrecho”. Uno de los bares, donde muchos barcos de pesca suelen partir***. Las mañanas son concurridas en esta calle. Los marineros, reciben la parte proporcional que les corresponde y los diteros están al acecho  con el objetivo de que le paguen algo, por alguna deuda contraída.
    El propietario del bar, se llama Miguel Villalba Trujillo y forma pareja con Carlota Serón Sánchez, una señora viuda con dos hijos, que entró a trabajar en el bar y terminó felizmente casada con el propietario, que también era viudo. Los hijos de Carlota se llaman Manuel e Isabel Díaz Serón -son encantadores- y el nacido del matrimonio, se llama Miguelín Villalba Serón. Esta familia posee la vivienda, encima del bar y le corresponde el número 5 de la calle.
    Algo más arriba y con el número 7, la tienda de comestible y ultramarinos, conocida como Casa Vicente “el valenciano”, “Casa Manuela” o “Casa Andrebé”. El propietario se llama, Vicente Buades Cuesta, su esposa  Manuela Molina Molina y viven con ellos, la hermana de Manuela, llamada Josefa, dos hijos de ésta llamados Andrés y Antonia Gandolfo Molina y una sobrina de ambas llamada María Martínez Molina.
    Quiero hacer constar, que esta familia como buenos valencianos que son, poseen el arte de fabricar unos polos muy sabrosos, que posteriormente, ponen a la venta en la tienda, al precio de dos reales -cincuenta céntimos-.
    Los únicos polos que conocemos en Ceuta, son los que se encarga de hacer un señor con una pierna de madera. Suele ponerse con un carrito a venderlo en la plaza de los Reyes. Con un cepillo metálico, parecido a los que usan los carpinteros, lo hace pasar por  una parte de un bloque de hielo, convirtiéndolo en viruta helada. Esta la introduce en un vaso con forma de campana, comprimiéndolo ligeramente, para posteriormente, clavar un palillo higiénico y al tirar de él, la viruta de hielo se extrae del vaso con la forma de este. Finaliza la operación, vertiendo sobre él, un jugo o néctar azucarado que es absorbido por el hielo. Sobre el carro, posee cuatro botellas de colores y sabores diferentes, que son: naranja, limón, fresa y menta. La verdad es que el néctar dura poco en el polo, a los dos “chupetones” te quedas solo con el hielo. Los que se venden en esta tienda, poseen muy superior calidad. Los domingos, hay cola para comprarlos. Cuando el Paseo de las Palmeras tiene la mayor afluencia de jóvenes ceutíes, la cercanía de la tienda y la exquisitez de los sabores, han logrado que la fabricación de este manjar, haya sido un éxito.
    Frente a la tienda de Vicente, hay un almacén también de su propiedad. Parte de este, se la tiene cedida al viejo Picaso. Justo la más cercana a la puerta. Antonio Picaso Fernández, es un viejo barbero que ejerce su profesión en este almacén, gracias a la bondad de Vicente. Un viejo sillón y un taco de madera, clavado en el suelo de forma vertical, hace las veces de reposapiés. Picaso tiene como clientela a los pescadores y también al igual que Vicente le cede su local, el presta su trabajo desinteresado a los más necesitados. En la Iglesia de África, cuando don Bernabé Perpén observa que algún niño tiene más melena, que la que se acostumbra a llevar en estos tiempos, le entrega un “vale” y el chaval ya sabe que se tiene que presentar ante Picaso, para que le descargue del exceso de cabellos. Son tiempos difíciles y tenemos que ayudarnos todos, para que de alguna forma avancemos.
    También con el número 7 y perpendicular a la calle Sánchez Navarro, un portal de dos plantas, da cobijo a la familia de Pedro Sánchez Ruiz, casado con Dolores López Vera y sus hijos, Manuel, Pedro, Lola, María, Antonio y África. Estos viven en la planta baja. Los dos mayores, son empleados de la joyería de Luis Pérez.
    Arriba vive Francisco Pérez Luengo, su mujer, Luisa Blanco Guach y sus dos hijas, Carmen, casada con Paco Becerra Lago y África.
    Más arriba con el número 9, hay un hermoso patio con una gran palmera canaria en él.  Al fondo de este, tiene la vivienda Guillermo Bruzón Guillén, su esposa, Juliana Perpén Rodríguez y su hijo Juan Manuel. Hasta hace poco, también residía aquí otro hijo del matrimonio, llamado Charly, que al casarse, creó su propio hogar.
    Justo enfrente y con el número 10, una casa con dos viviendas en la planta baja y una en la superior. En la superior, reside don Rafael Navarro Acuña, acompañado de su madre, Carmen acuña Campoy.
    En las dos viviendas de abajo, una la ocupa Juan Llinares Izquierdo con su esposa, Ángeles Pérez Morales.  La que resta, es ocupada por Jaime Alemán Díaz, casado con Mª. Jesús  Gómez Delgado y una hija de ambos llamada también María Jesús.
    El número 12 de la calle, corresponde a la familia de José Jiménez Sánchez, primo de mi abuela y conocido en el barrio como “Pepe rayo”. Su esposa se llama Emilia Segura Robles  y su  hijo Pepe. Antes de casarse, vivían también dos hijas del matrimonio, llamadas, Matilde y Francisca.
    Pepe Jiménez Segura, hijo del matrimonio, es un gigantón que dio la voz de “al abordaje”, cuando el famoso enfrentamiento titulado en otro artículo, como “La Batalla del Espanto”. Dicen de él, que en el campo de fútbol Alfonso Murube, tras una apuesta, golpeó un balón de una meta, enviándolo a la otra, sin tocar el suelo. Esto con el pie descalzo. Todo un portento de fuerza, pero acompañado de una gran nobleza. Un hombre cabal, donde los haya.
    Algo más arriba y con dos viviendas, encontramos el número 14. Un vecino se llama José Rivas Ferrer, casado con Pilar Torelló Estévez y tienen dos hijos, Conchi y Jorge.
    El otro vecino, se llama Francisco Molina Sánchez casado con Carmen Caliani Rodríguez.
Pasando la casa de la familia Bruzón, un portalón, da acceso a un almacén, propiedad de Agustín Buades Cuesta. Un señor mayor, familiar y empleado a la vez de Buades, es el encargado de venir a traer y llevar enseres propio de su negocio, sito en Plaza de África. A la vez, suele trae la comida y dar un paseo a un enorme perro, que en el interior del almacén, hace las veces de guardián.
    El número 13, pertenece a una cuadra. Esta es propiedad de los hermanos Simón. En ella se guardan varios burros, de los que utilizan para el reparto de pan. A través de la cuadra, se accede a la tahona, pero esta tiene su razón social por la calle Espíritu Santo. Es por eso, que esta calle es conocida por todos como calle de “la Tahona”.
    Gran parte de mi barrio, está ocupado por calles estrechas, no aptas para el tráfico rodado. Por este motivo, el reparto de pan, se lleva a cabo transportándolo a través de burros, equipados con dos serones, donde se guarda este alimento. En mi calle, el más antiguo repartidor de pan que recuerdo, se llamaba Andrés. El actual, se llama Antonio.
    Con el número 15, encontramos un inmueble de dos plantas. Son sus vecinos, en la planta baja, Manuel Seglar Gómez, casado con María Lladó Mimoso y vive con ellos, una sobrina llamada Remedio Vallejo Lladó, nacida en el Patio de la Ramblilla en la casa número 2, donde reside su hermano Juan y familia.
    Otros vecinos de los que aquí residen, son, José Conde Andrés casado con, Manuela Camúñez Mata y tienen dos hijas, llamadas Pepita y Mari. También se encuentra Francisco Caravaca Banderas, casado con Antonia Godoy Ramírez y una hermana de esta, llamada María Godoy. Y por ultimo, Miguel Conde González.
    A la derecha y tras un ensanche de un par de metros, tenemos el número 18. En la planta baja, reside Juan Bueno López, casado con Luisa Bianquetti Amado y su hijo Luis. Juan es capitán de la Compañía de Mar. Todas las noches, en el bar del “Estrecho”, suele ser unos de los fijos para jugar al mus, siempre en compañía de mi padre y de Rafael Pérez Ramos “el Boguita”, maestro de maestros en este juego.
    Reside también, Narciso Colmenar López, su esposa, Dolores Román Santacreu y su hija María. La madre de Dolores, también llamada Lola y un hijo de esta llamado Antonio Román Santacreu. Juan González Andrades y su esposa, Encarna González Centeno. Manuel Hernández Lozano casado con Victoria Suárez Cintrano. Fernando Castillo Artiel, su esposa María Benítez Bautista y sus hijos, Mari Carmen, Adelaida y Pepe.
    Siguiendo con nuestro recorrido, llegamos al número 20. En esta casa reside, Romón Bellas de Lamas y su esposa Isabel Martínez Martínez. José Cardona Alcotor, casado con María Jiménez Senoseain y un sobrino de ella, llamado Luis Pliego Jiménez. Gerardo Bellas Martínez, su mujer, Consuelo Nieto Gil y el hijo de ambos, Ramón M ª. Por último, Manuel Oró Aranda, su esposa Encarna Fernández García en compañía de su hijo Manolo.
    La verdad es que la calle no es tan larga, para lo que he tardado en recorrerla. No obstante merece la pena invertir este tiempo en detallarla y mucho más, dedicar este recuerdo a sus vecinos que son parte integrante de mi niñez primero y juventud después, porque ellos, contribuyeron de manera muy directa en mi forja como hombre.


    Algeciras, 17 de diciembre de 2010.

                                                                José María Fortes Castillo

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* Después de la Guerra Civil, la calle Sagasta pasó a llamarse Queipo de Llano, el nombre de un general del llamado Alzamiento Nacional.

** Al Paseo de las Palmeras, anteriormente, se le denominaba calle La Muralla.                

*** Partir: Los beneficios de la venta del pescado capturado, se dividían en tres partes: una para el propietario, otra para cubrir los gastos y la tercera a repartir entre los marineros. Entre estos, existen niveles y así cobran. Por ejemplo, el patrón es el más alto, seguido del motorista, el lucero, cabecero, cocinero, etc.


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                     UN PASEO POR MI BARRIO XI. Calle la Tahona.

 
    Conocida actualmente como calle Espíritu Santo, es inevitable, que en el barrio la conozcamos como calle de la Tahona. Quiero pensar, que esto se debe a que en el número ocho, existe un horno de pan, propiedad de la familia Simón. Familia muy conocida y apreciada en Ceuta, que en la calle Velarde, poseen otro negocio de las mismas características.
Es curioso, que en la antigüedad, a la calle hoy conocida como Obispo Barragán, se la conocía como calle de “Los Hornos”. Precisamente por la existencia en la misma de varios  hornos de pan.
    La verdad sea dicha, no conozco a la gran mayoría de los vecinos de esta calle. No es una calle comercial, a pesar que en el número 2, se halle uno de los bares más populares de la ciudad “las Delicias”, propiedad de la familia Ferreiro. Los dos hijos varones del propietario, llamados José Antonio y Manolo, son dos chicos extraordinarios y muy conocidos en todo el barrio.
Además de “la Delicias” y la “Tahona”, solo posee el comercio conocido, como “Casa Pastor”. El resto son casas de vecinos.
No es un lugar que suela frecuentar. Por lo tanto mi conocimiento de los vecinos, es muy limitado. Esto impide, que pueda extenderme en su relación, como lo he hecho por otras calles, más frecuentadas. No obstante, la relación que mantengo con varios chicos de mi edad, es bastante íntima, dado que suelen frecuentar Plaza de África. Punto de encuentro de los quinceañeros del barrio. Donde nos entregamos a los juegos típicos de estos tiempos. Estos contactos, me permite tener conocimiento de algunas familias que aquí residen.
Pasada “las Delicias”, a la derecha de la calle, existe una oficina, de la que no tengo ni idea a lo que se dedica.
    Sigo subiendo la poca pendiente, que posee la calle, de piso de adoquines -como es característico en todo mi barrio-, y a la izquierda encontramos en número 7, donde vive la familia Benavídez, compuesta por el padre llamado Antonio Benavídez Martín, su esposa, Mercedes Cano Palomar y sus hijos: África, Antonio, Agustín y Paco. Antonio y Agustín son dos buenos amigos. Antonio es un gran aficionado a la pesca y es propietario de una “buceta”.
Otro vecino de este patio, se llama Manuel Espinosa Mendoza, casado con Manuela Vallejo Lladó, nacida en el patio de “La Ramblilla” y hermana de Juan Vallejo. Poseen dos hijos, Sebastián, al que conocemos como “Chan” y Nieves. Esta familia, tuvo la desgracia de perder, hace muy poco tiempo, al mayor de sus hijos llamado José. José trabajaba en la Empresa de Alumbrado Eléctrico y operando en unos cables de alta tensión, quedó electrocutado. Este suceso consternó a todo el barrio, dada la popularidad del fallecido.
    Seguimos andando y topamos con una casa de dos plantas, donde reside con su familia, el propietario de las viviendas del patio de “La Ramblilla”, llamado Isaac Bendahan Abecasis -como su nombre indica, no hay duda que es judío-, casado con Raquel Garzón Abudarhan y sus hijos: Jacob, Ester, Leticia, Mary, Alegría, Mercedes, Salomón, Mesod y Rebeca. Mesod, es compañero mío, en la Escuela Pericial de Comercio.
En el mismo inmueble también reside, Juan Gil Pérez, su esposa Pepa Navarro Contreras y sus hijos: José, Andrés, Juan y María. Juan también es muy conocido, por su costumbre a frecuentar Plaza de África.
    Otra familia muy conocida es la de Crisanto Segura Robles. Esta vive en un patio, donde se accede a través de un pasillo cubierto de unos seis metros. Este señor, está casado con Magdalena Albarracín López y poseen seis hijos llamados: Agustín, José, Crisanto, Magdalena, Francisca y Cecilia. En su casa, tienen también un acogido llamado Manuel Úbeda Martínez.  
Otro vecino de este patio, se llama Juan Pajares Sala, casado con Concepción Blanco Jerez y tienen también seis hijos llamados: Carmen, Pepe, Francisca, Pedro, África y Conchi. Con Pepe y especialmente con Pedro, me une una gran amistad. A Pedro lo aprecio mucho.
También reside en este patio, Francisco Segura Robles, su esposa Inés Guerrero Gallardo y sus hijos: Francisca, Ana, M. del Carmen, Agustín y África. Agustín es también compañero de estudios.
    José Cordón Navarro y su esposa M. Carmen Camúñez Albarracín y su hijo, José Manuel.
Para finalizar este entrañable patio, señalar que también posee un colegio. Llamado popularmente; “Colegio de la Tahona”. En el frontal del patio, en una planta baja, una vivienda, ha sido habilitada como si de un colegio se tratara. En él, imparten clase y residen, doña Elisa Molinero Salvador y sus hijas, doña Concha y doña Carmen. Doña Elisa es madre de  uno de los mejores profesores que tenemos en Ceuta, don Teófilo  Escribano Molinero. Este posee la “Academia Escribano” ubicada en lo alto de “Maquinas Sánchez”.
    Esta gran y culta familia, cayó en desgracia por su inclinación hacia la república. Otra secuela más de la repugnante y vergonzosa guerra, a la que fue sometida el pueblo español.
    No quiero olvidar, que en esta casa vive también una hermana de doña Elisa, llamada Rosaura.
La verdad es que cuando recuerdo y escribo estas cosas, se me revuelve el estómago y  una gran  tristeza me invade. Siempre lo he dicho y lo mantendré. Si algún día España me necesita para defender la piel de toro, ante cualquier país extranjero, seré el primero en ir al frente. Pero volver a una guerra entre hermanos, me apunto a ser también, el primer desertor.
    En el número 12, vive una señora viuda llamada Isabel Pajuelo Rodríguez en compañía de sus siete hijos, llamados: Manolo, Rafael, África, Encarna, Isabel, Juan y José.
En el número 13, junto a la tienda de su propiedad, vive Manuel Pastor González, en unión de su esposa, Antonia Campoy Jiménez y sus cuatro hijos: Manolo, M. Carmen, Antonia -todos la llaman “Toñi”-, y Alberto Luis. Esta buena familia, es muy popular y conocida en el barrio y goza de un gran cariño por parte de los vecinos.
    Toñi Pastor es una diosa griega. Posee una belleza extraordinaria. Ella y M. Carmen Bonmati, son las dos niñas más bonitas que he conocido en mi vida, y además las dos son de mi barrio. Como debe ser.

     Algeciras, 24 de diciembre de 2010.

                                                             José María Fortes Castillo

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                        UN PASEO POR MI BARRIO XII. ANTIGUA CALLE "LA BRECHA

      
     La Brecha* es la la calle menos poblada del barrio. Antiguamente era conocida como “arrabal de pescadores”, dado el número de hombres de esta profesión, que residían en dicha calle. Entonces estaba empedrada de “cantos rodados”, aprovechando que, la materia prima la encontraban a pocos metros. La playa de “la Ribera”, junto al mirador, era un rico filón de este material.
    Con el tiempo, aquellas viejas casas, fueron desapareciendo. Quedando en el lugar un solar, que duró un par de décadas. Ya por entonces, Ceuta demandaba una calle más ancha y una vez destruidas aquellas viviendas, colindante con las de la calle “Larga”, se hizo un muro de más de cien metros de longitud. Se construyó la calle adoquinada para el tráfico rodado, y entre esta y el muro, quedó una franja de tierra, que los niños aprovechábamos para jugar al fútbol. Posteriormente se habilitó el lugar como parada de camiones, y nos quedamos sin estadio.
    Con la desaparición de aquellas viejas viviendas, perdimos también para siempre, una bella estampa marinera que jamás lograremos recuperar. Las nasas y rastrillos almejeros, colgados en las ventanas y paredes: las mujeres remendando las artes de pesca; el calafate construyendo una patera en la puerta de su casa: la ristra de jurelitos, secándose al sol atados a la ventana y un largo etcétera. Aquella filosofía, aquella cultura y aquella forma de vivir tan caballa, desapareció al principio de la modernización de Ceuta. Esos eran los auténticos caballas. Los que forjaron el apodo, soportando sobre sus espaldas, cientos de golpes de mar.
    El largo muro, que separa “la Brecha” de la calle “Larga”, reduce notablemente el número de viviendas, así que, tras pasar la casa de los López y los Ramírez, encontramos un pequeño taller de recauchutado, propiedad de Pepe Carrilero. A continuación un taller de reparación de vehículos conocido como “Taller de Gamero”-los dos vecinos de la calle Misericordia-, y a partir de ahí comienza el muro.
    Unos metros más allá, una puerta abierta en el muro, da acceso al obrador del señor Miguel Canano, el rey de los corrucos y follanquis. Pasado este -uno de los entretenimientos que teníamos lo chiquillos, era recorrerlo, por el borde superior-, encontrábamos la primera vivienda, que extrañamente tenía el número 11. En esta casa reside Rafael Izquierdo Puyol, casado con África Benavídez Martín y sus cuatro hijos: José Luis, Francisco, Antonia y Dolores.
    El próximo es el número 49, donde vive Hach Mohamed B. Mohamed y su esposa, Sohora B. Mohamed Bakali y sus hijos, Cailye y Abselan. Esta familia, son los propietarios del “Bazar Hispano Árabe”, que se ubica en el “Puente de la Almina”, en la fachada del Mercado de Abasto.
    El número 51, es una casa de dos plantas, con dos viviendas en cada una de ellas, donde reside, Ana Bautista Gómez. Otra está ocupada por Francisco Mauricio Bozán, casado con María Godino Sánchez y sus hijos, Antonio y Victoria. También reside, Larbi Mohamed Varga, su madre Ralma Achemi Azguet y sus hijos: Jaddull, Kensa, Mohamed, Faucia y Abdemulsín. Completan la vivienda, Francisco Merino Során casado con Encarnación Cuella Postigo y sus hijos Diego y África.
    Le sigue el número 53, que es otra casa de cuatro viviendas y una de ellas la ocupa, Manuel Vallecillo Velurta, casado con Manuela Fernandez Molina, que tienen una hija llamada Manuela. Otro vecino es Enrique Castillo Sans, casado con Carmen Castillo Artiel y tienen dos hijas: Mari Valle y Carmen. También vive en la casa, una hermana de Carmen Castillo, llamada Pepa. Y José Sánchez Chave con su esposa Francisca Romero Benítez.Por último, Manuel Aguilar Ledesma, su esposa Isabel García Isabel son dos hijos llamados: Rafael y Manuela.
    Al final, colindante con la calle General Sanjurjo, encontramos el mayor inmueble de la calle. Es el número 55 y en ella viven: Paula Castillo Reyes y sus hijos, Antonio, Eduardo y Lusi Márquez Castillo. Irene Cuella Postigo y sus hijos Amalia, Francisco, Antonio y Roberto Vallejo Cuella. Francisco Pereila González, casado con Rosa Márquez Castillo y su hijo Buenaventura. Fernando Contreras Tebar.Vishindas Khushiran Ulanchandani, su esposa Haribai Sishinolas Ulachandi y tres hijas: Concha, Mohini y Chandra. José Lladó Gómez, casado con Carmen Jimenez Gómez y sus hijos: Elisa, Antonio,Miguel y Carmen. También vive aquí, una hermana de José, llamada África.
    He aquí el final del recorrido de mi barrio. Barrio ubicado en el corazón de la ciudad.   Conocida como Ceuta la Vieja. Hasta bien entrado el siglo XVIII, el núcleo urbano de Ceuta,  se limitaba entre  puente y puente, es decir: desde el Puente del Santo Cristo de la Misericordia, hasta el Puente de la Almina.
La Almina se iniciaba en la parte este del Puente y finalizaba en Punta Almina. Por lo tanto, estos vecinos de mi barrio, a los cuales, he tratado de hacer de la mejor manera posible este homenaje, deben estar orgullosos de ser además de ceutíes, auténticos  caballas, pues nacieron en el mismo barrio que aquellos pescadores –originarios del nuevo gentilicio-, que sobrenombraban: gente o pescadores de la caballa, para más tarde, simplemente: Caballas.
    Posiblemente, en mi recorrido haya olvidado algún nombre o anécdota de algún vecino. Si él o cualquier descendiente se siente olvidado y considera oportuno, que posee todo el derecho de figurar en el “Paseo por mi barrio”. Le ruego, se ponga en contacto con Manuel Castillo. Seguro que le atenderá con la amabilidad que le caracteriza y mi error, será subsanado por nuestro webmaster.

    Algeciras, 31 de diciembre de 2010

                                                            José María Fortes Castillo

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* Su nombre oficial es calle Independencia.

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             UN PASEO POR MI BARRIO XIII. Cincuenta y cinco años después.

     Todos los días, tengo mi momento de nostalgia y mis recuerdos siempre vuelan en una misma dirección: mi Ceuta y mi barrio. Después de mi largo paseo, recorriendo mi viejo barrio del Asilo, donde aquellas calles adoquinadas -entre paredes blanqueadas su parte superior y con el oscuro rojo la inferior-, me vieron recorrerla miles de veces, a la vez, que me impregnaba de sus recuerdos y vivencias.
Eran tiempos difíciles. La pobreza era fiel compañera de la mayoría de los vecinos, pero no un impedimento para la felicidad. A medio vestir y medio comer, la gente se acostumbraba y sabían vivir con esa carga.
    Acabo de pasar la Navidad del año 2010 y las veo vacía. Añoro aquellos años en mi barrio, cuando los Gaonas, los “Boguitas” y sin ir más lejos; en casa de mi tía Fina -el número cinco del Patio de la Ramblilla-, se cantaba con un mes de antelación aquellos villancicos generalmente marineros.

                         ♫ A los boquerones, también las caballas.
                             A ver los jureles, fresquitos del alba.
                             Que si tu madre quiere, yo voy a la plaza.
                             Tú coges el canasto y yo cojo el asa. ♫

                          ♫ Todos los que aquí venimos,
                              somos gente de la mar.
                              Y al Niño de Dios traemos,
                              de regalo un calamar. ♫

    En la mayoría de las viviendas, el extraordinario consistía en comprar una botella de brandy y otra de anís. También muchas mujeres, solían hacer dulces caseros. Era muy grato cuando pasabas por alguna puerta o ventana, y de ella salía el olor de los rosquillos friéndose. Las mujeres de Ceuta, solían darle un toque de distinción, agregándole esa pizca de matalahúva, que aromatizaba notablemente. Otras muchas mujeres -entre ellas, Rosita la del quiosco-, solían preparar en casa la masa y llevarla al horno de “Ufapance”, que se ubicaba en la Avenida de España, donde hoy está el colegio “Cristo Rey”.
    La especialidad de mi madre, eran los roscos y de mi tía Juana los cortadillos y pestiños. Los pestiños los rellenaba con cabellos de ángel y eran una delicia.
    La festividad del nacimiento del Niño de Dios, se vivía con más intensidad. Hoy la “sociedad de consumo” y los grandes almacenes, con la complicidad de las cadenas de televisión la han transformado, haciéndola más superficial. Si tiene algo de extraordinario, es por el gran número de petardos que se explosionan.
    La verdad es que mi barrio, tampoco es el que era. Desaparecido el viejo edificio -que un día fue casa de la Misericordia, luego convento, después asilo y posteriormente colegio nacional-, desapareció nuestra señal de identidad.
    Hoy las calles Sánchez Navarro y Gómez Marcelo -Misericordia y las Vendederas-, han dado paso a la Gran Vía. Las calles Obispo Barragán, Sagasta* y Espíritu Santo**, han desaparecido por completo, de manera que no reconozco mi barrio. La Ribera, es una hermosa playa, una gran zona de baño. Pero le falta algo. No veo a Pedro Cascaño, ese gran carpintero de ribera, calafateando una barquilla almejera. No se ir a comprar aquellas agujetas, de espinas tan verdes, como las aguas de la Bahía Sur en una tarde de vendaval. La casa de la querida familia León, ha desaparecido. Ya no me queda más consuelo, que el recuerdo. Como se vivía en aquel bello rincón. Quiero no olvidarlo y en mis ratos de meditación, cruzar el estrecho y volver a recorrer mis calles. Volver a cruzarme con Manolo Celaya -enciclopedia viviente de mi viejo barrio-. Ver al “Faiti” y que me cuente, aquella travesía del Estrecho en aquellas primitivas piraguas -embarcación con casco en armazón de madera y cubierta de lona embreada- que llegaron a Ceuta en los años cincuenta. Quiero ir al muelle del Comercio y ver Rafael Pérez Ramos “el Boguita”, afanoso, tratando de desliar el palangre de veinte anzuelos, utilizado para la pesca del marrajo y “aguja palá”.
    Quiero que permanezca en mi mente, aquella imagen de Ceuta y mi barrio. Por muy bonita que esté ahora, a la calle de “La Muralla”, ya no le salpica el agua los días de levante. Si Afrodita pretendiera dar a luz a otro Eros, no podría llegar al lugar donde nació el anterior. Antes era un balcón al mar, Ahora es un balcón a una calle. ¡¡Sí!! me diréis que ha descongestionado el tráfico en la ciudad. Pero ¿y el romanticismo?, ¿y aquel embrujo? Me siento viejo y cansado, por la añoranza y tristeza. Siento que algo muy mío, me lo han robado. El hombre moderno y sus máquinas, lo arrasan todo.    

     Algeciras, 1 de enero de 2011

                                                    José María Fortes Castillo

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* La Calle Sagasta, después de la Guerra Civil,  paso a llamarse Queipo de Llano.

** La Calle Espíritu Santo era conocida popularmente como de la Tahona.

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                UN PASEO POR EL PUENTE ALMINA Y LA PLAZA VIEJA

    Finalizaba mi barrio en el Puente Almina. Puente que daba nombre al resto de la zona Este de Ceuta. Mi barrio y la Almina, formaban la península ceutí, cuando el Puente del Cristo se levantaba a la caída de la tarde y Ceuta quedaba aislada del resto del continente.   
    Cruzando el puente, a la izquierda teníamos el jardín de San Sebastián, que finalizado el Puente, llegaba hasta el inicio de la Marina. El jardín tiene un quiosco en cada extremo y en la calzada junto a la acera, se ubica la parada de los  pocos coches de caballo que he llegado a conocer.
    La parte derecha, está ocupada por la gran fachada del Mercado de Abastos, con su hermoso reloj y los dos enormes altavoces, donde la emisora ubicada entre los bares: “Nacional” y  “Norte”, se encargan de amenizar las tardes-noches de gran número de ceutíes que en aquel lugar se congrega. Son  los tiempos que impera el arte de Antoñita Moreno con las canciones; “El cordón de mi corpiño” y “Sortija de oro”.
    La fachada del Mercado, en la planta baja que da a la calle, encontrábamos en primer lugar, una rampa por donde se accede a las pescaderías. Este lugar es el más animado de todo el Puente Almina. En él, he presenciado las actuaciones de “sacamuelas”, que por tres pesetas, te extraían un molar sin dolor. El “charlatán” que vendía los peines mágicos, con los que te podías cortar el cabello -yo tuve uno y me fue muy bien-. Se le adaptaba una hoja de afeitar y daba buen resultado. Un grupo de húngaros, que traían un oso que bailaba al son de una música. Aquellos que con un gran cartel, en forma de “cómíc”, narraban con un puntero en la mano, las escenas de algún suceso acaecido recientemente. En vísperas de las Navidades, allí se congregaban decenas de pavos, alimentados por bellotas, a la espera de su fatal desenlace. Y como no, los puestos de melones y sandías, que al aire libre, dejaban una estampa imborrable del verano ceutí.
    Finalizada la rampa de las pescaderías, llegábamos al “zoco”. Allí los musulmanes, vendían todo el producto de sus huertas: frutas, rábanos, hierba buena, perejil,  conejos, gallinas y pollos, más un largo etcétera. Típicos del norte de Marruecos. Bajando en la esquina de la rampa, a la izquierda, teníamos el despacho de hielo. Después, el acceso a través de Muelle del Comercio y otra rampa también de pescaderías, similar a la anterior.
    De nuevo en el Puente Almina y en la fachada del Mercado, formando esquina, encontramos la exposición y venta de las máquinas de coser “Alfa”. De inmediato “Casa Ortega”, después “Palacio Ghandi” y la puerta principal de acceso al Mercado de Abastos.
    Pasado este, “Casa Gómez” -tienda de venta de ultramarinos-, seguido del “Bazar Hispano-árabe”, para finalizar el la churrería de Manolo Baro.
   Pasado el Mercado y cruzando la calle “Teniente Olmo”, unos escalones  señalaban el acceso a un bar famoso “El Campanero Chico”. Sus dos fachadas -una a la calle “Teniente Olmo” y otra al Puente Almina, son dos hermosa vidrieras. El bar está en alto, casi dos metros y con las vidrieras, dota a sus clientes de una bella panorámica de todo el lugar.
    De inmediato, llegamos a una oficina del ejército, dedicada a la cartografía y topografía. Al frente de ella, se halla José Montes, amigo de mi padre y mis tíos. Dada la relación que mantienen en la Sociedad África Ceutí, donde el señor Montes, es secretario técnico de la sección de fútbol.
    Encontramos a continuación, una escalera, por donde se accede a la “Plaza Vieja”, ahora la llaman “Plaza Rafael Gilbert”. La escalera posee dos rellanos o descansillos. En el primero a la izquierda se ubica una barbería, en ella ejerce su profesión, Paco “el barbero”, vecino del Callejón del Asilo Viejo. 
    El segundo rellano, estaba ocupado por un famoso restaurante, al que conocemos como  “Casa Rejano”.
   Unos escalones más, y accedíamos a la “Plaza Vieja”, era conocida así porque antiguamente fue el mercado de la ciudad.
    Una vez en la Plaza, a la derecha, existe un almacén propiedad del Ayuntamiento y que es utilizado por la Brigada de Obras.
   Formando un ángulo recto con el almacén, se ubica el restaurante bar “La Terraza”, donde por catorce pesetas, te puedes comer una sabrosa ración de angulas.
Continuamos adelante, siempre por el lado derecho, y topamos con la vivienda de Eugenio Ibáñez Escandón. Este buen amigo de mi padre, reside aquí con su señora y sus dos hijos, Paco -que juega en el “Abyla” de Acción Católica África, y el más pequeño llamado Eugenio y al que conocemos por “Madriles”.
    Continúo mi paseo y encontramos un obrador, donde en más de una ocasión he visto de fabricar carne de membrillo.
    A continuación se halla la vivienda de Torbizco y su señora. Este matrimonio tiene un hijo que se llama Bonifacio -Boni para los amigos-. Boni también juega en el “Abyla”, es el portero. El señor Torbizco, es un artista de la escayola y muy conocido en la ciudad.
    Más adelante topamos con un par de almacenes y el despacho de venta de billetes de la RENFE. Para terminar con un par de almacenes más.
Por el lado izquierdo, se ubica una oficina de un contratista de obras. Seguimos con un almacén y de inmediato, el taller de fontanería de Pato y Jiménez.
    Más adelante un famoso bar. “Casa Ortega”. Aquí ponen las mayores tapas de Ceuta. Con un vino o caña, lo mismo te ponen un huevo duro, que una pieza de pan de molde -en Ceuta le llamábamos «pan de lata»-, bien repleta de caballa en aceite, o queso de cerdo y un largo etcétera en variantes. El vino, la cerveza o cualquier tapa a elegir, todo a una cincuenta –una peseta y cincuenta céntimos o conocida también como seis reales-. Cuando Ortega inauguró el bar, solo ponía tapas de pescado frito, pero siempre abundante. Ahora al parecer, le trae más cuenta las tapas frías. Antes se venía aquí, a comer los jureles y besugos fritos, que eran una delicia.
Dejo atrás a Ortega y tenemos dos talleres que se dedican a la reparación de motores eléctricos. Al final, una pequeña puerta, da acceso al “Bar Colón”, pero este bar, posee la entrada principal por el Paseo del mismo nombre. 
   Al Paseo Colón se accede a través de la Plaza Vieja, por un arco. Lo primero que se observa, es una bella panorámica de la Bahía Sur. Cruzando la calle, un muro separa la misma del cuartelillo de La Legión. Muchos ceutíes amantes de la buena música. Suelen pasarse horas, echados sobre la muralla, oyendo los sones de los ensayos de la extraordinaria sinfónica que posee El Tercio.
    Como podemos observar, nos hemos salido de la zona de paseo y Dios mediante, trataremos de hacer también un recorrido por este lugar, que sin ser mi barrio, su cercanía me obliga a tenerlo presente en mis recuerdos. 

     Algeciras, 20 de enero de 2011.

                                                        José María Fortes Castillo

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                         UN PASEO POR LA CALLE REAL I. El REVELLÍN.

    
    De siempre, se le ha llamado popularmente en Ceuta: “Calle Real”, a la calle que se inicia en el Puente Almina y finaliza en la Plaza Azcarate. Toda esta zona, oficialmente, siempre fueron tres calles: Paseo del Rebellín, calle Camoens y calle Real, denominadas actualmente. Y, calle José Antonio Primo de Ribera, calle Camoens y Falange Española, cuando el régimen de la dictadura; y aún, anteriormente, calle libertad, calle Soberanía Nacional, y calle José Luis de Torres en  la parte alta de la calle.  

      Igual que hice el recorrido por mi barrio, en la distancia y en el tiempo, pretendo recordar ese céntrico lugar de Ceuta. También quiero hacer saber, que mis datos o recuerdos, nunca pueden ser los mismos, del lugar donde nací y me crié. Que aquellos otros lugares, donde pasaba con cierta intermitencia.
    Iniciamos el recorrido por el Paseo del Revellín, que es la parte más céntrica y más grabada tengo en mi memoria.
     Dejando atrás la escalera de acceso a la Plaza Vieja -aquel viejo mercado ceutí-,  en la esquina hay un bazar hindú y más adelante, otro conocido bazar, con dos dependientes bastante amigos: Paco García Bernardo y Manolo Berlanga.
     De inmediato, un portal por donde se accede a una pensión que ocupa el piso superior de  los bazares. De la pensión no recuerdo el nombre, pero sí al propietario, apellidado Guillén.
     Seguidamente, encontramos la famosa cafetería “El Campanero”, llamado también “El Casino de los Pobres”. Posee dos plantas, la baja es puramente cafetería y en el piso superior está destinado al juego. Tres mesa de billar, dos futbolines y varias mesas destinadas al dominó, parchís etcétera, hacen que sea un bar muy concurrido. Doña Mercedes -su propietaria- es una encantadora señora.
     Junto al Campanero, otro comercio de gran solera en Ceuta; “Casa Blasco” y conocida por todos los mayores, como “Casa Currito”. Este local se dedica a la venta de tejidos, y el encargado es muy conocido en Ceuta y se llama Ernesto. Tiene un hijo llamado igual que él, que trabaja en la Compañía Trasmediterránea. 
    Pasando “Casa Blasco” encontramos la librería de “Cortés”. El propietario, es un personaje muy popular en Ceuta. Todas las mañanas domingueras, que son soleadas, se las pasa en la Playa del Chorrillo, en compañía del señor Gómez, propietario de la tienda de ultramarinos, ubicada en la fachada principal del Mercado de Abastos.
    Los señores Cortés y Gómez en compañía de Isidro Perpén, son tres extraordinarios nadadores. En verano, cuando la almadraba está calada, una de sus costumbres, es ir nadando hasta ella y volver. La verdad es que son unos grandes nadadores, pero como personas, son aún mejores.
    Dejamos la librería y llegamos al mejor bazar de la ciudad; M. Dialda. Todos dicen que es el indio más rico de Ceuta. Probablemente sea cierto, por lo que se hace anunciar. Radio Ceuta, tiene a M. Dialda, todo el día en onda.
    Después del bazar indio, llegamos a “Casa Ibáñez”. Esta tienda de tejidos, es de las más importantes de Ceuta.
    Algo más arriba, se ubica una sucursal de la Caja de Ahorros de Ceuta. De inmediato, llegamos a “Casa Benoliel”. Este comercio, es propiedad de don José Benoliel, presidente de la Sociedad Deportiva Ceuta. A este señor, nunca el pueblo de Ceuta, le ha reconocido la gran labor que hizo por el deporte ceutí, y prometo dedicarle uno de mis futuros escritos, de manera que al menos esta Web, sea el vehículo, que haga llegar al las nuevas generaciones ceutíes, los valores que adornaron a este señor. Su comercio, posee dos puertas de acceso. En el interior y entre las dos puertas, un gran espejo, es el objeto de diversión de muchos chiquillos de Ceuta. Hacemos la bicicleta, también como si nos comiéramos un pañuelo y varias simulaciones  más, entre el juego y la destreza, que al oír nuestras risas algún dependiente ocupado tras el mostrador, enseguida nos grita, brazos en alto: ¡Niños, fuera, a la calle…! Que nosotros, en un remedo, y entre burlas, también voceamos: ¡Niños, fuera, a la calle...!
    Seguimos por la misma acera y llegamos a la tienda de electrodomésticos de Vicente Martínez. En este apartado, es la más grande e importante de la ciudad.
    De inmediato tenemos el “Bazar Revellín”. Este local es propiedad de los señores Baeza -una de las familias más notables de la ciudad-, y el encargado del mismo, es Pepe Cózar. También es dependiente de este local, Antonio Toledo. Pepe Cózar, aparte de ser una gran persona y todo un caballero, es el primer árbitro ceutí que llegó a primera división.
    Llegamos después a la “Farmacia Trujillo”, propiedad de Francisco Trujillo. Este es mi vecino de la antigua calle de “Las Vendederas”, conocida hoy; como Teniente Gómez Marcelo.
    Rematamos la calle, con una obra en construcción. Este edificio, será en breve, el de la nueva Telefónica.
    Regresamos al principio, y esta vez nos trasladamos a la acera izquierda. El primer portal, es el acceso a la casa de Trujillo. La primera planta, la ocupa el Centro de Hijos de Ceuta. Cuyo presidente, don José Trujillo, es el propietario del inmueble. En la planta  inmediata, está la sede de la Sociedad Deportiva Ceuta, la Federación Norteafricana de Fútbol y el Colegio de Árbitros de este mismo deporte. Las plantas superiores, son residencias de vecinos.
    En la esquina que forma la Casa Trujillo con la calle Alférez Baitón, se halla el Banco Popular Español. Hasta hace poco tiempo, este mismo lugar lo ocupaba “Casa Mosquera”, una gran tienda de artículos de regalos.
    En la esquina inmediata, se ubica la mejor cafetería-pastelería de Ceuta, “El Vicentino”. El propietario se llama Vicente Hoyos -el nombre de la cafetería viene dado por su antecesor, Vicente Hoyos, padre-. Se dice, que grandes aficionados a la confitería, vienen a Ceuta, a degustar los exquisitos productos que en este obrador se fabrican. Sus dulces son famosos.
    Hasta hace unos años, la cafetería también ocupaba lo que hoy es el Banco Exterior de España y se decía de ella, que era de las más grandes y solera de España.
Como  podéis imaginar, seguidamente tenemos al banco mencionado seguido del portal que da acceso al inmueble que consta de cinco plantas. El inmueble es también propiedad de Vicente Hoyos y su hermano -doctor en medicina-. Los dos residen aquí siendo también vecino de este inmueble don Alberto Baeza Herrazti -más que conocido en la ciudad-, en compañía de su bella esposa, Maruchi Weil, hija mayor de Ernesto Weil. La casa Weil, es la empresa que fabricaba el famoso fruchampán, años atrás  y hoy, los refrescos de naranja y limón de la marca “Kiss”.
    De inmediato encontramos la ferretería Baeza, S.A. Posiblemente el comercio más próspero de la ciudad. El ramillete de dependientes lo componen los siguientes siete profesionales: Fortes, Delgado, Mena, Hernández, Sarriá, Parrado y Arce. Tres señores en la oficina: Márquez, Caro y Torres y la cajera Maruja y Manuel el peón.  A pesar del gran número de empleados, siempre está el comercio lleno.
    Perteneciente al mismo inmueble, un portal donde viven los propietarios de la casa; don Claudio y don Francisco Romero. A su vez, propietarios de la farmacia “Romero”, que viene a continuación con la que termina el edificio. En esta farmacia, los dependientes son Ángel y Antonio, dos señores extraordinarios.
    Inmediatamente un estrecho pasillo conocido como “Pasaje Romero” que a los pocos metros, se ensancha y teniendo a la derecha el acceso a una casa de vecinos.  Tras bajar dos escalones, se accede a una calle que desemboca en la parte baja de   Méndez Núñez. La tapia  derecha del pasaje linda con  el patio del colegio de los Agustinos. Y en la margen izquierda, en el recodo que baja, se alzan  los edificios que dan a la Marina, donde estuvo instalado durante  muchos años el odontólogo Carmona; y más tarde, justo en la cancela, en un edificio nuevo,   hasta su reciente desaparición, “Muebles Marruecos”. Tras bajar los escalones, a la izquierda existe un gran portalón por el que se accede a la ferretería de Baeza.
    De nuevo en el Reveían, para seguidamente encontrar un bazar indio y junto a él, el estanco “Baleares”. También es conocido como estanco “Ferragut”, que es como se apellida el propietario.
    Seguidamente una gran cafetería llamada “La Campana”. De las mejores de Ceuta, tras “El Vicentino”.
    Sigue a “La Campana”, el “Bazar Alegría”, propiedad de la familia Alfón, que reside junto al “Bar Sin Nombre” en Plaza de África. Este bazar lo llevan dos de sus hijas: Estrella y Alicia.
    Para finalizar y haciendo esquina con Méndez Núñez, El Banco Hispano Americano.El director de este banco es famoso por su seriedad  y rigidez. A todos los empleados, les indica la obligatoriedad de ir a trabajar con chaqueta y corbata, aún en el mes de agosto,  sin  el “aire acondicionado”, que  se sabe que existe, pero aquí aún  no ha llegado; son los hábitos, algo encorsetados, propias de la época, que con el paso de los años se irán suavizando.       
     Posiblemente, hemos paseado por la calle más importante de Ceuta. Aquí están los principales comercios y bancos y es sin duda, la zona noble de la ciudad. Mañana, continuaremos calle arriba….

     Algeciras, 17 de febrero de 2011

                                                      José María Fortes Castillo

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                     CALLES PADILLA Y MÉNDEZ NÚÑEZ

        

    Sigo instalado en la década de 1950 y dejando atrás el Paseo del Revellín -por entonces calle “José Antonio Primo de Ribera”, doblando a la derecha, me sitúo en la calle Padilla. Esta calle también tuvo su importancia en los años cincuenta. En la misma esquina, existe un solar y uno de sus muros, es aprovechado por el Cine Cervantes, para colocar allí su cartelera. Junto a esta hay un kiosco cuyo propietario, es minusválido. Varios metros más adelante, tenemos el cine. El gerente es el señor Amador, el portero es el señor Toledo y Julia la cajera. Julia es una hermosa mujer y la llaman la Sofía Loren de Ceuta. Yo considero que Julia posee los rasgos más finos que la actriz italiana. Mis padres y tíos Miguel y Solita, deberían estar abonados a este cine, dado que todos los domingos de nueve a once éramos clientes fijos.
    Tras el cine, llegamos a la residencia del general Misian y frente a la residencia, el Economato Militar.
    En vísperas de las Navidades, las colas para entrar en el Economato son interminables. Todos los productos de alimentación, son aquí bastante más baratos y como los tiempos que corren no son muy boyantes, la gente no militar, se las ingenia,  para conseguir un bono que le facilite la adquisición de alimentos, en es establecimiento. La verdad es que las autoridades militares, no ponen mucho empeño ni rigidez en evitarlo. Son sabedores de los tiempos que corren, 
     Algo más adelante se encuentra el Cuartel de Sanidad. A ambos lados de la calle les siguen pabellones militares sin importancia y aquí, se acaba la calle.
    Iniciamos Méndez Núñez, con dos esquinas a ambos lados de la calle. Si iniciamos el recorrido por la izquierda encontramos el Banco Hispano Americano  seguido de la fachada que dobla la calle del Colegio de San Agustín. La calle finaliza con las ventanas de Telégrafo cuyo acceso está en la Marina. Hoy la llaman calle 18 de Julio, pero todos la conocen como la Marina.
    La calle por la derecha, formando esquina está el escaparate de Molina. Me cuenta mi padre, que en ese mismo lugar, hace años estaba el famoso “Barkin”. Este era un bar de gran solera en las décadas de los años veinte y treinta.
    Seguimos bajando la calle y encontramos el comercio conocido como “el 10”o “La Rondeña”. Una tienda de embutidos y chacinas de don Miguel Martín, conocido como el “fuera caballos”, frase que repite al día cientos de veces. En este local también se chatea y bastante bien, por sus exquisitas tapas. Don Miguel es natural de Ronda y de su tierra, se abastece de las exquisiteces provenientes del cerdo, que en la sierra malagueña se suele dar.
    Seguidamente viene la papelería de Alcalá conocida como “Papelería Imperial”; y varios metros más abajo también del mismo propietario, el taller de tipografía, llamado “Imprenta Imperio”. Esta posee un gran portalón que facilita ver la operación de los empleados, cambiando las hojas al ritmo de la máquina. El operario más cercano de la puerta es Juan Hormigo – vecino mío, de la calle Gómez Marcelo-
    Bajamos la calle y formando esquina con la de  Antioco, se hallan los talleres de costura y confección de don José Benoliel Bentata.
Continuamos bajando la calle y a parte de un gran portal de vecinos, nada importante que reseñar, hasta llegar el final de ella, donde a la derecha y en el vértice que forma un ángulo recto con la Marina, existe una placeta perimetrada por una bella verja metálica que da cobijo a la Comandancia Militar de Ceuta. Posee dos enormes árboles -ficus benjamina-, hermosísimos.
    Dos compañeros míos de clase en el Colegio de San Agustín, apellidados los hermanos Espinos, residen en este lugar y un par de veces me invitaron a entrar en casa y luego jugar por el gran jardín existente en la parte posterior. Este hermoso jardín, desconocido por la mayoría de los ceutíes, llega hasta el Callejón del Obispo, hoy, calle Millán Astray. Colindante con el taller de Transmisiones del Ejército que existe antes de llegar a esta calle.
    He aquí mi paseo de hoy, dos calles que pasan desapercibidas cincuenta años después, pero que en su día tuvieron gran importancia en devenir de los ceutíes.

    Algeciras, 18 de febrero de 2011

                                                          José María Fortes Castillo

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  MIS RECUERDOS I. CALLE REAL: DEL REBELLÍN A LA CALLE PADILLA

 

    Es increíble la de comercios notablemente populares allá por los años mil novecientos cincuenta en Ceuta y que han desaparecido, sin que los sucesores de aquellos propietarios hayan querido, o podido, continuar con el negocio familiar.
De puente a puente, no es necesario que comente más, dado que no creo me quede más en el tintero. Pero desde el inicio del Rebellín, hasta la vieja Plaza Azcarate, si cierro los ojos y me traslado a aquellos años, el paseo será seguro gratificante, recordando aquella arteria principal de mi Ceuta del alma.
   A la derecha, iniciando la calle nos encontrábamos con “El Campanero”. Esta cafetería era también conocida como “Casino de los pobres”. Doña Mercedes, la propietaria era una señora encantadora que desde el fallecimiento de su esposo, se hizo cargo del negocio, llevándolo con mano de hierro. El local constaba de dos plantas, En la baja se encontraba entrando a la derecha, la barra y todo el servicio de cafetería. En el exterior y en toda la fachada del edificio, había un importante número de mesas, todas de patas metálicas y encimeras redonda, de un reluciente mármol blanco. Eran los tiempos del café de “pucherete” y los camareros, acudían a servir el citado café, con dos plateadas cafeteras -una en cada mano- una portaba el negro líquido y la otra la leche.
    Al piso superior se accedía a través de una escalera, ubicada al fondo de la cafetería. Esta planta servía como sala de juego. En ella podíamos apreciar tres mesas de billar, un futbolín y varias mesas donde se jugaba al parchís, dominó y a los naipes.
    Algo más arriba, estaba  la librería “Cortés”. La más importante de Ceuta.
Siguiendo por la misma acera, llegábamos a “Casa Blasco”, Este mismo comercio, era conocido popularmente, como “Casa Currito”.
    A continuación topábamos con la gran tienda de M Dialda. Este era el bazar indio más importante de la ciudad. Eran famosos sus mantones de Manila. Radio Ceuta, estaba continuamente anunciando este local comercial y sus productos de regalo.
Seguidamente estaba “Casa Ibáñez”. Una de las tiendas de tejidos, más importante de la ciudad.
   De inmediato teníamos la sucursal de la Caja de Ahorro y Monte de Piedad de Ceuta con los hermanos Godino y Pepe Martín. Lastima la perdida de esta  caja bancaria tan ceutí. Poco a poco, todas nuestras señas de identidad tan arraigadas a la vieja Ceuta, las estamos perdiendo lastimosamente. Al final, como dice mi primo Manolo, tendremos una ciudad preciosa pero sin alma. Sin ningún pasado que tengamos que añorar. Recemos por que a ningún político le de por quitarnos el monte Hacho. Aunque ya lo han intentado, cuando se instaló la Petrolífera “Ducar” y el sur del monte lo quisieron convertir en cantera. Gracias a Dios que se frenó a tiempo. Dos mordiscos que solo sirvieron para prostituir nuestro bello paisaje.
   Otro comercio de gran prestigio venía de  inmediato; Casa Benoliel. Don José Benoliel, era el presidente de la Sociedad Deportiva Ceuta. Esta empresa estaba en manos de don Julio Gallardo, su gran hombre de confianza. Don Julio también era el hombre fuerte en la sociedad deportiva, dada su capacidad de trabajo e inteligencia fuera de lo común. Posteriormente esta misma empresa, inauguro otro gran local comercial, que se ubicaba entre la calle Teniente Olmo y la subida acceso a la Plaza Rafael Gilbert, que se llamaba “Puerta del Sol”. Con anterioridad en este mismo lugar, existían unas oficinas del ejercito, dedicadas a la topografía, medir el terreno ceutí y al levantamiento de planos. Un alto funcionario de estas oficinas, era el señor Montes, secretario técnico de fútbol de la Unión África Ceutí.
   Siguiendo por la misma acera, llegábamos al “Bazar Rebellín”, este antiguo comercio, era propiedad de los señores Baeza. Continúo a este local y antes de llegar a la calle Padilla, pasábamos por las dos entradas que aún posee la farmacia “Trujillo”. Entre esta farmacia y la calle Padilla existía un solar, donde más tarde se construyó el edificio donde hoy está telégrafo, que con anterioridad se ubicaba en el Paseo de la Marina Española, y sus ventanas daban a la calle Méndez Núñez.
  Ahora nos toca volver atrás e iniciar la acera de enfrente. Esta acera sigue presidida por el edificio más emblemático de la ciudad “Casa de Trujillo”. Su gran portal, daba acceso al Centro de Hijos de Ceuta, que se ubicaba en el entresuelo y las oficinas de la Sociedad Deportiva Ceuta, Colegio de Árbitros y la Federación Hispano-marroquí de Fútbol, también tenían aquí sus sedes.
   Los domingos por la tarde, una vez finalizado los partidos de fútbol, tres grandes pizarras eran colgadas del balcón de la cara frontal del edificio donde era la sede social del Centro de Hijos de Ceuta. En estas pizarras, se daban los resultados de primera división y los dos grupos de segunda, el norte y el sur.
   Al otro extremo del edificio, antes de la ubicación del Banco Popular Español, estuvo “Casa Mosquera”. Así llegamos a la calle Alférez Baytón. Bajando la escalera, a la izquierda teníamos el economato de la Marina de Guerra Española. A la derecha un despacho de leche y haciendo esquina con la calle de la Marina, estaba el local social de Caza y Pesca, hoy restaurante “Marina”.
  Dejamos atrás la casa “Trujillo” y la calle Alférez Baytón y en la esquina se encontraba la pastelería y confitería del “Vicentino”. Por una pequeña puerta, se accedía  al restaurante del mismo nombre, que en aquellos tiempos era el mejor que había en la ciudad. En los salones del Palacio Municipal, con alguna frecuencia, se celebraban solemnes cenas, bien por la visita del Alto Comisario, el Califa de Tetuán o algún otro personaje. El servicio corría siempre a cargo de éste establecimiento. Su propietario era  Vicente Hoyos, muy conocido y querido en la ciudad. Esta gran cafetería-restaurante, se convertiría con el tiempo en el Banco Exterior de España.
   Mas arriba estaba la ferretería “Baeza, S. A.”, donde mi padre era encargado de venta y detall. A continuación la farmacia “Romero”, el estanco de Ferragut y seguidamente “La Campana”.
   Esta última, presta el mismo servicio que “El Vicentino”, es decir: es pastelería, cafetería y restaurante. Este bar, también gozaba de gran prestigio. Estas dos cafeterías, cuando reina el buen tiempo, colocan las mesas de la calle, en la acera que le corresponde por su ubicación, y en la de enfrente.
Continúo con los recuerdo y tras “La Campana” estaba el bazar “Alegría”, propiedad de la familia Alfón, que residían  en el piso superior del bar “Sin Nombre”. A continuación formando esquina con la calle Méndez Núñez, estaba  el Banco Hispano Americano.
    En la esquina de enfrente “Casa Molina”, que en vísperas de los Reyes Magos, se transformaba en la mayor exposición de juguetes vista en Ceuta.
   Venía a continuación     el Banco Central, calzados “Gacela” y la Plaza del Teniente Ruiz. En esta plaza, el local que ocupa hoy la Tertulia Flamenca, era la sede social de “El Control”. Esta era una sociedad cultural recreativa, que competía con otra llamada “La Peña”. Ambas sociedades, poseían unas hermosas casetas de feria, cuando esta, se instalaba en el muelle del Cañonero Dato.
Pasamos la Plaza Ruiz y formando esquina estaba y aún continúa aunque con distinto propietario, la joyería de “La Esmeralda”. Esta joyería limitaba con “Casa Ros”.
   A continuación existía un gran solar, donde hoy se ubica el hotel “Ulises”. En este lugar, con alguna frecuencia se instalaban carpas, bien de circos o para ofrecer otro tipo de espectáculos. Una noche, mi padre me llevó a presenciar una velada de lucha libre, donde peleó el que por entonces era campeón de España, Salude. Tiempo después y hasta iniciarse las obras del hotel, el lugar fue ocupado por una terraza de verano del cine África.
    Más arriba, había una papelería-librería propiedad de los hermanos Simón, seguido del Banco Español de Crédito, llegando así a la calle Serrano, donde se hallaba el bar “Jamón”.
   Con anterioridad he citado el restaurante “La Campana”. Pues bien, esta fue adquirida por don Pedro Azcoitia, a su antiguo propietario y éste instaló el bar “Jamón”.
   En el próximo capítulo, seguiremos recordando todos aquellos entrañables lugares, que un día hace sesenta años, fueron santo y seña en el quehacer social de aquella vieja Ceuta.

   Algeciras, 9 de diciembre de 2011.

                                                                  José María Fortes Castillo

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             PASEO POR LA CALLE REAL II. PADILLA Y MÉNDEZ NÚÑEZ

             
    Sigo instalado en la década de 1950 y dejando atrás el Paseo del Rebellín -por entonces calle “José Antonio Primo de Ribera”, doblando a la derecha, me sitúo en la calle Padilla. Esta calle también tuvo su importancia en los años cincuenta. En la misma esquina existe un solar, y uno de sus muros, es aprovechado por el Cine Cervantes, para colocar allí su cartelera -años después se ubicó en este mismo lugar Telefónica-. Junto a esta hay un kiosco cuyo propietario, es minusválido. Varios metros más adelante, tenemos el cine. El gerente es el señor Amador; el portero de butacas el señor Toledo; el de general el señor Guillermo -pícaro y entrañable donde los haya, y gustoso del  rubio chesterfield que, a modo de prestidigitador,   pudiera conseguirte la entrada imposible del domingo…-;  y Julia la cajera. Julia es una hermosa mujer y la llaman la Sofía Loren de Ceuta. Quizás Julia posea unos  rasgos más finos y delicados que la actriz italiana... Mis padres y tíos Miguel y Solita, deberían estar abonados a este cine, dado que todos los domingos de nueve a once éramos clientes fijos.
    Tras el cine, llegamos a la residencia del general Mizzian y frente a esta, el Economato Militar. En vísperas de las Navidades, las colas para entrar en el Economato son interminables. Todos los productos de alimentación, son aquí bastante más baratos y como los tiempos que corren no son muy boyantes, la gente no militar, se las ingenia para conseguir un bono que le facilite la adquisición de alimentos en este establecimiento. La verdad es que las autoridades militares, no ponen mucho empeño ni rigidez en evitarlo. Son sabedores de los tiempos que corren. 
    Algo más adelante se encuentra el Cuartel de Sanidad. A ambos lados les siguen pabellones militares sin ninguna relevancia  que destacar, hasta finalizar la calle.
En el lado opuesto, iniciamos Méndez Núñez, con dos esquinas a ambos lados de la calle. Si iniciamos el recorrido por la izquierda, encontramos el Banco Hispano Americano  seguido de la fachada que dobla la calle del Colegio de San Agustín. En este colegio tuve el honor de hacer la primera comunión. Estaba entonces en la segunda preparatoria y corría el año 1949. Era nuestro profesor don Cristóbal de la Torre, y entre mis condiscípulos, recuerdo: a Quino Curado, a Gargallo, a Parra, a Reyes, a Velásquez, y  a otros que ya, con el tiempo transcurrido,  se me borran sus nombres...
    Finaliza el colegio en la boca-calle del “Pasaje Romero”, seguida del edificio del viejo Telégrafos. En la fachada que da a la calle Méndez Núñez, recuerdo la presencia de cuatro o cinco ventanas, que con buen tiempo se mantenía siempre abiertas, y nosotros, tanto a la entrada o salida de clase, nos asomábamos a ellas observando el funcionar de las máquinas y oyendo el teclear que se origina cuando perforaban la cinta que recepciona el mensaje; cinta proveniente de un interminable royo que cuando la tiraban, nosotros la recogíamos para jugar. El edificio tiene acceso por la calle de la Marina. Hoy la llaman calle 18 de Julio, pero todos la conocen como la Marina.
    De regreso al inicio de la calle, por la derecha, formando esquina, nos damos de bruces con el magnífico  escaparate de Molina. Me cuenta mi padre que, en ese mismo lugar, hace años estaba el famoso “Barkin”. Este era un bar de gran solera en las décadas de los años veinte y treinta.
    Seguimos bajando y encontramos el comercio conocido como “el 10” o “La Rondeña”. Una tienda de embutidos y chacinas de don Miguel Martín, conocido como el “fuera caballos”, frase que repite al día cientos de veces. En este local también se chatea y bastante bien, por sus exquisitas tapas. Don Miguel es natural de Ronda y, de su tierra, se abastece de las exquisiteces provenientes del cerdo que, en la sierra malagueña, se suele dar.
    Seguidamente viene la papelería de Alcalá conocida como “Papelería Imperial” y varios metros más abajo también del mismo propietario, el taller de tipografía, llamado “Imprenta Imperio”. Esta posee un gran portalón que facilita ver la operación de los empleados cambiando las hojas al ritmo de la máquina. El operario más cercano de la puerta es Juan Hormigo -vecino mío, de la calle Gómez Marcelo-.
Bajamos la calle y, formando esquina con la de  Antioco, se hallan los talleres de costura y confección de don José Benoliel Bentata.
    Continuamos bajando la calle y encontramos un portal de vecinos seguido de una panadería. Más abajo a la derecha y en el vértice que forma un ángulo recto con la Marina, existe una placeta perimetrada por una bella verja metálica que da cobijo a la Comandancia Militar de Ceuta. Posee dos árboles –“ficus benjamina”-, hermosísimos.
    Dos compañeros míos de clase en el Colegio de San Agustín, apellidados los hermanos Espinos, residen en este lugar y un par de veces me invitaron a entrar en casa y luego jugar por el gran jardín existente en la parte posterior. Este hermoso jardín, desconocido por la mayoría de los ceutíes, llega hasta el primitivo “Callejón del Obispo(*)” -utilizada su enfilación para el fondeadero de los buques en la dársena del puerto-, más tarde se cambió por el de Millán Astray. Colindante con el taller de Transmisiones del Ejercito que existe antes de llegar a ella.
   He aquí mi paseo de hoy, dos calles que quizás pasen desapercibidas cincuenta años después, pero que en su día tuvieron gran importancia en el devenir de los ceutíes. Mañana, junto a los naranjos, continuaremos ascendiendo la calle…

 

                                     José María Fortes Castillo – Ceuta en el corazón.

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(*)Derrotero General del Mediterráneo (Dirección Hidrográfica-Madrid, 1883)Tomo I.
Fondeadero.
     El mejor fondeadero de la bahía de Ceuta se halla por 13 a 18m. de agua sobre arena y algunas piedras sueltas al NO. de la medianía  de la ciudad nueva y con el callejón del Obispo bien abierto; pues fuera de esta enfilación  el fondo es de cascajo.
     Dicho callejón, llamado también calle, a cuyo reconocimiento puede contribuir el campanario de San Francisco, situado en la extremidad superior de él, empieza en el costado septentrional de la casa del gobernador, que es la más visible al principio de la Almina, en la misma muralla.

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      UN PASEO POR LA CALLE REAL III. CAMOENS-PLAZA LOS REYES

   
   Finalizaba el Rebellín en la confluencia de la calle Padilla y el Cine Cervantes; y la calle Méndez Núñez, con  el Banco Hispano Americano en una esquina, y en la otra, pasada la calle,   “Casa Molina”. Aquí se inicia la calle Camoens. La antes mencionada “Casa Molina” en vísperas de los Reyes Magos, se transformaba en la mayor exposición de juguetes vista en Ceuta.
  Venía a continuación el Banco Central, calzados “Gacela” y la Plaza del Teniente Ruiz. En esta plaza, el local que ocupa hoy la Tertulia Flamenca, era la sede social de “El Control”. Esta era una sociedad cultural recreativa, que competía con otra llamada “La Peña”. Ambas sociedades poseían unas hermosas casetas de feria, cuando ésta, se instalaba en el muelle del Cañonero Dato. La caseta ferial de la Peña, se caracterizaba, porque el fondo lo formaba un gigantesco abanico donde en el centro se ubicaba el escenario. Tanto la caseta como el abanico, fue diseño y obra del artista local, Pepe Garzón.
   Pasamos la Plaza Ruiz y formando esquina estaba y aún continúa aunque con distinto propietario, la joyería de “La Esmeralda”. Esta joyería limitaba con “Casa Ros”. Este establecimiento fue fundado por Don Bartolomé Ros, un murciano nacido en Los Dolores y afincado en Ceuta desde el año 1918. Don Bartolomé fue uno de los grandes fotógrafos de la época.
   A continuación existía un gran solar, donde hoy se ubica el hotel “Ulises”. En este lugar, con alguna frecuencia se instalaban carpas, bien de circos o para ofrecer otro tipo de espectáculos. Una noche, mi padre me llevó a presenciar una velada de lucha libre, donde peleó el que por entonces era campeón de España, Salude. Tiempo después y hasta iniciarse las obras del hotel, el lugar fue ocupado por una terraza de verano del cine África.
  Más arriba, había una papelería-librería propiedad de los hermanos Simón Fernández. Esta familia es propietaria de los hornos de pan sitos en las calle Velarde y Espíritu Santo. También está  muy vinculada a la Cofradía del Nazareno y Nuestra Señora de la Esperanza, donde uno de ellos es el Hermano Mayor. Los dos pasos de esta cofradía son portados a hombros por legionarios. Se da el caso que en vez de llevar”trabajaderas” que se ubican de lateral a lateral, éstas los hacen de delante a atrás, al estilo de Málaga, solo que no lleva portadores en el exterior. Años más tarde, optaron por las típicas “trabajaderas" al estilo de Sevilla.
   A continuación llegamos al Banco Español de Crédito, donde el cajero era Manolo Vallejo, nacido y vecino -hasta que se casó- del patio de la Ramblilla del callejón del Asilo Viejo. Este inmueble era conocido como “la casa de Don Matías”, dado que en él, vivía y pasa consulta Don Matías Calvo Pecino, afamado médico de la ciudad, que años después construyó un inmueble en la calle Jáudenes, donde se trasladó.
  El banco hace esquina con la calle Serrano, donde se encuentra  el portal de acceso del inmueble antes mencionado y, junto a éste, se hallaba  el Bar “Jamón”. En el capítulo anterior, citaba  el restaurante “La Campana”; pues bien, ésta fue adquirida por don Pedro Azcoitia a su antiguo propietario, y éste instaló el bar “Jamón”.
  Justamente en la esquina contraria de la calle Serrano, estaba y está, casa Fariña. Más adelante y bajo el largo balcón de la vivienda de la familia Orozco, se ubicaba la “Heladería Los Alicantinos”. Esta heladería de gran prestigio en la ciudad, no tuvo continuidad, debido a que sus dos hijos -un varón y una chica-, no quisieron continuar con el negocio. El chico, atendía a la clientela en verano, y en invierno, estudiaba en Madrid artes dramáticas. Llegando a ser un gran actor. La chica contrajo matrimonio con Vicente Hoyos, propietario del restaurante el “Vicentino” y al vender éste su negocio, se trasladaron todos a vivir a Alicante.
  Algo más adelante, siguiendo la misma acera, encontrábamos la ferretería “Acevedo” -donde el encargado de venta era el señor Cabilla, hermano de don Valentín-. Llegando de inmediato a la “Casa de los Dragones” que forma esquina con la antigua calle -según el Derrotero General del Mediterráneo. Madrid,1883-: Callejón del Obispo, por ubicarse allí el Obispado; hoy, calle Millán Astray. Aquí entramos en la Plaza de los Reyes. De inmediato a la boca-calle mencionada y a la izquierda, encontrábamos un alto relieve en el suelo en cuyos extremos estaban situados dos kioscos. El primero, como estanco -expendeduría Nº 9-; y el segundo, se dedicaba más a las revistas y periódicos. Sobre estos dos kioscos, existía una marquesina con las mismas dimensiones que el suelo de alto relieve. Muy utilizada por entonces como refugio tanto de la lluvia como del sol. En este lugar protegido de la solina, solía vender “volaores” Guillermo, entrañable acomodador unas veces y portero otras, del  Cine Cervantes. También en la festividad de Todos los Santos, el lugar se llenaba de tiestos y cubos con flores, donde se adquirían antes de llevarlas al Campo Santo para adornar las lapidas con los nombres y las fotografías  de nuestros seres queridos.
   Tras esta cubierta existían dos servicios, uno de mujeres y otro de hombres, de manera que las necesidades más imperiosas, pudieran allí ser evacuadas. De estos servicios, quiero recordar en Ceuta hasta tres; el mencionado, otro ubicado en el Paseo de las Palmeras y otro último en la plaza Azcárate. Hoy brillan por su ausencia. Al fondo se hallaba el bar restaurante “Niza” que poseía una bella terraza. A continuación la sede de Falange Española y de la J.O.N.S.; y puedo recordar  que, en una ocasión, yo  estuve en este lugar, en el que el CAS -Club de Actividades Submarinas- celebró una asamblea en la que salió reelegido como presidente, don Salvador Fossati.
    A continuación, la fachada formaba un ángulo recto y en ella se encontraba la Delegación del Gobierno y la residencia del Gobernador civil de la ciudad. El mismo inmueble formaba otro ángulo recto cuya fachada da a la calle Real y donde se ubicaba la Comisaría de policías. Terminada la fachada de este inmueble, daba inicio la calle Real, pero antes tenemos que regresar de nuevo, e iniciar el recorrido desde el comienzo de la calle Camoens, pero esta vez, por la acera derecha.
   Esta acera se iniciaba con un gran pabellón militar de dos plantas. La fachada siempre se mantenía  de un blanco inmaculado y tanto el portal, ventanas y el balcón central, estaban bordeados con ribetes de una pintura marrón-rojiza que daban al inmueble un aire muy señorial. Tendría que ser la residencia de algún general, dado que en el portal siempre había un soldado de guardia.
  Venia a continuación un caserón con la fachada de piedra -quiero recordar que también militar-, seguido de un pequeño solar. Al final y haciendo esquina con la calle Ingenieros, el inmueble conocido como la casa de Franco -dado que fue su residencia durante su estancia en Ceuta- que actualmente sirve de Museo Municipal.
   En la otra esquina de la calle Ingenieros, se hallaba una zapatería seguida de viviendas hasta llegar a la calle González de la Vega. Todas estas viviendas posteriormente fueron derribadas, quedando en el lugar un gran solar. Recuerdo que aquí se instaló durante un tiempo, la carpa del Circo Estambul. Este circo, entre las atracciones más relevantes que poseía, era “Chiquito de Cádiz”. Este artista con cuerpo y cara de niño, en realidad, resultó que tenía más años que el cerrojo de Hacho.
    Dejamos atrás el solar, que más tarde sería la Plaza García Valiño –hoy, Plaza España- y, al fondo, el nuevo edificio de Corros y telégrafos; y llegamos a la calle González de la Vega. Esta calle es popularmente conocida como la calle de Correos, dado que este establecimiento se ubicaba en el lateral derecho de esta calle, con su cabeza de león dorada, presidiendo el acceso. También en el lado derecho y antes de llegar a Correos, durante años hubo una cafetería llamada “Club 31”. En esta calle era también famosa la peluquería de señoras de Ángel.
  Pasada la calle, teníamos uno de los lugares más entrañable de Ceuta: el Teatro o Cinema Apolo. Para mí, recordar este cine, es recordar a mi buen amigo Paco Luque, siempre vinculado al Apolo. Era conocido como Paco Lata -apodo que le puso un primo de mi padre- y por entonces era el terror de los meros de Ceuta.
   Del cine, lo mas peculiar, eran los balcones de “gallinero” y plateas. Estaban fabricados en hierro forjado y eran una obra de arte. Warte el gran artista ceutí -al menos en Ceuta vivía y trabajaba- con motivo del estreno de la película “Ivanhoe”, cubrió toda la fachada frontal y parte lateral con una espectacular y gigantesca cartelera, al estilo del Palacio del Cine de Madrid.
A continuación del Apolo, teníamos un portal y en la misma entrada, una pequeña relojería junto una escalera por donde  se accedía al Centro Gallego.
  Continuando por la misma acera, llegamos al Casino Militar lugar de muy gratos recuerdos. En la época de estudiante acudía allí en compañía de Fernando Rivas, para asistir a los bailes de carnaval en nuestros años mozo.
   A continuación la Iglesia de San Francisco, sagrado lugar donde recibí a Dios por primera vez.Pasado el templo, topamos con la Plaza del Capitán Ramos, aunque popularmente, a partir del derribo del Hospital Real,  siempre  se ha llamado Plaza de los Reyes, hasta llegar a la calle Serrano Orive. Forma esquina con la calle Real, zapatería “Cutillas” y más adelante estaba el Bar “Vinícola”, lugar donde se degustaba una tapas excelentes; y, dejando el bar atrás, se ubicaba la farmacia militar. Y aquí,  dejamos por hoy este paseo, mañana, describiremos detalles de la plaza y principiaremos la Calle Real…

 

                                           José María Fortes Castillo – Ceuta en el corazón.

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      UN PASEO POR LA CALLE REAL IV. PLAZA LOS REYES-AZCARATE

 

    La plaza de los Reyes estuvo ocupada por el Hospital Real y, oficialmente, cuando se construyó esta plaza-jardín se denominó del Capitán Ramos. La plaza ha tenido tres concepciones diferentes desde su construcción, a saber: una primitiva que estaba rodeada por un pequeño muro  y una baranda, y a la que se ajardinó con unos setos y parterres  que la embellecían y hacían agradable su estancia en ella. Recuerdo que algunas tardes de la primavera y  estío, algunos niños íbamos a cazar abejorros que libaban en enjambre las flores que sobresalían engalanadas por encima de los setos.
    Se accedía a la Plaza, tras una bella entrada con una escalera a ambos lados. Unos metros más adelante, un portalón daba entrada a los bajos del jardín. Este lugar era utilizado en la Guerra Civil como refugio. Al oír las sirenas que avisaban del inmediato ataque de aviones que bombardeaban la ciudad, los ceutíes corrían presto a este lugar que les protegía de las bombas.
    Años más tarde, fue remodelada por una segunda, que seguramente ha sido la más hermosa y luminosa, y que se diseñó a partir de un gran perímetro circular  donde se ubicaban el circulo central de una fuente luminosa; y otro circulo que la rodeaba plantado de parterres de flores. Dado que este juego de círculos estaba algo deprimido con respecto al entorno, se le dotó para su acceso de  tres amplias escalinatas. Para el descanso se le añadió ocho bancos de piedra granítica donde las madres mantenían sus tertulias, mientras, a medias,  vigilaban a sus pequeños rapaces. A la derecha, lindando con   la iglesia de San Francisco, se contemplaba un paseo alto  que llegaba hasta la calle Beatriz de Silva y que se remataba con la calle Camoens con una balconada. Finalmente, se termino el ornamento de la plaza con el plante –si no me equivoco- de catorce altas palmeras. Una tercera, que se sitúa encima del aparcamiento subterráneo de estilo modernista, y que nos es claro, que desmerece y que nos dejó huérfanos del bello romanticismo que desprendía la anterior; y que no voy a describir por mor de que podéis visitarla si ello os place.
    A partir de la Plaza de los Reyes, daba comienzo la calle Real. La acera izquierda comenzaba con la presencia de una pequeña tienda de tejidos, seguida de un portal con un pasadizo muy hondo.
   Más adelante se ubicaba y aún lo hace, “Óptica Zurita”, seguida de “Radio Self” el único comercio en Ceuta, dedicado a artículos deportivos. Este establecimiento era propiedad de José Benítez, un gran deportista. Le conocí en el CAS, cuando el local social se ubicaba en la calle Espino. En este local adquirí mi primer fusil -lanza arpones-. Era de aire comprimido y costó mil cien pesetas. Di cien de entrada y firmé diez letras de cien pesetas. En el escaparate estuvo expuesta la imagen de Nuestra Señora del Carmen, antes se su inmersión el la piedra del Pineo. Años después trabajaron aquí, mis amigos Joaquín de la Torre, mas conocido como “Juaqui” y mi inolvidable Miguel Parra, que fue compañero mío siendo él, funcionario de Arbitrios Municipales
    De inmediato encontrábamos una de las grandes charcuterías “Casa Chapela” -el hijo del que fue su propietario, Antonio Chapela, se convirtió con los años en uno de los grandes hombres del comercio de la ciudad-, después se hallaba “La Favorita”, gran tienda de tejidos donde su encargado de ventas era Pepe Medina -siempre que visito Ceuta me lo encuentro y me encanta darle un abrazo- y a continuación teníamos “Casa González”, uno de los grandes comercio de tejidos de Ceuta. Poseía un mostrador muy largo y gran número de dependientes y recuerdo con mucho afecto al señor Toledo, jefe de ventas.
    A continuación un nuevo local de reciente apertura llamado “Comercial Africana”, propiedad de la familia Benasayac. De aquí era empleado Quesada, uno de los fundadores del CAS y gran pescador submarinista. Otra empleada de este comercio era Tere Blanco, casada con Sebastiao  -jugador del Ceuta- y hermana de mi gran amigo Enrique Blanco Albarracín, hoy residente en Cádiz.
    De inmediato un portal donde en el primer piso se ubica “Foto Calatayud” y siguiendo la acera “Casa Lís” que luego fue adquirida por el señor Pérez e instaló “Almacenes Madrid”. 
    Viene después la clínica de don Enrique Ostalé, seguida de “Casa Molina” -donde hoy se ubica “LA Campana” y así llegamos a la calle Trujillo. Con esta calle hace esquina la librería “Alcántara”, le seguía el bar “Casi” y la sastrería “Marañés” que hacía esquina con un pequeño callejón que desembocaba en la calle Isabel Cabral.
   Siguiendo la misma dirección, existía un gran solar que finalizaba llegando a “Casa Sánchez”, taller de reparación de máquinas de escribir y academia de mecanografía -el hijo del propietario, es Francisco Sánchez Montoya, un gran ceutí, hoy, muy popular en la ciudad ya que ha sabido ganarse el cariño y respeto de sus paisanos-. En el piso superior se ubica la academia “Escribano” bajo la dirección del entrañable don Teófilo, un gran señor y profesor, caído en desgracia, por sus simpatías hacia la izquierda. Otra de las muchas infamias que originó la maldita guerra.
    Más adelante, encontrábamos la cafetería “La Perla”, a la que seguía la tienda de tejidos de Juanito Morales hasta llegar a la calle Agustina de Aragón.
    En la esquina de esta calle, estaba la tienda de comestibles “Casa Marcelino”, seguido de un local de repuestos de automóviles que aún perdura y regenta el amigo Pinzones -siempre con su pipa entre los dientes-, a la que seguía una pequeña estrechez de la calle, donde se ubicaba la zapatería del amigo Ricardo Muñoz. Este señor estuvo en la directiva del CAS, un hombre muy educado y muy hábil en los trabajos manuales. Era un gran miniaturista naval y un gran caballero.
    Continuamos la calle y antes de llegar a la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, encontrábamos la tintorería “Amaya” que por entonces, era la más famosa de la ciudad.
    Tras la iglesia, la calle Teniente Arrabal, y en la esquina contraria casa “Serafín”. Otro comercio de gran caché en la ciudad y propiedad de Serafín Ruiz. Tenia dos hijos un varón y una hembra, el varón, Antonio Ruiz Durán fue conmigo alumno en la Escuela Pericial de Comercio y tengo entendido que reside en Cádiz.
    Siguiendo la misma acera y tras dejar atrás la farmacia que aún sigue en el mismo lugar, llegábamos a “Comercial Maza”, local dedicado a la venta de electrodomésticos. A continuación la famosa zapatería de Antoni López. De inmediato y formando esquina con la calle González Besada, teníamos la ferretería de “Riera Hermanos”.
    En la esquina contraria estaba el local de la Mutua de Ceuta a la que seguía “Muebles Ruiz”. El propietario era padre de dos chicas muy guapas. Le seguía un gran local formando esquina que no recuerdo su cometido; y  ya, por fin, entramos en la Plaza Azcarate, donde pensamos que deberíamos retomar de nuevo el camino por donde lo iniciamos, sólo que por la acera opuesta, pero eso lo dejaremos para el siguiente capítulo.

        Algeciras, 15 Febrero de 2012

                                                                  José Maria Fortes Castillo

                                   

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             PASEO CALLE  REAL V. REYES-AZCARATE (Acera dcha.)


    Iniciamos de nuevo mis recuerdos por la calle Real, sólo que por la acera contraria al recorrido anterior. Dejamos atrás  la plaza de los Reyes, verdadera encrucijada de viandantes, que suben y bajan la calle; y en esta plaza ajardinada se detienen unos para conversar animadamente con amigos y conocidos; otros para vender golosinas, burgaillos, castañas asadas, helados, pirulís,”volaores”…, según nos encontremos en una hoja determinada del almanaque; algunos para leer las noticias del día, que el “ABC” o el periódico local “EL FARO”  nos desgranan en sus páginas. Y finalmente, en esta céntrica plaza ajardinada, retornan cada tarde  -como golondrinas viajeras-, las madres  para que jueguen sus niños liberados, al fin, de sus  manos y de la hayas,   entre carreras, saltos y piruetas, por los bancos y el laberinto vegetal  de los crecidos setos….
    Es una plaza para que la tarde se vaya yendo despacio, casi sin sentir, traspasado el crepúsculo de rojo y cárdeno… Como si se musitara una vieja canción en que cada paseante recitara y guardara unos segundos: juegos, lectura, deseos, palabras…Y algún beso familiar, caritativo, pero que también pudiera ser un beso, un beso  de enamorado…
    En el frontal Este de la plaza, donde luego estuvo la “Meca de los Pantalones”, existía un famoso bar llamado “Bar Vinícola” y en el mismo vértice del ángulo que forma la fachada del piso de Marañés estaba y está la puerta por la que se accede a “Calzados Cutillas”. En aquellos años, esta zapatería era famosa por poseer la exclusiva de los zapatos “Gorila”. Al adquirir unos zapatos, te obsequiaban con una pequeña pelotita de color verde que traía grabada en alto relieve, la cabeza de un primate que daba nombre a la marca.
    A continuación estaba la heladería más importante de la ciudad, “Los Valencianos”. Se accedía a este local a través de dos puertas, lo primero que hallabas era una gran sala llena de mesas y sillas y al fondo de ella  un mostrador. La hija de los propietarios, estaba casada con Lucas, hijo mayor  del dueño del bar “Sin Nombre”, es por eso su presencia detrás del mostrador atendiendo a la clientela. Pertenece a este mismo negociovarios carros que, repartidos por la ciudad, hacen llegar a los ceutíes estos sabrosos productos, sin que tengan que desplazarse hasta aquí. El más cercano a mi barrio, se ubica en el Puente Almina, justo donde nace la escalera de bajada al Muelle de Pescadores. El carro es como un pequeño mostrador y sobre él, hay dos tapas niqueladas en forma de cono. En una guarda los helados que son de tres variantes: mantecado, fresa y chocolate; y en la otra está la granizada. Los helados se sirven en dos medidas de cucuruchos, el más grande con su correspondiente bola al precio de una peseta y el más pequeño a cincuenta céntimos. Igual ocurre con la granizada, servida en vasos de dos medidas y al mismo precio que los helados. 
    Tras la heladería, un inmueble de reciente construcción, en cuyos bajos se alinean  una gran galería con varios comercios populares, al fondo se encontraba la cafetería “Rex”, posiblemente la más concurrida por la juventud del momento. Como empleada en este local, recuerdo a Juani. Esta era una bonita niña de mi barrio, hija de Pepita y nieta de Juana “la Mulera”. Otro comercio importante en la galería era propiedad de Rafael Rivera, donde tenía expuesto siempre en el escaparate, un pequeño acuario, con un barco hundido. También estaba en su interior, una joyería del señor Borras.
    Borras era un catalán que llegó a Ceuta para cumplir con el servicio militar y se quedó aquí después de licenciado. Sin saber nadar, estuvo trabajando de submarinista en una empresa catalana, que durante algunos años se dedicó a la recuperación de barcos hundidos. Cuando estos se marcharon, él se dedicó a la pesca de coral, posteriormente se desplazó a Barcelona para aprender la talla y manipulación, montando al final esta joyería. 
    Seguimos adelante y llegábamos al Bar “Pecino”, famoso por sus futbolines. Seguimos y por la misma acera estaba la “Central Ferretera”. En esta ferretería ejercía de encargado Paco Moreno.
    El resto, son pequeños comercios hasta llegar al segundo hotel importante de la ciudad “Hotel La Alhambra” que hacía esquina con la calle Sargento Coriat.
    A continuación la calle se estrechaba y recuerdo la existencia de varios comercios, como “Casa Sola”, “Bazar Kimatray” y electricidad Martínez. Así llegábamos a un pequeño ensanche de la calle,  donde encontrábamos la exposición oriental del “Bazar Indio”. Se accedía a través de unos escalones y formaba esquina con la calle Echegaray. También quiero recordar que posteriormente se instalaron a este local las hermanas Pilar, también conocidas, como “las de Mori” que poseían más adelante un comercio de mercería. En la calle Echegaray, subiendo unas decenas de metros, teníamos el cine de verano; Terraza B ”El Cortijo”-verdadero oasis de verdor de enredaderas, damas  de noches y jazmines, de esa calle, donde a la luz de las estrellas y, bajo el fresco de la brisa del Estrecho, se veían las mejores películas de reestreno de la temporada-, perteneciente al Cine África. En el mismo inmueble donde hoy está la joyería de Pedro, en el sótano, estaba la ferretería de Marteache.
    En la esquina contraria de la misma calle, se ubicaba “La Glacial”, su propietario era conocido como “El Chato Machuca”. Esta heladería se caracterizaba por sus famosos refrescos espumosos. Contaba con cuatro variedades: limón, naranja, fresa y zarzaparrilla. Unas botellas contenían el jarabe o néctar. En un vaso vertían una pequeña cantidad y completaban la totalidad del vaso con agua de seltz o soda, a través de un grifo que había en el mostrador al estilo de los existentes en los bares para verter cerveza. Yo era un asiduo cliente. Me encantaban.
    Siguiendo la misma acera, encontrábamos la mercería Pilar, antes mencionada, y sin que llegue a mis recuerdos nada importantes, llegamos a la calle Duarte, donde destacaba el estudio fotográfico de Arbona. Y hemos de decir, para ser sincero, que pocos ceutíes se han librado, antes que se pulsara el disparador, de los imperativos consejos del fotógrafo, a saber: “Alza la cabeza, inclina un poco la barbilla; no cierres los ojos;  mira al frente; ladea un poco  la cara”… Verdaderamente, fotografías con arte…
    A partir de aquí, es de destacar la anchura de la acera que no sobrepasaba el medio metro. Por esta acera, frente al la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, existía una academia de mecanografía que a la vez, vendía instrumentos musicales. Este local comercial era propiedad de don Luis Fernández de Castro. Este señor con fama de buena persona y que pesaba más de doscientos kilos, era conocido como “El gordo de la música”. Le era imposible andar por esta acera y se veía obligado a cruzar a la de enfrente, que aunque no fuera muy amplia, al menos cabía su cuerpo. Eso sí, los que se cruzaban en su camino, se veían obligados a bajar a la calzada. Por encima de la entrada a su local, un cartel perpendicular a la fachada, mostraba una radio gramola y un perro, donde decía “La voz de su amo”. Seguimos y en un pequeño ensanche, antes de llegar a la calle Martín Cebollino, se hallaba “Casa Cabello”.
    La esquina contraria la ocupaba la tienda de comestible del señor Pérez y a continuación hallábamos el Colegio de la Sagrada Familia.
   Seguimos el recorrido y tras dejar atrás varias viviendas, llegamos a otro ensanche donde estaba y está, la confitería “La Africana” que era propiedad del señor Fernández. Su hijo Fidel, se casó con mi prima Alicia Castillo.
   Dejando la confitería, la calle de nuevo se estrecha y hallamos en primer lugar la "Bodega Fortes". Es la histórica y típica "tasca", donde la gente acude con el único deseo de saborear un buen vino. El local lo compone un rústico mostrador y en el fondo una batería de barriles de noble madera de roble, donde se guardan los diferentes néctar que según la mitología, son el alimento de los dioses. Aquí no hay mesas, ni sillas, ni tapas, sólo buen vino. En la bodega hay algunas barricas de pie, con el fin de que si entre trago y trago, desea dejar la copa descansar un rato, no hay mejor lugar que este, ni que dibuje estampa más bella.
    ¡¡No!!. No me une ningún parentesco a los propietarios, sólo la coincidencia del apellido. Estos señores proceden de Málaga y mi familia paterna es de Almería.
   Seguimos por la misma acera, algo más alegre después de saborear una copita en la bodega y tras unos metros de recorrido, llegamos a la funeraria de Curado. Al frente de la misma se encuentra don Francisco Curado, popularmente conocido en Ceuta como Paco. Es un hombre muy dinámico. Capataz de uno de los pasos de Semana Santa de la Parroquia de los Remedios y también suele acompañar a don José López, también como capataz el paso de la Patrona, Nuestra Señora de África.
    Seguimos nuestro caminar y cruzamos ante una pendiente y estrecha calle. No recuerdo su nombre pero que más de medio siglo después es conocida como Antonio Machado.
    Varios metros más abajo, se nos presenta el mismo caso, Otra calle pendiente y estrecha, sólo que en ésta sé que reside don Carlos de los Huertos, y que su vivienda hace esquina y posee un balcón a la Calle Real. Como en el caso anterior, sé que actualmente la calle se llama “Valdeflores”. Haciendo también esquina y bajo el balcón de don Carlos estaba la Sastrería Aranda. Tras el fallecimiento del titular, su viuda doña Pilar Perpén -hermana de don Bernabé, párroco de la Iglesia de África y arcipreste de la ciudad-, convirtió la sastrería en tienda de regalos, llamándola "El Tirol"; y al frente de ella puso a su sobrino Enrique Lozano Perpén, conocido por Quique, vecino y buen amigo mío.
    Continuamos hasta llegar a un pequeño despacho de pan, ubicado en un portal donde reside Serafín Ruiz, propietario de "Casa Serafín", famoso comercio ubicado en la esquina de la calle Teniente Arrabal.
Casi finalizando el recorrido, llegamos a uno de los bares de más renombre en Ceuta, "Bar Nieto" que limita con la calle Conrado Álvarez. A través de esta calle, se accede al cine de verano "Terraza Cervantes", para inmediatamente y tras pasar la calle, llegar al Colegio Lope de Vega.
    Termino mi recorrido, esperando que a todos aquellos que conocieron estas personas y comercios y me lean, sepan que es posible me haya olvidado de algunos; pero después de más de medio siglo, esto es todo lo que he podido recordar; con el único interés que las personas que he nombrado no sean totalmente olvidadas y perduren en el  “corazón de Ceuta”… Por hoy hemos terminado el paseo, mañana, con nuevos ánimos,  continuaremos desde otra pintoresca plaza: la Plaza  Azcarate…. 

     Algeciras, 6 de enero 2012


              

                                                   José María Fortes Castillo-Ceuta en el corazón.

   

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                 PASEO CALLE REAL VI. AZCARATE-MAESTRANZA - I

     De lo más significativo por la acera izquierda de aquella plaza de Azcarate -al igual que el Puente Almina y Plaza de los Reyes-,  era la presencia de dos quioscos. Ambos, a cada lado del acceso a la escalera que comunicaba la plaza alta de la baja. Esta escalera -en forma de “V” invertida-, son en realidad dos, cada una finaliza a ambos lados de la plaza, en la que años más tarde se ubicaría un mercado. Al final otras dos escaleras, esta sí en forma de “V”, que se unen en el tramo final, para acceder a la calle de Salud Tejero, en la confluencia con la calle Alfau. 
    Volviendo de nuevo a la zona alta, el más cercano de los dos quioscos -el de la izquierda-, era un despacho de leche, para más tarde -al final de la década de los cincuenta-, pasar a ser una mini-cafetería. En él se podía consumir café, chocolate e infusiones acompañado de rica bollería.  El otro se dedicaba a la venta de prensa y revistas. No recuerdo el nombre del propietario, pero sí que era minusválido, muy popular y querido en toda esa zona.
    También era notorio, la parada de taxis, que en Ceuta eran todos negro, para más tarde no tener colores determinados. Esta era la época de los Plymouth, Ford, Chevrolet, Dodge, etcétera. En la  parada del Puente Almina unos de los taxis era de la marca Hudson y la parada del Cervantes -que primero estuvo en la calle Padilla y más tarde en la calle Méndez Núñez-, había un De Soto y un Chrysler Carnero. Prosigamos con el paseo y dejemos los taxis y sus marcas para otra ocasión.
    Dejando la Plaza atrás y antes de llegar a la calle Dueñas, existe un gran solar, aislado por un muro blanqueado de cal. Llegamos la boca-calle y continuamos por la acera izquierda. A los pocos metros, encontramos el patio de la Tahona. Este es uno de los patios más populares de Ceuta. Probablemente y como su nombre indica, años atrás, existiría en este lugar un horno de pan que fue quién dio origen al nombre. En la actualidad se caracteriza, porque todas las mañanas el patio se convierte en mercadillo. Productos de la huerta marroquí y de nuestras dos bahías, son expuestos para su venta. En el año 1955 aproximadamente, en el interior del patio, se expuso una maqueta de una ciudad, con su red ferroviaria en miniatura. Túneles, puentes, pasos a nivel y estaciones de trenes, ornamentado por redes eléctricas bosques y jardines, hizo la delicia de todos los que tuvimos la suerte de visitarlo. No se quien fue el responsable de aquella maravilla, pero en mí quedó grabada para siempre. Es vecino de este patio, don Teófilo Escribano, profesor y propietario de la academia que lleva su nombre, sita en el piso superior de la academia de mecanografía y talleres “Sánchez”.
    Dejamos atrás el patio de la Tahona y un par de metros mas adelante, estaba “El Espartero”. En este bar por el que se accedía tras subir dos escalones, años mas tarde, cuando ya me permitía el lujo de tomar algunas copas, he saboreado los mejores cangrejos reales que he comido jamás. Mis tíos Miguel y Solita, que vivían enfrente, me invitaron una vez a probarlos y me hice adicto. Sus tapas variadas de cocina eran exquisitas.
    Metros más adelante, la calle se ensancha y encontramos un inmueble, donde uno de sus vecinos, es Manuel Pumares, ni más ni menos, que campeón del mundo por equipos de pesca submarina. Este campeonato se celebró en Tánger en 1954 y representando a España, participó un equipo integrado por Salvador Fosatti como delegado y el citado Pumares, Juan  Bravo, Manuel Martínez y Manuel Rivera, como pescadores submarinistas. Todos de Ceuta y pertenecientes al Unión África Ceutí -aún no se había creado el CAS-. A estos señores, no se les ocurrió otra cosa que quedar campeones del mundo.
    Siguiendo por la misma acera, la calle Real de nuevo se ensancha y en la misma esquina, hay un pequeño patio, donde reside un amiguito de la infancia y compañero de colegio llamado Manolo Arroyo.
    Continúo y la acera se estrecha, de manera que solo puede circular por ella una sola persona y no muy gruesa. Antes de llegar a la boca-calle Almirante Lobo, encontramos un local dedicado a la venta de muebles usados. ¡Si!, en aquellos tiempos, la venta de muebles usados estaba a la orden del día. Aunque hoy eso no se conciba, en esos tiempos era un negocio rentable. También había un pequeño patio donde uno de sus vecinos era Durán, maestro de la brigada municipal de obra.
    A espalda de la tienda de muebles, se ubica el patio de Don Juan. Es un patio que goza de cierta popularidad y aunque a él se accede a través de la calle Almirante Lobo y ninguna de sus viviendas colinde con la calle Real, no quiero pasar de largo sin ofrecerle desde la página de CEUTA EN EL CORAZÓN un pequeño homenaje.
Sigue a continuación algunos comercios que no llego a recordar -en el año 1955, yo tenía entonces 14 años y vivía en Plaza de África, zona opuesta a la que describo y que no solía frecuentar-,
    Llegado a este punto, la acera es algo más ancha y la calle gira hacia la izquierda como unos treinta grados y en ella solo tenemos un muro blanqueado de cal,  hasta que varios metros después encontramos el acceso a través de una pendiente rampa en forma de zeta, del Garaje Continental.  El propietario es el  padre de un compañero de colegio llamado Fernando Enrique.
    En este garaje, desempeña el cargo de encargado general, el primer ceutí que tuvo el gran honor de vestir la camiseta roja del equipo Nacional de fútbol: José Bravo Domínguez. Pepe Bravo “el zocato”, es contertulio de mi padre en el Centro de Hijos de Ceuta y formó el ala izquierda en la delantera del F.C. Barcelona, con Domingo Balmanya, con quien aún mantiene una gran amistad. Años más tarde, reclamado por el señor Ibáñez, pasa a desempeñar el mismo cargo, pero esta vez en el Garaje África, sito al inicio del Muelle Cañonero Dato.
    La salida del Continental se ubicaba en la calle Salud Tejero. Justo en el punto donde se junta ésta con la calle Linares.
    Dejamos atrás el garaje y llegamos a la peluquería Moreno. Este comercio es propiedad de dos hermanos, Pepe y Juan, que a la vez poseen otra peluquería en el Mercado Central de Abasto. Los hermanos Moreno, además de pelar y afeitar, ofrecen servicio de duchas caliente. Este servicio solo lo he conocido -en todos los años vividos en Ceuta-, en estas dos peluquerías. Abonando una pequeña cantidad, te facilitaban una mini-pastilla de jabón, toalla y champú si lo solicitabas. En esos tiempos, no todas las viviendas poseían cuartos de baño. Es más, las más antiguas como las que se ubicaban en la gran mayoría de patios, tenían el servicio de watercloset comunitario y en el interior, el palanganero hacía las veces de lavabo. La verdad es que los dos locales brillaban por su limpieza e higiene, y si además añadimos la amabilidad de los dos hermanos, no era de extrañar la afluencia de clientes, ávidos de darse una buena ducha. Los hermanos Moreno, eran muy populares y conocidos en Ceuta. Los peluqueros, tenían otros dos hermanos, uno llamado Paco que era jefe de ventas de la Central Ferretera y Antonio que era encargado jefe del Mercado Central de Abasto. Los cuatro disfrutaban del aprecio de la mayoría de los ceutíes.
    Continuamos, y  algo más adelante, encontramos la tienda-bar de “Paco Bigote”. Al principio y durante muchos años, solo fue tienda de comestible, pero un día, una habitación que le servía de desahogo, la habilitó como mini-bar. Era tan pequeño que en su interior, no cabían mas de cuatro clientes, pero siempre estaba lleno y algunos más en la puerta. Fue pionero en Ceuta utilizando la plancha; y sus tapas consistían en filetillos de ternera, de cerdo, riñones, chocos, salchichas, filetillos de aguja palá -pez espada-, filetes de hígado y gran cantidad de pescado variado, todo a la plancha y de un sabor exquisito. Estoy escribiendo esto, a las dos de la tarde y de recordar estas delicias, me vienen al paladar unos golpes de saliva tremendos, señal inequívoca que tengo la boca hecha agua. Recordar esto a esta hora es un martirio. ¿Qué bar sería capaz de poner hoy filetillos de pez espada de tapa?
    Dejamos atrás a “Paco Bigote”, relamiéndonos aún con  sus sabrosas tapas y, metros más adelante, llegamos a la puerta de la tienda de comestible y carnicería “El Gurugú”. Tras este local, entramos en la plaza de Maestranza,
Por la acera contraria hay locales que comentar, pero por ésta no recuerdo nada digno de mención si exceptuamos que cruzando la plaza, se halla el taller del maestro Luque. Este señor era ajustador de profesión y en su taller, poseía un pequeño torno de precisión, fresa y otros útiles. Si alguna maquinaria, automóvil, etcétera, le era necesaria una pieza que no se hallaba en el mercado, se recurría al maestro Luque y te sacaba del atolladero. Un verdadero artista de la matricería.
    Ya he llegado al final, ahora me toca regresar a la Plaza Azcarate e iniciar de nuevo el recorrido por la acera derecha, pero eso lo dejaremos para el siguiente capítulo.


            Algeciras, 23 de abril de 2012.

                                                                            Pepe Fortes Castillo

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           PASEO CALLE REAL VII.ASCARATE-MAESTRANZA(Acera dcha.)

 

     Acababa de tomar un café en el bar Nieto y salí al exterior, con la idea de reiniciar de nuevo mi paseo hasta la Plaza de Maestranza. Esta vez por la acera derecha. De inmediato una calle que creo recordar se llama Conrado Álvarez y en ella una rampa de subida al terraza de verano del cine Cervantes. Es sin duda la más grande de todas las terrazas cinematográficas de Ceuta. Mis amigos y yo, éramos más adictos al terraza Apolo y al Cortijo.
   A continuación hallábamos el colegio Lope de Vega, perimetrado en gran parte por una reja metálica que lo aísla del exterior. Finalizado el colegio, llegábamos a la confluencia con la calle Canalejas. No podemos pasar por alto esta calle, sin dedicar un recuerdo a dos centros comerciales de los mas famosos por aquella maravillosa década de los cincuenta; las bodegas de Verdú y Pagán. Esta última adquirió notable fama con sus sabrosos caracoles de Ketama.
   Al final de la pendiente calle, justo a la derecha, hay una gran puerta que se utiliza como salida del cine de verano y junto a esta, el viejo edificio de los juzgados, protegido todo el frontal por una verja.
   Pasamos la calle Canalejas y en la esquina se ubica el inmueble propiedad de la familia Baeza. Todo los bajos de esta casa lo ocupa la tienda de muebles “El Hogar Moderno”, posiblemente la casa mas antigua de Ceuta dedicada a esta rama. El jefe de venta es don Manuel Muñoz, gran aficionado a la caza. Cuando está libre de sus obligaciones laborales, le gusta pasear por las calles de la ciudad. Su andar es muy peculiar, dado que lo hace doblado un poco a la izquierda. No crean que lo hace porque sea de esa tendencia, el motivo es que durante una cacería de jabalíes, recibió un tiro de posta, que le hizo desviar un poco la columna vertebral que le obligó caminar de esa forma.
   Esta casa tiene como vecinos; a Juanito Roso, indudablemente el mejor ciclista de la ciudad y de Marruecos, junto al tetuaní Turky. Otro notable vecino es, Manuel  Rivera, componente de aquel equipo que se proclamó campeón del mundo de pesca submarina en el año 1954.
    Durante estos años, este inmueble adquirió triste fama. En poco tiempo, dos personas se arrojaron desde la azotea al vacío. Ni que decir tiene que en Ceuta, si alguien decía estar harto o cansado o cabreado por algo, la respuesta que le daban siempre solía ser la misma: ya sabes, te vas al piso de Baeza, te dejas caer y acaban tus males.
    Dejábamos atrás dicha casa y su macabra fama y llegamos a un portal donde hay ubicado un establecimiento que vende de todo; prensa, tabaco, chucherías, revistas, etcétera. En la planta baja vive Blas García, compañero de colegio y minusválido de una pierna.
    De inmediato llegábamos a una carnicería y a continuación dábamos con la escalera de acceso a la calle Molino. Al final de esta escalera, a la derecha una casa da cobijo a dos familias. En una vive un policía nacional llamado Anselmo y su hija Estrellita, que años después contrajo matrimonio con Antonio Cruces importante industrial de la ciudad. En la otra vivienda reside mi tío Miguel Castillo, su esposa Soledad y mis primos Joaquín, Marisol y Alicia.
    Frente a casa de mis tíos, dos escalones dan acceso a una sala perteneciente al edificio del Hospital de la Cruz Roja. En esta sala se suele repartir a los loteros las participaciones que diariamente se sortean en la ciudad. El sorteo se celebra todas los días -creo recordar a las diez de la noche-, en este mismo lugar. A esta hora suele haber mucha afluencia de gente: unas, interesadas en saber el número premiado; y otras, para retirar las papeletas del sorteo próximo. El número premiado lo suelen exponer en la primera ventana del primer piso.
    Como hago saber, estamos ante el edificio del Hospital de la Cruz Roja. Antes de llegar a la entrada principal, una puerta sirve de acceso a la sede de los “Hijos de María”. Esta es una organización similar al Centro de Acción Católica, sito en la Cripta de la Iglesia de Nuestra Señora de África, donde los chavales suelen jugar al parchís, dominó, damas y al ping pong o tenis de mesa. También poseen un equipo de fútbol al que nos hemos enfrentado alguna vez, pues  yo pertenecía al Estrella de África del Centro de Acción Católica que antes hemos mencionado.
    Metros más adelante hallamos la entrada principal al Hospital de la Cruz Roja. Este centro hospitalario, además del personal sanitario, cuenta como casi todos los de la época, con el servicio de celadoras por medio de monjitas de “Hijas de María”. Acerca de estas religiosas puedo apuntar que eran sumamente abnegadas y sacrificadas, y   su amor en Cristo se tornaba en amor a raudales por los enfermos…. Años más tarde, Tere que vivía en el Pasaje las Heras de la Calle Sevilla y, más tarde, en nuestro patio  del Callejón del Asilo-su padre, Manuel, vecino de Santapola, se allegaba a Ceuta por temporadas a pescar la caballa en Larache-, nos contaba que después del colegio, se recogían en una sala taller del Hospital y, las Hijas de María, les enseñaban a bordar y, sobretodo, a recortar flores en papel y en tela, que luego llevaban  para adornar sus casas o para llevar al camposanto a sus seres queridos.
    Seguimos adelante, dejamos atrás el Hospital y hallamos la casa vivienda de la familia Blanco. El padre de familia, llamado Adolfo, es delineante del Ayuntamiento y un gran tirador de pichón y al plato. Su hijo “Fito” -a pesar de su juventud-, no le va a la saga y cada vez que se presenta la ocasión, demuestra que en él, Ceuta tiene un futuro campeón.
    A continuación la calle Peligros. Al inicio de esta calle, se suele dar la misma circunstancia que hemos narrado en el Patio de la Tahona. Las cajas de pescado son expuestas para su venta a todos los viandantes. Es muy probable que estos dos casos, además de la venta ambulante que existe en toda esta zona, halla convencido a nuestras autoridades municipales, de la necesidad de instalar un mercado municipal, de manera que se mantenga un control, sobre todo sanitario, que garantice la salud de todos.
    Sorteando las carretillas, cajas con pescado, compradores y vendedores, accedemos al Patio de la Huerta. Otro patio de gran solera en la vida ceutí, en el que no me toca profundizar, dado que es un campo que siembra el amigo José Javier Rivera Ballestero y a él corresponde recoger la cosecha.
    Dejamos atrás un par de viviendas en estado ruinoso, hasta llegar a la farmacia Hidalgo.Continuamos y llegamos hasta una tienda de comestible, para que  metros mas adelante, entremos en la calle I. Martínez. A través de esta se accede al Pasaje Recreo. El Pasaje se divide en dos: Alto y Bajo. Son muchas las viviendas de carácter humilde que se hallan en este emblemático lugar.
    En la esquina contraria, continuando por la calle Real, una fachada de dos tonos verde, el más claro por arriba y más oscuro en lo que conocemos en Ceuta como “zócalo”, nos indica que estamos ante el Café-Bar “Covadonga”. El bar posee una gran puerta de acceso y dos ventanas, una a cada lado. En su interior a la derecha, aislada del resto del bar por una mampara de madera y vidriera, un señor y una señora se encargan de fabricar unos riquísimos churros. Él en la sartén y elaborando la masa; y ella atendiendo a los camareros del bar que le solicitan el rico producto y a través de la ventana, a los clientes que prefieren tomar los churros en casa. ¡¡¡Tres de dos para la mesa cuatro!!!
    La señora entiende que debe servir sobre el mostrados interior, tres platos con dos pesetas cada uno, de los crujientes y calentitos churros, para que el camarero de inmediato los sirva en la mesa cuatro.
    Dejamos atrás el Covadonga topándonos seguidamente con un gran portalón que da acceso a un almacén donde en alguna ocasión, he visto algún camión en la puerta, unas veces cargando  grandes cajas y otras haciendo lo contrario. Creo que deben ser cajas de latas de conservas y el almacén propiedad de algún distribuidor.
    A continuación un gran bar llamado “Las Tres Puertas”. Es un inmueble de fachada un poco rara. Efectivamente posee tres puertas, pero muy poco fondo interior. Tienen muy buen tapeo, a semejanza de Paco Bigote, pero con la ventaja de poseer una barra larguísima.
    Un pequeño ensanche de la calle, es lo que viene a continuación, hasta llegar al próximo inmueble donde hay un estanco que para acceder a él hay que subir un par de escalones. Seguidamente y haciendo esquina en la calle una cafetería, que siento en el alma no recordar su nombre. Antes de llegar a la calle Brull, encontramos un gran portalón donde se vende material de construcción; ladrillos, arena, mezcla, sacos de cemento o yeso, etcétera. De inmediato una tienda de chucherías, para terminar cruzando la calle y situarnos en la entrada de la Maestranza de Obras Militares.

    Y aquí culmina mi largo paseo por la Calle Real. Espero que os haya trasladado  mis recuerdos guardados durante muchos años en mi alma… Desde luego, ha cambiado bastante    el paisaje urbano de aquellos años, y ya otras personas jalonas las aceras, los comercios, las tertulias, y los callejones, que como afluentes, llenos de ajetreo y de vida, desembocaban en el río principal  de nuestra ciudad, que como bien sabemos ha dado en llamarse, por nuestro pueblo, en la Calle Real…  
...Si bien, en Maestranza acaba la Calle Real, puede ser acertado continuar un poco más y  completar el recorrido de la “camioneta” que finaliza en Las Heras. Allí, en la parada que se ubica junto a los jardines de Pelegrina, pagaré mi tiket al cobrador,  y calle adelante de la Marina, columbraré  todo el paisaje del Puerto y del Estrecho hasta llegar al principio de mi paseo  en el  Puente Almina…

    Algeciras, 1 de mayo de 2012.

                                                                            Pepe Fortes Castillo

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              PASEO POR LA CALLE RAL VIII. MAESTRANZA-LAS HERAS

     
   Si bien en la Plaza de Maestranza, acaba la Calle Real propiamente dicha,  vamos a apurar la dirección de la calle por  Juan I de Portugal hasta Las Heras, para dar termino al sentido ascendente de esta calle, verdadero cauce donde transita el palpitar de las gentes de Ceuta.  Y principiando Juan I de Portugal, es lo más parecido a una calle peatonal. La acera por el lado izquierdo es de cincuenta centímetros, para ir ensanchándose a la vez que vas avanzando metros. Por el lado derecho, parte de cero, para a semejanza de su compañera del lado contrario, ir cogiendo anchura, conforme te introduces en ella. Tiene su explicación, las acera son tan estrecha por un lado y sin ella por el otro, para dar opción al paso del autobús que posee las medidas justa.
    Todo el lado derecho de la calle, hasta llegar a la escalera de la Cortadura del Valle, es una fachada cerrada que pertenece a la Maestranza de Obras Militares, sin puertas ni ventana ni nada que destacar.
     Por la izquierda, a pocos metros del inicio de la calle, una puerta da acceso a la tienda de comestible “Casa Pepín”. Seguidamente un grupo de casas de una sola planta, sin nada notable que destacar. A continuación un pequeño ensanche de pocos metros donde Muebles Ruiz, posee un almacén y algo mas abajo, encontramos el “Bar Los Corales”. Es pequeño, con solo cuatro o cinco mesas y atendido por un señor muy simpático, natural de Sevilla e hincha del Betis.
    A continuación una rampa de una decena de metros, que finaliza en un gran portalón nos indica que estamos en el garaje y talleres de la firma ceutí Baeza, S.A. A la derecha del portalón, hay una escalera de madera, a través de la cual se accede a la vivienda de Manuel Arce. Este señor es el chofer de los señores Baeza. Manolo Arce, hijo del anterior, es un gran amigo al que aprecio de veras.
    Este gran local, dispone de taller de mecánica de automóviles, al frente del cual está José Traverso y su hijo Pepe. También posee de un gran torno, mandril, cepillo, sierra, etcétera, movido con un solo motor que a través de correas y un eje transmisor, pone en funcionamiento y a elección, la máquina que precise. De todo este tinglado es encargado Francisco Trujillo y al fondo, se encuentra el taller de carpintería, que dirige Juan Pacheco. 
    Volviendo a la calle y tras el garaje, un muro blanqueado de cal que aísla la calle de la serradora gigante que existe en la parte posterior, a la que se accede por la calle de la Marina Española.
Hay varias casas bajitas y tras la segunda vivienda donde reside Antonio Sánchez, se encuentra el Pasaje de las Balsas. Este pasaje desemboca frente a la rampa de bajada al Muelle Alfau.
    Cruzamos a la acera de enfrente, para estar de nuevo en la escalera de la Cortadura del Valle. Subiendo esta escalera, a la derecha existe una fila de pabellones militares de una sola planta, y a la izquierda el nacimiento de la calle del Pozo del Rayo -que desemboca en la carretera del Hacho-, y unos cuarenta o cincuenta metros más adelante, encontramos el acuartelamiento de la Compañía de Mar de Ceuta. En este cuerpo, tuve el honor de cumplir con el servicio militar varios años después.
    Volvemos de nuevo a bajar la escalera y cruzando la calle mencionada, hay un pequeño puente, que sirve para salvar la cuenca del Arroyo del Pozo del Rayo, que como han podido apreciar, tiene el mismo nombre que la calle.
    El Arroyo del Pozo del Rayo, era el encargado de abastecer de agua las balsas. Aún existentes pero sin utilidad alguna. Siendo muy pequeño, un día que visitábamos las balsas, mi padre, me contaba que con anterioridad al protectorado de Marruecos por parte de España, toda la zona periférica de Ceuta era muy insegura y, dábase con frecuencia, que alguna kábila o varias a un tiempo sitiaran la ciudad. Entonces se subía el puente levadizo que se hallaba en el Puente del Cristo y de esa forma quedábamos aislados del resto del continente. Para tener un remanente de agua de manera que evitásemos tener que salir a buscarla con el consiguiente peligro, teníamos las balsas. Ahora están en desuso y aisladas del arroyo. Y puedo recordar que estaban medio vacías y la poca agua que retenían  se había  ido acumulando con la lluvia, recubriendo  toda su superficie con  un espeso manto de  verdín, tan característico de  las aguas que no se renuevan y permanecen estancadas. Por entonces, el arroyo, a través de un canal desaguaba en las balsas, que a su vez, en un lateral, poseían un aliviadero encargado de evitar el desbordamiento, de forma que, una vez llena la pileta, el líquido elemento era desviado de nuevo al cauce natural, que desembocaba en el inicio de la playa de San Amaro.
    Cruzado el arroyo a la derecha, encontramos un establecimiento con dos puertas. Por la primera es una tienda de comestible y por la segunda es un bar. El local se comunica por dentro y no me resisto a contar lo ocurrido allí una tarde noche.
    Pasamos por allí un grupo de amigos todos de Plaza de África -que solíamos con cierta frecuencia dar un paseo por todo Ceuta-, cuando oímos cantar y detectamos que había un buen ambiente. Nos quedamos unos en una puerta y otros en la otra, con ánimo de presenciar el inesperado espectáculo. Entre los allí presente, se encontraba “Carlitos Gardel” -Carlitos era un humilde simplón, de mente poco despejada y auto-convencido de que era un gran cantante. Era muy popular en esos años-. Al momento llegó un grupo de cinco o seis personas, que no cabían en el bar y se acomodaron el  mostrador de la tienda donde le sirvieron las bebidas solicitadas.
    La fiesta continuó bastante animada, hasta que se empecinó Carlitos Gardel -nunca supe su verdadero nombre- en cantar. Lo hacía bastante mal, pero la gente le animaba y  en su inocencia no se daba cuenta que se reían de él.
    Uno de los recién llegados, quiso destacarse y asiendo el trapo húmedo que había sobre el mostrador y que suelen utilizar para limpiar la encimera de restos de vino, lo empapó más bajo el grifo, y se lo arrojó a Carlitos. Tuvo a la vez, mal atino y mala suerte. El trapo arrojado dio de lleno en el cuello, a un señor que estaba sentado al fondo del local. Este sin pararse a pensar lo más mínimo, se levantó y dirigiéndose al que arrojó el trapo, le soltó una bofetada de aquí te espero.
    Lo que ocurrió seguidamente en aquel lugar, deja en ridículo las peleas que se ven en las películas del oeste americano. Los amigos del golpeado quisieron vengarlo, agrediendo al que soltó la primera galleta, pero como este, también contaba allí con sus “colegas” que salieron en su defensa, el local se convirtió en el lugar más peligroso en toda nuestra ciudad. Nosotros dimos unos pasos hacia atrás, de manera que no perdiéramos ningún detalle del espectáculo, pero tampoco corriéramos riesgo alguno. Aquello fue increíble, entre tacos y maldiciones de los contendientes y los gritos del propietario de la tienda-bar, no entiendo cómo no echaron  el local abajo. Al rato llegaron dos coches de la Policía Armada -los famosos grises- y se suspendió el combate. No recuerdo si el amigo Carlitos salió ileso de aquel infierno, aunque no creo que nadie se atreviera agredir, a un hombre que si Dios lo privó de sus facultades mentales, no lo privó en cambio de la habilidad de colarse en todas las fiestas y ser en ellas bienvenido.
    Dejamos atrás aquel improvisado ring, para llegar de inmediato a un taller de reparaciones y alquiler de bicicletas. Este taller es muy popular entre la juventud de Ceuta y conocido como “Taller de Chafler” -correcto o no, lo escribo tal como se pronuncia-. Los domingos y días de fiesta, eran muchos los chavalitos que se pasaban por el taller para alquilar el vehículo de dos ruedas. El precio era de un duro -cinco pesetas- la hora.
Tras el taller, hay dos o tres viviendas de una sola planta, aquí se inicia un desvío hacia la izquierda y finalizando la curva, una escalera paralela a un muro nos lleva a un llano, lleno de casitas baja que conocemos como Pabellones de Ingenieros.
   Volviendo al inicio de la escalera, viene a continuación un tramo resto, con una pendiente rampa lateral y paralela a la calle, que nos conduce a la entrada del Cuartel de Ingenieros. Me imagino que este cuartel, es el que da nombre a los pabellones, que con anterioridad hemos visitado.
   Años mas tarde, a raíz de la construcción del Hotel La Muralla, el Parque de Artillería que se ubicaba donde se construía el hotel, fue trasladado al antiguo Cuartel de Ingenieros. Desde entonces aquellos viejos pabellones, en los planos de la ciudad se conocieron como Pabellones de las Heras.
Las instalaciones del cuartel, llegan hasta el final de la calle, donde finalizamos el recorrido de la acera derecha, volviendo de nuevo al puente del Arroyo de Pozo del Rayo.
     Desde el arroyo hasta doblar la curva, nos acompaña un muro y sabemos que tras este, se hallan las anteriormente mencionadas balsas. A continuación unas casas militares, a los que se accede tras subir unos escalones. Finalizada esta hilera de pabellones, llegamos a una reja que forma un ángulo de unos ciento veinte grados, con doble puerta de hierro en el lateral que da a la calle de  la Marina. Esta reja protege un viejo caserón que nunca tuve noticias de quien era ni que hacía allí.  Así llegamos a la Plaza de las Heras.
   Esta plaza desvía el tráfico a la derecha si tu dirección es San Amaro y, a la izquierda, si quieres regresar de nuevo al centro de la ciudad. En el centro de ella y sosteniendo una bonita farola, hay  una acera de forma triangular haciendo de isla, que facilita el trafico rodado y al fondo, paralelo a la rampa de bajada al Muelle Alfau, se hallan los jardines de Pelegrina, aislado de la acera por un gran seto de metro y medio de alto. En el centro de la plaza junto al seto, se halla una parada de autobús de la empresa “Benítez-Las Heras”.
    Llegado a este lugar, me siento en el banco de armadura metálica y asiento de madera y decido esperar la camioneta que me lleve de regreso al Puente Almina. El viaje de regreso me cuesta treinta céntimos. Llevo mucho tiempo alejado de mi barrio y mi gran verdad, es que casi no se andar si no es pisando los adoquines del Callejón del Asilo Viejo o mi Plaza de África.

        
     Algeciras, 1 de junio de 2012

                                                              Pepe Fortes Castillo

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                   DE LAS HERAS A PUENTE ALMINA. LA MARINA

  
     Estoy sentado en la parada de la camioneta de Las Heras. A mi espalda tengo el seto verde y áspero de las hojas de la lantana camara -también llamada bandera española por sus característicos colores-,  que separa la acera del jardín de Peregrina. Este tipo de planta es muy abundante en Ceuta; oriunda de zonas tropicales de Sudamérica, se ha aclimatado bien en Ceuta y  la podemos encontrar en el Parque de San Amaro, el jardín de la Plaza de los Reyes, Puertas del Campo, etcétera.      Peregrina, propietario de este jardín, dada la belleza y hermosura de sus flores, dedica parte de ellas a la venta al público; y son muchos las mujeres  que vienen y compran los mejores ramos.  Su hermano, que también coinciden en la forma de ganarse la vida con la venta de flores,  tiene un negocio en las Puertas del Campo, justamente frente a la puerta del Cuartel de Automovilismo, donde tiene una extensa huerta, que más tarde, en su limite más bajo se ubicaría la “Ufapance”. Su memoria parece no traer buenos recuerdos con los sucesos de la Guerra Civil, no obstante serán los historiadores los que esclarezcan los hechos acaecidos. La verdad es que un servidor de ustedes, no había nacido aún y lo poco que sé, es de oídas; de modo que sea la prudencia nuestra consejera, y dejemos para otros más entendidos el discernimiento de lo acontecido…
   Absorto en mis pensamientos, veo que ya aparece la camioneta que me llevará de regreso. Tengo que incidir en la palabra camioneta, porque así les llamamos aquí a todos los autobuses. Hasta que hicieron su aparición el que voy a coger ahora, que llegó desde Londres junto a  cuatro o cinco hermanos gemelos más. Para empezar, el volante lo tiene a la derecha, señal inequívoca de sus orígenes.
    Pertenecen a la empresa Benítez-Las Heras, donde el mayor accionista es Charly Bruzón. Este señor es de Ceuta y su padre, también llamado Charly, aunque es inglés, lleva muchos años afincado en nuestra tierra, pero sigue manteniendo buenas relaciones con sus paisanos británicos. A través de esta relación, la empresa adquirió cinco o seis autobuses de la marca Leyland. Estos se hicieron en poco tiempo muy populares, corriéndose la voz de que habían prestado servicio en Londres. Se consideró tan importante que fueran autobuses de la capital inglesa, que llamarle camioneta parecía un insulto. Así comienza en Ceuta a desaparecer la vieja expresión y nace el autobús.
    Subo a él tras abonar al cobrador treinta céntimos -tres perras gordas- e iniciamos el recorrido de la popular Marina. A los pocos metros dejamos a la derecha la rampa de bajada al Muelle Alfau.
    A la izquierda, las balsas, que limitan con el Pasaje del mismo nombre, viniendo a continuación un gran inmueble de fachada blanca con un gran establecimiento en primer lugar de don Pedro Azcoitia. A continuación un gran portalón por donde se accede a la serrería y almacenes de Baeza, S.A. Justo de inmediato el portal de acceso de los vecinos. En el mismo portal, hay un pequeño estanco, propiedad de Pilar Perpén -hermana de don Bernabé Perpén- cuyo dependiente es Luis Lozano, sobrino de la propietaria. Finaliza la planta baja, con un bar restaurante que regenta el señor Barranquero, seguido de un taller de mecánica del automóvil.
    A continuación el vetusto y peculiar edificio de Transportes Militares. Digo peculiar, porque este caserón, perpendicular a su fachada exterior, posee unos muros como de contención, separados uno de otros entre cuatro o cinco metros. A cada lado de la puerta principal, hay un muelle de carga o descarga con una puerta de acceso al interior del almacén.
    Seguidamente pasamos por la rampa de abasto. Esta nace en la Plaza de la Maestranza y finaliza en la calle de la Marina Española, desembocando en ella en forma de T. La derecha toma dirección hacia Las Heras y la izquierda al centro de la ciudad. En esta última rampa, unos metros antes de finalizar se encuentra la tienda de comestible y en su interior el tostadero de café de los hermanos Mendoza.
    Pasada la rampa y tras un muro que los separa de la calle, hay un grupo de casitas baja que es conocido como Patio Páramo. Este patio es colindante con un viejo caserón de donde salen titulados los maestros ceutíes; pongamos que es la Escuela de Magisterio, llamada: la Escuela Normal.
    Dejamos atrás la calle Linares sin nada que destacar, hasta llegar al Bar Paquito, y tras este, un gran solar donde destaca la carpintería de Francisco de la Torre. Aquí es donde se une la Marina con la calle Alfau.
    Continuamos y antes de llegar a la calle González Besada, en los bajos del inmueble que hace esquina, hallamos la fábrica de chocolate de Constantino López. De aquí sale la famosa chocolatina "Maruja". Estas instalaciones fueron adquirida años mas tarde por la firma Borrás, S.L. y Constantino se marchó a vivir a Madrid.
   Seguimos con un grupo de casas bajas  conocidas como "casitas de los baños árabes", porque en la parte trasera se hallan unas ruinas que dan fe de su existencia en ese lugar. Uno de sus vecinos, es José Jiménez Segura, conocido como "Pepe Rayo" y nacido en mi barrio. Por estas fechas, Pepe manda un buque ballenero con base en Ceuta. Los cetáceos capturados, son troceados y manipulados en la factoría sita en Beliones. Años mas tarde, pasó a mandar un remolcador también en nuestra ciudad. Es un auténtico lobo marino.
    Algo más adelante se encuentra la Comandancia de Marina. Un par de veces hemos venido aquí, un grupo de amigos de Plaza de África, para solicitar formar parte de la romería que todos los años organiza Don Francisco Camacho Dieta, segundo comandante de marina y Hermano Mayor de la Hermandad de Nuestra Señora de la Luz.
    Don Francisco que es natural de Tarifa, suele organizar con su amigo, paisano  y secretario de la Hermandad: don Diego Sandoval, todos los años, una romería que la noche del día siete de septiembre, parte de Ceuta a bordo del barco "Capitán Parra", para llegar a Tarifa la mañana del día ocho y de allí, partir entre carretas, caballos y romeros hasta la ermita de la Virgen de la Luz.
     Junto a la Comandancia están las oficinas de Tabacalera Española, S.A. al frente de la cual se haya don Carlos de los Huertos.Sigue a continuación un pequeño callejón que desemboca en la calle García, para de inmediato llegar al inmueble donde se encuentra en la primera planta, las oficinas de Atlas. En estos momentos la compañía está en plena ebullición. Acaba de surgir el "butagas" -así se llamó al gas butano los primeros años de su introducción en la ciudad- y los ceutíes forman cola en estas oficinas, con la intención de formalizar un contrato que le facilite adquirir la novedosa "bombona" y eliminar el sucio carbón y los obsoletos infiernillos de petróleo. 
   Seguimos adelante y llegamos a la calle La Legión. En la esquina contraria, damos con  la empresa Borrás, S.L. Esta firma está dirigida por tres hermanos; Don José María, Don Antonio y Don Juan. Residen en este mismo lugar, dado que el edificio dedicado a las viviendas se ubica en el exterior y se ha caracterizado siempre por su verde fachada. En las instalaciones interiores, se encuentran grandes toneles de roble, que almacenan el vino que dedican a distribuir por la ciudad. También son distribuidores de grandes e importantes marcas de vinos y licores. En esta rama, es la empresa de más entidad de la ciudad. A este lugar fue trasladad la fabrica de chocolate de Constantino López, cuando fue adquirida por esta firma. También poseen grandes negocios en Marruecos.
   Frente a este edificio, existe un numeroso grupo de rocas, no muy altas. Con marea baja no solían sobresalir un metro por encima de la línea de superficie. En la más cercana a la bocana o la más septentrional, hay colocado un bidón de doscientos litros, pintado de blanco. Este sirve como indicador, del poco fondo existente en el lugar y avisa a los barcos, que no se acerquen dado que corren el riesgo de encallar. Se da otro caso similar frente a la Rampa de Abasto.           
   Dejamos atrás la verde casa de la familia Borrás, topándonos a continuación con un blanco muro que llega hasta el inmueble inmediato. Este muro posee en el centro una entrada de acceso a su interior. Tras bajar dos escalones, entramos en el Patio Gorgonio. Se divide en dos, el exterior y el interior. Los vecinos le llaman "el patio de afuera" y "patio de dentro". Es uno de los grandes patios de Ceuta y puede que albergue unas cuarenta viviendas. "El patio de adentro" posee tanto fondo, que es colindante con un solar sito en la calle General Yagüe que sirvió años mas tarde, para construir "el edificio del Sindicato", hoy sede de UGT y CCOO.
    Seguidamente llegamos a la Imprenta "Olímpia", cuya fachada se divide entre la Marina y calle Sargento Mena. Seguimos y a medio camino entre la calle anterior y el Callejón del Obispo, -más tarde calle Millán Astray, se halla la agencia Ford, dirigida por don Juan Llanzón Gómez.
    Algo más adelante, formando esquina con la calle que lleva el nombre del fundador de La Legión, se halla una casa que posee la escalera más estrecha de la ciudad. Siempre me he preguntado como se las arreglarán, cuando tengan que subir o bajar un mueble de gran tamaño, como una mesa de salón o un aparador. En esta casa reside la familia Chacón.
   En la esquina contraria, encontramos un almacén y taller perteneciente al Cuerpo de Ingenieros. Aquí se encargan del mantenimiento y reparación de las instalaciones de telecomunicación del ejército.
   A continuación un gran muro, esconde la belleza del jardín trasero de la Comandancia General, cuya entrada principal se halla tras una reja que una la Marina con la calle Méndez Núñez. 
  En la esquina contraria de la calle, se halla el edificio de Telégrafos. Seguidamente viene un establecimiento de ferretería del que no recuerdo su nombre, pero sí a uno de sus dependientes, apellidado señor Becerra.
   Tras otro inmueble poco destacable, llegamos a la Empresa de Aguas de Ceuta. Esta empresa municipal, está dirigida por don Luis Delgado, gran amigo de mi padre y en ella prestó servicio años mas tarde, mi gran amigo Francisco Méndez, que perdió la vida, en el verano del año 1964, practicando la pesca submarina. Su gran pasión, como la mía.
   Metros más adelante, se haya el local de Auxilio Social. Su amplio acceso, permite ver una gran sala, alicatada de azulejos blancos. En el centro hay un mostrador también alicatado, con una encimera de mármol, todo del mismo color. Al fondo hay una puerta por la que se accede a la cocina. Todo lo que se aprecia desde el exterior, destila una limpieza extrema.
   Como es preceptivo en estos tiempos, encima de la puerta hay una cruz clavada en la pared, escoltada por dos fotos, una del dictador a un lado y otra  al lado contrario, donde se ve el logotipo de Auxilio Social -una negra cabeza de una serpiente con la boca abierta, y una mano que empuña un puñal enfilado hacia la boca-, acompañando al logotipo;  y en la misma foto, el yugo y las flechas que simbolizan la Falange.
    Al medio día eran numerosas las personas que allí acudían, portando un portaviandas. Alguien me contó que según el número de personas que componían la familia, así era de grande. Los había de tres y hasta seis elementos y de dos diámetros diferente. El caso es que según llegaban -más hombres que mujeres-, eran atendidos por dos señoras vestidas con bata blanca, que detrás del mostrador, recogían un ticket y el portaviandas, para al momento regresar con él lleno de comida. Me imagino que este medio de transporte para llevar los alimentos, los facilitará el centro, dado que de dos tamaños diferentes, pero todos iguales. Lo que no recuerdo, es si a la vez, también era comedor.
   Poco queda para finalizar el viaje, pero antes debemos dejar atrás casa Vidal. Este pequeño local dedicado a artículos de deporte, pero especialmente de pesca, es atendido por Julián Menjibar. Varias veces campeón de Ceuta de pesca desde embarcación.
    En la esquina de la calle Alférez Baytón, se encuentra el local de la Sociedad de Caza y Pesca de Ceuta. Internándonos unos metros en la calle y antes de llegar a la escalera, hay un despacho de leche procedente de las vacas de la granja de Castillejos. En verano también se vende en este local, las pocas fresas que se ven en Ceuta. Estas son ofrecidas al público, en el interior de unas bellas canastitas de caña.
   Frente al despacho de leche, se halla el economato de la Marina. En las oficinas de este economato,  prestó su servicio militar mi primo Cayetano Cuesta. Años más tarde se ubicó en este mismo lugar el Patronato de Apuestas Mutuas Deportivas.
Antes de llegar al final del trayecto, pasamos por la cara norte del piso de Trujillo. Ahí tenemos la tienda de mercería llamada "Casa Gómez" y junto a esta, la agencia de viajes propiedad de don José Trujillo, que a la vez es también presidente del Centro de Hijos de Ceuta.
    Fin del recorrido de la calle Marina Española.  Nos apeamos en el jardín de San Sebastián. Son las nueve y cuarto de la noche de un bello día del mes de julio. La acera que da al varadero, está llena de gente. Muchos, apoyados en la muralla en animada charla con sus tertulianos, otros, oyendo   "Sortija de oro", canción de moda de este verano, que interpreta Antoñíta  Moreno y que la pequeña emisora ubicada en la primera planta, del Mercado Central de Abasto -justo detrás del reloj, entre los bares Nacional y Norte-, se encarga, como todas las tardes-noches, de hacer llegar a los oídos, de tantos ceutíes que aquí se congregan. Es curioso que en las dos farolas de los extremos del puente, hay en cada una un cartel con el siguiente texto: Peatón, por favor circule.
   Acelero el paso camino a casa, aún se oye a lo lejos los anuncios de la emisora: ... «si quieres el mejor ¨"pescao", pescadería "el Chau Chau"».
   
    Y aquí finaliza este paseo, del cual ha pasado ya más de medio siglo. Sin embargo, pareciera que fue ayer…; pareciera que el tiempo se hubiese  congelado; y las horas, las horas pretéritas de aquellos años, hubiesen alcanzado en mi alma, como las peregrinas golondrinas, un lugar para retornar de sus viajes… ¡Oh, Ceuta, en mi alma permaneces,  te llevo  dentro de mi…!  ¡Ceuta, tan cerca del corazón!, ¡Ceuta, tan lejos del olvido!…

             Algeciras, 5 de junio de 2012.

                                                                         Pepe Fortes Castillo.

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                    PASEO DE LA PALMERAS O CALLE LA MURALLA


    Las costumbres se pierden y cambian con el tiempo. Lo que hoy conocemos como tranquilo y poco transitado Paseo de las Palmeras, fue hace pocos años, probablemente la calle más dinámica de la ciudad. Todos los automóviles que circulaban desde Ceuta la vieja o la Almina, en dirección al puerto o campo exterior, estaban obligados a cruzar de este a oeste la calle Generalísimo Franco, aunque popularmente siempre se conoció como calle de la Muralla y más tarde Paseo de las Palmeras.
     Antes de la gran reforma que se llevó a cabo en la ciudad, este Paseo, que nacía en la rampa de acceso al Muelle de Pescadores y finalizaba en el Puente del Cristo o rampa de acceso al Muelle de España, era un balcón al mar. La lámina azul -así la llama ese gran poeta que es Manuel Castillo- que era su fiel compañera y bañaba los pies de la muralla, le fue arrebatada. Desde entonces, la tristeza invadió aquel otrora alegre lugar, hasta el punto que mi amigo Alejo Lladó le llama el “Paseo de los Tristes”. Él lo conoció en su máximo esplendor y si lo coteja con el actual, la definición no es desacertada.  
    Al margen del transito rodado, que prácticamente ha desaparecido, la acera sur del paseo, estaba al completo de tiendas varias y bazares que, durante el día generaba el ambiente de una calle comercial. Si esto no era suficiente, en el ocaso, cuando la esfera de oro busca el merecido descanso allá en el poniente, y se esconde tras los pies de Yebel Musa, despidiéndose de los ceutíes con un “hasta mañana”, la juventud ceutí, quizás atraída por esa bella puesta del sol, invadían la acera norte, que poco a poco se iba llenando de jóvenes de ambos sexos. Siempre dije que era una pasarela, donde desfilaban las más bellas modelos del mundo: las niñas ceutíes. Muchos son los matrimonios que unieron sus vidas para siempre, que se enamoraron en este paseo de embrujo. Por ejemplo, un servidor de ustedes. 
En especial los días festivos, aquí se daban cita jóvenes de todos los rincones de Ceuta. Luciendo el traje de los domingos y oliendo a Varón Dandy o Lucky Strike, tratando de enamorar a la chica de sus sueños.
     Finalizada la parte romántica del Paseo de las Palmeras, hagamos un recorrido por la acera sur, tratando de recordar a todos aquellos comercios, que generaron un ambiente que dejó huellas en los corazones de todos aquellos que como yo, nacimos y nos criamos en ese trocito de Ceuta, que tanto añoramos.
Iniciamos el recorrido a la altura de la calle de los Mártires, -a la inversa de los números- que entronca en perpendicular con el paseo. En las dos esquinas están el bazar “Elías”, antes estuvo un kiosco donde de niño compraba los TBO, DDT, Agentes de FBI, El Guerrero del antifaz, etcétera., y en la otra el bazar “El Barato”, este en el inmueble de la familia Parres, donde en los bajos, poseen también la exposición y venta de automóviles. En el portal del inmueble y aprovechando el hueco del ascensor, instaló Mariqui Villatoro su primera joyería. 
    De inmediato encontramos como una pequeña plazoleta, donde está el bazar “Tele” y de nuevo otra calle que baja perpendicular, llamada Queipo de Llano –general franquista, que anteriormente se llamó calle Sagasta-. En la esquina, se halla “Auto Industria” propiedad de don José Castro. Le siguen las ventanas de la casa de los “Parejas”, que antes fue el “Hotel Hispano-marroquí”, y pertenecían a un almacén propiedad de Arón, que más tarde, cambió aquellas ventanas por dos puertas de acceso y entre ellas el escaparate más grande de todos los comercios de Ceuta. Con el tiempo este local fue adquirido por almacenes “Oscar”. En la primera planta estuvo durante muchos años, las oficinas de “Auxilio Social”.
   El próximo inmueble es la Clínica de Urgencias. Las noches de verano era una estampa pintoresca ver sentado en la puerta, al doctor Don Salvador Fosatti, Santiago el practicante y Rogelio el auxiliar. En el piso superior a la clínica, reside la familia Rovayo. A continuación con el número 24, encontramos el bazar de Don Alfonso García Escarcena que en el piso superior posee su vivienda. En el número 22 estaba uno de los comercios dedicados a la charcutería, de mayor prestigio en la ciudad, propiedad de Don Ángel Ballesteros. Este local, años más tarde fue traspasado a un comerciante indio conocido en Ceuta como Yeta, que lo convirtió en bazar y lo llamó “Nueva Delhi”. Continúa la acera y seguidamente teníamos el bazar “Pepito Indio”. En el piso superior se halla el Consulado Italiano, donde presta servicio Pepe Serón, personaje muy importante en la Cofradía del Nazareno.
Aunque conozco a la gran mayoría de los vecinos de esta calle, voy a prescindir de dar sus nombres para no alargar el escrito, aunque siempre habrá alguna excepción según la importancia o carisma del personaje.
     A partir de aquí la calle se estrechaba algo más de un metro, para llegar a la ferretería Aguilar, que es el número 18. A continuación otro bazar con el número 16, este propiedad de una familia hebrea que reside en Falange Española número 90, inmueble conocido como casa Baeza. En lo alto de este local, reside la familia Ferrón.
Le seguía otro bazar indio con en número 14, del que no recuerdo el nombre -todo esto lo hago de memoria y mi “disco duro” no da para más-  de nuevo se estrecha la calle para llegar al número 12,  primero estaba el portal de acceso a los pisos superiores, donde residen dos familias notables, como son las de Llanzón en la primera planta y en la segunda la del doctor González Azcune. Los bajos estaban ocupados por “Casa Bentata” que es conocida también como “Casa de las medias” donde recuerdo con simpatía, un cartel en el escaparate donde anunciaba “los calcetines irrompibles”, “calcetines de hierro”. El encargado de este comercio, es don Francisco González Romano. Este comercio fue el primero en traer a Ceuta trajes de confección de caballero.
   A continuación  un ensanche de tres metros aproximadamente y el primer local que hallábamos, es la tienda de comestibles de “Paco Ros”. El propietario era Don Francisco Ros, Hermano Mayor de la Cofradía del Santo Entierro y vecino en el número 6 de esta misma calle. A continuación un portal por el que se accede al número 10. Esta casa era conocida como “casa de las hebreas”, porque en ella residen; Messody Benoliel Alfón y su hija Bonina Alfón, profesora y da clases particulares  en su domicilio. La vivienda es el piso superior de la tienda de comestibles y se accede por una escalera de mármol blanco cuyos escalones siempre están relucientes de limpios.
    Ahora llegábamos a otra calle que también entronca perpendicular al Paseo, llamada Teniente Gómez Marcelo -antigua calle “La Gloria”-. En el mismo vértice de la calle encontrábamos el bazar indio “Casa Nari” y en la esquina opuesta la tienda de repuestos de automóviles “Chavero”, que más tarde fue adquirida por Don Joaquín Ferrer, en su día también propietario del Diario “EL FARO”. 
    A continuación una tienda de tejidos muy popular llamada “Casa Bernet” propiedad de los hermanos que dan nombre al local; Don Vicente y Don Francisco, fundadores del Club Natación Caballa cuyo presidente es Don Vicente. Una estampa muy familiar, era la de una señorita a la derecha del local, sentada ante una pequeña mesa, reparando medias de nailon(nylon). Entonces era un artículo de lujo y en vez de tirarse como ahora, se mandaba a reparar. Este inmueble cuyo portal posee el número 6, es la residencia de vecinos muy conocidos en la ciudad, como; Don Valentín Cabillas, presidente del Unión África Ceutí, Don Patricio García, delegado de la Compañía Trasmediterránea, Don Carlos Mayorga, joyero y Don Francisco Ros ya mencionado con anterioridad. Los bajos están también ocupados por las oficinas de la Compañía Trasmediterránea. 
   El siguiente inmueble, con el número 4, es también residencia de vecinos como Don Agustín Buades, Don Ernesto Murcia, Don Victorio Simón Fernández y Don Leopoldo Torroba, que junto a  sus respectivas familias, son muy conocidos tanto en el barrio como en la ciudad. Los bajos de este inmueble, lo ocupaba un local dedicado a ferretería y aprovisionamiento de buques llamado: “Azqueta & Torroba”. 
Seguimos nuestro recordatorio o paseo mental, hasta llegar al “Hotel Atlante” -número 2 de la calle-. El de más caché de la ciudad, antes conocido como “Hotel Majesty”, propiedad de Don Rafael González Fernández, residente en el mismo hotel. 
A continuación otra calle, O´Donnell que de nuevo entronca con el Paseo perpendicularmente y que posee en la esquina contraria la Placeta de González Tablas, presidida por una escultura de la figura erguida  del Teniente Coronel de Regulares.
   Dejábamos atrás la Placeta y hasta llegar a otra boca-calle que daba directamente con Plaza de África, la fachada estaba ocupada por la parte trasera del Gobierno Militar, dado que su acceso daba a la Plaza que lleva el nombre de la Patrona de la Ciudad.  Aquí es cuando en realidad, comenzaba y comienza el Paseo de las Palmeras -entonces Generalísimo Franco- puesto que la numeración la hemos llevado invertida, Al mismo tiempo es también el inicio de la calle Edrissis, en la esquina que forma el edificio del Estado Mayor. No podemos, después de llegar hasta aquí, dejar de visitar uno de los lugares más histórico y emblemático de la ciudad, de modo que continuamos caminando hasta llegar a un pequeño jardín, tras el cual, se hallan los talleres del Parque de Artillería y a continuación “La Puerta de Ceuta” o lo que es lo mismo “El Puente del Cristo de los Afligidos”.
    Esta ha sido la acera sur del Paseo. En la norte ya hemos comentado que fue la “gran pasarela” por donde paseaban las niñas más bonitas del mundo, pero también hay que recordar el estanco de Barranco, el quiosco de Rosita -en la rampa del muelle-, los servios de WC, frente a la ferretería de Aguilar. Frente a la estatua de González Tablas, el personaje más carismático y querido del Paseo:  Manolo Sánchez “el guardia” con su anafe y olla de cobre, que hacía las mejores garrapiñadas del mundo. Mención especial también, para el gran reflector que todos los 16 de julio instalaba el ejército, para acompañar e iluminar en su procesión por el puerto ceutí, a la Reina de los Mares.  Finalizamos, con el estanco de las hermanas Dolores e Isabel Muñoz y el carrillo del señor Antonio. Todo ello, no solo lo llevo en mi mente, también lo llevo grabado en mi corazón.

      Algeciras, 25 de  septiembre de 2013

                                                                      Pepe Fortes Castillo

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