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 | UN PASEO POR MI BARRIO Y LA CALLE REAL |  |  | 
  
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                                     UN PASEO POR MI BARRIO EN LOS  AÑOS 50CAPÍTULO I. LA CALLE LARGA
 
    Tendría catorce o quince años,  cuando una buena mañana, a falta de hacer otra cosa mejor, decido dar una  vuelta por Ceuta. Con el deseo de mantenerla en mi memoria tal como es. de  manera que algún día, pasado cincuenta y cuatro años, la pueda recordar e  implantarla en la página Web llamada; CEUTA EN EL CORAZÓN.
 Salgo de casa, ubicada en el  número doce de la calle La Gloria(1), en dirección Plaza de África. Subo  una pequeña rampa de pocos metros, dejando a mi derecha la calle Malcampo y ahí  comienza el edificio del Ayuntamiento, cuya acera estaba ornamentada por  naranjos en todo su perímetro -¿quien sería el mala sombra que los mandó  talar?- hasta colindar con “el bar sin nombre” conocido como “Casa Lucas”.
 A la izquierda del Ayuntamiento,  entre éste y los pabellones militares -donde en su planta baja vive mi amigo  Feliciano Gil Remacho-, se encuentra un edificio con una “cúpula” en  consonancia con la del Ayuntamiento. Toda la planta baja pertenece a una  ferretería. En la primera vive y tiene la consulta el dentista Fatou -así es  como lo conocíamos- con su Fiat de los años cuarenta, siempre aparcado en  aquella calle. El edificio consta de cinco plantas. En el que viven también el  señor Lanuza, jurista municipal, una familia de hindúes y en el ático la  entrañable familia Artola. Pero eso lo dejaremos para otro paseo, el que  corresponda a la calle Gómez Marcelo.
 Al final de la calle, giro a la  izquierda donde formando el vértice del edificio, está la puerta de acceso a la  ferretería ya mencionada. De inmediato están las oficinas de don Vicente García  Arrazola -este señor fue alcalde de Ceuta-, donde contratan a los pobres  braceros de la carga y descarga de los barcos que arribaban al puerto. Recuerdo  que con anterioridad, en este mismo lugar, estaba el bar “Castro”, popular  porque hasta su desaparición, los barcos de pesca de la ciudad “partían” (2) en  él. Por este motivo era muy frecuentado por pescadores, que entonces todos o  casi todos, eran poseedores de  navajas  que utilizaban como herramienta, para  el  remiendo de las redes o confección de sus aparejos. Navajas que solían afilar  en la fachada de piedra del pabellón militar colindante con el bar.
 El desgaste de la piedra, aún hoy  mantiene la huella viva como reliquia de aquel nostálgico  pasado.
 A la derecha, en la misma  esquina, hay un estudio de un pintor, donde a veces me paro a contemplar  aquellos bellos cuadros. Da la coincidencia, que con anterioridad, en este  mismo lugar hubo otro bar, cuyo propietario -creo que pariente del pintor-, se  llama Pepe Martín Moreno y era conocido como “el bar de Pepe vinagre”. El vive  en el piso superior, en compañía de su esposa, Joaquina Jiménez Sánchez con sus  tres hijos, Ana Mari -una niña preciosa-, Matilde -además de bonita,  simpatiquísima, todos la llamamos “Tití”- y Pepito el más pequeño.
 Seguido del edificio al que llaman  como “casa de doña Esperanza”. Luego el  inmueble y tienda de don Agustín Buades. Aquí hacemos un alto en el camino,  dado que este inmueble sirve de morada a personas muy vinculadas a mi barrio.  Esta finca es el número 11 de Plaza de África y en ella vive el famoso “Pepín”.  Su nombre completo, es José Bonmati Molina. Hasta hace pocos años, fue defensa  izquierdo y capitán de la Sociedad Deportiva Ceuta. Su fuerza, pundonor y  coraje,  fue motivo para que los  delanteros contrarios le temieran y respetaran. Su temperamento, en una  ocasión, y en el campo de fútbol del Atlético de Tetuán, originó que todos los  aficionados ceutíes, tuviéramos que salir por piernas huyendo. Una fea entrada,  seguida de provocación del por entonces ídolo tetuaní "Chicha", hizo que Pepín  reaccionara con un directo a la mandíbula, dejando KO al gran extremo atlético.  La verdad, es que Pepín es una bellísima persona, noble y cabal, pero si le  calientan las narices, lo mejor es poner tierra de por medio. Algún día contaré  lo ocurrido en la Calle la Muralla(3) con unos turcos. Junto a Pepín, vive su  esposa María Buades Escolano. En esta fecha, aún no ha nacido su primera hija,  Mari Carmen, pero es tan encantadora, guapa y simpática, que no puedo  permitirme el lujo de dejarla fuera de mis recuerdos. Es sin duda la niña más  bonita de todo el barrio.
 Son  vecinos también de este lugar, toda la familia Buades al completo, Agustín el  padre y los hijos Pedro y Paco. Pedro, hermano de la esposa de Pepín, está  casado con Encarna Jiménez Morales y tienen una bonita hija llamada Manolita.
 Aquí  vive un gran amigo de la infancia llamado Juanito de la Rubia Narbona, hijo de  Aurelio y Dolores.
 Detrás  una casa de dos plantas y la Catedral. La entrada a la Catedral, siempre me  recuerda que hace pocos años, cuando estaba toda Plaza de África en obra y los  escalones que ahora existen era solo un talud de tierra. Los chiquillos nos  dedicábamos con un pequeño palo o cualquier otro útil, al macabro juego de  desenterrar restos humanos que abundaban por todo el lugar, al igual que  sucedía en la otra puerta de la sacristía de la calle O'Donell.
 En  esta calle O´Donell y en el número 4, reside la familia López compuesta por el  padre, Sebastián López Sánchez, su esposa Rosa Amate Domínguez y sus hijos,  Cayetano, Gabriel, Gracita, Mari, Rosa, Anita, África, Carmen y Francisco.  Francisco es conocido en el barrio, como “Quini”. El mayor de los hijos,  Sebastián tiene su vivienda propia, por estar casado.
 También  residen aquí, dado que es una casa de dos plantas con dos viviendas en el piso  superior, Manuel Gómez Caparrón, su esposa Rosario Guerrero Martín con su hijo  Manuel y un sobrino llamado Pedro Villanueva Martín.
 En  la planta baja, reside Matilde López Sánchez y sus hijos, Pepa, Anita,  Isabelita, Matilde y Juan José -el famoso “Maquina”, al que aprecio mucho.  Además vive una hermana de Matilde llanada Paca, casada con L. José Portillo  Ramírez y un hijo llamado Rafael. Tanto esta familia como la de Sebastián, son  primos de mi padre y además muy relacionados.
 Ahora  se da un caso curioso. En la carretera Nueva, a la altura del mirador, existen  dos pabellones de OLP... Estos dos pabellones se consideran, pertenece a la  calle O´Donell, con el número 11. El primero lo ocupa la familia Torres, donde  el titular, Antonio Torres Pozo, está casado con Dolores Gil Gómez -la buena de  Lola, señora y madre de mil quilates- y tienen seis hijos, Antonio, Pepe, Remedio  -la conocemos como “Meme”-, Paco, Loli y Manolo. Pepe Torres, como ya he  señalado en algunos escritos, fue mi gran maestro de pesca submarina. También  me une gran amistad con Paco.
 El segundo pabellón, lo ocupa Valentín de la  Osa Martines y Francisca Lobato Beltrán con dos hijas llamadas, Tomasa y María.
 Vuelvo  tras mis pasos y penetro en la calle Larga. El número 1 está ubicado, en el  vértice que forma esta calle con O´Donell. En este pabellón, reside la familia  Ostalé. Está compuesta por el padre, don Enrique Ostalé González, su esposa  Eugenia Gómez López, sus dos hijos, Enrique y Justo, además de una pariente  llamada Consuelo González Peña y una sirvienta llamada Celia Costa Roivás.
 En  este inmueble, en la planta baja, también vivió mi tío, hermano de mi madre,  Francisco Castillo Bravo, con su esposa Josefa Santos Lucida en compañía de  tres hijos, Joaquín, Juana y Loli.
 Continúo  mi caminar y a la derecha con el número 2, se encuentra la tienda de Juan  Pecino Muñoz -que gran persona- vive con su esposa María Méndez Castro. Le  sigue con el número 4,  una casita baja,  donde vive Serafín Becerra Lago, hermano de mi amigo Emilio. Serafín es el  ídolo de todo el barrio, dado que a pesar de su condición de marinero del  transbordador “Victoria”, también practicaba el noble arte del boxeo y venía  acompañado con la aureola de ¡¡campeón de Cartagena!!. Cuando boxeaba, en el  Ceutí, para el barrio era todo un acontecimiento. Como es lógico vive en  compañía de su esposa África Constantino González y su hijo Serafín.
 Sigo  mis pasos y a la derecha, en un ensanche de la calle, se ubica el hotel España.  Es un edificio alto y estrecho y por tal motivo le llamaban el “portaviandas”.  Lo regentan una señora viuda, llamada María Martines Blanes y sus dos hijos,  Mercedes y Diego Suárez Martines. Mercedes es una hermosa mujer, que recién  casada, enviudó desgraciadamente... Su marido “el Carioca” que era hijo de  Manuel -el sacristán de la Catedral-, y futbolista del Ceutí, en un partido que  se jugó en Motril, tuvo la mala suerte de morir, al golpearse con un poste.
 A  continuación del hotel, existe un muro que separa de la calle, el obrador del  señor Miguel Canano -el obrador tenia la entrada por la Brecha- que hacía unos  dulces deliciosos. Al igual que don Rafael Gibert nos narra en sus memorias,  que allá por la década  de los años 1890,  en la calle de la Muralla, Joselito el hebreo, era famoso, porque tenía el  secreto de hacer los mejores bizcochos de huevo que se hacia en Ceuta. Sesenta  años después, el señor Miguel también tuvo el secreto de hacer los mejores  follanquis y corrucos en la misma ciudad. Además los dos de mi barrio. El señor  Miguel en la Brecha y Joselito en la calle La Muralla. Ceuta la vieja, entre  Puente y Puente. Ser ceutí, además de una suerte, es un orgullo, pero ser  caballa es un título.
 El  ensanche mencionado con anterioridad, finalizan con el muro y en la acera  opuesta, terminan los pabellones militares, que da paso a una pequeña  plazoleta, de donde se accede a un patio y a la derecha un portal donde en el  hueco de la escalera, tenía un taller un zapatero que se suicidó. Este  edificio, que es el número 5 de la calle, la  planta baja la ocupan la ferretería “Aragón”. A continuación el bar “el Retiro”  En la primera planta de este edificio -con un gran balcón- vive la familia  Gómez y dos de sus hijos; Pepín y Alfonso, son dos estimados amigos.
 La  familia la componen, el padre Manuel Gómez Rodríguez, su esposa -una gran  señora-, llamada Josefa González Calvo y sus hijos, Manuel, Antonio, Pepín,  Alfonso, Elvira e Isabel. Manolo, que es el mayor, juega a baloncesto en el  Benoliel. Antoñín es defensa central del Abyla y Pepín y Alfonso son compañeros  míos en el Estrella de África. También reside en la casa la sirvienta Loli  García Sánchez. Este edificio posee tres plantas y viven en él, tres familias  más. La familia Aragón, propietaria de la ferretería de los bajos y otra que  poseen en el Puente Almina, la componen, Rafael Aragón Díaz como el padre y su  esposa, Rosario Delicado García, además de dos hijos llamados Dolores y  Enrique.
 También  son vecinos los propietarios del bar “El Retiro”, llamado Antonio Lozano Pérez,  su esposa, Amparo Ramírez Martín y sus hijos África y Antonio.
 Finalizamos  el inmueble con la familia de Juan Vivas Ferrer, funcionario del Ayuntamiento y  oficial de arbitrios  municipales. Su  esposa se llama Isabel Lara Castañeda y tienen tres hijos llamados, Loli,  Conchi y Juan.
 De  nuevo se estrecha la calle y a la derecha son todo viviendas hasta llegar al  despacho y oficinas de Rafael Bentolila Adecasis. Por la izquierda y terminado  “el Retiro” y numerado con el 7, se halla un callejón estrecho, donde al final  en un patio, existen varias viviendas y el taller de carpintería de Antonio el  “Clavellina”. En este lugar, vive la familia Silva. El padre, Joaquín López  León, la madre María Silva Román y sus hijos, Joaquín, Antonia, Inés, José,  María y Antonio.
 De  inmediato y ya de nuevo en la calle “Larga”, unos bajos donde el antes  mencionado Rafael Bentolila almacena y vende los bidones de aceite de oliva.  Colindante a este almacén, me encuentro con el garaje del hotel Atlante, donde  siempre en sus quehaceres, nos encontramos al amigo Antonio Montoya, siempre  predispuesto para hacer cualquier “chapú” que le reporte algunas pesetas. Este  garaje, posee aún los conos metálicos giratorios que servían de protector para  que los antiguos coches de caballos, al entrar y salir no deterioraran el  acceso al lugar.
 Este  inmueble que es el número 11 de la calle, alberga a las familias Parrado,  Bentolila y Martines.La  primera es una de las familias más populares de la calle. La componen, el padre  llamado José Parrado del Río y su esposa llamada Isabel Cáceres de Hoyos, tres  hijos, Pepe, María y Juan Manuel. También viven con ellos una tía llamada María  Parrado de Hoyos y un hermano de José, llamada Juan. La familia Bentolila la  compone Rafael Bentolila Adecasis, su esposa Alegría Alfón Hachuel y Simy  Bentolila Alfón. Por último, la familia Martines, la compone, José Martines  Segarra, su esposa Rosario Sánchez Muñoz, en compañía de sus dos hijos, María y  Pepe -mas conocido como Pirri-. Además de un hermano de José llamado  Daniel.
 Continuamos  y llegamos al número 13, donde reside una familia muy querida por la mía. Está  compuesta por Carmita Cruz Bolea, con sus tres encantadoras hijas, Carmiña,  Pili y Pachi Morales Cruz.
 También  reside en este inmueble -entre otros-, la familia Pérez -propietarios del bar  “Canarias”-. Compuesta por Pedro Pérez Gutiérrez, su esposa Aurelia García Gutiérrez  y sus tres hijos -muy amigos mío-, Pepe, Pedro y Aurelia. Además de una señora  llamada Joaquina López de Gamarra y su hijo, Manolito Mariscal.
 Un  pequeño ensanche, nos hace llegar al número 15, la barbería de Luis Fernández  Conde, casado con Candelaria García Marín. En su interior, aparte de Luis “el  barbero” y algún que otro cliente, veo a mi tío Fernando. Esta barbería es su  casino. La amistad que le une con Luis y la posibilidad de leer como hace a  diario los periódicos; el Faro, Ya y Arriba, hace que en sus ratos libres, siempre  acudía a visitar a su amigo. Luis a parte de barbero, era un gran árbitro de  fútbol, En su establecimiento entre varias fotos, destacaba una de cuando  “pitó” el partido: Sociedad Deportiva Ceuta contra el Atlético de Aviación -hoy  Atl. Madrid-, esto acaeció a principio de la década de los años 1940.
 Con tantos detalles y  observaciones, el paseo me está resultando corto en la distancia y largo en el  tiempo. Salí de casa hace casi dos horas y aún estoy en la mitad de la calle  “Larga”. En fin, todo se da por bueno, con tal que mis primos; Manolo y Fini  amaguen una sonrisa, cuando en el transcurrir de los años y después de medio  siglo, vean reflejado en un futuro escrito, lo que era su barrio. Cuando estas  memorias vean la luz, a través de la página CEUTA EN EL CORAZÓN, a más de uno  que nos lea, se sentirá lleno de nostalgia, pero más ellos que son los  artífices de la página.
 Colindante  con la barbería, está el número 21, casa de dos plantas, donde viven arriba,  Manuel Cuellar Postigo casado con María Jiménez Solano -cariñosamente conocida  en el barrio como “Maria la panadera”-. Tienen dos hijos con ellos, Leonor y  Antonio. En el piso inferior vive Manuel Ragel Domingo, con su esposa Pepa de  la Vega Rasero, con su hijo Manolo, y la Madre de él llamada María Domingo  Valle.
 Seguidamente,  está la carbonería de Manuel Rull Villegas -el gorrión-, que en la puerta de su  negocio, ajetreado está pesando los sacos de carbón, que los moros les traen a  lomos de sus animales de carga, de las cábilas del Bihoud, Beliones y el  Fondál.
 Tras  la carbonería y con el número 19, encontramos la residencia de don José Chico  Vaello. Canónigo de la Santa Catedral, profesor de religión del Instituto  Hispano Marroquí y del colegio del Valle. Esta casa limita con   un  patio tipo sevillano, muy bonito, que servía de morada a Emílio Barranco Pérez,  casado con Maria Granado Lorenzo. Tienen tres hijos, llamados, Emílio,   Ricardo y Francisco. Son propietario del  estanco que se ubicaba justamente enfrente.
 En el mencionado despacho de Bentolila, tengo  la costumbre de pararme y contemplar una chapa esmaltada, que clavada en la  puerta, representa al mítico Atlas, sosteniendo sobre los hombros la esfera  terrestre. Entre este despacho y el estanco, se accede a un patio que es el  número 18 de la calle y he visitado en muchas ocasiones, dado que en él,  residen mis íntimos amigos Mariano y Salvador Marcos. Ambos amigos, viven en el  interior del patio, donde un portal, da entrada a cuatro viviendas, dos en el  piso superior y otras dos en la planta baja. En la alta, una de ellas, la ocupa  la familia de mis amigos, donde el cabeza de familia se llama Mariano Marcos  Balaguer, su esposa María Fernández Fernández y los ya mencionados Mariano y  Salvatore.
 Frente  a su puerta, reside Sebastián López Amate, con su esposa, Ana Campoy Amate.  Sebastián es el hermano mayor de mi amigo “Quini”.
 En  las dos viviendas de la planta baja, viven dos hermanos, el primero, José  Márquez García casado con Carmen Román Amate y dos hijas, Carmela -una de las  guapas del barrio- y Paula. Frente a ellos, reside Buenaventura Márquez García  y su esposa Tomasa López León.
 De  inmediato al estanco, nos encontramos la pensión “El 20”, de la que es  propietario Alfonso Martínez Martínez, casado con Encarna Lago Ramos y sus tres  hijos, Isabel, Alfonso y Rafael. También residen dos tías de Alfonso llamadas  Hisía y Victoria Martinez Ora. Alfonsito es compañero de juego, especialmente  cuando jugamos al fútbol, donde siempre da muestra de ser un gran pelotero.
 Colinda  con la pensión, un garaje propiedad de Molina, seguido de la casa de los Calvos  Pecino y el despacho de dulces de “el chochón”.Así se conoce cariñosamente en  el barrio, a esta entrañable familia compuesta por Rafael Izquierdo y su esposa  África Benavides y sus hijos, José Luis -Pito Gui-, para los amigos, Paco,  Antonio – también amiguito de los futboleros- y Loli.
 Cruzando  de nuevo de acera y dejando atrás  la  boca-calle de Obispo Barragán,  topamos  con un inmueble también propiedad de  la  familia Barranco y en cuyo portal está el despacho de pan y repostería de  “María la panadera” -esposa del antes mencionado, señor Cuellar-. A  continuación la “Única”. En este comercio, podías comprar, todos los cuentos,  tebeos y revistas de la época, además de colonia en frascos o a granel,  brillantina, tan popular entonces, tiras bordadas, trompos y chichimonas, mixtos  cachondos y un sinfín de géneros que parecía imposible en un local tan pequeño.  A continuación y con el número 27, la tienda de comestible de Emilio García,  casado con Ramona Herrera y  padres de Emilio,  Ramón, Alejandro y Casiano. Casiano es otro buen pelotero que juega en el  Abila.  En el portal con el mismo número,  también reside una familia de judíos muy apreciados en el barrio, especialmente  un hijo de la señora llamada  Achy,  conocido en la calle como Benhamú. Se ha hecho famoso, porque siempre está  paseando por la calle, con un montón de papeles bajo el brazo.  A continuación,  un taller donde se fabrican somieres, que  años antes, era la tienda de muebles “Herrera”. Cruzando la calle Sagasta, que  nos llevaría a casa Vicente “el valenciano” y al “Estrecho”, topamos con un  gran portal y con la tienda de comestible de María Lladó, tía de Remedio  Vallejo que vive con ella.
 De  nuevo la calle Larga se estrecha, pero antes y en el lateral de la derecha,  encontramos la carbonería de Juan Benítez -conocidos como “el cojo”-, que vive  en la parte superior del establecimiento, en compañía de su esposa, Francisca  Moreno y sus hijos, Pepe, María e Isabel.
 Le  sigue un par de viviendas y encontramos la zapatería de “el primitivo”,  propiedad de Joaquín Rodríguez, vecino de la calle Sánchez Navarro.
 Continuamos y a la izquierda tenemos un par de  portales la calle Espíritu Santo conocida como “la Tahona” y la sastrería  “Encina”. Esta sastrería es propiedad de Enrique Encina, que vive con su esposa  María Gamero y una hermana también llamada María.
 En  el número 34, reside Amalia Barrientos Díaz. Esta señora, se comenta, quedó  viuda y perdió dos hijos en la guerra. Es poseedora de una gran fortuna. Solo  sale de casa, para ir a la iglesia y siempre muy enlutada. La verdad es que su  casa es de lo más bonito de Ceuta. La entrada al vestíbulo, es a través de un  portalón con bellos clavos ornamentales y tras este una puerta de pletinas de  hierro tipo sevillano, da acceso a un patio de mármol blanco rodeados de  columnas y una fuente al centro, todo del mismo material. Nunca estuve en su  interior, pero desde la calle, se apreciaba   que la casa exteriorizaba gran lujo y belleza.
 Junto  a esta casa está la peluquería de “Canano” que llevan padre he hijo y viven en  la calle Sánchez Navarro en el patio de “El chato”
 El  número 35, es un pequeño patio, donde viven dos amiguitos de juegos. Uno es “El  Tani”. Su padre, se llama Juan León García, su madre, María Parrado, su hermana  mayor Carmen, él es el segundo y se llama Cayetano y tiene dos hermanos más  pequeños llamados, Conchi y Juan. El otro es Paulino. Su padre también se llama  Paulino Santiago y su madre África Gozález. Paulino tiene otro hermano menor  llamado Pepe.
 Seguimos  adelante y de nuevo se ensancha la calle. A la izquierda se halla un solar que  al parecer fue una sastrería. Esta fue destruida por una bomba, de la maldita  guerra. En un pequeño habitáculo, se halla una churrería de la señora María. En  mi casa, éramos cliente de esta señora, de la que mi padre dice, hace los  mejores churros de Ceuta. Esta señora, está casada con un señor que posee un  taxi en la parada del Cervantes. Le sigue un portal, donde no conozco a nadie y  en los bajos una tienda de tejido, con lo que finaliza la calle.
 Por la derecha y en el número 40, es la  residencia de otra familia muy conocida en el barrio. El padre es funcionario  municipal, llamado Luis Raposo Quevedo y su esposa María Serón y sus cuatro  hijos llamados, África, Pepa, Pili y Manolo. Manolo es también muy buen  amiguito. En los bajos de este edificio se ubica la bodega Fortes. No me une a  los propietarios ningún parentesco.
 Seguidamente  nos encontramos casa Pepín, donde todas las tardes, finalizado el trabajo,  acudía mi padre, en compañía de Germán -jefe de obras de la Junta Obras del  Puerto- su yerno Vicente, Miguel y Antonio Durán Valencia, Falcó, Fraiz y su  cuñado Armada, Paco Navas, Revilla y otros que siento no recordar. Allí acudían  donde mantenían animadas charlas al mismo tiempo que saboreaban las delicias de  los riojas o finos de Jerez o el Puerto.
 Dejando  atrás casa Pepín, le sigue un portal y finalizamos la calle con la fachada y  acceso al restaurante “los Pellejos” que posiblemente hablaremos de él en otra  ocasión, dado que vuelvo a repetir, el recorrido ha sido corto en la distancia  y largo en el tiempo.
 Giro a la derecha y una vez en la  Brecha, la primera casa a la que llego, es la vivienda de un musulmán,  propietario del bazar Hispano-Árabe, ubicado en los bajos del reloj del Mercado  Central. A continuación hay un almacén le sigue, un gran muro, que finaliza  colindando con el taller mecánico de Gamero, ya al final de la calle. Al  principio del muro, tomo la decisión de cruzarme a la acera de enfrente. Una  vez en ella, mira hacia abajo y veo unos grandes barracones, donde uno se  dedica a la compra de trapos viejos -el típico trapero-, otro es una fábrica de  conserva de Cabanillas y el tercero es de los Ragel, tíos de mis amigos Paco y  Manolo Benítez. Estos señores, compraban y recogían trozos de cabos y betas  viejas o rotas -de cáñamo o pita-, las deshacían y fabricaban nuevas. Con esas  ruedas enormes que hacen girar una y otra vez, utilizando como campo de acción  el largo pasillo existente entre los barracones y la muralla.
 Entre  el muro y la estrecha calle, hay una zona de tierra, donde los viejos del  lugar, dicen que es lo que queda del viejo barrio de pescadores, tras su  destrucción. Hace poco, este lugar lo utilizábamos para jugar al fútbol, pero  últimamente han trasladado aquí la parada de camiones, que colocados en  batería, prácticamente, han ocupado todo el terreno. De regreso a casa, saludo  a Rafael Benítez que al lado está de aquel camión Ford, tan famoso.
 Llego  a la Ribera, pero este es un lugar que merece capítulo aparte para contar. No  obstante, aún me da tiempo de echar una mirada al Cayetano López, barco que  lleva varado varios años, junto al barracón de los Bocarando. El propietario  del barco que lleva el mismo nombre, es hermano de Sebastián López, padre de  Quini, que precisamente ahora, luego de cruzar la calle, camino de regreso a  casa, estoy pasando por su puerta. De nuevo la calle Larga, el Ayuntamiento y a  casa.
 Prometo que seguiremos paseando y recordando.  De modo que mañana en nuestra Web, logremos tener un documento, que traslade  nuestros corazones a un tiempo que vivimos y que luchamos por no olvidar.
                         Algeciras, 20 de junio de 2010
                                                                        José María Fortes Castillo ________
 
 (1)   Calle Teniente Gómez Marcelo.
 (2). Tras vender la pesca y reducir los gastos,  los barcos hacían las “partes”, que consistía en repartir el dinero ganado. Los  marineros según su categoría como patrón, motorista, lucero, podían tener  cuatro, tres, dos o una parte y media.
 (3)    Paseo de Las Palmeras.
 
 
 Ceuta, 19 de junio de 2010
                                                                    José María Fortes Castillo
 
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 UN PASEO POR MI BARRIO   II
        En mi anterior escrito, olvidé detallar  las viviendas que se ubicaban entre mi casa y Plaza de África. Algo lógico,  después de medio siglo transcurrido. Como nunca es tarde si la memoria es  buena. Tras cincuenta y cuatro años, vamos a detallar en la mejor medida que  podamos, como era aquella calle. De nuevo me traslado al año 1.956.Mi casa que es el número doce de la calle  teniente Gómez Marcelo, -antigua calle de “Las Vendederas” y más tarde “La  Gloría”-, consta de dos plantas, como casi todas en aquella calle. En la planta  baja donde nací y aún vivo, en compañía de mis padres y hermana Juani, soy un  pequeño feliz. Si, porque los niños para iniciar el viaje de la felicidad  necesitan pocas alforjas, y yo, al igual que los otros chiquillos del entorno,  sólo necesitábamos para ser felices:    correr y jugar por  el laberinto  de callejuelas de nuestro barrio hasta el atardecer, que exhaustos,  regresábamos a casa con algún moratón o alguna pedrada de más…
 En  el piso superior, vivía don Luis y doña Lola, y al morir él, se mudaron aquí su  sobrina Elisea Cabeza Lara, viuda de don José Victory -alcalde que fue de  nuestra ciudad-, acompañada de sus hijos, cuatro varones y una chica, que por  orden de edad eran: José Luis -funcionario municipal-, Paco -empleado de  Vicente García Arrazola y empresario, Loli -funcionaria municipal-, Javier -también  funcionario de arbitrios-, y el más pequeño Diego.  Es también parte de este inmueble, la tienda  de Narciso, que posee la vivienda en el interior. En ella viven Narciso  Barcenas Fernández, su esposa Teresa Celis Moré y sus hijas Tere y Caroli. Tere  es de mi edad y siempre fue para mí una hermana.
 Saliendo de casa y girando a la izquierda  en dirección al Ayuntamiento, nos encontramos con la vivienda número diez de la  calle. Es un portal con dos viviendas en la planta baja y una en la superior.  En la planta baja más cercana a casa, vive José Pérez Guerrero -hijo del  “boguita”-, casadocon María Ibáñez Cabrera, en  compañía de una sobrina llamada Manolita Barrera.
 La otra planta baja, la ocupa Francisco  Simón Morales, casado con África Sánchez y tiene dos hijos varones, Antonio y  Francisco, al que conocemos como “Paquirrini”. El padre, es conocido en el  barrio, como “Paco el manco”. Aunque posee los dos brazos y manos, este apodo  le viene de herencia de su padre. Su profesión, es la de subastador de pescado  en la lonja del muelle del Comercio.
 En el piso superior, quién reside es Juan  González Fuentes, este señor es de Algeciras y está casado con Luisa Espinosa  Lara. Vive también con ellos, una hermana de Luisa llamada Dolores y un sobrino  llamado Juan Fernández. Juan. el sobrino, es un gran amigo del barrio y un  fanático del fútbol. Deporte que se le da muy bien. El tío, Juan Gozález, es  camarero del “Vicentino” y conocido con el apodo de “el rápido”.
 Sigo la dirección a plaza de África y lo  inmediato es el número 8. Este inmueble es un edificio compuesto por un almacén  en la planta baja y una vivienda en la superior. En la planta baja, almacén  habilitado como vivienda, residen, Joaquín Díaz Fernández con su esposa Carmen  Garcés Flores. Poseen cinco hijos, Paco, Bella, Pedro, José Narciso y Joaquín.  Esta familia es conocida como “los mutilaos”. El padre trabaja en el puerto.
 En el piso superior, vive una señora viuda,  con dos hijos. La señora se llama Dolores López Martines con un hijo varón  llamado Francisco López López y una hija casada con Antonio Silva Román,  llamada Antonia y poseen una hija llamada Inés.
 Frente a estas viviendas, en el lateral de  los impares, tenemos con el número 7. La vivienda está desahuciada y  apuntalada. Aquí vivían, Pedro López Mancillo casado con Ana Corpas Pérez.  Poseen tres hijos, llamados Pedro que trabaja con el dentista Fatou. Pepe, que  es botones en el Instituto Hispano Marroquí y el más pequeño se llama  Emilio.
 A continuación un pequeño portal con una  escalera donde vive un chaval de mi edad, al que llaman Antonio y le dicen  un   apodo que  no le gusta que le  digan, y yo dado que me cae muy bien, lo  respeto. Le tengo un gran aprecio.
 Casi en el mismo vértice de la calle, una  vivienda con el número 6 y una jaula siempre en el balcón del piso superior,  donde vive María, su hijo Pepe López   -motorista del “Nuevo Lobo”-. Una hija suya, es la viuda de Miguel  -patrón del Lobo Grande y fallecido en aquel desgraciado suceso del año 1949-  Esta señora tiene fama de preparar el pescado como nadie, es una gran cocinera.
 Continúo siempre por el lado izquierdo,  hasta dar con la casa de los Illescas, esta familia está formada por Manuel  Illesca Mellado y su esposa, llamada Francisca Díaz Guerrero. Tienen cinco  hijos, llamados; Pepa, Francisco, Carmen, Amparo e Isabel. Isabelita, es de la  edad de mi hermana y asidua compañera de juego en la calle.
 De inmediato está el número 4, la que  conocemos como casa de los Celayas. Este es un portal grande y oscuro, a través  del cual y tras subir unos escalones, se accede a un patio que luce una alta y  hermosa palmera datilera (*). Aquí se ubican varias viviendas. Los componentes  de la familia Celaya, son muy populares en todo el barrio. El padre, llamado  Manuel Celaya Bastirra, creo que trabaja en Zapico. Su esposa se llama Josefa  Rubiales Zapata y sus hijos son, Manolo, Pedro, José María y Gloria; de todos a  quien más aprecio es a Manolo, que a pesar de la diferencia de edad, “peloteo”  muy a menudo en la puerta de Narciso.    Dos vecinas de este patio son las famosas “Chamba” y “la Chibiriaca”.  “La Chamba” es natural de Tarifa y  se  llama Antonia Agustini González. Su fama se debe a que es una anciana  protestona y escandalosa, incapaz de decir tres palabras sin soltar un  improperio.”La Chibiriaca”, aunque protestona también, es más recatada. Mi  hermana con sus amigas y especialmente las hermanas Pili y Pachi Morales, les  suelen cantar:
                              ♫  La Chamba y la Chibiriacase fueron a confesar.
 La Chamba perdió el  rosario
 y la Chibiriaca, se  echó a llorar.♫
     La respuesta de “la Chamba” es mejor que no  lo escriba para no herir sensibilidades, pero solo por oír la retahíla de  improperios y maldiciones, merece la pena cantarle la canción.Son también vecinos de este lugar una  señora viuda llamada Dolores Ramos y su hijo, Manolo Torres. Manolo es un  asiduo pescador de caña y es el “terror” de los sargos del muelle del Comercio.
 Para terminar, el lateral de los pares,  finaliza con el número 2. Este es el pabellón militar, donde dije en mi  anterior escrito, vive mi amigo Feliciano Gil.   Su padre es capitán y está destinado al Parque de Artillería. Se llama  Feliciano Gil Palomo y su madre -una agradable y gran señora- María Remacho.  Feliciano mi amigo, tiene un hermano mayor llamado Juan Antonio.
 La calle nace por los números impares, con  el número 1. Aquí viven tres hermanos mayores, llamados, Juana, Pilar y  Francisco García Cruzado. El número 3, es el edificio que forma calle con la  fachada del Ayuntamiento. Yo la conozco como la casa de los “Artolas”, será  porque es la familia aquí residente, con la que más confianza tengo e  indudablemente la que más aprecio. La componen tres hermanos, don Francisco,  Josefa y María, conocidos familiarmente como Paco, Pepa y Mariqui. Paco es el  párroco de la iglesia de San José -Hadú- Sus apellidos son, Artola Ramírez. Su  hermana Pepa, está casada con Juan Mateo Navarro -policía municipal-, tienen  cuatro hijas, Pepi, Carmen, Loli y África, la que conocemos todos como “Cuchi”.
 Otra familia conocida de este inmueble es  la de Enrique Lanuza Cano, casado con Pilar de la Peña y tienen dos bellas  hijas, llamadas Pilar y Luisa. Enrique es el jurista del Ayuntamiento. La  primera planta la ocupa Francisco Fatou Sánchez Medina y su esposa Natalia  Arenas Rubialez. Él es conocido como Fatou “el dentista”.También reside en la  vivienda, la sirvienta, llamada Antonia Márquez Márquez.
 La casa inmediata, con el número 9, tiene  la entrada volviendo la esquina -dirección Paseo de las Palmeras-, en la planta  baja de dos viviendas, viven  “el padre  Manuel” -que es como conocemos al sacristán de la Catedral-, llamado Manuel  Gómez Caparrós, su esposa Rosario Guerrero y un sobrino de esta llamado Manolo  Méndez Guerrero. Este  matrimonio tiene  una hija llamada Pepita casada con Bernal que a su vez tienen dos hijos Maria  Elena y Rafalín. En mi anterior relato, cuando escribo sobre el hotel España,  hago mención de que la propietaria que se llama Mercedes, es la viuda de un  hijo de Manuel y Rosario, llamado Manolo, que falleció en Buadix en un partido  de fútbol, al golpearse con el poste de la portería.
 En la misma planta baja, otra vivienda está  ocupada por el matrimonio que forman Ricardo de León Enderica,  su esposa Lola Camúñez  Albarracín y sus hijos Paco y Mari Tere. Paco  y yo somos uña y carne. Es mi gran amigo de la niñez.
 El número 11, es una casa con un bello  patio interior y posee dos viviendas. Una la ocupa Manuel Creo Cárdenas, con  sus hijos, Manolo, Marías, Joaquín y Rafalote.
 Otra está ocupada por Ángel Benítez Leiva,  su hijo Pepe y dos gemelas llamadas Manoli y Ángeles. Ángel que es natural del  Puerto de Santa Maria, es un señor pintoresco. Los domingos y días festivos, se  suele vestir muy a lo “andaluz” En invierno con chaqueta azul y luciendo un  clavel blanco en la solapa. En verano la americana es blanca y el clavel rojo,  pero siempre acompañado de su fino bastón y sombrero de “ala ancha”. También conviven,  una hija de Ángel llamada  Loli, casada  con José Sotomayor Camacho. Tanto Ángel como su yerno Pepe Sotomayor, son  asiduos asistentes al “casino” de la calle, que es la tienda de Narciso. En las  diarias partidas de “mus”, que todas las tardes se celebran, junto a ellos,  participan también, mi padre, Manuel -el sacristán- Ricardo de León, “el padre  Artola” y algún otro pero con más intermitencia.
 Más abajo y con el número 13, un portal con  solo una vivienda en el piso superior, donde   vive un señor que es maestro del Colegio Nacional de la barriada de la  Almadraba y más tarde del que se ubicaba en la calle Solís. Es un matrimonio  con tres hijos, dos varones y una chica. El niño mayor  que conocemos como Joselín,  se ha hecho amigo nuestro y todos los  domingos solemos ir al muelle del Comercio a coger centollos con salabares. La  casa inmediata, con el número 15, es conocida como la casa de los Hormigos. En  la planta baja, es donde ellos residen. Esta familia la componen, el matrimonio  Manuel Hormiga Chacón y Carmen Chaves García. Sus hijos son; Paco, María Luisa  Juan y Manolo. Arriba una vivienda que utiliza Paco Victory, como almacén y  oficina, dado que posee un negocio de representación de géneros de  alimentación. El único empleado que tiene es Manolo Hormigo, que es el  encargado de entregar los pedidos y como medio de transporte, utiliza una  bicicleta que remolca un carrito.
 Más abajo nos encontramos un patio con también el número 15. Para  acceder a él, es preciso subir un par de escalones.  Perpendicular a la entrada, encontramos una  vivienda, en ella vive una señora llamada Ramona Guerrero, que posee un  carrillo de chucherías en el Puente Almina y tiene tres hijos, Ramoní -muy  guapa-, Anita y Gonzalo. A la derecha vive un empleado de la fábrica de  Carranza en la Ribera, llamado Francisco Lozano Murcia, casado con Antonia Hernández  y poseen dos hijos, Ana y Agustín. Por las  tardes, portando dos canastas, vende los buches de atún, corazones, huevas y  lechas de bonito, morrillos, y todas esas delicias que una tarde sí y otra  también, suelo cenar en casa de mi abuela, cliente fija de este señor. Las  lechas y huevas fritas, son un verdadero manjar y los corazones de bonitos, con  el refrito de tomates, pimientos, cebollas, ajos y demás especias están para  que te chupes los dedos. Otra familia que reside en este patio es la formada  por Francisco Ferrón Guerra y África Bernal Ruiz.
 Seguimos en la misma dirección y llegamos a  la zapatería de Villatoro con el número 17. El matrimonio está compuesto por Antonio  Villatoro Salido y Pepa Iglesias. Los hijos cinco varones y cuatro hembras son;  Paco, Antolín, Rafael, Manolo y Fernando los hijos y Teresa, Mariqui, Josefina  y Áfriquita las hijas. De todos, Mariqui es la más popular y querida en el  barrio. Siempre cargada con sus dos carteritas con productos de joyería, para  vender. A pesar de que no son buenos tiempos para gastar el dinero en lujos y  que la gente está más preocupada de llenar el estómago, Mariqui, con su  simpatía y bien hacer, consigue que se haga un esfuerzo económico y aunque sea  a plazos, adquieren alguna que otra sortija, cadenas o medallas.
 Tras esta casa, hay un pequeño portal con  una escalera que da acceso al piso superior de la vivienda de los Villatoro. En  ella residen, Encarna Guadalupe, su hermana Juana, su hija Encarna Calvo y un  nieto llamada Carmelo del Coso Calvo.
 Le sigue con el número 19, un portal  grande, donde vive Francisco Trujillo, su esposa Amelia González y su hijo  Francisco. También reside con ellos una sirvienta llamada Lola Carretero  Ramírez. Francisco Trujillo, es propietario de la farmacia que se ubica en la  calle Real, frente a “la Campana”. Llegamos al final de la calle por el lado de  los impares, donde se ubica la tienda de repuestos de automóviles de Chavero. Este  comercio, forma esquina con la calle “General Franco”. Es curioso porque, la  gente más joven la llama Paseo de las Palmeras y los mayores, calle de “La  Muralla”. Nadie la llama por su nombre oficial; el pueblo, siempre sabio en estos menesteres, sabe ponerle a sus calles, con el boca boca, su verdadero nombre, y en cambio, deja para el olvido, algunos otros...
 De nuevo me remonto a mi casa y comienzo a  bajar la calle, esta vez por el lado derecho o por los números pares. El primer  número que encuentro es el 14. Es un gran portal, donde residen varios vecinos.  Son los más conocidos las hermanas Pacheco Barona,  Paz y Pilar.   Dos hermanos  llamados Diego y  Juana Gómez Aguilar. Una viuda llamada Asunción Calvo, que vive con dos hijas  llamadas, Asunción y Antonia, y una nieta llamada Pepita 
                    Izquierdo
 Además de un señor que posee una pescadería en el Mercado de Abasto.
 Mas abajo hay otra casa con el  número 16, esta es de dos plantas y en una   vive un matrimonio compuesto por José Gutiérrez y Ana Pérez y el la  otra, Antonio Gutiérrez e Isabel Bahamonde, con tres hijos llamados, Leopoldo,  Carmen y María Teresa.
 Finalizando la calle tenemos la  barbería de Ferrón, con dos puertas de acceso y tres peluqueros, Ferrón padre,  su hijo Pepe y “el Topolino”. Y por último en la esquina “Casa Nari”, un bazar  indio de los más antiguos de Ceuta. Nari el indio, tiene como empleado  conductor, al hermano de Paz, el famoso futbolista que jugando en la Sociedad  Deportiva Ceuta, llegó a fichar por el Real Madrid.
 Y terminada   mi calle con los comercios de  Nari y Chavero, abocamos de nuevo  a la calle –verdadero balcón de  Ceuta- de la Muralla para unos y Paseo de las  Palmeras, para otros…
 Si tomo la dirección de Plaza de África,  tras Chavero nos encontramos con “casa Bernet”, esta es una tienda de mercería  y tejidos, con la particularidad, que tras la entrada y a la derecha, siempre  encontramos a una señorita sentada delante de una pequeña mesa, en el centro de  la cual, hay un pequeño cilindro colocado verticalmente de unos diez  centímetros de alto y siete u ocho de diámetro. Esta señorita es la encargada  de reparar las medias de nylón. Estas medias también llamadas de cristal por su  transparencia, es un artículo de reciente aparición además de un lujo, y cuando  se deterioran las traen a reparar aquí, Las mujeres tratan de sacarles el  máximo resultado posible, dado que no siempre tienen la posibilidad de adquirir  otras. Mi madre me hace venir a menudo, bien a recoger o a traer alguna. Se  suele decir que a la media “se le ha hecho, una carrera” y esta señorita con un  instrumento en forma de lápiz, al extremo de un cable y tensando la media en el  cilindro que hace de bastidor, va reparando pacientemente la prenda dañada.
 Seguimos caminando y encontramos un piso  donde vive don Patricio, delegado de la Compañía Trasmediterránea. Su hija  llamada Pepita, es una de las señoritas más bellas de Ceuta y es novia de Pepín  Baeza. En este mismo piso vive don Valentín Cabilla Cabas, con su señora madre  y un hermano con su esposa. La planta baja es ocupada precisamente por la  compañía antes mencionada. A continuación está la ferretería de “Azqueta &  Torroba”, que limita con al mejor hotel de la ciudad; “el Atlante”, antes se  llamaba “Magesty”. En la fachada del hotel, existen unas ventanas a pocos  centímetros del suelo, que dan a la cocina. Algunos niños y yo entre ellos,  cuando pasamos vociferamos: ¡¡¡Pepe!!! échale de comer al gato, que está muerto  de hambre. De inmediato hay que colocarse entre venta y ventana. El malhumorado  Pepe -que es el cocinero- coge el cucharón y arroja caldo caliente hacia la que  el considera que se le ha lanzado la petición
 Recorriendo la “ele” que forma la fachada  del hotel, entramos de lleno en la calle O´Donell, pero antes de seguir, es  obligado mirar a la derecha y ver el perfil de González Tablas. De cuantas  batallas habrá sido testigo mudo. Cuando algo más joven solíamos jugar aquí.  Hacíamos dos bandos, uno con la misión de defender el fuerte que él preside  erguido y un segundo con la de conquistarlo. Supongo que se sentiría orgulloso,  viendo como niños de ocho a diez años, se entrenaban en el arte de la guerra,  por si algún día fuera necesario e hiciera falta luchar y hasta dar la vida  defendiendo la vieja “Abyla”.
 Seguimos y lo primero que encontramos es el  estanco de doña Manolita Cansino. Esta señora es la propietaria  y a la vez es la tía de Margarita Cansino. Un  hermano de Manolita, emigró a los Estados Unidos, donde se casó y de este  matrimonio, nació Margarita. Esta se dedicó al cine y adquirió el nombre  artístico de Rita Hayworth. En estos momentos es una de las actrices más  famosas del mundo, tras su reciente película “Gilda”, que en compañía de Glenn  Ford ha sido un verdadero éxito.
 Este edificio, tras el estanco hay un patio  con una escalera, donde vive la familia Alfón, propietarios del bazar “Alegría”  que se halla en la calle Real, entre “la Campana” y el Banco Hispano Americano.  La familia -de religión judía- la componen, el matrimonio tres hijas y un  varón, la mayor que desconozco el nombre, está casada  con Rafael Bentolila -propietario de unos  almacenes de venta al por mayor en calle Larga- Estrella y Alicia -de gran  atractivo físico- y el varón y más joven, Alberto.
 Seguimos adelante y topamos con el casino  del barrio; “El Sin Nombre” o “casa Lucas” que así se llama el propietario.  Continuamos de regreso a casa recorriendo la fachada  del palacio municipal cuya acera está  ornamentada por bellos naranjos, a excepción del segundo, que posee un injerto  de limonero y que en el bar se encargan de consumir.
 Volvemos al punto de partida y dejando el  Ayuntamiento cruzamos la calle Malcampo, donde todas las viviendas están a la  derecha y empezamos por un patio donde vive la hermana de mi amigo Juan Fernández,  con su esposo que es capataz, de las brigadas de carga y descarga del puerto.  En ella también vive el “Pachichu” que trabajaba de niño en la tienda de  Narciso, con su hermano Rogelio que trabaja en la clínica de urgencias.
 Más adentro un portal donde abajo vive  Antonio Montoya, su esposa Rosita,  sus  hijos Rafalín y Miguel y las hermanas de ella, Paquita y Mariquita. Arriba vive  un matrimonio que los dos son funcionarios del Ayuntamiento y su hija Mari  Trini.
 En el último portal, vive la familia de  María Cortes. El no se como se llamaba, se que es marinero en la canoa del  practico y tiene una hija que se llama Carmen. Una prima suya que le llamaban  “Paniagua” siempre está cantando una canción que dice así:
 
                    
                      
                        
                          
                            ♫  La novia de Pepese mea en la cama
 y Pepe le dice;
 cochina marrana.
 Lávate esa cara,
 échate polvitos,
 y así tu Pepe.
 Te dará besitos. ♫
     Al fondo hay una puerta, que da acceso a un  patio. En la planta baja, mora la familia Mateos. Él es guardia municipal,  viudo y con un par de hijos; Paco y Ricardo. Primero Paco fue monaguillo y  ahora lo es Ricardo. El padre tuvo un día un incidente grave el día del desfile  de la Victoria, que ya algún día os contaré.En la frontal izquierda del patio, vive el  matrimonio compuesto por Pedro y Vitoria. Sus hijos son: Toñi la mayor, los varones  Pepe y Pedro -muy amigos míos-, Conchi, Vitori y Mari Dulce la mas pequeña.  Esta familia goza de un gran aprecio por mi parte.
 De nuevo doy la vuelta, doblo a la  izquierda y a los pocos pasos estoy de nuevo en casa. Saludo a Narciso que está  en la puerta de la tienda y como todas las mañanas de agosto y septiembre, el  burro del chato -musulmán chato y muy buena gente-, está atado en la verja de  mi ventana, con dos serones llenos de higos chumbos y como siempre  pregonando ¡¡¡al rico chumbo, del hacho!!!,  ¡¡¡dulce como el caramelo!!!, de verdad, los chumbos del hacho están un rato  bueno.
     Algeciras, 10 de  julio de 2010                                                                     José María Fortes  Castillo
 
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 (*) La palmera se divisaba desde cualquuier punto del barrio, y era nuestra seña de identidad.
 
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 UN PASEO POR MI  BARRIO III
             Salgo  de casa y giro a mi derecha. Lo primero que encuentro es la tienda de Narciso  Bárcena, que al igual que mi vivienda, es el número 12 de la calle Teniente  Gómez Marcelo. Tras la tienda, se halla la vivienda y al finalizar esta, existe  un patio que es común de Narciso y su familia, la familia Victori y nosotros.
 La  familia de Narciso, la componen su esposa Teresa Celis y sus hijas Tere y  Caroli.De  inmediato y colindante con la tienda, me topo con el número 2 de la calle  Sánchez Navarro. Entramos en el corazón del  “Callejón del Asilo”. Este autentico epicentro del antiguo arrabal de  pescadores de la vieja Ceuta, debe su nombre al antiguo asilo -con anterioridad  fue casa de la Misericordia- que se ubicaba en el mismo edificio que hoy es  Colegio Nacional
 Siguiendo  con mi recorrido, el número 2 está ocupado por la familia Lozano-Perpén. Luis  es el nombre del padre y Manolita la madre. Tienen cuatro hijos; Luis el mayor  -conocido como “Guicha”, es un gran deportista y destaca en balonmano y  submarinismo-, Rigoberto, Quique y Mari Afri. Por la edad, me una gran amistad  con Quique, con el que juego muy a menudo, emocionantes partidos de fútbol con  botones.
 El  número 1, es el domicilio de Francisco García -Paco “el barbero”- con su esposa  Ceferina Bernardo y al igual que la familia Lozano, tienen tres barones y la más  pequeña es una niña. El mayor es Paco, le sigue Carlos, Ceferino e Isabel  -conocida como “Beli”-. También cohabitan dos hermanos de Ceferina: Juan  Antonio y Sebastián. Paco y Carlos, además de amigos, son componentes del  equipo de fútbol del barrio, que frecuentemente competimos con los niños de la  Ribera.
 El  número 3 se halla ubicado, en un recoveco que forma la calle hacia la izquierda  y que sirve de morada a Juan Espinosa Mulero, con su esposa Andrea Mena y sus  diez hijos: Antonio, Afrecha, Juan, Andrés, Armando, Teresa, Francisco, Josefa,  Jesús y Alfonso. Este hombre, que es guardia civil, es un gran aficionado a la  cacería con red, y es típico ver la fachada de su vivienda llena de jaulas con  toda clase de pajarillos. Hasta hace pocos años, esta vivienda estaba ocupada  por Cipriano Castillo Martines, su esposa María Pardo y los hijos Luis Miguel y  Cipriano. Esta familia donde él es hermano de Solita, esposa de mi tío Miguel,  emigraron a Barcelona.
 En  el mismo recoveco y formando un ángulo recto con la fachada de los Muleros -así  se conoce en el barrio a la familia de Juan- se ubica el número 5, donde vive  Paco Jiménez y su esposa Teresa Mena. Él es maestro armero. Es un hombre que  posee una gran simpatía y una enorme nariz. Su esposa es hermana de la mujer de  Juan “El Mulero”.
 Por  la derecha, donde se ubican los números pares, tras la casa de los Lozano, y  con el número 4, hay un barracón que sirve de almacén a la ferretería que se  halla junto al Ayuntamiento. Su fachada que forma una L, da a la calle y a la  plazoleta “del Chato”. Este almacén se caracteriza, por tener la fachada  inferior de obra, hasta una altura que   va de un metro y medio a dos metros. A partir de esa altura, el almacén  es de madera y cubierto de chapa ondulada. Lo que más guarda en su interior,  son bidones de alquitrán. Alguna vez que otra, un señor que es el peón de la  ferretería, abre la puerta para despachar al cliente de turno, la cantidad  solicitada. Este producto se utiliza en las embarcaciones de madera. El  alquitrán se da con brocha en el casco por el exterior, que es la parte que  está en contacto con el agua. Siempre que previamente, se halla calentado al  fuego lo suficiente como para licuarlo. De esta manera el alquitrán crea una  capa aislante que protege la madera.
 En  el interior de este almacén, existe un pozo al que fue a parar una pistola que  poseía mi abuelo. Cierto día que se estaba abasteciendo de alquitrán para los  barcos y dado que aquel arma ya no le era necesaria, obstó por arrojarla al  interior del pozo.
 Antiguamente  los barcos estaban desprotegidos y con alguna frecuencia los abordaban los  piratas, es por eso que algunos marineros iban armados con el fin de defenderse  de estos ataques. Al considerar, que los tiempos habían cambiado lo suficiente,  lo mejor era arrojarla a aquel pozo.
 Finalizando  la fachada del almacén, nos encontramos un patio con el número 6. Este patio  conocido como “del Chato” es de los más populares del barrio. Ubicado en la  plazoleta del mismo nombre, consta de dos plantas. A la planta baja, se accede  a través de un pasillo que se encuentra a la derecha y a la izquierda tenemos  una escalera que facilita el acceso a la planta superior. Penetrando por el  pasillo de la derecha, accedemos a otro patio interior de forma cuadrada. Las  viviendas se ubican en el perímetro del patio y en ella viven varias familias  entre las que podemos citar a Rafael Borrego y su esposa Juana Paño, junto a  sus hijos, Rafael, Juan, y Araceli.   Manuel  Bernal, su esposa Teresa y sus hijos José y Teresa. Manolo “el Rarra”, es muy  amigo de mi tío Jesús y trabajan junto en Borrás, Efectos Navales, S.L.
 Antonio  de Aro Segura, su esposa María Navarro y sus hijos, María, José Antonio, Luisa  y Francisco. Los dos varones son conocidos en el barrio como “los Aritos”.  Antonio el padre, es propietario de una traíña llamada, Joven Antoñita y  conocida como “La Liebre”, debido a su lentitud. Poseía un motor que al  navegar, por el tubo de escape iba expulsando unas circunferencias de humo, que  siempre me llamaron la atención. Este barco es desde hace tiempo, el escenario  donde se celebra  la quincana. El día de  la Virgen del Carmen, se coloca un palo horizontal y al término de este, una  banderita que hay que atrapar. Coger la banderita, trae consigo ganar cien  pesetas. No es fácil, dado que el palo se unta previamente con un cebo  resbaladizo y es más fácil acabar en el agua que atrapar la dichosa bandera.
 Otra  vecina de este patio es la señora  Juana  Barba Durán, sus hijos Carlos, Antonio, José y Ángel –el famoso tito Ángel-  que es como le conocemos.
 En  el piso superior, tenemos una barandilla que bordea el inferior y es inquilino  de una de las viviendas, Manuel Pérez Lara, su esposa África Mata y su hijo  Manuel. Manuel el hijo, es un poco retrasado, pero en la calle juega como  cualquier otro chiquillo, puesto que siempre es bien recibido, en cualquier  reunión.
 Otro  de los inquilinos es la hermana de Afrecha, Araceli Mata y su hijo Pedro Borrego.  Además de José Rodríguez Viciedo, su esposa Dolores García y su     hijo Rafael.
 Ricardo  Mesa Triana, es otro de los inquilinos del patio. Su esposa es María Dolores  Gaspar y su hijo Antonio. Ricardo es muy conocido tanto en el barrio como en el  muelle del Comercio. Le conocen como “el malayo”. Es gitano y muy gracioso  hablando “el caló” -como dice él-, pero si destaca en algo es en lo servicial y  buena persona. Tiene algo que todo el que lo conoce le aprecia.
 Para  finalizar con Federico Camúñez Mata y su esposa Consuelo Donda y sus hijos  Rafael, José Luis, Federico y Luz. Aquí se da un nuevo caso de cuatro hermanos,  siendo los tres mayores varones y la pequeña una chica.
 Como  el paseo está resultando algo largo, vamos ha dejar aquí el tercer capítulo y  para el cuarto entraremos a dar un repaso al patio de “la Manini”.
 Tengo  que preocuparme de saber el nombre “del Chato de la luz”, como es conocido. Es  el encargado de reparar cualquier avería eléctrica que se ocasione en todo el  barrio dado su condición de electricista. Es un tío feo y simpático. Acostumbra  a asombrar a la gente, metiéndose una cuchara por un agujero de la nariz y  sacársela por el otro. Un vecino muy popular.
     Algeciras, 17 de agosto de 2010
                                                                      José María Fortes Castillo
 
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 UN PASEO POR MI  BARRIO  IV
     
 Cuando  salgo del número 6 de la calle Sánchez Navarro, siguiendo el recorrido  correlativo de números, me topo con una pequeña puerta, que en verdad pertenece  al número 8 que es la entrada al patio de “la Manini”. Solo que en la primera  vivienda, accediendo a ella por la derecha, han abierto una puerta que accede  directamente con el exterior, sin necesidad de penetrar a través del patio.
 En esta vivienda, reside Mercedes Rodríguez  Viso, viuda del gran “Papabuelo”, que dirigía en Radio Dersa de Tetuán, el  programa “El Mago Cacumen”. Este programa hizo furor al final de los años  cuarenta y principio de los cincuenta, con aquella famosa frase: ¡¡no se  apure!! Con ella vive su hija Encarnita. Seguramente una de las niñas más bonitas  y educadas de Ceuta.
 Ubicados  en el patio, la primera puerta a la izquierda, es la vivienda de Mariano  Palomares Martín, su esposa Candelaria   Escarcena y sus hijos: Francisco, Mariano y Carmen;  además, con ellos viven  su suegra Candelaria y su cuñado Fernando,  conocido en el barrio como “el Maquiqui”. Mariano adquirió cierta notoriedad en el barrio, cuando fue mordido por uno de  aquellos burros que traían los serones repletos con sabrosos higos-chumbos  moscatel los unos, y verdes y cárdenos los otros…
 Subimos un escalón y a la derecha tenemos la  vivienda de Carlos Lara Pons. Carlos es empleado del Hospital Militar y es el  practicante del barrio. Creo que muy pocas personas de las que por aquí  residen, se habrán librado del pinchazo de este buen hombre. Es una familia a  la que tengo gran estima. La esposa de Carlos, Ana Rodríguez y sus hijos Manolo  -intimo amigo al que aprecio mucho- y Vicente.
 De  inmediato y junto al acceso de la casa de mi amigo, se halla una escalera que  al final de ella y a la derecha, una puerta, da entrada a la vivienda de  Joaquín Rodríguez Viso, su esposa Encarnación González y su único hijo,  Joaquín.
 Subimos dos escalones más a la izquierda y  llegamos a un corrido balcón de varios metros, donde a la derecha existen  cuatro viviendas y en el lado opuesto la barandilla y una panorámica del huerto  de María Vera,
 Una de las viviendas, está ocupada por Juan  Roche Navarro, Francisca García Cano, como su esposa y los hijos de ambos,  María y Francisco.
 Otra de las viviendas, está ocupada por la  familia de José Gamero Reina, propietario del taller de reparaciones de  vehículos, sito en la Carretera Nueva. Su esposa Francisca Gutiérrez y sus  hijos, Antonio, José -Pepitín-, Francisca y Milagro.
 Otra  familia es la de Carrilero. Lamento no conocer el nombre y apellidos de este  señor tan popular en el barrio. El señor Carrilero, es un guardia local y tiene  la misión de trasladar a los locos, al manicomio de Cádiz. Esto hace que sea  tan popular y conocido, de tal manera, que en el barrio cuando se quiere decir  a alguien que está loco o “majareta”, se le dice: estás para que te lleve  Carrilero. El hijo mayor de este señor llamado Pepe, posee un taller de  recauchutado junto al taller de los Gamero. Se llama, Pepe Carrilero y creo que  está casado con una hija de José Gamero. No se si con Francisca o Milagro.
 Volviendo  los pasos a atrás, si en vez de subir por la escalera, accedemos por un pasillo  a la izquierda, nos ubicamos debajo exactamente del balcón del piso superior,  solo que la panorámica del huerto la tapa un tabique que nos separa del mismo.  Las viviendas están situadas debajo de las anteriores.
 Uno  de los vecinos que aquí mora es Francisco León Ramón y sus hijos Juana León  León, África, Diego, Purificación y una hermana de Francisco llamada María.
 De inmediato, dos viviendas ocupadas por  dos hermanas de María Vera. La primera es la casa de Ana Vera Roche, casada con  Antonio Gaitán Navarro y en la siguiente, vive Isabel, esposa de Juan Saameño  Jorillo.
 Al final del pasillo se halla ubicada la  vivienda de la señora que le da nombre al patio. El cabeza de familia se llama  Manuel Lozano Flores y su esposa Guillermina Ramírez Martines, mas conocida  como “la Manini”. Sus hijos, Pepe, Mercedes  y Manolo, pero todos conocidos como “los  Manini”. Guillermina es conocida por su tremenda simpatía. Siempre está  alegre y jovial.
 Completado el patio y siguiendo el  recorrido de la calle, damos a la izquierda con un portal, este es el número 9  de la calle. Con dos viviendas en la parte baja ocupadas por una familia de  musulmanes, llamado él, Mahamed Hamed Said y ella, Arquía Mohamed Rahal. En la  otra vivienda, es titular de ella, un hijo del popular “Boguita”, Luis Pérez  Guerrero, casado con Ángeles Ortega Pacheco y sus hijos, Herminia, María,  Rafael, Luis, Ricardo y Josefina. Subiendo una escalera, accedemos a la  vivienda de una de las familias más queridas del barrio, formada por Miguel  Ruiz Ariza y Malta Calderón Ruiz, con sus hijos, Malta, Miguel y Mari Afri.
 Quiero hacer mención sobre la calle. Está  adoquinada, estos elementos de forma rectangular, en la parte superior,  longitudinalmente están ubicados en perpendicular al eje de la calle. En este  eje, otra hilera de los mismos adoquines, al contrario de los anteriores, están  colocados de forma que en su mayor longitud, es paralelo a las paredes. Como  formando un pequeño canal. Esta forma de colocar los bloques, sigue las  antiguas normas ya corregidas, de cuando no existían las redes de saneamiento,  Entonces el eje de la calle, se ubicaba a una cota inferir de unos diez o doce  centímetros, para que las aguas inmundas, que entonces se solía tirar desde las  puertas o ventanas, al grito de ¡¡agua  va!!, circularan por esta canaleta.
 Como casi todas las ciudades andaluzas,  las paredes están encaladas con esa blancura que  solo puede dar el producto que se explotaba  en  la calera de la zona alta de la  barriada del Sarchal. Algunas vecinas se ponen de acuerdo en blanquear las  fachadas y el calero, que suele pasar con frecuencia por la calle, portando la  piedra en vivo, a lomos de un mulo, era el que facilitaba el producto encargado  de resplandecer, tanto el interior de las viviendas como las fachadas  exteriores. En general son tres o cuatro mujeres las que suelen llevar a efecto  esta tarea. Normalmente se suele elegir un domingo de verano, cuando ataviadas  con pantalones viejos de sus esposos y escobilla de palma en mano, dan lustre a  la calle. Para pintar el “sócalo”, se suele utilizar esta misma cal,  agregándole unos polvos de color  marrón  en un caso, o bien rojo obscuro en otro, de forma que este sea el color de las  paredes desde el suelo hasta una altura más o menos de un metro*.
 Así es mi barrio, pobre, pero «limpio como los chorros del oro», que “pa” otra cosa no habrá  dinero, pero para tener las paredes  resplandecientes, siempre se sabe buscar unas pesetas. La verdad es que existe  hasta cierta competencia por tener la fachada más limpia.
 Doy unos pasos y a mi derecha me topo con  la puerta de Luisa. Esta señora vive con su hermano, Francisco Gómez Pérez y su  hijo Carlos, conocido como “Carlitos el  del huerto”.
 La vivienda es propiedad de Luis Pérez  Gómez -tío de los anteriores-, como el terreno posterior de una hectárea  aproximada. La vivienda es amplia y Luis la dividió en dos, tras quedar viuda  Luisa. Una parte para sus sobrinos y la otra de su uso, en compañía de su  esposa María Vera y una sobrina de ésta llamada Maruja**. A la vivienda de Luis, se accede unos metros más  adelante, en una plazoletilla junto a la entrada del patio donde me crié. Las  dos viviendas que en realidad es una, poseen el mismo número, el 10. La parcela  interior, está cultivada y a través de las dos viviendas, se accede a un gran  patio y de este subiendo una ancha escalera, al famoso huerto de María Vera.
 Tras subir la escalera, a la izquierda es  la zona de las flores. De esta zona se preocupa María. El resto es de cultivo y  árboles frutales, donde el encargado de las labores propias, es un señor mayor,  que a su vez, cuida el huerto del colegio de La Inmaculada Concepción.
 Siendo muy niño y ante una plaga de  langostas -lo conocíamos en el barrio, como cigarrones-,  que azotó Ceuta. Algunos vecinos del patio inmediato, accedimos al huerto  solicitado por Luis, con el objetivo de destruir el mayor número de estos  incestos tan dañinos. Recuerdo bien a mi tío Jesús, Juan Vallejo, Antonio Gaona  y Paco Benítez, entre otros. Me facilitaron como arma un trozo de tabla de  madera y mi misión era golpear al cigarrón y matarlo. Al final, llegó una nube de estos bichos que nubló el cielo y  tuvimos que abandonar la lucha ante la impotencia. Aquel día vi llorar a María  Vera, ante la dantesca imagen que daba lo que fue un hermoso huerto. Quedé  impresionado por la capacidad de destrucción que poseía aquel infernal ejército.
 Justo enfrente a la puerta de Luisa, se  accede a un patio que es el número 11 de la calle. Este patio es conocido como  el de “Picazo”. Está formado por un  pasillo con dos viviendas en cada lado y al fondo, hay una escalera a la  izquierda que da acceso a dos viviendas más. Junto a esta escalera vive,  Antonio Picazo Fernández, con su esposa Francisca Silva Cabeza.
 Antonio es el encargado de pelar y afeitar a  la gran mayoría de pescadores que suelen rondar los aledaños de “Casa Vicente” o “El Estrecho”. Vicente “El  valenciano”, frente a la puerta de su tienda, posee un almacén y en el,  Antonio Picasso “el barbero”, en un gran sillón y utilizando como posa pié, un  madero clavado en el suelo, atiende a su clientela, rasurando y pelando, a  cambio de un par de pesetas o un puñado de pescado.
 En la tertulia de mi abuelo José, he oído  decir, que Antonio es primo hermano del gran Pablo Picasso. Se comenta como en  secreto. Con temor de que alguien pueda oír la conversación y ello conlleve  problemas. Desgraciadamente, me está tocando vivir una niñez donde el silencio  es un arma defensiva. El secretismo es parte del aire que se respira.
 Otra vivienda en el interior del patio, está  ocupada por el hijo del anterior también llamado Antonio Picasso Silva, casado  con Ana Pestana García y su hija  Anita.
 Son vecinos de este patio, Dionisio  Alejo Serrano con su esposa, Dolores Aguilar  Escoz y sus dos hijas, Teresa y Mari Nieves.
 Dolores Puyol Viso y María Aguilar Escoz  -hermana de Dolores- y una nieta llamada María, también residen en una  vivienda, como Javier Alcántara Correa casado con Jacinta Rubiales Zapata, con  un sobrino de esta llamado Pedro Celaya Rubiales, perteneciente a la familia de  los Celayas, que gozan de gran popularidad en el barrio.
 Siguiendo en el mismo patio, tenemos a dos  señoras llamadas, Isabel Beneroso Arango y Dolores Lorente Cantero.
 Para finalizar este capítulo, nos ubicamos  en el número 13, donde viven Pedro Cascaño Setié, casado con Ana Guillén Gómez  y sus hijos Antonio, Escolástica y Pedro. El padre es calafate de la Compañía  de Mar de Ceuta y aunque llevan poco tiempo en la calle, se han ganado el  cariño de los vecinos. Es una familia muy servicial y sus componentes muy  agradables.
 Con  anterioridad, aquí vivía mi tía Juana Castillo Bravo, casada con Fernando  Castillo Gerrú y sus hijos, Remedio, Joaquín y Lina. Esta vivienda, en su  interior posee un hermoso patio.
 
 
     Algeciras,  29 de agosto de 2010                                                            José  María Fortes Castillo  ______ *    Los  sócalos con los años fueron acortándose hasta llegar a la altura de una cuarta. **   Esta mujer merece que le haga un apartado y hablaré de  ella en el siguiente capítulo.
 
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 UN PASEO POR MI  BARRIO   V
 
 
 
    El número 12 de la calle Sánchez Navarro,  corresponde al patio de “la Ramblilla”. Esta ramblilla que es más un ante-patio,  tiene aproximadamente unos veinte metros de largo por tres y medio de ancho. El  piso es empedrado de canto rodado, seguramente extraído de la playa de la  Ribera, que fue la cantera donde se abastecían los que precisaban este material  tan utilizado antiguamente. Accediendo a ella, a la izquierda, existe un trozo  desnudo de estas piedras, de tres metros por uno y medio, que es el lugar  idóneo para jugar al “cribi” y a tal fin es utilizado por los chiquillos. El  piso tiene un pequeño desnivel ascendente de unos tres grados, hasta llegar a  la altura de las dos primeras viviendas, tras subir dos escalones. A partir de aquí, el suelo está enlozado y  totalmente horizontal. Estas son lozas de piedra, de tamaño y características  desiguales, teniendo en ambas orillas una acera que al inicio, posee una altura  de veinte centímetros, que va descendiendo a la vez que penetramos en el  interior hasta acabar en solo cuatro o cinco centímetros. Estas aceras,  enlosadas por tramos de diferentes tipos y colores de baldosas, permiten que  los días de lluvia, no se formen charcos en las entradas de las viviendas.
 Cuando accedemos al patio, la vivienda número  1, que se encuentra a la derecha -los impares están a la derecha, y los pares  como no puede ser de otra forma, a la izquierda-,  es la habitada por Sebastián López Sánchez y  su esposa Ángela Andujar García. Sebastián que es hermano de mi abuela María,  es propietario del barco “Pepita”. Ángela se hizo famosa en el barrio, porque  según cuentan, cuando en la guerra, los aviones bombardeaban Ceuta, ella, con  una silla en la cabeza, salía a la calle retándolos y soltándoles una retahíla  de insulto y maldiciones. Sebastián y Ángela tienen dos hijas y un varón, pero  casados y ya no residen en el patio.
 Frente al número 1, se halla el 2, vivienda  de Juan Vallejo Lladó y su esposa África España Vergara. África es una mujer  entrañable, y son de aquellas mujeres que parecieran que están hechas para el  hogar, digamos:  para cocinar, para  lavar, para tender, para coser…  y para  cuidar hasta la extenuación de sus hijos. Ella ha dado  a luz a cuatro chiquillos,  y por la anatomía de África, hace pensar que  viene de camino un quinto. Cuando nazca-Manólito, sus hermanos mayores serán  Conchi, Dori, Juan Antonio y Africoli. Juan es funcionario militar, un gran  pintor y un extraordinario nadador.
 La vivienda número 3, corresponde a mi  abuelo José Fortes León -”el Chache”- y mi abuela María López Sánchez. En casa  de mis abuelos, siempre vivió una sobrina de mi abuela llamada Isabelita  Andujar López. Para ellos, siempre fue la  hija que nunca tuvieron, Sus dos hijos fueron varones. Mi padre Cayetano y mi  tío Jesús. Tan arraigada estaba a mis abuelos que se casó y se quedó en casa.  Su esposo, Sebastián Rull Villegas -por siempre mi tío Sebastián- es marinero y  de la unión nacieron dos niños, Francisco José y Juan Jesús.
 Esta vivienda, se caracteriza porque ante  la ventana de la cocina, pende un aro de madera que sirve de perímetro a un círculo  tenso de red. Los días claro, a partir de media mañana, algunos peces abiertos,  se orean en él, a la espera de la caída de la tarde donde el “Chache”, con su  hogar portátil, construido de chapa y tierra refractaria, depositará esos peces  con el fin de asarlo a la parrilla e invadir de rico aroma el lugar.
 Cuando yo, aún no tenía dos años, mi padre  padeció una enfermedad ocular infecciosa, de poca importancia, pero para evitar  contagios me trasladaron por unos días a casa de mis abuelos. De allí salí con  nueve años. Por lo tanto, toda mi niñez transcurrió, en el escenario en el que  ahora me encuentro.
 En este momento, el patio forma un ángulo  de 90º y al fondo a la izquierda con el número 4, es donde viven los Gaonas.  Esta familia cuyo cabeza es Rafael Gaona Arrabal, esposa, Josefina Roldán  García, tienen en la actualidad en su vivienda seis hijos. Estos son, Emilio,  Luis, Antonio, Federico, Jesús y Joaquín. Con anterioridad también vivieron  Rafalín, Pepe, Manolo y Maruchi que una vez, que contrajeron matrimonio,  buscaron otro domicilio. Poseen también otro hijo llamado Alfonso, que reside  con una tía llamada Leonor.
 Posiblemente, no habrá otra familia en  Ceuta, que sepan tantos villancicos como los Gaonas. En las Navidades, se  reúnen todos, y bajo la batuta del patriarca Rafael, se pasan horas cantando,  sin repetir un villancico.Él trabaja de patrón en la canoa del práctico  y como casi todos los vecinos del barrio, es hombre de mar.
 Otro giro de los mismos grados, pero esta  vez a la derecha, encontramos la vivienda número 5. Aquí reside mi tío Joaquín  Luis Castillo Bravo y su bella esposa Fina Sempere Cerdá. Mis tíos tienen tres  hijos, mis primos Joaquín Luis, Manolín y la guapísima Fini. .la “Yaya”  Teresica y sus tres hijos, Roque, Manuel y Teresa.
 Esta vivienda se diferencia de las  restantes, porque tiene la cocina separada del resto y además un pequeño patio  interior en ella, que no poseen las otras. Mi tía, como buena valenciana, tiene  la casa que parece un jardín. Las flores son su gran amor, después de su  familia.
 Hasta hace pocos años, en esta misma  vivienda, residían mis abuelos Joaquín Castillo Gómez y Juana Bravo Mendoza.  Estos cambiaron de domicilio y se trasladaron al conocido reñidero de gallos,  que se ubica en el  antiguo “Callejón del  Obispo”. Anteriormente,  había estado  habitada  por mi tío Paco, su esposa, y  sus hijos, Joaquín y Juani; que de manera generosa  acogieron a   mis  abuelos, a mi madre y a  mis tíos, cuando   en una triste madrugada, tuvieron que  salir huyendo  de Cádiz…
 Mi niñez, la tuve junto a mis dos abuelos  y dos tíos solteros, Joaquín Luis por parte materna y Jesús por la paterna, que  me colmaron de atenciones. Mi tío Joaquín Luis, que fue siempre un gran atleta,  me hacía correr más que un tonto, cuando el iba a entrenar al Ángulo, a coger  fondo. Mi tío Jesús, me introdujo en el mundo del marisqueo y de los barcos. A  los dos, los llevo siempre en mi corazón.
 «Por unos párrafos, me voy a saltar las  vivencias del los años cincuenta, y me trasladaré de nuevo al año 2010, porque  si no lo suelto reviento. Si esta Web, vio la luz en la Noche Buena del año  2008, se debe a dos residentes en esta vivienda: Fini y Manolo. Manolo y Fini,  corazón, alma y cerebros de esta página. Y como si estuviéramos en un imaginado  túnel del tiempo, de nuevo retorno a aquella entrañable década de los  cincuenta.»
 Hasta aquí el patio en sí, porque la casa  de mis tíos es la frontera del patio propiamente dicho y el resto que conocemos  como “el patio de arriba”.
 Dejando atrás la casa de mis tíos, subo  dos escalones, dejando a la derecha una ventana que da a un dormitorio de mis  tíos, subo de nuevo otro escalón y como antesala del “patio de arriba”,  accedemos a otro pequeño, que conocemos como el de “Dorotea”.
 Dorotea Trujillo García, que es la que da  nombre al patinillo, donde se ubica su vivienda, que corresponde al número 6.  Vive con su hijo, Francisco Tenorio y la esposa de este, Olimpia Tenorio Sanca  y su hijo Miguel, más tarde nacería   Carmelo.
 Subimos tres escalones, y nos  encontramos en el “patio de arriba”. El piso de este lugar, es de cemento  teñido de color albero, lucido y picado con rodillo para evitar el  deslizamiento. En la misma entrada a la derecha, se ubica el número 7. Esta  vivienda es la morada de Miguel Campaña García y su esposa África Viso Ortega.  Miguel estuvo muchos años de marinero en barcos extranjeros. Siempre embarcaba  de marinero raso, pero los oficiales, cuando advierten las habilidades que  posee este manita de los cabos, tanto de origen vegetal como cables de acero,  lo ubican como marino de primera, dedicado a estos menesteres náuticos.  En la puerta de su casa, en los tiempos de  desembarcado, también le he visto construir un par de pateras, es también un  gran calafate. Este matrimonio solo tienen una hija llamada Luisa, que es una  niña encantadora. Tanto Miguel como África, tienen fama de guapos, es por lo  tanto normal, que su hija sea un encanto, siendo aún una niña.
 Penetrando unos tres metros, el patio  se ensancha y a la izquierda, con el número 8, tenemos la vivienda de Rafael Benítez  Domínguez y su esposa Victoria Ragel Benítez con sus tres hijos, Herminichi,  Paco y Manolito.
 Rafael es camionero, Posee un Ford, con  el que haciendo transportes se gana el sustento de los suyos. Es un hombre  cabal, de una gran nobleza y a la vez posee una fuerza descomunal. Lo conocen  como “el fuerza”. En una ocasión, cuando íbamos a cazar alcaudones Rafael, sus  hijos Paco y Manolito muy pequeño y yo acompañándoles, se decidió ir a tomar  antes un café, en el Delfín Verde. Era de madrugada y al entrar en el local, la  barra estaba sola, a pesar de la presencia de clientes. El motivo era, que un  gigantesco negro americano, que estaba bebido, no consentía que nadie se  apoyara en la barra. Cuando entramos nosotros, ignorando el acontecimiento, el  negro se vino a mí y cuando le vi la cara, puse metros de por medio, no  recuerdo si tocó a Paco o a Manolito porque estaba de espalda, lo que sí  presencié, es darle un trompazo Rafael al negro, que reculó varios metros,  hasta chocar con la pared, cayendo al suelo inconsciente. En ese momento  llegaba la policía y comentaron que menos mal, que estaba allí el “fuerza” y  les había facilitado el trabajo, porque al negro cualquiera le llevaba la  contraria.
 Su hija Herminichi -que así la  conocemos- es una gran cantante, y participa en todos los acontecimientos  artísticos que se celebran en la ciudad. Es una familia muy querida.
 Para terminar, ya solo nos quedan dos  viviendas, a la derecha con el número 9 que es la de Mariano Cerdá Sempere con  su esposa Pepa Peral Ruiz -la popular y querida “Pepa la mana”- y sus dos hijos,  Vicentina y Mariano.
 Terminamos en el número 10. La casa de  Pepa Blanca, que es como la llamamos en el patio. El cabeza de familia es  Antonio Ruiz y Pepa Blanca Gallego su esposa. También vive con el matrimonio,  la madre de Pepa, llamada Antonia Gallego Marín, una muy simpática anciana.
 Mariano Cerdá es patrón de cabotaje y  Antonio Ruiz, se que trabaja en los almacenes del Puerto Franco. Estos dos  señores, tienen el contacto mínimo, con los demás vecinos del patio. Solo se  les ve, cuando entran o salen de sus domicilios, al contrario que sus esposas,  especialmente Pepa Blanca, que adquirió cierta  fama entre los niños del patio, de tanto  recomendar el uso del purgante de aceite de ricino que tanto odiábamos. Sin  embargo del  lado bueno, también podemos  contar, que todos los años, llegadas las navidades, era famoso aquel villancico  que Pepa cantaba en la cocina de mi tía fina:
 
 
                    
                      
                        
                          ♫Claveles, claveles rojos, tan rojos como la grana,
 madre cómprame  un manojo,
 que se va la “Valenciana”…♫
 Algeciras,  1 de septiembre de 2010
 
 José  María Fortes Castillo
 
 
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 UN PASEO POR MI BARRIO VI
 
 
 Bajamos de nuevo la “Ramblilla”,  dejando atrás mi querido patio, y frente a la salida,  tenemos el número 15 de la calle. Esta  vivienda es conocida como “casa de Juana “La “Mulera”. El cabeza de familia se  llama, Antonio Espinosa Bermúdez, casado con Juana Mulero Ponce y la hija de  ambos, llamada Pepita, casada con Justo Sánchez Herrero y que a su vez, tienen  dos hijos, Juani y Pepito. Justo, trabaja en “La Casa Borrás, S.L.
 Doblamos a la derecha y a  continuación de mi patio, topamos con otro con el número 14, conocido, como el  patio de los “Boguitas”. Accedemos a él, teniendo en la misma entrada, a la  derecha, la vivienda de Luis Pérez Lara, sobrino de Luis Pérez -joyero y  propietario del huerto-, casado con Luz García Cobos y su sobrina, Pilar García  Peregrina.
 Frente a esta vivienda, o entrando a  la izquierda, vive José Arrabal López y Sebastiana García Cobos -hermana de Luz  y conocida como “Chana”-, con la madre de él, llamada Sebastiana López Cantero.
 Penetrando hacia el interior del  patio -el piso, igual que la “Ramblilla”, es empedrado-. A la derecha, tenemos  un habitáculo que sirve de cocina a las dos viviendas anteriores, con una  ventana interior que da a la “Ramblilla”. Unos metros más al interior,  encontramos la vivienda de Rafael Pérez Ramos, “El Boguita”, viejo lobo marino,  que en su día, tomó el mando de los vecinos del Callejón del Asilo, para hacer  frente y vencer, a los socios y simpatizantes del Club Natación Caballa, como  queda redactado en el escrito que en su día apuntamos: La batalla del espanto.
 Rafael, vive con su esposa, la  entrañable Herminia Guerrero Pomar. A esta cariñosa y buenísima señora, siempre  le tuve un gran cariño, por el trato tan especial que me otorgó desde niño.  Junto a ellos, viven las dos encantadoras hijas que le quedan solteras, Pilar y  Custodia.
 Girando a la izquierda y tras un  frondoso árbol, hay otras dos viviendas, una habitada por Catalina Ortega Jiménez,  Esta señora bajita y con cara de bondadosa, es la madre de África Viso. En la  otra vivienda, moran, José García Guillén, su esposa Ana Moreno Gutiérrez y sus  hijos, Jesús, Mari Luz, José, Antonio y Francisco.
 Volvemos los pasos atrás y de nuevo  en la calle, a los pocos pasos, estamos en la plazoleta del “Asilo”. Siguiendo  la hilera de casas de la izquierda, la de los números impares, al final,  tenemos dos portalones, a los que se accede tras subir dos escalones, que es la  entrada al colegio. Nos encontramos en el 17 de la calle Sánchez Navarro. El  lugar que da nombre a todo un barrio.
 Penetramos en este santuario, que fue “Casa de la  Misericordia” y hoy Colegio Nacional, y a la izquierda tenemos el aula de D.  Francisco Piña, y frente a ésta la de D. Miguel Chico Vaello. Andamos unos  pasos y a la izquierda, encontramos un corredor donde vive una de las familias  más entrañable y queridas del barrio. Me refiero a la de Eduardo Fernández  Fernández y su esposa Carmen Sánchez Sánchez, con sus tres hijos, Pepe, Mari  Carmen y Aurora, en compañía de una sobrina de Carmen, llamada, Pepita Duarte  Sánchez.
 Como estoy haciendo peritaje  mercantil y preciso de practicas de mecanografía. Mi vecina Loli Victori, me ha  facilitado hacer estas practicas en el Ayuntamiento, donde ella es funcionaria.  Así que todas las mañanas, en el Negociado de Reclutamiento y Tráfico, me  dedico a teclear y tengo la suerte, que en el mismo Negociado, presta su  servicio, Eduardo Fernández y puedo asegurar que es un señor de los pies a la  cabeza, al que aprecio y tengo en gran estima. La verdad es que en el Negociado,  me han recibido con  tanta cordialidad,  que estoy encantado con todos sus componentes, que son además de Eduardo y  Loli, José García Cosío y Antonio Martos.
 También vive aquí, Juana Espinosa  Ginés, en compañía de sus tres hijos, África, Antonio y Agustina.
 Al final, se accede a un patio y  tenemos la vivienda de la portera del centro, llamada Encarna Berja  Acereto con sus hijos, Pepe, Manolo, Carmen,  Emilio y Antonio. A Antonio, le llamamos en el barrio, el “Curita”, y es debido  a que le dieron una pedrada en la cabeza, y ha tenido como resultado, una calva  en el mismo lugar donde los curas se afeitan la coronilla.
 Volviendo a la entrada y girando un  poco a la derecha donde antes menciono el aula de D. Miguel, a la izquierda  tenemos una gran escalera de mármol y en el lado opuesto la entrada al patio  que sirve de recreo a los alumnos, con una puerta al final del mismo, que  accede al aula de don Pedro. Aunque este sacerdote ya se jubiló y fue  sustituido por  don Antonio Cáceres.
 En el suelo del patio, hay dos lápidas de  mármol blanco, con inscripciones en latín, que me imagino serán dos tumbas.
 Si retrocedemos y subimos por la  escalera hasta acceder a la primera planta, tenemos dos aulas que son las de  las niñas. Las dos profesoras, son madre e hija y a la vez, que residen en el  colegio, en la segunda planta, son esposa e hija de D. Antonio Cáceres  Rodríguez. La esposa se llama Julia Piquera Velásquez y sus hijos, Julia -también  profesora- y Antoñito. Julita, es novia de Pepe Godino, alto cargo de la Caja  de Ahorro de Ceuta.
 En esta segunda planta, reside la  familia Meca, compuesta por Matilde Pujasón Fouquet y sus hijos, Matilde,  Carmen, Mercedes, Alfredo y María Luisa Meca Pujasón. Además de una sobrina  llamada, María Teresa García Serna.
 Esta vivienda, con anterioridad la ocupó don  Pedro López Soriano, sacerdote y profesor del colegio, que vivía en compañía de  su hermana Concepción y la conocían como  Purita.
 También vivieron aquí, el matrimonio  formado por don Francisco García Sanz y doña Castora Salazar Urizola, ambos  profesores, muy queridos en el barrio. Él era el director del centro.
 Otros vecinos que residen aquí, son  Lolita Gallardo Morales con sus primos, José y Ana Alcántara Marín y María  Teresa Alcántara de la Calle. Lolita se ofreció a iniciarme en la mecanografía  y en el Ayuntamiento estaba considerada como la mejor mecanógrafa; aparte de  otras muchas virtudes que la adornan.
 Otro Gallardo ocupa también una de  las viviendas, Francisco Gallardo Lara, con su esposa Rosalía Gómez Sánchez y  su hija Mari Carmen.
 Entre los vecinos que restan,  tenemos a doña Clotilde Ramos Mayayo, tía del famoso médico don Arturo Más, y  una SEÑORA que la cuida llamada África Seglar Ruiz, también residente aquí en  compañía de su hija Ángeles Macario Seglar. Lo de señora con mayúscula,  viene, porque África cuida a doña Clotilde  desinteresadamente. África es cocinera en el colegio de San Agustín y es  popular por su buen corazón y simpatía. Una gran señora.
 Salgo de este santuario con el temor  de haber olvidado a algún vecino, y al salir, tras bajar de nuevo los dos  escalones de piedra negra, a la izquierda, una pequeña escalera de tres  peldaños da acceso a la vivienda de Francisco Pérez Jiménez -casado con la hija  de Encarna, portera del centro-, llamada Herminia Delgado Verja y sus hijos Ana  Mari y Emilio. La barriguita de Herminia, exterioriza que un tercero viene de  camino.
 Quiero tener un recuerdo, para una  señora que vivió con anterioridad en este lugar, Lucía González Jiménez. La  llamaban “la sorda”. Siempre me he preguntado, si era sorda, ¿cómo le molestaba  que los niños jugáramos en la plazoleta? Salía gritando y con la escoba en la  mano, repartía escobazos a todo el que pillaba.
 En esta misma plazoleta y en la  pared de enfrente, abrieron una puerta, que daba acceso a una habitación de la  vivienda de Pepe Arrabal, que durante algunos años fue tienda de comestible,  que regenta su esposa Chana.
 Siguiendo el itinerario, a la  derecha encontramos el número 16, otro pintoresco patio de mi barrio, aunque este  más pequeño que los anteriores. Lo conocemos como “Patio de las Viudas”, de  siete viviendas, cinco están ocupadas por viudas.
 Residen aquí los siguientes vecinos,  Pepa Salas Obispo, señora mayor y llena de simpatía. Todos los años, es la  encargada de confeccionar y colocar, los atributos masculinos del “Judas” que  se quema el domingo de resurrección. Otra viuda es Leonor Gutiérrez Rodriguez.  Ana Moreno Gutiérrez y sus hijos Antonio y Mari Luz Ruiz Moreno. Una  adolescente de doce años muy bonita.
 También reside una hermana de Ana,  llamada Pepa y casada con Pepe García Guillén -camarero del Vicentino-, con sus  hijos Pepe, Antonio, Paco y Jesulito. Jesulito aunque un par de años mayor que  yo, jugamos al fútbol, en el equipo de Acción Católica y siempre le he tenido  gran estima.
 Aquí reside también otra familia popular en el  barrio, “Los Barreras”, la tía, viuda, llamada Lola Barrera Lázaro y los  sobrinos, Manuel -el calafate-, Juan -pescador y gran persona-, Salvador -el  famoso “Chava”, quien mejor conoce el escollerado del muelle del Comercio, al  que dediqué un escrito y Loli, ¿quién del barrio y sus aledaños, no conoce a  Loli Barrera?
 Queda otra viuda llamada Teresa Gutiérrez  Rodríguez y para finalizar, tenemos a José Rodríguez Escobar casado con Manuela  Castillo Jesús y sus hijos África y Fernando.
 En el número 19, vive también una  viuda llamada Luisa González Jiménez.
 Pasamos al número 21 donde reside  Francisco Cepero Chávez, su esposa Lola Sánchez Chávez con una sobrina llamada,  Trini Ruiz Sánchez. Además de Esperanza Gómez Arraez y sus hijos Fermín y  Antonio Rebolledo Gómez.
 En el piso superior, las dos  viviendas están ocupadas por Dolores Lacida Cuenca y su hijo Salvador Santo  Lacida, a la vez con los hijos de este, llamados Loli, Juan y Pepi Santos  Paneque.
 Para finalizar en el número 22,  donde vive Arturo Aller Martín con su esposa Teresa Morgades Martín y su hija  Flora. Hasta desembocar en la antigua calle Sagasta, donde finalizamos el  recorrido, que iniciamos en la calle Gómez Marcelo o antigua calle La Gloria...
 Este ha sido mi recorrido por la  calle Sánchez Navarro o de la Misericordia, como era conocida con anterioridad.  Pateando y jugando por estos adoquines me salieron los dientes y me hice  hombre. Residí aquí, hasta cumplir las dos docenas de primaveras, pero nunca me  alejé demasiado mientras residí en Ceuta. Cuando comenzaron a desahuciar  algunas viviendas para su posterior derribo, nos tocó mudarnos a la calle  Teniente Arrabal, a un nuevo edificio construido por el Ayuntamiento. Pero yo,  soy “Asileño”. Lo llevo grabado a  fuego en mi corazón y si encima, tenía aquí el amor de mi vida, residiendo en  la calle Obispo Barragán cinco, a unos veinte metros de la entrada al “Asilo”, ya me diréis que me falta, para  amar más a éste desaparecido rincón de Ceuta.
                                 Algeciras, 12 de septiembre de 2010.
 
 
 José María Fortes Castillo
 
 
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 UN PASEO POR MI BARRIO VII. -Calle Obispo Barragan-
       Frente a la puerta principal del Asilo  Viejo, comienza una calle que se inicia en la plazoleta del colegio y finaliza  en la calle Larga o Jáudenes. Esta calle se llama Obispo Barragán. Como en todo  mi barrio, el piso es de adoquines a dos aguas con inclinación a eje de calle.Los números impares, están en el lado  izquierdo y corresponde el número 1 a dos viviendas adjuntas, ocupadas una por  Rosa Delgado García y la otra por Juan Toledo Mellado, con su esposa Dolores Gutiérrez  Rodríguez y sus hijos llamados, José, Juan, Manuel, Rosa y Remedio.
 A continuación y con el número 3, un  pequeño patio familiar de tres viviendas, ocupadas por José Martín Barrientos  la primera. Mercedes García Marín y sus hijos Rafa, Ana y Pepe la segunda y la  tercera por Emilio González García, con su esposa, María Socorro Campos García.
 También con el número 3, hay una pequeña  vivienda construida recientemente, quitándole un trozo, a un viejo almacén  adyacente. Esta vivienda, está ocupada por Luis Ordóñez Baro y su esposa Rosa  Pérez Arrabal, en compañía un nieto llamado Luis Ordóñez Alemán. Luis -el  nieto- es muy amigo mío y además es el defensa central del Cruzado. Equipo de  fútbol perteneciente a Acción Católica de África, donde más de la mitad del  equipo, somos vecinos del barrio.
 Antes de llegar a la vivienda inmediata,  existe un almacén, donde se guarda los elementos con los que se instala, la  caseta de feria “La Peña”. Esta es la caseta más popular, de las fiestas  patronales de nuestra ciudad. Se caracteriza, porque el fondo de la misma, lo  ocupa un gigantesco abanico, en cuyo centro se ubica el escenario. La totalidad  de la caseta, es obra del artista ceutí, Pepe Garzón.
 En el número 5, donde con anterioridad  estaba la vivienda y tienda de Pepa “la Quintana”, vive Francisco Amado Casado  y Rosa Ordóñez Pérez, hija de los anteriormente citados Luis Ordóñez y Rosa  Pérez. Esta señora conocida como “Rosita la del kiosco”, es muy popular en el  barrio y en la actualidad tienen cuatro hijos, Guillermo, José Luis, Rosi y  Paquito.
 Igual que ocurrió en el patio de “la  Ramblilla”, que tuve que volver en la máquina del tiempo, aquí ocurre lo mismo,  dado que Rosi, esa chiquilla, canija, bonita e inquieta, de seis años de edad,  ocho años después, me robó el corazón y se convertiría en mi prometida y el  amor de mi vida, y tras pasar otros cinco años, mi esposa,  de la que aún me sigo enamorando cada día  más.
 Volvemos de nuevo a nuestro paseo, y nos  vamos al lado derecho donde en el número 2 reside Juan Bernal Figuera y Lola  Pajares Sala y sus hijos Tomás y Encarna.
 En el número 4 también reside una familia  muy popular en el barrio, conocida como los “Pompos”. El padre, un señor muy  serio, se llama Alfonso Espinosa Mulero, casado con María Mesa Borrego y sus  hijos, Luisa, Paco, Conchi, Pilar, Juana, Alfonsa, Elisa y los mellizos Manolo  y Antonio.
 El número 6, corresponde a la familia de  “los Calafates”. El padre y los dos hijos varones, profesan ésta bonita  profesión, conocida también como “carpinteros de ribera”. Antonio Domingo Valle  es el padre, la madre se llama María Ponce Fernández y sus hijos, Manuel -todos  le conocen como Lolo-, Antonia, Isabel, Gabriel, María, Paca y Encarna.
 El número 7, es conocido como “el patio del  Juani”. Esto se debe a que entre los vecinos, que ocupan las seis viviendas, un  matrimonio formado por Juan Garrido Fernández y María del Carmen Rodríguez  Castillo, tienen cinco hijos; Miguel, Juan -conocido como el ¨Juani”-, Antoñín,  Ramoní e Isabel, “el Juani”, es popular por sus fechorías y aunque lleva varios  años ausente del barrio, su fama dio nombre al patio donde tenía su residencia.  Yo tengo buenas relaciones con su hermano Antoñín, que es un chaval  extraordinario. Ramoní, dada las apariencias, lleva camino de heredar la fama  de su hermano Juani.
 Son también vecinos, Alfonso Mesa Borrego y  su esposa, Maruja  Rodriguez Castillo -hermana de Maria del Carmen-, en compañía de su hijo  Manolo.
 Otro  matrimonio formado por Andrés Trovar Tovar, y su esposa África Mesa Borrego.
 En otra de  las viviendas, reside Antonia Borrego Lladó.
 Juan  Trillo Pérez y su esposa Isabel Rodríguez Gómez, forman uno de los matrimonios  más querido del barrio. Si los padres son “buena gente”, los hijos no le van a  la saga, dos chicas, María e Isabel y el varón -una de las personas más noble y  buena de las que he conocido-, Juan Trillo Rodríguez.
 Finalizamos  el patio, con la vivienda de África Mesa Trujillo, con sus hijos Manuel y  Salvador Luque Mesa y con sus nietos llamados, Juan, María, Pepa y Antonio  Medina Luque.
 Frente a  este patio, en la acera de enfrente, encontramos el número 8, que para acceder  al inmueble, precisamos subir dos escalones. Esta casa es propiedad de Manuela  Gallego Mulé -doña Manolita-, conocida como Manolita Cansino. Esta señora,  posee un estanco, en los bajos de la casa de los Alfón -frente a la sacristía  de Ntra. Señora de África y junto al bar “Sin Nombre”. Hago referencia a ella  en mi “Paseo por mi barrio – II”, cuando apunto que es tía de Rita Hayworth, la  actriz norteamericana, más cotizada en la actualidad.
 Manolita  vive sola y al poseer una casa con dos plantas y azotea -que asomándose a ella  por la zona posterior, conecta con la parte del patio de “la Ramblilla”,  precisamente en el lugar que vive mi tía Fina- suele alquilar el piso superior  a familias que están en Ceuta, ciclos no muy duraderos. He conocido a varios  inquilinos residentes aquí, como por ejemplo Arias y su familia. Arias, era  defensa derecho maño, que jugó en la Sociedad Deportiva Ceuta, cuando mi padre  era directivo de ella y sus compañeros de saga, eran Humanes y Pepín.
 En este momento, los inquilinos son,  Bernardo Rivas Escodell y su esposa Antonia Vila Vila y sus hijos Bernardo y  Catalina.
 En el número 9, que es una casa de dos  viviendas. En la planta baja, reside la familia compuesta por, Manuela Sánchez  Sánchez y sus hijas Carmen y Loli, en compañía de su madre, llamada Carmen  Sánchez Lladó y una sobrina huérfana -sus padres, fallecieron en el bombardeo  que padeció del Mercado de Abasto, en aquella vergonzosa guerra entre hermanos  que sufrimos en el año treinta y seis-, llamada América Martínez Boy, y  conocida por todo el barrio como Meri. Meri trabaja de primera oficiala en el  taller de costura de mi tía Juana Castillo y además de bonita, es una  encantadora chica.
 En las viviendas de la planta alta, viven;  en una de ellas, la señora Carmen Sánchez Lladó y en la otra, la familia  Gaitán, compuesta por el padre, llamado Ignacio Gaitán Navarro, sus hijos,  Ignacio, Alberto, Enrique y Araceli Gaitán Cuella y una sobrina llamada  Margarita Cubero Merino.
 Frente a esta casa se halla ubicada la  vivienda de una sola planta número 10. El cabeza de familia se llama Juan  Carrasco Guillen y su esposa, Eduarda López González. Este matrimonio, posee  tres hijos, llamados Miguel, Ana y Francisco. Juan también es un viejo lobo  marino. Llegó de Málaga hace años -como tantos otros hombres de mar, que  acudieron a ganarse el sustento durante la segunda  década del siglo XX-.Es propietario de una  “barquilla almejera”. Esta clase de pesca, es probablemente de las más duras,  que ya algún día y metido en este tema hablaremos. Las almejas, cuando se  extraen se depositan en la pequeña bodega y al sacarla para su venta, algunas  quedan escondidas entre las costillas y la “panamora” del casco. Este hombre, siempre que se ejecutaba esta faena, se empeñaba mucho  en que la sacaran todas y con el tiempo, se hizo famoso en el muelle del  Comercio, hasta tal punto que se quedó con el apodo del “sacalastoa”, y así fue  como era conocido en aquel ambiente y en el barrio.
 En el número 11, encontramos otro patio de  cuatro viviendas que se accede a él, tras subir un escalón. Es un patio amplio  lleno de flores y siempre muy limpio. Una de las viviendas está ocupada por  Eulogio Álvarez García y su esposa María Estrada Sánchez.
 En otra de ellas un señor que vive solo  llamado José Rosa Molina y junto a él, otra vivienda ocupada por Eduardo  Figueredo Durán y su esposa, Remedio Molina Márquez.
 En la casa restante, vive Francisco Zamora  Ortiz, Manuel Ragel Domingo, y los hijos de éste, llamados Rosario y Paco y  también la hermana Manuel llamada María.
 El número 12, es la residencia de Antonio  Fernández Pomar y Manuel Filloa Simón y los hijos de éste llamados Antonia,  Manolo y Francisca.
 El inmueble número 13, es la casa más  grande de toda la calle. Pose tres plantas y en ella habitan ocho familias.  Entrando a la izquierda, vive Francisco León Campoy, casado con María Sánchez  Amate y sus tres hijos, Mari, Anita y Paco. Se da el caso, de que esta familia,  está muy emparentada con la mía paterna. El padre Francisco -conocido como  Frasquito “el señorito”, dada su inclinación a vestir elegantemente- es primo  de mi padre y su esposa también lo es. Él es maquinista del remolcador.
 Frente a ésta familia creo que vive Agustín  Segura Campoy, casado con Francisca Roble Fernández, con sus hijas María y  Francisca y con un nieto llamado Paco.
 En la primera planta, subiendo la escalera  a la derecha, vive Antonio González Romano y Juana López Andujar -también prima  de mi padre- y sus hijos Pili, Rosi, Marisol, Mercedes y Alberto.
 El resto no se ubicarlos, solo en la  tercera planta a la izquierda que vive la familia formada por Juan Mejías Rodríguez  y Bendición Molina Gómez y sus hijos Roque, Juan, María y Francisco -el famoso  Kiko del barrio-.
 Son vecinos también; Felix Oró Lasús con su  esposa Teresa Aranda Hernández y sus hijos; África, Manolo, Isabel, Felix,  Luis, Teresa y Justo.
 Antonio Requena Sánchez casado con Carmen  García Moreno y su hijo Antonio.
 Rafaela Ortiz Fores y por último en la  vivienda restante, José Sánchez Urrea y Julia Oró Aranda y su hija Guillermina.
 El número 14, es la vivienda de Ramón Barrientos  Eizaguirre, que reside con su esposa, Isabel Camúñez Mata, su hija Margarita y  dos sobrinos de la esposa, llamados José Luis y Gloria Trujillo Camúñez.
 En el 16, mora Cristóbal González Vargas  con sus tres hijos, Ana, Pepita y Pepe González Cámara. También conviven en  este número, la hermana de Cristóbal, llamada Ana y su hija Pepi.
 El 18, es una casa muy popular en la calle,  dado que es residencia y a la vez, tienda de comestibles, conocida como -casa  de “Pepa la zapatera”. Esta gran señora, es la viuda de Francisco Molina  Marihante. Con ella reside su hija Aurora Molina Pariente y hasta hace poco,  también residía con ellas, la madre de Pepa, llamada Antonia Narváez Cortés.
 Pocos metros más adelante y de nuevo  estamos en la calle “Larga”.Este recorrido, espero sirva algún día,  como reliquia de un pasado que queremos no quede en el olvido. Y si pasado  algunos años, alguien se digna a leerlo, que sepa que este barrio fue en su  día, Ceuta la vieja, cuando la población ceutí, se limitaba a la distancia  comprendida entre Puente y Puente y el resto era zona militarizada. Los  auténticos “Caballas”.
                                                       Algeciras,  8 de octubre de 2010
 
                                                                            María  Fortes Castillo  
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 UN PASEO POR MI BARRIO  VIII. -Calle  Muralla o Paseo de las Palmeras-
 
 
 
 El Paseo de las Palmeras, transcurre desde  el Puente del Cristo, hasta la rampa de acceso al Muelle del Comercio. Esta  zona de Ceuta, siempre fue conocida, como calle de La Muralla. En este momento  -conviene recordar que me sitúo en el año 1955-, la mayor parte del Paseo, es  llamado oficialmente, como calle del General Franco. Ahora bien. Hay que  puntualizar, que General Franco se inicia en el Hotel Atlante. Dado que el  Hotel, posee el número dos de dicha calle -cuyos números son siempre pares, ya  que enfrente no existe ningún edificio que obstruya la bonita vista del puerto-  y finaliza en el inicio del Puente Almina. Aunque como inmueble habitado, la  última casa, es la de Parres, que hace esquina con la calle de Los Mártires.
 Trasladado al otro extremo, el monumento a  González Tablas y la parte trasera del Gobierno Militar, constituyen frontera  entre las calles General Franco y Edrissis. Esta calle se inicia en la esquina  que forma el edificio del Estado Mayor del Ejército  y el Paseo de las Palmeras.
 Caminamos en dirección al Puente Almina  -coso taurino del gran “Torón”- a nuestra derecha, presenciamos la figura  erguida de González Tablas. De cuantas batallas habrá sido testigo mudo, cuando  algo más joven, solíamos jugar aquí. Hacíamos dos bandos, unos con la misión de  defender el fuerte, que él preside, y otro con la misión de conquistarlo.  Supongo se sentiría orgulloso, viendo como niños de ocho o diez años, se  entrenaban en el arte de la guerra, por si algún día fuera necesario e hiciera  falta luchar y hasta dar la vida, defendiendo esta bendita tierra.
 De inmediato, llegamos al mejor hotel de la  ciudad, el Hotel Atlante -antes Hotel “Magesty”-, en él vive el propietario,  Rafael González Fernández, su hermana Pilar y su hijo Demetrio González  Cazares. El Hotel, posee unas ventanas a pocos centímetros del suelo, que dan a  la cocina. Algunos niños -entre los que me encontraba-, cuando pasábamos por  estas ventanas, solíamos vociferar: ¡¡¡Pepe, échale de comer al gato que lo  tienes muerto de hambre!!! De inmediato, hay que situarse entre ventana y  ventana. El malhumorado Pepe –que es el cocinero- coge el cucharón y arroja  agua caliente, hacia la ventana que considera que ha salido la petición.
 A continuación, está la ferretería de  “Azqueta & Torroba”. Está dedicada a la venta de efectos navales.  Colindante y en el mismo edificio, está el portal de acceso al inmueble número  4 de la calle. Los vecinos que conozco son; las familias Murcia, Simón y  Torrobas,
 La  primera la compone Ernesto Murcia Domínguez, su esposa Conchi Lara Castañeda y  sus dos hijos, Ernesto y Manolo -asiduo este último a los juegos en Plaza de  África. Victorio Simón Fernández, casado con Ana Calderón González y su hijo  Juan.
 Los Torrobas, ocupan dos viviendas, una por  Leopoldo Torroba Cartes, casado con Isabel Díaz García y sus hijos, Manuel,  Blanca y Jesús. La otra la ocupa un hijo de Leopoldo, también llamado Leopoldo  Torroba Díaz, casado con Paquita López -que gran señora- y tienen tres hijos,  Leopoldo -todos en el barrio lo conocemos como “Poli”-, Anita -intima amiga de  mi hermana- e Isabel   -la llamamos  “Beli”.
 La próxima casa, número 6, antes de llegar  al portal, la planta baja la ocupa las oficinas centrales de la Compañía  Transmediterránea. Pasado este, está Casa Bernet. Esta tienda de mercería y  tejidos, tiene la particularidad, que tras la entrada -donde a ambos lado están  los escaparates-, a la derecha, siempre encontramos una señorita sentada en una  pequeña mesa, en el centro de la cual, hay un cilindro colocado verticalmente,  de unos diez centímetros de alto y siete u ocho de diámetro. Esta señorita es  la encargada de reparar las medias de nylón.   Estas medias también llamadas de cristal por su transparencia, es un  artículo de lujo, de reciente aparición. Cuando se deterioran, las suelen traer  aquí para su reparación. Las usuarias, tratan de sacarle el máximo resultado  posible, dado que no siempre se está en disposición de adquirir otra. Mi madre  también me hace venir a menudo, bien para traer la prenda dañada o a recoger la  reparada. Se suele decir que a la media se le ha hecho “una carrera”, y esta  señorita con un instrumento en forma de lápiz, al extremo de un cable y  tensando la media en el cilindro que hace de bastidor, va reparando  pacientemente la prenda dañada.
 Cuatro familias residen en esta casa,  cuatro familias a la vez muy populares en Ceuta. Comenzamos por Francisco Ros  Montiel, casado con Josefa Galindo García y tienen una hija llamada Isabel.  Paco Ros, es el hermano mayor de la cofradía del Santo Entierro y propietario  de una tienda de ultramarinos en el número 10 de esta misma calle. Valentín  Cabillas Cabas, no es necesario presentarlo dada su popularidad en Ceuta. Presidente  del Unión África Ceutí y hermano mayor de la cofradía del Nazareno, además de  otros cargos. Vive con su madre, Cristina Cabas Aldea y su tía Manuela Cabillas  Santana.
 Otra de las viviendas está ocupada por  Patricio García Rodríguez y su esposa Adela Espigares del Castillo y sus hijas,  Pepita, Adela-Lidia y Mª África. Pepita -que es muy bella-es la prometida de  Pepín Baeza.
 En la restante, quien reside es Carlos  Mayorga Casares, su esposa Ana Gil Gómez, su madre  Esperanza Casares, su hijo Carlos y sus  hermanos, África, Esperanza, José Luis, Miguel, Josefina y Joaquín. Esta  familia se dedica al negocio de la joyería.
 Inmediatamente tenemos la tienda de  autorecambios de Chavero, que hace esquina con la calle Gómez Marcelo.
 Pasamos la calle y lo primero que  encontramos es el bazar “Nari”. Uno de los bazares indios más antiguos de  Ceuta. En la puerta como casi siempre encontramos a Paz -hermano del famoso  jugador de la Sociedad Deportiva Ceuta, que fue fichado por el Real Madrid-,  que es el conductor del automóvil de Nari.
 De inmediato tenemos el número 10. El  portal tiene los escalones y el suelo de mármol blanco y siempre está  limpísimo. En esta casa viven Messody Benoliel Alfón y su hija Bonina Alfón  Benoliel. Le llamamos la casa de las hebreas, pero respetuosamente. La planta  baja la ocupa la tienda de Paco Ros, luego una estrechez de unos tres o cuatro  metros y llegamos al número 12. La planta baja esta ocupada por “Casa Bentata”  también llamada “Casa de las medias”. El encargado de dicha tienda es Paco González  Romano.
 En la primera planta vive la familia  Llanzón. Este señor es el delegado de la casa Ford en Ceuta, y se llama Juan  Llanzón Gómez, casado con una grandísima señora llamada Dolores González  García. Tienen seis bellas y encantadoras hijas, que se llaman, Mercedes,  Pepita, Mari Loli, Juanita, Julia y Margarita. A la gente, le gusta más  disfrutar de las playas por la mañana, al menos esa es la costumbre en Ceuta.  Esta familia en cambio, todas las tardes, suelen subir por la calle Gómez  Marcelo, camino del Chorrillo. La señora y sus seis hijas. Cuando mi profesor  particular, decide darme las clases por la mañana, yo también coincido con  ellas en la playa. No se explicar porque, pero siempre he sentido gran afecto por  esta familia.
 En el piso superior a los Llanzón, reside  Federico González Azcune con su esposa   Aurora de Miguel Moreno, sus hijas Carmen y Aurora, más su yerno Carlos  Sánchez del Peral. Azcune, como se le llama en el barrio, es también un  personaje muy popular. Es médico y gran parte de su clientela la tiene en el  barrio, por lo tanto, es corriente verlo deambular por nuestras calles  visitando a los enfermos.
 De   nuevo la calle se ensancha, teniendo de inmediato un bazar indio, un  portalito con el número 14, donde reside José Ferrón Ramírez, su esposa Lola  Cantero Bandera y sus hijos, Rafael, Pepe y María, un hermano de Lola llamado  José y una sobrina llamada Adelina Cantero Viso. José Ferrón, es muy aficionado  a la caza y es propietario de la barbería existente en la calle Gómez Marcelo,  en ella, también trabaja su hijo Pepe.
 Viene a continuación un bazar, de unos  hermanos hebreos, que viven en la calle Falange Española 90. Esta casa es  propiedad de la familia Baeza y macabramente famosa por ser la elegida para  tirarse al vacío, por casi todos los suicidas de Ceuta. Antiguamente, lo hacían  en el “Salto del Tambor”, pero desde la construcción de esta finca y dada que  posee la suficiente altura y no está tan lejos, el anterior “salto”, ha pasado  a la historia.
 Junto al bazar, un portal con el número 16.  Por una escalera, se accede al piso superior que sirve de residencia a José  Martín Ortiz y su esposa María González Bautista.
 El número 18, corresponde a la  ferretería  Aguilar. Este comercio,  también sirve de vivienda a la familia propietaria. En ella vive Antonio  Aguilar Zubires, su esposa Eduvigis Mora Lorenzo y sus hijos, Remedio,  Francisca, Eduvigis, Antonio, África y Cristóbal. A través de la ferretería se  accede a la vivienda, que posee un patio con un jardín. En este jardín, está  plantada una araucaria, que destaca notablemente desde mi patio en Sánchez  Navarro 12.
 A continuación, la calle se vuelve a  ensanchar aproximadamente un metro, donde se ubica el bazar de Pepito Indio. Un  portal a continuación con el número 20, por donde se accede al piso superior  del bazar, da acceso a dos viviendas. En una vive Eduardo Mayorga Casares y su  esposa Rosalía Martín Florido, y en la otra, José Ordóñez Casas, casado con  Amalia López Gamarra Rodríguez.
 El número 22, corresponde a una tienda de  charcutería, propiedad de Ángel Ballesteros, casado con Josefina Miralles.
 El número 24 de esta calle, corresponde al  bazar de Alfonso García Escarcena, Reside en su interior, en compañía de su esposa  Josefa, Benítez Bautista y su hija Pepita. Alfonso es muy aficionado a la pesca  submarina y en el barrio le llamaban el “mata pulpos”. Posee una patera y  siempre pesca un buen número de este cefalópodo y rascacios. Una gran persona.
 A continuación encontramos la clínica de  urgencias, donde en las noches de verano, es corriente ver sentados en la  puerta a Santiago “el practicante” y a Rogelio. El ayudante de clínica y vecino  de la calle Malcampo. En la parte superior de la clínica, vive la familia Rovayo.  La compone el padre, Manuel Rovayo Martí, su esposa África García del Valle  Castro y sus hijos, África, Pepita, Mari Loli y José Antonio. También reside la  sirvienta llamada Josefa Picazo Domínguez.
 Seguidamente Casa Arón. Un comercio  moderno, con una gran persiana de aluminio.
 Metros  mas allá, otro famoso comercio, dedicado a los repuestos del automóvil y  propiedad de la familia Castro. El comercio se llama Auto Industria y hace esquina  con la calle Sagasta*.
 El número 28, corresponde al bazar del  “Tele”. El “Tele” es un indio, más ceutí que nadie y popularísimo en toda la  ciudad. Simpático y muy buena gente.
 A continuación la Casa Parres.  Concesionarios de varias marcas de automóviles americanos que circulan por  Ceuta. Son varios los vecinos que viven en este inmueble, pero yo solo conozco  a José Parres Aracil, su esposa Luce Elena Aracil Gil e hijos, Alberto José y  Alexis Luis.
 Continua la calle y pasado el portal número  30, que es el que le corresponde a la casa Parres, otro comercio de solera y  prestigio en Ceuta. “El Barato”, que hace esquina con la calle Mártires.
 En la otra esquina de la boca calle, un  quiosco de periódicos y revistas, pone fin, al Paseo de las Palmeras para la  mayoría de ceutíes. General Franco oficialmente y “La Muralla”, para los viejos  nostálgicos.
 Dicen los griegos, que Afrodita, la diosa  del amor y la belleza, nació de la espuma del mar de las claras aguas  mediterráneas. No tendría nada de extraño, que eso sucediera en la vieja  “Abyla”. Cuando los días de fuerte levante, las olas combatían con todas sus  fuerzas, contra las piedras que protegían el istmo de la pequeña península al  norte de África, que con el tiempo, sería conocida como Ceuta.
 Aquella espuma, impregnaría el lugar,  dotándolo de una magia especial, de manera que, cuando Afrodita se dio cuenta,  que también había llegado el momento de ser madre, decidiera volver al lugar de  su nacimiento y dar a luz a Eros. Aquel caprichoso arquero de dos saetas. Una,  para amores felices y otra, para los desgraciados. Pasado los años, aquella  magia mitológica perduró en el tiempo, cuando se convirtió primero en la calle  de “la Muralla” y posteriormente en el Paseo de las Palmeras.
 El Paseo de las Palmeras, una vez  construido, continuó  por muchos años,  siendo salpicado, por aquellas mismas olas que generaba la misma espuma que  diera lugar al nacimiento de Afrodita. Por eso es mágico. En él, se siente el  alma o espíritu de aquella diosa y su hijo. El Paseo de las Palmeras, es lugar  de enamoramiento de cientos de ceutíes. Eros, lo eligió para practicar con su  arco y flechas del amor feliz.
 Hoy se ha convertido en la mayor pasarela  del mundo. Es el punto de encuentro de toda la juventud. Ambientado de lunes a  sábado y pobladísimo los domingos y días de festivos. La juventud ceutí, guarda  el traje de los domingos, para lucirlo en su ancha acera. Es el más bello  balcón al mar imaginable. Lugar donde las niñas, adolescentes y mujeres  ceutíes, lucen belleza y sonrisa -Afrodita también fue llamada la amante de la  sonrisa-, sabedoras de estar dotadas de una magia, que solo pueden lucir, las  niñas que están impregnadas por ese aroma que desprende el salitre adherido a  la muralla, que un día le dio nombre.
 Hace pocos años, la escollera del muelle  del Comercio, se alargó una treintena de metros y en el lugar que hoy está el  “farito” de señalización del muelle, antes existía una boya que invitaba a los  barcos que entraban, abordarla por estribor y por babor a los que abandonaban  el muelle. Da la casualidad de que desde la ventana de mi casa, a través de la  calle, hoy veo el farito y antes veía la boya, que en mi niñez -y dada la forma  cónica, rematada con una esfera en la punta, que se iluminaba de noche-, y en  mi imaginación infantil, me preguntaba que hacia en aquel lugar una muñeca.
 Antes de aumentar la longitud del muelle,  en los accesos a los servicios de WC. Que se ubican frente a la ferretería de  Aguilar, los días de fuerte levante, salpicaban las olas y frente al Hotel  Atlante, era un espectáculo como las olas al golpear la muralla saltaban y  llegaban al paseo. Es por eso, que en el Paseo de las Palmeras vaga el espíritu  de Afrodita y lo dota de un encanto especial. El mismo encanto que él ha sabido  darles a las jóvenes ceutíes que lo utilizan para sus paseos.
 Por eso Afrodita -o Venus para los latinos-  profetizó un día de la manera siguiente:
                                           No habrá en el mundobelleza en mujer.
 Que se pueda comparar
 a las venidas al mundo
 entre Punta   Almina y el Tarajal.
     Para finalizar, decir que este trocito de  Ceuta, también es parte de mi barrio. Mi barrio, entre puente y puente, corazón  y alma de la vieja Ceuta.       Algeciras,  14 de noviembre de 2010.                                                                  José  María Fortes Castillo   ________
 *    Tras la Guerra Civil, la  calle toma el nombre del General Queipo de Llano
 
 
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 UN PASEO POR LA RIBERA
 
 
 
      La  Ribera,  hoy, es para los ceutíes simplemente una  playa. Una bonita playa con el añadido de ser la más urbana. Para un viejo  nostálgico como yo, es mucho más. Es un lugar lleno de recuerdos. Escenario de  mil correrías en mi niñez y residencia de muchos amigos en mis años de  juventud. Mis recuerdos, me llevan a aquellos temporales de levante, que un  invierno sí y otros también, obligaban a los vecinos de este desaparecido  lugar, a evacuar y buscar refugio en el colegio del Asilo Viejo.  ¿Cómo permitieron vivir en aquel  lugar tan hostil, frío y húmedo en invierno?. Simplemente se dieron unas  circunstancias, que obligaron a ello. A finales del siglo XIX, La Ribera,  era el lugar de varado de las barquillas que los pescadores se apresuraban a  botar, cuando detectaban una “mancha”, “arda”, o las aves que se aglomeraban en  un lugar determinado, avisaban de la presencia de un “cardumen”.
 La primera máquina metálica, para varar  embarcaciones de medio tonelaje, que se instaló en Ceuta, fue en La Ribera.  Poseía dos manerales en forma de manivelas, que precisaba de cuatro hombres  cuando el barco a varar era de gran porte.
 En el escrito que titulo “El  resurgir de Ceuta”, explico como a partir de la primera década del siglo XX, el  censo de población era de 13.843 habitantes, pasa en diez años a ser de 35,000  habitantes. Este aumento de población, viene dado por la construcción del  Puerto, estación del ferrocarril y carretera de Ceuta a Tetuán, Esto genera una  gran demanda de mano de obra, y especialmente del Campo de Gibraltar, son miles  los desplazados a Ceuta, atraídos por la posibilidad de conseguir un trabajo  fijo y renumerado.
 Con anterioridad a estos  acontecimientos, de la Península, se desplazaban barcos de pesca, que vendían  en Algeciras el fruto de su trabajo, dado el poco mercado existente en Ceuta.  Pero a partir del aumento de la población, la demanda de pescado en nuestra  ciudad se multiplica de tal manera, que ya no precisan de navegar hasta la otra  orilla para la venta. Este otro fenómeno, genera que los pescadores  “temporeros”, decidan establecerse definitivamente en Ceuta. Entre ellos, mi  abuelo paterno, que después de llevar varios años pescando en Ceuta, decide  establecerse definitivamente, con toda la familia en el año 1.912.
 Por pura lógica, los pescadores  venidos de afuera, desean establecerse junto a los hombres de su profesión, así  que en una marea incesante, llena de olor a brea, a salitre, a baldes de  sardinas y jureles… fueron acercándose al arrabal marinero para habitar sus  pintorescas calles que a continuación apunto: “La Brecha” -hoy Independencia-,  “Misericordia” -hoy Gran Vía y con anterioridad Sánchez Navarro,  “Calle Larga” -hoy Jáudenes. No había  viviendas para tanta demanda. Eso obligó, que los menos agraciados(*), se  construyeran barracas en la playa de la Ribera. Con el tiempo, fueron  haciéndole más confortables  y hasta de  dos plantas, el piso superior de madera, las hacía el sitio idóneo para residir  en verano, pero cuando llegaban los temporales en invierno, el lugar se hacía  peligroso.
 El caso es que aquel rincón, aledaño  de plaza de África y del Asilo Viejo, siempre fue para mí, un lugar entrañable.  Aún saludo con gran satisfacción, amigos que fueron vecinos de aquel lugar,  como Gabriel y Paco León, Tomás Pérez Bolorino, Cayetano Mateo, Manolo González  Castellón, los Castañedas, etc. Casi todos se fueron como vecinos a los grupos  que se construyeron junto al Hospital Militar. Me alegré muy mucho, porque  ganaron en calidad de vida, pero dentro de mi corazón, quedó un gran vacío,  porque supe que con ellos, se iba un gran pedazo de mi vida y seguramente de  aquella vieja Ceuta que jamás habría de   repetirse.  Por tal motivo y como  homenaje a aquel entrañable rincón de mi viejo y querido barrio, inicio el  recorrido desde el túnel de acceso hasta la última casa.
 Estoy bajando el túnel. El mismo  túnel que  más pequeño, me causaba pavor.  Cuando salgo al exterior, a mi derecha se ubica la fábrica de conserva de  Carranza. Giro a la izquierda y a un metro del túnel y pegado a la muralla, una  fuente de agua potable, se encarga de abastecer del apreciado líquido elemento  a los vecinos.
 A la derecha tengo una fila de  viviendas, ubicadas en línea paralela a la muralla y a una distancia, de cuatro  metros aproximadamente. Son de dos plantas y las de más porte del lugar. Las  dos primeras están adosadas. En la primera viven la familia compuesta por Juan  Ríos López, su esposa María Navarro Castañeda y sus hijos, Pepa Juan y María.
 En el número 2, una familia muy  querida, no solo en la Ribera, también en todo Ceuta. La compone una señora  viuda y sus tres hijos. Ella se llama Ana Castillo Domínguez y sus hijos,  Ignacio el mayor, le sigue mi gran amigo Gabriel y el benjamín de la familia  es  Paco León Castillo, también un  apreciado amigo.
 De inmediato, un callejón muy  estrecho de aproximadamente un metro y poco más   que posee el número 4 de la calle, da acceso un par de casitas donde en  la primera vive la familia de José Acosta Díaz, Ana Garrido Rodríguez y sus  tres hijos, Manolo, Pepa y David. Junto a ellos, vive Idelfonso Quero Rico, su  esposa Ana Acosta Garrido y su hija Pepa. Junto a ellos, reside el hermano de  Idelfonso, llamado Manuel y casado con una hermana de Ana, llamada Pilar y una  hija de ambos, también llamada Ana.
 Tras pasar el estrecho callejón,  encontramos un gran caserón de dos plantas con el número 5. Aquí residen los  “Bocarandos”. ¿Quién no ha oído hablar de ellos, tanto en la Ribera, muelle de  comercio o cualquier lugar frecuentado por hombres de mar?. Esta conocida  familia -propietaria de barcos de pesca-, la componen dos hermanos y un primo,  con sus respectivas familias. Estos son los siguientes: Antonio Gutiérrez Cosa  con su esposa Ángela Ruzi Garcái y tres hijos llamados, Luis Juan y Cándida. Su  hermano llamado Francisco y su esposa María Díaz Casado y sus hijas Pepa y Ana  Mari. Por último el primo, llamado Miguel Gutiérrez Díaz, casado con Ana Cosa  Chacón, con dos hijos, llamados Manuel y Miguel y una nieta llamada Ana Gutiérrez  Muñoz.
 De nuevo otro callejoncito, da  acceso a un pequeño patio marcado con el número 7, rodeado de pequeñas  viviendas, cuya construcción y distribución, detecta claramente no haber  seguido ningún sistema arquitectónico.   Este tinglado de barracas, así como un  laberinto de otras callecitas  y otras  barraquillas, van conformando este añejo barrio junto al pie mismo,  extraordinariamente azul,   del Mar  Mediterráneo. A cada trecho, en cada puerta de cada barraca voy parándome, como  si quisiera grabar en la memoria la situación   y la imagen de cada una de ellas. Con el tiempo, cuando las alas  blancas, de cal, de estás viviendas de pescadores vuelen y se extasíen en las  horas imposibles del pasado, quizás, yo, como en un peregrinaje a lo primitivo,  a lo originario, a mis primeras raíces,  vuelva  a este lugar y recuerde de nuevo a los pescadores, a sus familias y  a cada una de  sus blancas y encaladas barracas…
 Los vecinos de este abigarrado conglomerado de casitas,  casi todos emparentados entre ellos, son los siguientes:
 Ana García Almeida que vive con sus  hijos, Antonio, Antonia y Francisca.
 María Navarro Castañeda, que vive en compañía  de su hijo Manuel Prieto Navarro.
 Bartolomé Hernandez Segura, con su esposa  Juana Fernandez Perez  y sus hijos Jesús,  Salvadora y José.
 Miguel Ríos López, casado con  Manuela Morales García en compañía de sus cuatro hijos llamados, Ana, Miguel,  Manuel y Antonio.
 José Fernandez Marquez y su esposa  Ana Pérez Morales, con sus cuatro hijos llamados, Antonio, José, Ana y María  Luisa.
 José Los Santos Heredia con su  esposa  Antonia Heredia Soto y su hijo Manolo.
 María Castañeda Mena y sus dos  hijos, Andres y Luisa Navarro Castañeda.
 Isabel San Jorge Ruiz.
 José Casal Lupión y esposa María  Ortiz Peinado.
 Juan Cañibano Clavijo, su esposa  Josefa Fernandez Pérez y su hijo Pedro.
 José Casal Cardenal, su esposa María  Lupión Jordán e hijos, Ana, Paco, África, María y Domingo.
 En el número 8, reside la familia  formada por Diego Cano García, su esposa Rosario Hidalgo Martín, con un hijo  llamado Diego y dos sobrinos de Rosario, llamados José y María Gómez Hidalgo.
 A continuación y con el número 10,  otro enredo de casitas similar al número 7, donde residen ocho familias.  Iniciamos el recuento por José Cortés Heredia   con sus dos hijos, Nieves y Joaquín.
 En la siguiente vive Asunción  Rodriguez Varón en compañía de sus hijos, Eladio, Joaquín y José Jaime Requena  y una hermana de Asunción llamada Carmela.Diego Santos Heredia y su esposa  Isabel Fernandez Triviño.
 Otra vivienda es ocupada por Manuel  Gozalez Heredia, con su esposa, Emilia Castellón Escudero y sus cinco hijos  llamados, Luis, Manuel, María, José y Juan.
 Junto a ellos vive, Juan Castellón  Hernandez, su esposa María Jimenez Escudero y cinco hijos, llamados José,  Manolo, Juan, Antonio y Emilia, mas dos sobrinos, llamados Manolo y Rosario  Castellón Alvarez.
 A continuación, es la vivienda de  Miguel Ruiz López que vive con su esposa Ángeles Villanua Capote y su hijo  Miguel.
 En las dos que nos queda, viven  Manuel Santos Moreno con su esposa Nieve Heredia Monte y sus dos hijos Ramón y  Francisco y ya por último, la residencia de Francisco Villanua Santiago y sus  hijos llamados, Carmen, Francisca y Francisco Villanua Capote.
 Seguimos y encontramos un barracón  de dos plantas, dividido de manera que en el vivan cuatro familia compuesta por  tres hermanos y un primo, como cabeza de ellas. En primer lugar tenemos a  Mercedes Clavijo Infante, en compañía de su hijo Pedro Cañibano Clavijo, junto  a Luis López Ramírez y Juan Ramos Rominguera, que son acogidos. Me imagino que  producto de la maldita guerra.
 Cristobal Cedeño Mota y su esposa  teresa Cañibano Clavijo, con sus dos hijos Juan y Mercedes.
 José Cañibano Sala y esposa María  Parra Torres y tres hijos llamados, Alejandra, Juan y Miguel.
 Por último nos queda la vivienda de  Idelfonso Cañibano Clavijo, su esposa África Barriento Duarte, tres hijos  llamados, Mercedes, Antonio y Ana y dos hermanos de Idelfonso llamados Fernando  y Francisco.
 De inmediato tenemos el número 13,  que es la vivienda de Francisca Gutierrez Mateo, que vive con sus hijos, Ángela,  José, Rafael, Dolores, Pedro, Francisca y Nieves Salas Gutierrez y una prima  llamada Rafaela Mateo Soler.
 El número 14 corresponde a la  vivienda de Miguel Lupión Bueta, su esposa María Gutierrez Sánchez y cinco  hijos, José, María, Antonio, Enriqueta y Miguel.
 En el 15, reside una señora con su  hija, llamada la madre Ana María Tarifa López y si hijo Miguel García Tarifa.  Además de Antonio López Martínez, con su esposa Mari Carmen Planas Tarifa y  seis hijos llamados, José, Dolores, Manuel, Carmen, África y Antonia.
 Pedro Barrera Mérida y su esposa,  María Quero Moreno y su hija Pepita, viven en el número 18.
 El 20 corresponde a la vivienda de  Alonso Ruiz López y esposa Antonia López Ruiz, en compañía de dos hermanos de  Alonso, llamados José y Eduarda. También con el mismo número, está la vivienda  de Antonio Santos Heredia y su esposa Isabel Castellón Escudero con su hija  Nieves.
 Pasamos al número 21, donde vive  María Sedeño Mota, con sus hijos llamados, África, Juana, Salvador, Francisco y  Ana Maria Castañeda Sedeño, además de una prima de María llamada Isabel Mota  Moreno.
 En el 22, reside una hija de María  Sedeño, llamada Isabel, casada con José Quero Moreno, un hijo de ambos llamado  Juan María y un primo de José, llamado José Quero Cueva.
 La casita número 23, sirve de  residencia a María Quero Cueva, hermana del anterior, que vive con su sobrino  llamado Alfonso Coca Quero. Una hermana de Alfonso, llamada María, su esposo  Miguel Cedeño Martín y los hijos de ambos llamados Diego y Miguel.
 En el número 26, también viven dos  familias, la primera formada por Domingo Sala Perea y su esposa, Ángela García  de Haro con su hijo Domingo y José Pérez López, casado con Ángela Sala García y  su hijo Salvador.
 Teodora López Rodríguez, vive en el  número 27, con su hijo Enrique Ríos López, su hija, llamada Cándida, casada con  Francisco Sosa Gutiérrez y sus hijos -nietos de Teodora- llamados, Margarita,  Manuel, Juan, Francisco y Pepita.
 Finalizamos el recorrido por este  aledaño de mi barrio, en casa de los Mateo. Familia muy conocida en el barrio  donde el cabeza de familia se llama Cayetano Mateo Martínez, su esposa Carmen  García Cerdán y sus hijos, Antonio, Manuel, Cayetano y María del Carmen.
 Inicio el regreso a casa, y al pasar  de nuevo por el número 4, el estrecho callejón que da acceso al pequeño  laberinto de casitas, meto la mano en el bolsillo y sacando una peseta, me  dirijo a casa de la señora Ana y le compro diez agujetas secas. Han subido,  antes estaban a perra chica -cinco céntimos- . La vida se está poniendo cada  vez más cara, pero estas agujetas merecen la pena. Antes de llegar al túnel,  decido comerme la primera. Muerdo por el lomo y tiro suavemente, de manera que  un buen trozo del sabroso manjar quede entre mis dientes, que ingiero después  de quitarle la piel. Es un bocado exquisito, Su sabor es diferente, a los demás  manjares como los “volaores” o bonitos. En la agujeta es peculiar hasta el  color de la espina, verde como el mar. Ese mar que baña mi Ribera y que un día  me enamoró  de tal manera que quedé  prendado de la extraordinaria belleza de sus fondos.
 Camino de casa, me doy cuenta, de la  enorme suerte que tengo por ser vecino de este bello rincón y de poseer amigos  que allí residen. También siento algo de envidia, porque ellos pueden disfrutar  continuamente de un escenario que para mí quisiera.
       Algeciras,  18 de octubre de 2010                                                                        José  María Fortes Castillo
 
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 (*)     Cuando escribo “agraciado”, me  refiero no a su poder adquisitivo, sino que se anticiparon a los demás a la  hora de “arribar” al barrio.
 
 
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 UN PASEO POR MI BARRIO IX. Calle  Mártires y General Sanjurjo.
      Hoy mi paseo, lo daré por la pequeña calle de “Los Mártires”. Unos le  llaman “Los Mártires” y otros simplemente “Mártires”. La verdad es que a pesar  de lo corta que es,  también es una calle  muy comercial. Accedemos a ella, dejando a la derecha el escaparate del “Barato” y a la  izquierda el kiosco de revistas. Dos locales adscritos a la calle de “La  Muralla”.
 El kiosco ocupa el lugar de un solar, que hace años, fue el número 1 de  la calle. El 3, pertenece a la mercería de Carmen Morón. Este local, en su  parte superior -como casi todos en la calle-, posee la vivienda. En ella  residen, además de la citada Carmen Morón Martín y sus hijos  Paco, Carmen y Antonio, los hermanos de la  titular, Manuel y Manuela.
 El número 2, lo ocupa la farmacia Arcos. A continuación la casa de los  Zapicos. Un bello patio de mármol blanco, rodeado de columnas del mismo  material, tras el pórtico, una bella reja, de arte sevillano y en el centro del  patio, una bonita fuente. Al fondo, una escalera, da acceso a la parte  superior, con un balcón al patio que ocupa todo el perímetro. En esta vivienda,  reside el titular llamado, Jesús Zapico Baizán, junto a su esposa, María Teresa  Lis Vázquez. Este matrimonio posee cuatro hijos, llamados, Mari Tere, Juan  Jesús, Mª. Benigna y Mª. Cristina. Seguidamente y formando parte del mismo  inmueble, en la planta baja se encuentra la tienda. Este comercio, -de la rama  de la alimentación-, es en su genero de los más importantes de Ceuta. Posee un  gran mostrador, para la venta al “detall” y es también proveedor de otros  comercios más modestos. Su almacén interior es tan grande, que tiene un  portalón para introducir la mercancía ubicado en la calle Sagasta*.
 Frente a esta tienda, está la bodega del “Joroba”, número 5 de la calle.  Famosa por su incomparable morena en adobo. Cuando la fríen, el olor que  despide, te obliga irresistiblemente a entrar en ella y tomarte un vino con la  “tajá” correspondiente, del sabroso anguiliforme. Teniendo siempre, sumo  cuidado con las espinas.
 En los altos de esta bodega, reside Santiago López Porras, su esposa  Elvira  Cepero Chaves y sus hijos,  Trinidad, Francisco y María.
 La calle forma un ángulo recto al lado izquierdo, en el vértice de la calle  de los números impares, se halla “el Resbalón”. Este bar frecuentado por gente  de mar, es propiedad de Juan Sedenño. Es una tasca muy humilde y frecuentada  por viejos lobos marino; Frasquito, “El Tuerto”, “Barbotín” -este señor, de  nombre Manuel, cierto día, le dio por explicar que era la “corona de barbotín”**  y se quedó con el apodo-. También son clientes de este bar, “El Cantinflas”,  “El Ventura” y el más notorio de todos, “El gran Torón”. Este buen hombre, se  llama Rafael Cárdenas y del resto, lo siento pero solo los conozco por sus  apodos. En Ceuta le llamamos a los apodos “motes”.
 Frente al “Resbalón” se halla la peluquería de Polo. Uno de los  peluqueros es el propietario y otro es Picaso -el hijo mayor del Picaso de la  calle Sánchez Navarro-antigua Misericordia*** -también barbero-.
 Con el número 12, otra bodega  famosísima. “Casa Macario”. Es famosa por sus  vinos de Monóvar y sus tapas de cacahuetes. En la parte alta de la bodega,  tiene su vivienda. En ella viven, Macario González Meaza y su esposa Petra Ibáñez  Escandón, con sus hijas Mª. De las Mercedes y Mª. Del Pilar y tres tíos, Pilar  Meaza Pérez, Jesús Llano González y María Soler Moreno.
 Siguiendo a “Casa Macario” encontramos el comercio de Cosio, pero este  posee la entrada principal por la  calle  General Sanjurjo. Igual ocurre con la siguiente al “Resbalón”, que es la  ferretería de Aragón y su acceso principal, lo tiene por el Puente Almina.
 Este lateral del Puente Almina, lo ocupan varios comercios, comenzando  por la ferretería de Aragón, Su fachada, pintada de color verde, se caracteriza  porque al final del cartel de ferretería, hay dibujada un gran “garga” **** con  un ancla en el centro. A ambos lados de un pequeño balcón, un cartel anuncia  “material eléctrico” y otro  “efectos  navales”.
 Le sigue un bazar llamado “La Luneta” y a este le sigue un comercio de  venta de telas llamado “Kilomé”. Este es un comercio de reciente inauguración.  Con anterioridad, este mismo lugar lo ocupaba un bar llamado “LA MEZQUITA”. En  la fachada anunciaba: Café, bar y comidas. Fue un bar muy popular y un  competidor en gran medida de “Los Pellejos”.       Era su propietario, Francisco Amado  Casado, vecino de la calle Obispo Barragán.
 Hace poco tiempo, la zona alta de la fachada, la ocupaba un anuncio de  “Fundador”  En él se veía como un  maletilla, caído en el suelo, miraba un gran toro que intentaba salta la  barrera que los separaba.  Hoy el lugar,  lo ocupa un anuncio luminoso de refrescos “Kiss”. Este sabroso refresco, que  fabrica la casa Weil, a venido a sustituir aquel otro, tan famoso en Ceuta  llamada “Fruchampan”, que fabricaba la misma firma. Sabores inigualables de mi  tierra…
 Seguidamente a “KILOME”, está “casa Ponce”.  Este es otro bazar, cuyo propietario apellidado   Ponce, me es conocido porque es directivo de  la Sociedad Deportiva Ceuta, que preside don José Benoliel y de la cual, mi  padre es también miembro.
 Otro bazar, ocupa la esquina que limita con  el Paseo de las Palmeras. No posee cartel alguno donde ponga nada referente al  nombre, solo carteles en la fachada, pintada de amarillo, donde pone: relojes y  artículos de regalos.
 Volviendo los pasos atrás, regresamos a  “Casa Cosio”, donde se inicia la calle General Sanjurjo.
 El número 2 de esta calle, lo ocupa la citada con anterioridad “Casa  Cosio”, en cuya fachada se puede leer tres anuncios luminosos: ULTRAMARINOS,  VINOS  y LICORES. Sobre la puerta de  acceso, un balcón, posee también un cartel anunciando JOSEFINA COSIO. MODAS. GRAN  SURTIDO EN BISUTERÍA. ARTÍCULOS DE REGALOS.
 Sobre este comercio, además de la tienda de  moda, está la vivienda de la familia propietaria, encabezada por Josefina Cosio  García y sus hijos, José Luis y José Antonio.
 La casa continua, es el número 6, y posee dos viviendas. En ellas residen  Francisco Miguel García, su esposa Beatriz Gómez Muñoz y sus hijos, Ana,  Mercedes, Antonio y Francisco Miguel Gómez.
 Es también vecino de este inmueble, Pedro Mira Dapena, casado con  Francisca Ruiz Berenguer.
 A continuación un bar -también frecuentado por hombres de la mar- con  dos escalones para acceder a él. Se llama “El Puente”.
 El edificio inmediato, la planta baja la  ocupa el “Bar Canarias”. Establecimiento de una gran solera en la ciudad. Su  propietario se llama Pedro Pérez Gutiérrez y vive en el número trece de la  “Calle Larga”
 Antes de llegar a la puerta de acceso al  bar, un gran portal con el número 8, es la residencia dos familias conocidas.  La primera la compone José Morón González -empleado de banca- y su esposa  Carmen Lapuente Olearain y el hijo del cabeza de familia, Pepe Morón Borrego  -un estimado amigo-.
 La otra familia, la compone Antonio Bernal Duarte casado con María del  Canto Sánchez y sus hijos María y Salvador.
 Finalizado este edificio, la calle se ensancha aproximadamente un metro  y encontramos de inmediato la ferretería “Morón” -dedicada a efectos navales-.  En la parte superior de la ferretería, posee la vivienda su propietario,  llamado Joaquín Morón González, que a su vez, es también inspector de policía.  Reside también su esposa, llamada Esperanza de la Rubia Gutiérrez y sus hijos:  Josefina, Juan, Joaquín -todos le conocen por “Quino”-, Esperanza, Alfonso,  África y Aurelio.
 Más arriba, encontramos el comercio y taller, del mejor joyero de Ceuta.  Luis Pérez Gómez. Vecino de la calle Sánchez Navarro, 10. ¿Que ceutí no ha  llevado un sello o una medalla, salido de los talleres de este hombre?
 El piso superior de la joyería con el número 14, lo ocupa Juan Rodríguez  Rominguera, casado con Concha Ruiz Martín y sus hijos: Antonia, Joaquín, Ana,  Juan y Conchita.
 Junto a la joyería, está el bar  “Cante escuchao”. Junto a varios “cantaores” de Ceuta, como son: Pepe Córdoba,  “El niño el cohete”, los hermanos Borrego, etcétera, hay uno también al que  llaman “el niño del cante escuchao”, lo que ignoro, es si tiene algún  parentesco con el propietario del bar, del que desconozco su nombre, pero tengo  conocimiento, que esta casado con Luisa Ordóñez, hija de Manolo Ordóñez Baro,  propietario de una fabrica de conservas de pescados existente en el Agujero del  Boquete de la Sardina -que es el auténtico nombre de lo que conocemos  simplemente por “Agujero”-.
 El número 16, corresponde a la pensión “La Castellana”. Seguida del  estanco de Faustino y este por la tienda de Antonio Sala. Hasta hace muy pocos  meses, este lugar era un establecimiento llamado “Electro Radio Ruiz”.
 Llegamos a la boca-calle “Jáudenes” o “Larga” y la esquina contraria, la  ocupa el restaurante “Los Pellejos”. Otro establecimiento de gran solera de mi querido  barrio.
     Algeciras, 29 de noviembre de  2010     
 José María Fortes Castillo
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 *   Después  de la Guerra Civil, se cambio el nombre de la calle y se le puso el del general  Queipo de Llano.
 
 **   La corona de Barbotín, es una pieza  metálica que se utiliza en los cabrestantes para cobrar de la cadena del ancla.
 
 *** Hoy,  en la   actual “Gran Vía” en la  que fue  la antigua calle Misericordia, frente al Ayuntamiento, en la esquina de los  pabellones militares,  han colocado unos  azulejos con su nombre.
 
 ****   Es un medidor, que se utiliza en  ferretería para comprobar los grosores de los alambres.
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 UN PASEO POR MI BARRIO X. Calle  Sagasta*
 
 
      Entre las  esquinas de “Auto Industria” y “Automóviles Parres”, accedemos a la céntrica y entrañable  calle Sagasta*. La entrada es ancha y se estrecha en el lateral derecho,  formando un frontal a la izquierda, que ocupa el bazar del “Tele”. A la derecha,  con el número 2 hay un gran portal por donde hace años se accedía, al que fue  “Gran Hotel Hispano-Marroquí”. Hoy convertido en casa de vecinos. Aunque el  inmueble posee su gran fachada en el Paseo de las Palmeras**, el acceso siempre  lo tuvo por esta calle.
 En esta casa  viven vecinos muy conocidos, como la portera  Herminia Álvarez Muñoz; ella abrumada por  nuestros continuos juegos, intentaba   echarnos del portal, cosa que casi nunca conseguía, pues al rato, volvíamos  a tomar posesión de su portal. Vive con su hijo Pedro Pajares Álvarez, pero  hasta hace pocos años, también vivían con ella los otros hijos hoy casados,  como Eulogio, Pepa y María.
 Otra familia de  vecinos, la forman el matrimonio Cristóbal González Varela y Carmen Medina Domínguez.
 La familia Salas,  compuesta por Antonio Salas Obispo, su esposa África Palacio Martín y su hijo  Antonio. Antonio hijo, es un buen amiguito y la familia posee un local de  “Electro Radio” en la calle General Sanjurjo, conocida en la antigüedad como  calle de “La Salvada”.
 También reside  aquí, una familia judía, formada por la madre y sus tres hijas. La madre se  llama Leticia Abudarhan  Abudarhan y las  hijas, Mery, Alegría y Estrella Garzón Abudarhan.
 José Silva Cantón  casado con Josefa Torres Gil y su hijo José Luis.
 Antonio Pareja  Ruiz, casado con Julia Domínguez Pastor y sus hijos, Dolores, Antonio y  Francisco Pareja Domínguez. Esta familia posee un barco de pesca llamado “Los  Pareja” y sus hijos, son también amigos de juego en Plaza de África.
 Sebastián Vallejo  Lladó, casado con Luisa de la Rubia Rodríguez y sus hijos, Ana y José Luis.  Sebastián posee un local de venta de zapatos también en la calle General  Sanjurjo. Además, es hermano de Juan Vallejo, vecino del Patio de la Ramblilla,  sito en el número 12 de la calle Sánchez Navarro, llamada con anterioridad,  calle de “La Misericordia”, en pleno corazón del Callejón del Asilo.
 Seguimos por la  calle Sagasta y tras dejar atrás el viejo hotel, a la izquierda un gran  portalón, nos indica que estamos ante la puerta de un almacén. Efectivamente,  este almacén pertenece a la casa Zapico. Aunque el despacho este ubicado en la  calle Mártires, toda la mercancía, tiene acceso a través de esta calle y este  portalón. En ocasiones, me paro a observar como bajan del camión, los bidones  de aceite. Primero bajan el portalón trasero del camión, y a modo de rampa,  colocan dos gruesos tablones, por donde hacen rodar los bidones, hasta llegar  al suelo. Posteriormente a base de riñones y brazos, aquellos forzados  empleados, logran subir los pocos metros existentes entre el camión y el  almacén, hasta introducirlos en su interior.
 Poco más arriba,  con el número 3, encontramos la casa de los Castillos. Esta es una familia muy  conocida en todo el barrio. El padre, se llama Pedro Castillo Borrego y la  madre, Victoria González Mérida. Tienen varios hijos ya independizados, pero  aún le quedan dos en casa, llamados Enrique y Adolfo. Enrique en la azotea de  la casa, se dedica a secar bonitos y huevas, los que vende posteriormente. La  verdad es que los hace buenos. Otro hijo de este matrimonio, se llama Manolo,  ya casado y trabaja de guarnicionero en el Parque de Artillería.
 Frente a esta  casa, está “Casa Vidal”, dedicada a los efectos navales. Este local, fue con  anterioridad, un almacén propiedad de mi abuelo José Fortes León. En él se  guardaban los artes de pesca y guardo un mal recuerdo, dado que me quedé  encerrado en él cuando solo tenía dos años. Tardaron varias horas en  encontrarme y aquel mal momento, aún lo tengo grabado en la mente.
 Junto a Vidal,  tenemos el número 4 de la calle, donde reside Enrique Gallardo Claro, su  esposa, Adela Zambrano Vertedor y sus hijos Enrique y Mercedes.
 Justo enfrente,  tenemos el bar “El Estrecho”. Uno de los bares, donde muchos barcos de pesca  suelen partir***. Las mañanas son concurridas en esta calle. Los  marineros, reciben la parte proporcional que les corresponde y los diteros  están al acecho  con el objetivo de que  le paguen algo, por alguna deuda contraída.
 El propietario  del bar, se llama Miguel Villalba Trujillo y forma pareja con Carlota Serón  Sánchez, una señora viuda con dos hijos, que entró a trabajar en el bar y  terminó felizmente casada con el propietario, que también era viudo. Los hijos  de Carlota se llaman Manuel e Isabel Díaz Serón -son encantadores- y el nacido  del matrimonio, se llama Miguelín Villalba Serón. Esta familia posee la  vivienda, encima del bar y le corresponde el número 5 de la calle.
 Algo más arriba y  con el número 7, la tienda de comestible y ultramarinos, conocida como Casa  Vicente “el valenciano”, “Casa Manuela” o “Casa Andrebé”. El propietario se  llama, Vicente Buades Cuesta, su esposa   Manuela Molina Molina y viven con ellos, la hermana de Manuela, llamada  Josefa, dos hijos de ésta llamados Andrés y Antonia Gandolfo Molina y una  sobrina de ambas llamada María Martínez Molina.
 Quiero hacer  constar, que esta familia como buenos valencianos que son, poseen el arte de  fabricar unos polos muy sabrosos, que posteriormente, ponen a la venta en la  tienda, al precio de dos reales -cincuenta céntimos-.
 Los únicos polos  que conocemos en Ceuta, son los que se encarga de hacer un señor con una pierna  de madera. Suele ponerse con un carrito a venderlo en la plaza de los Reyes.  Con un cepillo metálico, parecido a los que usan los carpinteros, lo hace pasar  por  una parte de un bloque de hielo,  convirtiéndolo en viruta helada. Esta la introduce en un vaso con forma de  campana, comprimiéndolo ligeramente, para posteriormente, clavar un palillo  higiénico y al tirar de él, la viruta de hielo se extrae del vaso con la forma  de este. Finaliza la operación, vertiendo sobre él, un jugo o néctar azucarado  que es absorbido por el hielo. Sobre el carro, posee cuatro botellas de colores  y sabores diferentes, que son: naranja, limón, fresa y menta. La verdad es que  el néctar dura poco en el polo, a los dos “chupetones” te quedas solo con el  hielo. Los que se venden en esta tienda, poseen muy superior calidad. Los  domingos, hay cola para comprarlos. Cuando el Paseo de las Palmeras tiene la  mayor afluencia de jóvenes ceutíes, la cercanía de la tienda y la exquisitez de  los sabores, han logrado que la fabricación de este manjar, haya sido un éxito.
 Frente a la  tienda de Vicente, hay un almacén también de su propiedad. Parte de este, se la  tiene cedida al viejo Picaso. Justo la más cercana a la puerta. Antonio Picaso Fernández,  es un viejo barbero que ejerce su profesión en este almacén, gracias a la  bondad de Vicente. Un viejo sillón y un taco de madera, clavado en el suelo de  forma vertical, hace las veces de reposapiés. Picaso tiene como clientela a los  pescadores y también al igual que Vicente le cede su local, el presta su trabajo  desinteresado a los más necesitados. En la Iglesia de África, cuando don  Bernabé Perpén observa que algún niño tiene más melena, que la que se  acostumbra a llevar en estos tiempos, le entrega un “vale” y el chaval ya sabe  que se tiene que presentar ante Picaso, para que le descargue del exceso de  cabellos. Son tiempos difíciles y tenemos que ayudarnos todos, para que de  alguna forma avancemos.
 También con el  número 7 y perpendicular a la calle Sánchez Navarro, un portal de dos plantas,  da cobijo a la familia de Pedro Sánchez Ruiz, casado con Dolores López Vera y  sus hijos, Manuel, Pedro, Lola, María, Antonio y África. Estos viven en la  planta baja. Los dos mayores, son empleados de la joyería de Luis Pérez.
 Arriba vive  Francisco Pérez Luengo, su mujer, Luisa Blanco Guach y sus dos hijas, Carmen,  casada con Paco Becerra Lago y África.
 Más arriba con el  número 9, hay un hermoso patio con una gran palmera canaria en él.  Al fondo de este, tiene la vivienda Guillermo  Bruzón Guillén, su esposa, Juliana Perpén Rodríguez y su hijo Juan Manuel.  Hasta hace poco, también residía aquí otro hijo del matrimonio, llamado Charly,  que al casarse, creó su propio hogar.
 Justo enfrente y  con el número 10, una casa con dos viviendas en la planta baja y una en la  superior. En la superior, reside don Rafael Navarro Acuña, acompañado de su  madre, Carmen acuña Campoy.
 En las dos  viviendas de abajo, una la ocupa Juan Llinares Izquierdo con su esposa, Ángeles  Pérez Morales.  La que resta, es ocupada  por Jaime Alemán Díaz, casado con Mª. Jesús   Gómez Delgado y una hija de ambos llamada también María Jesús.
 El número 12 de  la calle, corresponde a la familia de José Jiménez Sánchez, primo de mi abuela  y conocido en el barrio como “Pepe rayo”. Su esposa se llama Emilia Segura  Robles  y su  hijo Pepe. Antes de casarse, vivían también  dos hijas del matrimonio, llamadas, Matilde y Francisca.
 Pepe Jiménez  Segura, hijo del matrimonio, es un gigantón que dio la voz de “al abordaje”,  cuando el famoso enfrentamiento titulado en otro artículo, como “La Batalla del  Espanto”. Dicen de él, que en el campo de fútbol Alfonso Murube, tras una  apuesta, golpeó un balón de una meta, enviándolo a la otra, sin tocar el suelo.  Esto con el pie descalzo. Todo un portento de fuerza, pero acompañado de una  gran nobleza. Un hombre cabal, donde los haya.
 Algo más arriba y  con dos viviendas, encontramos el número 14. Un vecino se llama José Rivas  Ferrer, casado con Pilar Torelló Estévez y tienen dos hijos, Conchi y Jorge.
 El otro vecino, se llama Francisco Molina  Sánchez casado con Carmen Caliani Rodríguez.
 Pasando la casa  de la familia Bruzón, un portalón, da acceso a un almacén, propiedad de Agustín  Buades Cuesta. Un señor mayor, familiar y empleado a la vez de Buades, es el  encargado de venir a traer y llevar enseres propio de su negocio, sito en Plaza  de África. A la vez, suele trae la comida y dar un paseo a un enorme perro, que  en el interior del almacén, hace las veces de guardián.
 El número 13,  pertenece a una cuadra. Esta es propiedad de los hermanos Simón. En ella se  guardan varios burros, de los que utilizan para el reparto de pan. A través de  la cuadra, se accede a la tahona, pero esta tiene su razón social por la calle  Espíritu Santo. Es por eso, que esta calle es conocida por todos como calle de  “la Tahona”.
 Gran parte de mi  barrio, está ocupado por calles estrechas, no aptas para el tráfico rodado. Por  este motivo, el reparto de pan, se lleva a cabo transportándolo a través de  burros, equipados con dos serones, donde se guarda este alimento. En mi calle,  el más antiguo repartidor de pan que recuerdo, se llamaba Andrés. El actual, se  llama Antonio.
 Con el número 15,  encontramos un inmueble de dos plantas. Son sus vecinos, en la planta baja,  Manuel Seglar Gómez, casado con María Lladó Mimoso y vive con ellos, una  sobrina llamada Remedio Vallejo Lladó, nacida en el Patio de la Ramblilla en la  casa número 2, donde reside su hermano Juan y familia.
 Otros vecinos de  los que aquí residen, son, José Conde Andrés casado con, Manuela Camúñez Mata y  tienen dos hijas, llamadas Pepita y Mari. También se encuentra  Francisco Caravaca Banderas, casado con Antonia Godoy Ramírez y una hermana de  esta, llamada María Godoy. Y por ultimo,  Miguel Conde González.
 A la derecha y  tras un ensanche de un par de metros, tenemos el número 18. En la planta baja,  reside Juan Bueno López, casado con Luisa Bianquetti Amado y su hijo Luis. Juan  es capitán de la Compañía de Mar. Todas las noches, en el bar del “Estrecho”,  suele ser unos de los fijos para jugar al mus, siempre en compañía de mi padre  y de Rafael Pérez Ramos “el Boguita”, maestro de maestros en este juego.
 Reside también,  Narciso Colmenar López, su esposa, Dolores Román Santacreu y su hija María. La  madre de Dolores, también llamada Lola y un hijo de esta llamado Antonio Román  Santacreu. Juan González  Andrades y su esposa, Encarna González Centeno. Manuel Hernández  Lozano casado con Victoria Suárez Cintrano. Fernando Castillo  Artiel, su esposa María Benítez Bautista y sus hijos, Mari Carmen, Adelaida y  Pepe.
 Siguiendo con  nuestro recorrido, llegamos al número 20. En esta casa reside, Romón Bellas de Lamas  y su esposa Isabel Martínez Martínez. José Cardona  Alcotor, casado con María Jiménez Senoseain y un sobrino de ella, llamado Luis  Pliego Jiménez. Gerardo Bellas Martínez,  su mujer, Consuelo Nieto Gil y el hijo de ambos, Ramón M ª. Por último,  Manuel Oró Aranda, su esposa Encarna Fernández García en compañía de su hijo  Manolo.
 La verdad es  que la calle no es tan larga, para lo que he tardado en recorrerla. No obstante  merece la pena invertir este tiempo en detallarla y mucho más, dedicar este  recuerdo a sus vecinos que son parte integrante de mi niñez primero y juventud  después, porque ellos, contribuyeron de manera muy directa en mi forja como  hombre.
 Algeciras, 17 de diciembre de 2010.
                                                                 José María Fortes Castillo
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 * Después de la Guerra Civil, la calle Sagasta pasó a llamarse Queipo de  Llano, el nombre de un general del llamado Alzamiento Nacional.
 
 ** Al Paseo de las Palmeras, anteriormente, se le denominaba calle La  Muralla.
 
 *** Partir: Los beneficios de la venta del pescado capturado, se dividían en  tres partes: una para el propietario, otra para cubrir los gastos y la tercera  a repartir entre los marineros. Entre estos, existen niveles y así cobran. Por  ejemplo, el patrón es el más alto, seguido del motorista, el lucero, cabecero,  cocinero, etc.
 
 
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 UN PASEO POR MI BARRIO XI. Calle la  Tahona.
  Conocida actualmente como calle Espíritu  Santo, es inevitable, que en el barrio la conozcamos como calle de la Tahona.  Quiero pensar, que esto se debe a que en el número ocho, existe un horno de  pan, propiedad de la familia Simón. Familia muy conocida y apreciada en Ceuta,  que en la calle Velarde, poseen otro negocio de las mismas características.
 Es curioso, que en la antigüedad, a la  calle hoy conocida como Obispo Barragán, se la conocía como calle de “Los  Hornos”. Precisamente por la existencia en la misma de varios  hornos de pan.
 La verdad sea dicha, no conozco a la gran  mayoría de los vecinos de esta calle. No es una calle comercial, a pesar que en  el número 2, se halle uno de los bares más populares de la ciudad “las  Delicias”, propiedad de la familia Ferreiro. Los dos hijos varones del  propietario, llamados José Antonio y Manolo, son dos chicos extraordinarios y  muy conocidos en todo el barrio.
 Además de “la Delicias” y la “Tahona”,  solo posee el comercio conocido, como “Casa Pastor”. El resto son casas de  vecinos.
 No es un lugar que suela frecuentar. Por  lo tanto mi conocimiento de los vecinos, es muy limitado. Esto impide, que  pueda extenderme en su relación, como lo he hecho por otras calles, más  frecuentadas. No obstante, la relación que mantengo con varios chicos de mi  edad, es bastante íntima, dado que suelen frecuentar Plaza de África. Punto de  encuentro de los quinceañeros del barrio. Donde nos entregamos a los juegos  típicos de estos tiempos. Estos contactos, me permite tener conocimiento de  algunas familias que aquí residen.
 Pasada “las Delicias”, a la derecha de la  calle, existe una oficina, de la que no tengo ni idea a lo que se dedica.
 Sigo subiendo la poca pendiente, que  posee la calle, de piso de adoquines -como es característico en todo mi  barrio-, y a la izquierda encontramos en número 7, donde vive la familia Benavídez,  compuesta por el padre llamado Antonio Benavídez Martín, su esposa, Mercedes  Cano Palomar y sus hijos: África, Antonio, Agustín y Paco. Antonio y Agustín  son dos buenos amigos. Antonio es un gran aficionado a la pesca y es  propietario de una “buceta”.
 Otro vecino de este patio, se llama  Manuel Espinosa Mendoza, casado con Manuela Vallejo Lladó, nacida en el patio  de “La Ramblilla” y hermana de Juan Vallejo. Poseen dos hijos, Sebastián, al  que conocemos como “Chan” y Nieves. Esta familia, tuvo la desgracia de perder,  hace muy poco tiempo, al mayor de sus hijos llamado José. José trabajaba en la  Empresa de Alumbrado Eléctrico y operando en unos cables de alta tensión, quedó  electrocutado. Este suceso consternó a todo el barrio, dada la popularidad del  fallecido.
 Seguimos andando y topamos con una casa  de dos plantas, donde reside con su familia, el propietario de las viviendas  del patio de “La Ramblilla”, llamado Isaac Bendahan Abecasis -como su nombre  indica, no hay duda que es judío-, casado con Raquel Garzón Abudarhan y sus  hijos: Jacob, Ester, Leticia, Mary, Alegría, Mercedes, Salomón, Mesod y Rebeca.  Mesod, es compañero mío, en la Escuela Pericial de Comercio.
 En el mismo inmueble también reside, Juan  Gil Pérez, su esposa Pepa Navarro Contreras y sus hijos: José, Andrés, Juan y  María. Juan también es muy conocido, por su costumbre a frecuentar Plaza de  África.
 Otra familia muy conocida es la de  Crisanto Segura Robles. Esta vive en un patio, donde se accede a través de un  pasillo cubierto de unos seis metros. Este señor, está casado con Magdalena  Albarracín López y poseen seis hijos llamados: Agustín, José, Crisanto,  Magdalena, Francisca y Cecilia. En su casa, tienen también un acogido llamado  Manuel Úbeda Martínez.
 Otro vecino de este patio, se llama Juan  Pajares Sala, casado con Concepción Blanco Jerez y tienen también seis hijos  llamados: Carmen, Pepe, Francisca, Pedro, África y Conchi. Con Pepe y  especialmente con Pedro, me une una gran amistad. A Pedro lo aprecio mucho.
 También reside en este patio, Francisco  Segura Robles, su esposa Inés Guerrero Gallardo y sus hijos: Francisca, Ana, M.  del Carmen, Agustín y África. Agustín es también compañero de estudios.
 José Cordón Navarro y su esposa M. Carmen  Camúñez Albarracín y su hijo, José Manuel.
 Para finalizar este entrañable patio,  señalar que también posee un colegio. Llamado popularmente; “Colegio de la Tahona”.  En el frontal del patio, en una planta baja, una vivienda, ha sido habilitada  como si de un colegio se tratara. En él, imparten clase y residen, doña Elisa  Molinero Salvador y sus hijas, doña Concha y doña Carmen. Doña Elisa es madre  de  uno de los mejores profesores que  tenemos en Ceuta, don Teófilo  Escribano  Molinero. Este posee la “Academia Escribano” ubicada en lo alto de “Maquinas  Sánchez”.
 Esta gran y culta familia, cayó en  desgracia por su inclinación hacia la república. Otra secuela más de la  repugnante y vergonzosa guerra, a la que fue sometida el pueblo español.
 No quiero olvidar, que en esta casa vive  también una hermana de doña Elisa, llamada Rosaura.
 La  verdad es que cuando recuerdo y escribo estas cosas, se me revuelve el estómago  y  una gran  tristeza me invade. Siempre lo he dicho y lo  mantendré. Si algún día España me necesita para defender la piel de toro, ante  cualquier país extranjero, seré el primero en ir al frente. Pero volver a una  guerra entre hermanos, me apunto a ser también, el primer desertor.
 En el número 12, vive una señora viuda  llamada Isabel Pajuelo Rodríguez en compañía de sus siete hijos, llamados:  Manolo, Rafael, África, Encarna, Isabel, Juan y José.
 En el número 13, junto a la tienda de su  propiedad, vive Manuel Pastor González, en unión de su esposa, Antonia Campoy  Jiménez y sus cuatro hijos: Manolo, M. Carmen, Antonia -todos la llaman  “Toñi”-, y Alberto Luis. Esta buena familia, es muy popular y conocida en el  barrio y goza de un gran cariño por parte de los vecinos.
 Toñi Pastor es una diosa griega. Posee  una belleza extraordinaria. Ella y M. Carmen Bonmati, son las dos niñas más  bonitas que he conocido en mi vida, y además las dos son de mi barrio. Como  debe ser.
      Algeciras, 24 de  diciembre de 2010.                                                               José María Fortes Castillo
 
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 UN PASEO POR MI  BARRIO XII. ANTIGUA CALLE "LA BRECHA
 
 
 La Brecha* es la la calle menos poblada del  barrio. Antiguamente era conocida como “arrabal de pescadores”, dado el número  de hombres de esta profesión, que residían en dicha calle. Entonces estaba  empedrada de “cantos rodados”, aprovechando que, la materia prima la  encontraban a pocos metros. La playa de “la Ribera”, junto al mirador, era un  rico filón de este material.
 Con el tiempo,  aquellas viejas casas, fueron desapareciendo. Quedando en el lugar un solar,  que duró un par de décadas. Ya por entonces, Ceuta demandaba una calle más  ancha y una vez destruidas aquellas viviendas, colindante con las de la calle  “Larga”, se hizo un muro de más de cien metros de longitud. Se construyó la  calle adoquinada para el tráfico rodado, y entre esta y el muro, quedó una  franja de tierra, que los niños aprovechábamos para jugar al fútbol.  Posteriormente se habilitó el lugar como parada de camiones, y nos quedamos sin  estadio.
 Con la  desaparición de aquellas viejas viviendas, perdimos también para siempre, una  bella estampa marinera que jamás lograremos recuperar. Las nasas y rastrillos  almejeros, colgados en las ventanas y paredes: las mujeres remendando las artes  de pesca; el calafate construyendo una patera en la puerta de su casa: la  ristra de jurelitos, secándose al sol atados a la ventana y un largo etcétera.  Aquella filosofía, aquella cultura y aquella forma de vivir tan caballa,  desapareció al principio de la modernización de Ceuta. Esos eran los auténticos  caballas. Los que forjaron el apodo, soportando sobre sus espaldas, cientos de  golpes de mar.
 El largo muro, que  separa “la Brecha” de la calle “Larga”, reduce notablemente el número de  viviendas, así que, tras pasar la casa de los López y los Ramírez, encontramos  un pequeño taller de recauchutado, propiedad de Pepe Carrilero. A continuación  un taller de reparación de vehículos conocido como “Taller de Gamero”-los dos  vecinos de la calle Misericordia-, y a partir de ahí comienza el muro.
 Unos metros más  allá, una puerta abierta en el muro, da acceso al obrador del señor Miguel  Canano, el rey de los corrucos y follanquis. Pasado este -uno de los  entretenimientos que teníamos lo chiquillos, era recorrerlo, por el borde  superior-, encontrábamos la primera vivienda, que extrañamente tenía el número  11. En esta casa reside Rafael Izquierdo Puyol, casado con África Benavídez  Martín y sus cuatro hijos: José Luis, Francisco, Antonia y Dolores.
 El próximo es el  número 49, donde vive Hach Mohamed B. Mohamed y su esposa, Sohora B. Mohamed  Bakali y sus hijos, Cailye y Abselan. Esta familia, son los propietarios del  “Bazar Hispano Árabe”, que se ubica en el “Puente de la Almina”, en la fachada  del Mercado de Abasto.
 El número 51, es  una casa de dos plantas, con dos viviendas en cada una de ellas, donde reside,  Ana Bautista Gómez. Otra está ocupada  por Francisco Mauricio Bozán, casado con María Godino Sánchez y sus hijos,  Antonio y Victoria. También reside,  Larbi Mohamed Varga, su madre Ralma Achemi Azguet y sus hijos: Jaddull, Kensa,  Mohamed, Faucia y Abdemulsín. Completan la  vivienda, Francisco Merino Során casado con Encarnación Cuella Postigo y sus  hijos Diego y África.
 Le sigue el número  53, que es otra casa de cuatro viviendas y una de ellas la ocupa, Manuel  Vallecillo Velurta, casado con Manuela Fernandez Molina, que tienen una hija  llamada Manuela. Otro vecino es  Enrique Castillo Sans, casado con Carmen Castillo Artiel y tienen dos hijas:  Mari Valle y Carmen. También vive en la casa, una hermana de Carmen Castillo,  llamada Pepa. Y José Sánchez Chave con su esposa Francisca Romero Benítez.Por último, Manuel  Aguilar Ledesma, su esposa Isabel García Isabel son dos hijos llamados: Rafael  y Manuela.
 Al final,  colindante con la calle General Sanjurjo, encontramos el mayor inmueble de la  calle. Es el número 55 y en ella viven: Paula Castillo Reyes y sus hijos,  Antonio, Eduardo y Lusi Márquez Castillo. Irene Cuella  Postigo y sus hijos Amalia, Francisco, Antonio y Roberto Vallejo Cuella. Francisco Pereila  González, casado con Rosa Márquez Castillo y su hijo Buenaventura. Fernando Contreras Tebar.Vishindas  Khushiran Ulanchandani, su esposa Haribai Sishinolas Ulachandi y tres hijas:  Concha, Mohini y Chandra. José Lladó Gómez,  casado con Carmen Jimenez Gómez y sus hijos: Elisa, Antonio,Miguel y Carmen.  También vive aquí, una hermana de José, llamada África.
 He aquí el final  del recorrido de mi barrio. Barrio ubicado en el corazón de la ciudad.   Conocida como Ceuta la Vieja. Hasta bien  entrado el siglo XVIII, el núcleo urbano de Ceuta,  se limitaba entre  puente y puente, es decir: desde el Puente  del Santo Cristo de la Misericordia, hasta el Puente de la Almina.
 La Almina se  iniciaba en la parte este del Puente y finalizaba en Punta Almina. Por lo  tanto, estos vecinos de mi barrio, a los cuales, he tratado de hacer de la mejor  manera posible este homenaje, deben estar orgullosos de ser además de ceutíes, auténticos  caballas, pues nacieron en el mismo barrio que aquellos pescadores –originarios del  nuevo gentilicio-, que sobrenombraban: gente  o pescadores de la caballa, para más tarde, simplemente: Caballas.
 Posiblemente, en  mi recorrido haya olvidado algún nombre o anécdota de algún vecino. Si él o cualquier  descendiente se siente olvidado y considera oportuno, que posee todo el derecho  de figurar en el “Paseo por mi barrio”. Le ruego, se ponga en contacto con  Manuel Castillo. Seguro que le atenderá con la amabilidad que le caracteriza y  mi error, será subsanado por nuestro webmaster.
     Algeciras, 31 de diciembre de 2010                                                             José María Fortes Castillo
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 * Su nombre oficial es calle Independencia.
 
 
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 UN PASEO POR MI  BARRIO XIII. Cincuenta y cinco años después.
 
 
      Todos los días, tengo mi momento de  nostalgia y mis recuerdos siempre vuelan en una misma dirección: mi Ceuta y mi  barrio. Después de mi largo paseo, recorriendo mi viejo barrio del Asilo, donde  aquellas calles adoquinadas -entre paredes blanqueadas su parte superior y con  el oscuro rojo la inferior-, me vieron recorrerla miles de veces, a la vez, que  me impregnaba de sus recuerdos y vivencias.Eran tiempos difíciles. La pobreza era fiel  compañera de la mayoría de los vecinos, pero no un impedimento para la  felicidad. A medio vestir y medio comer, la gente se acostumbraba y sabían  vivir con esa carga.
 Acabo de pasar la Navidad del año 2010 y  las veo vacía. Añoro aquellos años en mi barrio, cuando los Gaonas, los  “Boguitas” y sin ir más lejos; en casa de mi tía Fina -el número cinco del  Patio de la Ramblilla-, se cantaba con un mes de antelación aquellos  villancicos generalmente marineros.
                          ♫  A los boquerones, también las caballas.A ver los jureles,  fresquitos del alba.
 Que si tu madre  quiere, yo voy a la plaza.
 Tú coges el canasto y  yo cojo el asa. ♫
                           ♫  Todos los que aquí venimos,somos gente de la  mar.
 Y al Niño de Dios  traemos,
 de regalo un calamar.  ♫
     En la mayoría de las viviendas, el  extraordinario consistía en comprar una botella de brandy y otra de anís.  También muchas mujeres, solían hacer dulces caseros. Era muy grato cuando  pasabas por alguna puerta o ventana, y de ella salía el olor de los rosquillos  friéndose. Las mujeres de Ceuta, solían darle un toque de distinción,  agregándole esa pizca de matalahúva, que aromatizaba notablemente. Otras muchas  mujeres -entre ellas, Rosita la del quiosco-, solían preparar en casa la masa y  llevarla al horno de “Ufapance”, que se ubicaba en la Avenida de España, donde  hoy está el colegio “Cristo Rey”. La especialidad de mi madre, eran los  roscos y de mi tía Juana los cortadillos y pestiños. Los pestiños los rellenaba  con cabellos de ángel y eran una delicia.
 La festividad del nacimiento del Niño de  Dios, se vivía con más intensidad. Hoy la “sociedad de consumo” y los grandes  almacenes, con la complicidad de las cadenas de televisión la han transformado,  haciéndola más superficial. Si tiene algo de extraordinario, es por el gran  número de petardos que se explosionan.
 La verdad es que mi barrio, tampoco es el  que era. Desaparecido el viejo edificio -que un día fue casa de la  Misericordia, luego convento, después asilo y posteriormente colegio nacional-,  desapareció nuestra señal de identidad.
 Hoy las calles Sánchez Navarro y Gómez  Marcelo -Misericordia y las Vendederas-, han dado paso a la Gran Vía. Las  calles Obispo Barragán, Sagasta* y Espíritu Santo**, han desaparecido por completo,  de manera que no reconozco mi barrio. La Ribera, es una hermosa playa, una gran  zona de baño. Pero le falta algo. No veo a Pedro Cascaño, ese gran carpintero  de ribera, calafateando una barquilla almejera. No se ir a comprar aquellas  agujetas, de espinas tan verdes, como las aguas de la Bahía Sur en una tarde de  vendaval. La casa de la querida familia León, ha desaparecido. Ya no me queda  más consuelo, que el recuerdo. Como se vivía en aquel bello rincón. Quiero no  olvidarlo y en mis ratos de meditación, cruzar el estrecho y volver a recorrer  mis calles. Volver a cruzarme con Manolo Celaya -enciclopedia viviente de mi  viejo barrio-. Ver al “Faiti” y que me cuente, aquella travesía del Estrecho en  aquellas primitivas piraguas -embarcación con casco en armazón de madera y  cubierta de lona embreada- que llegaron a Ceuta en los años cincuenta. Quiero  ir al muelle del Comercio y ver Rafael Pérez Ramos “el Boguita”, afanoso,  tratando de desliar el palangre de veinte anzuelos, utilizado para la pesca del  marrajo y “aguja palá”.
 Quiero que permanezca en mi mente, aquella  imagen de Ceuta y mi barrio. Por muy bonita que esté ahora, a la calle de “La  Muralla”, ya no le salpica el agua los días de levante. Si Afrodita pretendiera  dar a luz a otro Eros, no podría llegar al lugar donde nació el anterior. Antes  era un balcón al mar, Ahora es un balcón a una calle. ¡¡Sí!! me diréis que ha  descongestionado el tráfico en la ciudad. Pero ¿y el romanticismo?, ¿y aquel  embrujo? Me siento viejo y cansado, por la añoranza y tristeza. Siento que algo  muy mío, me lo han robado. El hombre moderno y sus máquinas, lo arrasan  todo.
      Algeciras, 1 de enero de 2011                                                     José María Fortes Castillo _______
 * La Calle Sagasta, después de la Guerra Civil,   paso a llamarse Queipo de Llano.
 ** La Calle Espíritu Santo era  conocida popularmente como de la Tahona.
 
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 UN PASEO POR EL PUENTE ALMINA Y LA PLAZA VIEJA
 
 
                        Finalizaba mi barrio en el Puente Almina. Puente que  daba nombre al resto de la zona Este de Ceuta. Mi barrio y la Almina, formaban  la península ceutí, cuando el Puente del Cristo se levantaba a la caída de la  tarde y Ceuta quedaba aislada del resto del continente.   Cruzando el puente, a la izquierda  teníamos el jardín de San Sebastián, que finalizado el Puente, llegaba hasta el  inicio de la Marina. El jardín tiene un quiosco en cada extremo y en la calzada  junto a la acera, se ubica la parada de los   pocos coches de caballo que he llegado a conocer.
 La parte derecha, está ocupada por la  gran fachada del Mercado de Abastos, con su hermoso reloj y los dos enormes  altavoces, donde la emisora ubicada entre los bares: “Nacional” y  “Norte”, se encargan de amenizar las tardes-noches  de gran número de ceutíes que en aquel lugar se congrega. Son  los tiempos que impera el arte de Antoñita  Moreno con las canciones; “El cordón de mi corpiño” y “Sortija de oro”.
 La  fachada del Mercado, en la planta baja que da a la calle, encontrábamos en  primer lugar, una rampa por donde se accede a las pescaderías. Este lugar es el  más animado de todo el Puente Almina. En él, he presenciado las actuaciones de  “sacamuelas”, que por tres pesetas, te extraían un molar sin dolor. El  “charlatán” que vendía los peines mágicos, con los que te podías cortar el  cabello -yo tuve uno y me fue muy bien-. Se le adaptaba una hoja de afeitar y  daba buen resultado. Un grupo de húngaros, que traían un oso que bailaba al son  de una música. Aquellos que con un gran cartel, en forma de “cómíc”, narraban  con un puntero en la mano, las escenas de algún suceso acaecido recientemente.  En vísperas de las Navidades, allí se congregaban decenas de pavos, alimentados  por bellotas, a la espera de su fatal desenlace. Y como no, los puestos de  melones y sandías, que al aire libre, dejaban una estampa imborrable del verano  ceutí.
 Finalizada la rampa de las pescaderías,  llegábamos al “zoco”. Allí los musulmanes, vendían todo el producto de sus  huertas: frutas, rábanos, hierba buena, perejil,  conejos, gallinas y pollos, más un largo  etcétera. Típicos del norte de Marruecos. Bajando en la esquina de la rampa, a  la izquierda, teníamos el despacho de hielo. Después, el acceso a través de  Muelle del Comercio y otra rampa también de pescaderías, similar a la anterior.
 De nuevo en el Puente Almina y en la  fachada del Mercado, formando esquina, encontramos la exposición y venta de las  máquinas de coser “Alfa”. De inmediato “Casa Ortega”, después “Palacio Ghandi”  y la puerta principal de acceso al Mercado de Abastos.
 Pasado este, “Casa Gómez” -tienda de  venta de ultramarinos-, seguido del “Bazar Hispano-árabe”, para finalizar el la  churrería de Manolo Baro.
 Pasado el Mercado y cruzando la calle  “Teniente Olmo”, unos escalones   señalaban el acceso a un bar famoso “El Campanero Chico”. Sus dos  fachadas -una a la calle “Teniente Olmo” y otra al Puente Almina, son dos  hermosa vidrieras. El bar está en alto, casi dos metros y con las vidrieras,  dota a sus clientes de una bella panorámica de todo el lugar.
 De inmediato, llegamos a una oficina del ejército,  dedicada a la cartografía y topografía. Al frente de ella, se halla José  Montes, amigo de mi padre y mis tíos. Dada la relación que mantienen en la  Sociedad África Ceutí, donde el señor Montes, es secretario técnico de la  sección de fútbol.
 Encontramos a continuación, una escalera,  por donde se accede a la “Plaza Vieja”, ahora la llaman “Plaza Rafael Gilbert”.  La escalera posee dos rellanos o descansillos. En el primero a la izquierda se  ubica una barbería, en ella ejerce su profesión, Paco “el barbero”, vecino del  Callejón del Asilo Viejo.
 El segundo rellano, estaba ocupado por un famoso  restaurante, al que conocemos como  “Casa  Rejano”.
 Unos escalones más, y accedíamos a la  “Plaza Vieja”, era conocida así porque antiguamente fue el mercado de la  ciudad.
 Una vez en la Plaza, a la derecha, existe  un almacén propiedad del Ayuntamiento y que es utilizado por la Brigada de  Obras.
 Formando un ángulo recto con el almacén,  se ubica el restaurante bar “La Terraza”, donde por catorce pesetas, te puedes  comer una sabrosa ración de angulas.
 Continuamos adelante, siempre por el lado  derecho, y topamos con la vivienda de Eugenio Ibáñez Escandón. Este buen amigo  de mi padre, reside aquí con su señora y sus dos hijos, Paco -que juega en el  “Abyla” de Acción Católica África, y el más pequeño llamado Eugenio y al que  conocemos por “Madriles”.
 Continúo mi paseo y encontramos un  obrador, donde en más de una ocasión he visto de fabricar carne de membrillo.
 A continuación se halla la vivienda de  Torbizco y su señora. Este matrimonio tiene un hijo que se llama Bonifacio -Boni  para los amigos-. Boni también juega en el “Abyla”, es el portero. El señor  Torbizco, es un artista de la escayola y muy conocido en la ciudad.
 Más adelante topamos con un par de  almacenes y el despacho de venta de billetes de la RENFE. Para terminar con un  par de almacenes más.
 Por el lado izquierdo, se ubica una  oficina de un contratista de obras. Seguimos con un almacén y de inmediato, el  taller de fontanería de Pato y Jiménez.
 Más adelante un famoso bar. “Casa Ortega”.  Aquí ponen las mayores tapas de Ceuta. Con un vino o caña, lo mismo te ponen un  huevo duro, que una pieza de pan de molde -en Ceuta le llamábamos «pan de lata»-,  bien repleta de caballa en aceite, o queso de cerdo y un largo etcétera en  variantes. El vino, la cerveza o cualquier tapa a elegir, todo a una cincuenta  –una peseta y cincuenta céntimos o conocida también como seis reales-. Cuando  Ortega inauguró el bar, solo ponía tapas de pescado frito, pero siempre  abundante. Ahora al parecer, le trae más cuenta las tapas frías. Antes se venía  aquí, a comer los jureles y besugos fritos, que eran una delicia.
 Dejo atrás a Ortega y tenemos dos talleres  que se dedican a la reparación de motores eléctricos. Al final, una pequeña  puerta, da acceso al “Bar Colón”, pero este bar, posee la entrada principal por  el Paseo del mismo nombre.
 Al Paseo Colón se accede a través de la  Plaza Vieja, por un arco. Lo primero que se observa, es una bella panorámica de  la Bahía Sur. Cruzando la calle, un muro separa la misma del cuartelillo de La  Legión. Muchos ceutíes amantes de la buena música. Suelen pasarse horas,  echados sobre la muralla, oyendo los sones de los ensayos de la extraordinaria  sinfónica que posee El Tercio.
 Como podemos observar, nos hemos salido  de la zona de paseo y Dios mediante, trataremos de hacer también un recorrido  por este lugar, que sin ser mi barrio, su cercanía me obliga a tenerlo presente  en mis recuerdos.
      Algeciras,  20 de enero de 2011.                                                         José  María Fortes Castillo
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 UN PASEO POR LA CALLE REAL  I. El REVELLÍN.
      De  siempre, se le ha llamado popularmente en Ceuta: “Calle Real”, a la calle que  se inicia en el Puente Almina y finaliza en la Plaza Azcarate. Toda esta zona,  oficialmente, siempre fueron tres calles: Paseo del Rebellín, calle Camoens y calle  Real, denominadas actualmente. Y, calle José Antonio Primo de Ribera, calle  Camoens y Falange Española, cuando el régimen de la dictadura; y aún,  anteriormente, calle libertad, calle Soberanía Nacional, y calle José Luis de  Torres en  la parte alta de la calle.
 Igual  que hice el recorrido por mi barrio, en la distancia y en el tiempo, pretendo  recordar ese céntrico lugar de Ceuta. También quiero hacer saber, que mis datos  o recuerdos, nunca pueden ser los mismos, del lugar donde nací y me crié. Que  aquellos otros lugares, donde pasaba con cierta intermitencia.
 Iniciamos  el recorrido por el Paseo del Revellín, que es la parte más céntrica y más  grabada tengo en mi memoria.
 Dejando  atrás la escalera de acceso a la Plaza Vieja -aquel viejo mercado ceutí-,  en la esquina hay un bazar hindú y más  adelante, otro conocido bazar, con dos dependientes bastante amigos: Paco  García Bernardo y Manolo Berlanga.
 De  inmediato, un portal por donde se accede a una pensión que ocupa el piso  superior de  los bazares. De la pensión  no recuerdo el nombre, pero sí al propietario, apellidado Guillén.
 Seguidamente,  encontramos la famosa cafetería “El Campanero”, llamado también “El Casino de  los Pobres”. Posee dos plantas, la baja es puramente cafetería y en el piso  superior está destinado al juego. Tres mesa de billar, dos futbolines y varias  mesas destinadas al dominó, parchís etcétera, hacen que sea un bar muy  concurrido. Doña Mercedes -su propietaria- es una encantadora señora.
 Junto  al Campanero, otro comercio de gran solera en Ceuta; “Casa Blasco” y conocida  por todos los mayores, como “Casa Currito”. Este local se dedica a la venta de  tejidos, y el encargado es muy conocido en Ceuta y se llama Ernesto. Tiene un  hijo llamado igual que él, que trabaja en la Compañía Trasmediterránea.
 Pasando  “Casa Blasco” encontramos la librería de “Cortés”. El propietario, es un  personaje muy popular en Ceuta. Todas las mañanas domingueras, que son  soleadas, se las pasa en la Playa del Chorrillo, en compañía del señor Gómez,  propietario de la tienda de ultramarinos, ubicada en la fachada principal del  Mercado de Abastos.
 Los  señores Cortés y Gómez en compañía de Isidro Perpén, son tres extraordinarios  nadadores. En verano, cuando la almadraba está calada, una de sus costumbres,  es ir nadando hasta ella y volver. La verdad es que son unos grandes nadadores,  pero como personas, son aún mejores.
 Dejamos  la librería y llegamos al mejor bazar de la ciudad; M. Dialda. Todos dicen que  es el indio más rico de Ceuta. Probablemente sea cierto, por lo que se hace  anunciar. Radio Ceuta, tiene a M. Dialda, todo el día en onda.
 Después  del bazar indio, llegamos a “Casa Ibáñez”. Esta tienda de tejidos, es de las  más importantes de Ceuta.
 Algo  más arriba, se ubica una sucursal de la Caja de Ahorros de Ceuta. De  inmediato, llegamos a “Casa Benoliel”. Este comercio, es propiedad de don José  Benoliel, presidente de la Sociedad Deportiva Ceuta. A este señor, nunca el  pueblo de Ceuta, le ha reconocido la gran labor que hizo por el deporte ceutí,  y prometo dedicarle uno de mis futuros escritos, de manera que al menos esta Web,  sea el vehículo, que haga llegar al las nuevas generaciones ceutíes, los  valores que adornaron a este señor. Su  comercio, posee dos puertas de acceso. En el interior y entre las dos puertas,  un gran espejo, es el objeto de diversión de muchos chiquillos de Ceuta.  Hacemos la bicicleta, también como si nos comiéramos un pañuelo y varias simulaciones   más, entre el juego y la destreza, que  al oír nuestras risas algún dependiente ocupado tras el mostrador, enseguida  nos grita, brazos en alto: ¡Niños, fuera,  a la calle…!  Que nosotros, en un remedo, y entre burlas, también voceamos: ¡Niños, fuera,  a la calle...!
 Seguimos  por la misma acera y llegamos a la tienda de electrodomésticos de Vicente Martínez.  En este apartado, es la más grande e importante de la ciudad.
 De  inmediato tenemos el “Bazar Revellín”. Este local es propiedad de los señores  Baeza -una de las familias más notables de la ciudad-, y el encargado del  mismo, es Pepe Cózar. También es dependiente de este local, Antonio Toledo.  Pepe Cózar, aparte de ser una gran persona y todo un caballero, es el primer  árbitro ceutí que llegó a primera división.
 Llegamos después a la “Farmacia  Trujillo”, propiedad de Francisco Trujillo. Este es mi vecino de la antigua  calle de “Las Vendederas”, conocida hoy; como Teniente Gómez Marcelo.
 Rematamos la calle, con una obra en  construcción. Este edificio, será en breve, el de la nueva Telefónica.
 Regresamos al principio, y esta vez nos  trasladamos a la acera izquierda. El primer portal, es el acceso a la casa de  Trujillo. La primera planta, la ocupa el Centro de Hijos de Ceuta. Cuyo  presidente, don José Trujillo, es el propietario del inmueble. En la  planta  inmediata, está la sede de la  Sociedad Deportiva Ceuta, la Federación Norteafricana de Fútbol y el Colegio de  Árbitros de este mismo deporte. Las plantas superiores, son residencias de  vecinos.
 En la esquina que forma la Casa Trujillo  con la calle Alférez Baitón, se halla el Banco Popular Español. Hasta hace poco  tiempo, este mismo lugar lo ocupaba “Casa Mosquera”, una gran tienda de  artículos de regalos.
 En la esquina inmediata, se ubica la mejor  cafetería-pastelería de Ceuta, “El Vicentino”. El propietario se llama Vicente  Hoyos -el nombre de la cafetería viene dado por su antecesor, Vicente Hoyos,  padre-. Se dice, que grandes aficionados a la confitería, vienen a Ceuta, a  degustar los exquisitos productos que en este obrador se fabrican. Sus dulces  son famosos.
 Hasta hace unos años, la cafetería  también ocupaba lo que hoy es el Banco Exterior de España y se decía de ella,  que era de las más grandes y solera de España.
 Como  podéis imaginar, seguidamente tenemos al  banco mencionado seguido del portal que da acceso al inmueble que consta de  cinco plantas. El inmueble es también propiedad de Vicente Hoyos y su hermano  -doctor en medicina-. Los dos residen aquí siendo también vecino de este  inmueble don Alberto Baeza Herrazti -más que conocido en la ciudad-, en  compañía de su bella esposa, Maruchi Weil, hija mayor de Ernesto Weil. La casa  Weil, es la empresa que fabricaba el famoso fruchampán, años atrás  y hoy, los refrescos de naranja y limón de la  marca “Kiss”.
 De  inmediato encontramos la ferretería Baeza, S.A. Posiblemente el comercio más  próspero de la ciudad. El ramillete de dependientes lo componen los siguientes  siete profesionales: Fortes, Delgado, Mena, Hernández, Sarriá, Parrado y Arce.  Tres señores en la oficina: Márquez, Caro y Torres y la cajera Maruja y Manuel  el peón.  A pesar del gran número de  empleados, siempre está el comercio lleno.
 Perteneciente al mismo inmueble, un portal  donde viven los propietarios de la casa; don Claudio y don Francisco Romero. A  su vez, propietarios de la farmacia “Romero”, que viene a continuación con la  que termina el edificio. En esta farmacia, los dependientes son Ángel y  Antonio, dos señores extraordinarios.
 Inmediatamente  un estrecho pasillo conocido como “Pasaje Romero” que a los pocos metros, se  ensancha y teniendo a la derecha el acceso a una casa de vecinos.  Tras bajar dos escalones, se accede a una  calle que desemboca en la parte baja de    Méndez Núñez. La  tapia  derecha del pasaje linda con  el patio del colegio de los Agustinos. Y en  la margen izquierda, en el recodo que baja, se alzan  los edificios que dan a la Marina, donde  estuvo instalado durante  muchos años el  odontólogo Carmona; y más tarde, justo en la cancela, en un edificio  nuevo,   hasta su reciente desaparición, “Muebles  Marruecos”.  Tras bajar los escalones, a la izquierda existe un gran  portalón por el que se accede a la ferretería de Baeza.
 De  nuevo en el Reveían, para seguidamente encontrar un bazar indio y junto a él,  el estanco “Baleares”. También es conocido como estanco “Ferragut”, que es como  se apellida el propietario.
 Seguidamente  una gran cafetería llamada “La Campana”. De las mejores de Ceuta, tras “El  Vicentino”.
 Sigue  a “La Campana”, el “Bazar Alegría”, propiedad de la familia Alfón, que reside  junto al “Bar Sin Nombre” en Plaza de África. Este bazar lo llevan dos de sus  hijas: Estrella y Alicia.
 Para  finalizar y haciendo esquina con Méndez Núñez, El Banco Hispano Americano.El director de este banco es  famoso por su seriedad  y rigidez. A  todos los empleados, les indica la obligatoriedad de ir a trabajar con chaqueta  y corbata, aún en el mes de agosto,  sin  el “aire acondicionado”, que  se sabe que existe, pero aquí aún  no ha llegado; son los hábitos, algo  encorsetados, propias de la época, que con el paso de los años se irán  suavizando.
 Posiblemente,  hemos paseado por la calle más importante de Ceuta. Aquí están los principales  comercios y bancos y es sin duda, la zona noble de la ciudad. Mañana, continuaremos calle  arriba….
      Algeciras, 17 de febrero de 2011                                                       José María Fortes Castillo
 
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 CALLES PADILLA Y MÉNDEZ NÚÑEZ
          
 Sigo instalado en la década de 1950 y  dejando atrás el Paseo del Revellín -por entonces calle “José Antonio Primo de  Ribera”, doblando a la derecha, me sitúo en la calle Padilla. Esta calle  también tuvo su importancia en los años cincuenta. En la misma esquina, existe  un solar y uno de sus muros, es aprovechado por el Cine Cervantes, para colocar  allí su cartelera. Junto a esta hay un kiosco cuyo propietario, es minusválido.  Varios metros más adelante, tenemos el cine. El gerente es el señor Amador, el  portero es el señor Toledo y Julia la cajera. Julia es una hermosa mujer y la  llaman la Sofía Loren de Ceuta. Yo considero que Julia posee los rasgos más  finos que la actriz italiana. Mis padres y tíos Miguel y Solita, deberían estar  abonados a este cine, dado que todos los domingos de nueve a once éramos  clientes fijos.
 Tras  el cine, llegamos a la residencia del general Misian y frente a la residencia,  el Economato Militar.
 En  vísperas de las Navidades, las colas para entrar en el Economato son  interminables. Todos los productos de alimentación, son aquí bastante más  baratos y como los tiempos que corren no son muy boyantes, la gente no militar,  se las ingenia,  para conseguir un bono  que le facilite la adquisición de alimentos, en es establecimiento. La verdad  es que las autoridades militares, no ponen mucho empeño ni rigidez en evitarlo.  Son sabedores de los tiempos que corren,
 Algo  más adelante se encuentra el Cuartel de Sanidad. A ambos lados de la calle les  siguen pabellones militares sin importancia y aquí, se acaba la calle.
 Iniciamos  Méndez Núñez, con dos esquinas a ambos lados de la calle. Si iniciamos el  recorrido por la izquierda encontramos el Banco Hispano Americano  seguido de la fachada que dobla la calle del  Colegio de San Agustín. La calle finaliza con las ventanas de Telégrafo cuyo  acceso está en la Marina. Hoy la llaman calle 18 de Julio, pero todos la  conocen como la Marina.
 La  calle por la derecha, formando esquina está el escaparate de Molina. Me cuenta  mi padre, que en ese mismo lugar, hace años estaba el famoso “Barkin”. Este era  un bar de gran solera en las décadas de los años veinte y treinta.
 Seguimos  bajando la calle y encontramos el comercio conocido como “el 10”o “La Rondeña”.  Una tienda de embutidos y chacinas de don Miguel Martín, conocido como el  “fuera caballos”, frase que repite al día cientos de veces. En este local  también se chatea y bastante bien, por sus exquisitas tapas. Don Miguel es  natural de Ronda y de su tierra, se abastece de las exquisiteces provenientes  del cerdo, que en la sierra malagueña se suele dar.
 Seguidamente  viene la papelería de Alcalá conocida como “Papelería Imperial”; y varios  metros más abajo también del mismo propietario, el taller de tipografía,  llamado “Imprenta Imperio”. Esta posee un gran portalón que facilita ver la  operación de los empleados, cambiando las hojas al ritmo de la máquina. El  operario más cercano de la puerta es Juan Hormigo – vecino mío, de la calle  Gómez Marcelo-
 Bajamos  la calle y formando esquina con la de   Antioco, se hallan los talleres de costura y confección de don José  Benoliel Bentata.
 Continuamos  bajando la calle y a parte de un gran portal de vecinos, nada importante que  reseñar, hasta llegar el final de ella, donde a la derecha y en el vértice que  forma un ángulo recto con la Marina, existe una placeta perimetrada por una  bella verja metálica que da cobijo a la Comandancia Militar de Ceuta. Posee dos  enormes árboles -ficus benjamina-, hermosísimos.
 Dos  compañeros míos de clase en el Colegio de San Agustín, apellidados los hermanos  Espinos, residen en este lugar y un par de veces me invitaron a entrar en casa  y luego jugar por el gran jardín existente en la parte posterior. Este hermoso  jardín, desconocido por la mayoría de los ceutíes, llega hasta el Callejón del  Obispo, hoy, calle Millán Astray. Colindante con el taller de Transmisiones del  Ejército que existe antes de llegar a esta calle.
 He  aquí mi paseo de hoy, dos calles que pasan desapercibidas cincuenta años  después, pero que en su día tuvieron gran importancia en devenir de los  ceutíes.
     Algeciras, 18 de febrero de 2011                                                           José María Fortes Castillo | 
  
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        MIS RECUERDOS I. CALLE REAL: DEL REBELLÍN A LA CALLE PADILLA       Es increíble la de comercios  notablemente populares allá por los años mil novecientos cincuenta en Ceuta y  que han desaparecido, sin que los sucesores de aquellos propietarios hayan  querido, o podido, continuar con el negocio familiar. De  puente a puente, no es necesario que comente más, dado que no creo me quede más  en el tintero. Pero desde el inicio del Rebellín, hasta la vieja Plaza Azcarate,  si cierro los ojos y me traslado a aquellos años, el paseo será seguro  gratificante, recordando aquella arteria principal de mi Ceuta del alma.
 A  la derecha, iniciando la calle nos encontrábamos con “El Campanero”. Esta  cafetería era también conocida como “Casino de los pobres”. Doña Mercedes, la  propietaria era una señora encantadora que desde el fallecimiento de su esposo,  se hizo cargo del negocio, llevándolo con mano de hierro. El local constaba de  dos plantas, En la baja se encontraba entrando a la derecha, la barra y todo el  servicio de cafetería. En el exterior y en toda la fachada del edificio, había  un importante número de mesas, todas de patas metálicas y encimeras redonda, de  un reluciente mármol blanco. Eran los tiempos del café de “pucherete” y los  camareros, acudían a servir el citado café, con dos plateadas cafeteras -una en  cada mano- una portaba el negro líquido y la otra la leche.
 Al  piso superior se accedía a través de una escalera, ubicada al fondo de la  cafetería. Esta planta servía como sala de juego. En ella podíamos apreciar  tres mesas de billar, un futbolín y varias mesas donde se jugaba al parchís,  dominó y a los naipes.
 Algo  más arriba, estaba  la librería “Cortés”.  La más importante de Ceuta.
 Siguiendo  por la misma acera, llegábamos a “Casa Blasco”, Este mismo comercio, era  conocido popularmente, como “Casa Currito”.
 A  continuación topábamos con la gran tienda de M Dialda. Este era el bazar indio  más importante de la ciudad. Eran famosos sus mantones de Manila. Radio Ceuta,  estaba continuamente anunciando este local comercial y sus productos de regalo.
 Seguidamente  estaba “Casa Ibáñez”. Una de las tiendas de tejidos, más importante de la  ciudad.
 De  inmediato teníamos la sucursal de la Caja de Ahorro y Monte de Piedad de Ceuta  con los hermanos Godino y Pepe Martín. Lastima la perdida de esta  caja bancaria tan ceutí. Poco a poco, todas  nuestras señas de identidad tan arraigadas a la vieja Ceuta, las estamos  perdiendo lastimosamente. Al final, como dice mi primo Manolo, tendremos una  ciudad preciosa pero sin alma. Sin ningún pasado que tengamos que añorar.  Recemos por que a ningún político le de por quitarnos el monte Hacho. Aunque ya  lo han intentado, cuando se instaló la Petrolífera “Ducar” y el sur del monte  lo quisieron convertir en cantera. Gracias a Dios que se frenó a tiempo. Dos  mordiscos que solo sirvieron para prostituir nuestro bello paisaje.
 Otro  comercio de gran prestigio venía de   inmediato; Casa Benoliel. Don José Benoliel, era el presidente de la  Sociedad Deportiva Ceuta. Esta empresa estaba en manos de don Julio Gallardo,  su gran hombre de confianza. Don Julio también era el hombre fuerte en la  sociedad deportiva, dada su capacidad de trabajo e inteligencia fuera de lo  común. Posteriormente esta misma empresa, inauguro otro gran local comercial,  que se ubicaba entre la calle Teniente Olmo y la subida acceso a la Plaza  Rafael Gilbert, que se llamaba “Puerta del Sol”. Con anterioridad en este mismo  lugar, existían unas oficinas del ejercito, dedicadas a la topografía, medir el  terreno ceutí y al levantamiento de planos. Un alto funcionario de estas  oficinas, era el señor Montes, secretario técnico de fútbol de la Unión África  Ceutí.
 Siguiendo  por la misma acera, llegábamos al “Bazar Rebellín”, este antiguo comercio, era  propiedad de los señores Baeza. Continúo a este local y antes de llegar a la  calle Padilla, pasábamos por las dos entradas que aún posee la farmacia  “Trujillo”. Entre esta farmacia y la calle Padilla existía un solar, donde más  tarde se construyó el edificio donde hoy está telégrafo, que con anterioridad se  ubicaba en el Paseo de la Marina Española, y sus ventanas daban a la calle  Méndez Núñez.
 Ahora  nos toca volver atrás e iniciar la acera de enfrente. Esta acera sigue  presidida por el edificio más emblemático de la ciudad “Casa de Trujillo”. Su  gran portal, daba acceso al Centro de Hijos de Ceuta, que se ubicaba en el  entresuelo y las oficinas de la Sociedad Deportiva Ceuta, Colegio de Árbitros y  la Federación Hispano-marroquí de Fútbol, también tenían aquí sus sedes.
 Los  domingos por la tarde, una vez finalizado los partidos de fútbol, tres grandes  pizarras eran colgadas del balcón de la cara frontal del edificio donde era la  sede social del Centro de Hijos de Ceuta. En estas pizarras, se daban los  resultados de primera división y los dos grupos de segunda, el norte y el sur.
 Al  otro extremo del edificio, antes de la ubicación del Banco Popular Español,  estuvo “Casa Mosquera”. Así llegamos a la calle Alférez Baytón. Bajando la  escalera, a la izquierda teníamos el economato de la Marina de Guerra Española.  A la derecha un despacho de leche y haciendo esquina con la calle de la Marina,  estaba el local social de Caza y Pesca, hoy restaurante “Marina”.
 Dejamos  atrás la casa “Trujillo” y la calle Alférez Baytón y en la esquina se  encontraba la pastelería y confitería del “Vicentino”. Por una pequeña puerta,  se accedía  al restaurante del mismo  nombre, que en aquellos tiempos era el mejor que había en la ciudad. En los  salones del Palacio Municipal, con alguna frecuencia, se celebraban solemnes  cenas, bien por la visita del Alto Comisario, el Califa de Tetuán o algún otro  personaje. El servicio corría siempre a cargo de éste establecimiento. Su  propietario era  Vicente Hoyos, muy  conocido y querido en la ciudad. Esta gran cafetería-restaurante, se  convertiría con el tiempo en el Banco Exterior de España.
 Mas  arriba estaba la ferretería “Baeza, S. A.”, donde mi padre era encargado de  venta y detall. A continuación la farmacia “Romero”, el estanco de Ferragut y  seguidamente “La Campana”.
 Esta última, presta el mismo  servicio que “El Vicentino”, es decir: es pastelería, cafetería y restaurante.  Este bar, también gozaba de gran prestigio. Estas dos cafeterías, cuando reina  el buen tiempo, colocan las mesas de la calle, en la acera que le corresponde  por su ubicación, y en la de enfrente.
 Continúo  con los recuerdo y tras “La Campana” estaba el bazar “Alegría”, propiedad de la  familia Alfón, que residían  en el piso  superior del bar “Sin Nombre”. A continuación formando esquina con la calle  Méndez Núñez, estaba  el Banco Hispano  Americano.
 En  la esquina de enfrente “Casa Molina”, que en vísperas de los Reyes Magos, se  transformaba en la mayor exposición de juguetes vista en Ceuta.
 Venía  a continuación     el Banco Central,  calzados “Gacela” y la Plaza del Teniente Ruiz. En esta plaza, el local que  ocupa hoy la Tertulia Flamenca, era la sede social de “El Control”. Esta era  una sociedad cultural recreativa, que competía con otra llamada “La Peña”.  Ambas sociedades, poseían unas hermosas casetas de feria, cuando esta, se instalaba  en el muelle del Cañonero Dato.
 Pasamos  la Plaza Ruiz y formando esquina estaba y aún continúa aunque con distinto  propietario, la joyería de “La Esmeralda”. Esta joyería limitaba con “Casa  Ros”.
 A  continuación existía un gran solar, donde hoy se ubica el hotel “Ulises”. En  este lugar, con alguna frecuencia se instalaban carpas, bien de circos o para  ofrecer otro tipo de espectáculos. Una noche, mi padre me llevó a presenciar  una velada de lucha libre, donde peleó el que por entonces era campeón de  España, Salude. Tiempo después y hasta iniciarse las obras del hotel, el lugar  fue ocupado por una terraza de verano del cine África.
 Más  arriba, había una papelería-librería propiedad de los hermanos Simón, seguido  del Banco Español de Crédito, llegando así a la calle Serrano, donde se hallaba  el bar “Jamón”.
 Con  anterioridad he citado el restaurante “La Campana”. Pues bien, esta fue  adquirida por don Pedro Azcoitia, a su antiguo propietario y éste instaló el  bar “Jamón”.
 En  el próximo capítulo, seguiremos recordando todos aquellos entrañables lugares,  que un día hace sesenta años, fueron santo y seña en el quehacer social de  aquella vieja Ceuta.
 
 Algeciras, 9  de diciembre de 2011.
                                                                   José  María Fortes Castillo
 
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 PASEO POR LA CALLE  REAL II. PADILLA Y MÉNDEZ NÚÑEZ
              Sigo instalado en la década de 1950 y dejando  atrás el Paseo del Rebellín -por entonces calle “José Antonio Primo de Ribera”,  doblando a la derecha, me sitúo en la calle Padilla. Esta calle también tuvo su  importancia en los años cincuenta. En la misma esquina existe un solar, y uno  de sus muros, es aprovechado por el Cine Cervantes, para colocar allí su  cartelera -años después se ubicó en este mismo lugar Telefónica-. Junto a esta  hay un kiosco cuyo propietario, es minusválido. Varios metros más adelante,  tenemos el cine. El gerente es el señor Amador; el portero de butacas el señor  Toledo; el de general el señor Guillermo -pícaro y entrañable donde los haya, y  gustoso del  rubio chesterfield que, a  modo de prestidigitador,   pudiera  conseguirte la entrada imposible del domingo…-;   y Julia la cajera. Julia es una hermosa mujer y la llaman la Sofía Loren  de Ceuta. Quizás Julia posea unos  rasgos  más finos y delicados que la actriz italiana... Mis padres y tíos Miguel y  Solita, deberían estar abonados a este cine, dado que todos los domingos de  nueve a once éramos clientes fijos.
 Tras el cine, llegamos a la residencia del  general Mizzian y frente a esta, el Economato Militar. En vísperas de las  Navidades, las colas para entrar en el Economato son interminables. Todos los  productos de alimentación, son aquí bastante más baratos y como los tiempos que  corren no son muy boyantes, la gente no militar, se las ingenia para conseguir  un bono que le facilite la adquisición de alimentos en este establecimiento. La  verdad es que las autoridades militares, no ponen mucho empeño ni rigidez en  evitarlo. Son sabedores de los tiempos que corren.
 Algo más adelante se encuentra el Cuartel  de Sanidad. A ambos lados les siguen pabellones militares sin ninguna  relevancia  que destacar, hasta finalizar  la calle.
 En el lado opuesto, iniciamos Méndez  Núñez, con dos esquinas a ambos lados de la calle. Si iniciamos el recorrido  por la izquierda, encontramos el Banco Hispano Americano  seguido de la fachada que dobla la calle del  Colegio de San Agustín. En este colegio tuve el honor de hacer la primera  comunión. Estaba entonces en la segunda preparatoria y corría el año 1949. Era  nuestro profesor don Cristóbal de la Torre, y entre mis condiscípulos,  recuerdo: a Quino Curado, a Gargallo, a Parra, a Reyes, a Velásquez, y  a otros que ya, con el tiempo  transcurrido,  se me borran sus nombres...
 Finaliza el colegio en la boca-calle del “Pasaje Romero”, seguida del  edificio del viejo Telégrafos. En la fachada que da a la calle Méndez Núñez,  recuerdo la presencia de cuatro o cinco ventanas, que con buen tiempo se  mantenía siempre abiertas, y nosotros, tanto a la entrada o salida de clase,  nos asomábamos a ellas observando el funcionar de las máquinas y oyendo el  teclear que se origina cuando perforaban la cinta que recepciona el mensaje;  cinta proveniente de un interminable royo que cuando la tiraban, nosotros la  recogíamos para jugar. El edificio tiene acceso por la calle de la Marina. Hoy  la llaman calle 18 de Julio, pero todos la conocen como la Marina.
 De regreso al inicio de la calle, por la  derecha, formando esquina, nos damos de bruces con el magnífico  escaparate de Molina. Me cuenta mi padre que,  en ese mismo lugar, hace años estaba el famoso “Barkin”. Este era un bar de  gran solera en las décadas de los años veinte y treinta.
 Seguimos bajando y encontramos el comercio  conocido como “el 10” o “La Rondeña”. Una tienda de embutidos y chacinas de don  Miguel Martín, conocido como el “fuera caballos”, frase que repite al día  cientos de veces. En este local también se chatea y bastante bien, por sus  exquisitas tapas. Don Miguel es natural de Ronda y, de su tierra, se abastece  de las exquisiteces provenientes del cerdo que, en la sierra malagueña, se  suele dar.
 Seguidamente viene la papelería de Alcalá  conocida como “Papelería Imperial” y varios metros más abajo también del mismo  propietario, el taller de tipografía, llamado “Imprenta Imperio”. Esta posee un  gran portalón que facilita ver la operación de los empleados cambiando las  hojas al ritmo de la máquina. El operario más cercano de la puerta es Juan  Hormigo -vecino mío, de la calle Gómez Marcelo-.
 Bajamos la calle y, formando esquina con  la de  Antioco, se hallan los talleres de  costura y confección de don José Benoliel Bentata.
 Continuamos bajando la calle y encontramos  un portal de vecinos seguido de una panadería. Más abajo a la derecha y en el  vértice que forma un ángulo recto con la Marina, existe una placeta perimetrada  por una bella verja metálica que da cobijo a la Comandancia Militar de Ceuta.  Posee dos árboles –“ficus benjamina”-,  hermosísimos.
 Dos compañeros míos de clase en el  Colegio de San Agustín, apellidados los hermanos Espinos, residen en este lugar  y un par de veces me invitaron a entrar en casa y luego jugar por el gran  jardín existente en la parte posterior. Este hermoso jardín, desconocido por la  mayoría de los ceutíes, llega hasta el primitivo “Callejón del Obispo(*)” -utilizada su enfilación para el  fondeadero de los buques en la dársena del puerto-, más tarde se cambió por el  de Millán Astray. Colindante con el taller de Transmisiones del Ejercito que  existe antes de llegar a ella.
 He  aquí mi paseo de hoy, dos calles que quizás pasen desapercibidas cincuenta años  después, pero que en su día tuvieron gran importancia en el devenir de los  ceutíes. Mañana, junto a los naranjos, continuaremos ascendiendo la calle…
                                        José María Fortes Castillo – Ceuta en el corazón. ______ (*)Derrotero  General del Mediterráneo (Dirección Hidrográfica-Madrid, 1883)Tomo I.Fondeadero.
 El mejor fondeadero de la  bahía de Ceuta se halla por 13 a 18m. de agua sobre arena y algunas piedras  sueltas al NO. de la medianía  de la  ciudad nueva y con el callejón del Obispo bien abierto;  pues fuera de esta enfilación  el fondo  es de cascajo.
 Dicho  callejón, llamado también calle, a cuyo reconocimiento puede contribuir el  campanario de San Francisco, situado en la extremidad superior de él, empieza  en el costado septentrional de la casa del gobernador, que es la más visible al  principio de la Almina, en la misma muralla.
 
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               UN PASEO POR LA CALLE  REAL III. CAMOENS-PLAZA LOS REYES      Finalizaba  el Rebellín en la confluencia de la calle Padilla y el Cine Cervantes; y la  calle Méndez Núñez, con  el Banco Hispano  Americano en una esquina, y en la otra, pasada la calle,   “Casa Molina”. Aquí se inicia la calle  Camoens. La antes mencionada “Casa Molina” en vísperas de los Reyes Magos, se  transformaba en la mayor exposición de juguetes vista en Ceuta.
 Venía a continuación el Banco Central,  calzados “Gacela” y la Plaza del Teniente Ruiz. En esta plaza, el local que  ocupa hoy la Tertulia Flamenca, era la sede social de “El Control”. Esta era  una sociedad cultural recreativa, que competía con otra llamada “La Peña”.  Ambas sociedades poseían unas hermosas casetas de feria, cuando ésta, se  instalaba en el muelle del Cañonero Dato. La caseta ferial de la Peña, se  caracterizaba, porque el fondo lo formaba un gigantesco abanico donde en el  centro se ubicaba el escenario. Tanto la caseta como el abanico, fue diseño y  obra del artista local, Pepe Garzón.
 Pasamos la Plaza Ruiz y formando esquina  estaba y aún continúa aunque con distinto propietario, la joyería de “La  Esmeralda”. Esta joyería limitaba con “Casa Ros”. Este establecimiento fue fundado por Don  Bartolomé Ros, un murciano nacido en Los Dolores y afincado en Ceuta desde el  año 1918. Don Bartolomé fue uno de los grandes fotógrafos de la época.
 A continuación existía un gran solar,  donde hoy se ubica el hotel “Ulises”. En este lugar, con alguna frecuencia se  instalaban carpas, bien de circos o para ofrecer otro tipo de espectáculos. Una  noche, mi padre me llevó a presenciar una velada de lucha libre, donde peleó el  que por entonces era campeón de España, Salude. Tiempo después y hasta  iniciarse las obras del hotel, el lugar fue ocupado por una terraza de verano  del cine África.
 Más arriba, había una papelería-librería  propiedad de los hermanos Simón Fernández. Esta familia es propietaria de los  hornos de pan sitos en las calle Velarde y Espíritu Santo. También está  muy vinculada a la Cofradía del Nazareno y  Nuestra Señora de la Esperanza, donde uno de ellos es el Hermano Mayor. Los dos  pasos de esta cofradía son portados a hombros por legionarios. Se da el caso  que en vez de llevar”trabajaderas” que se ubican de lateral a lateral, éstas los hacen de delante a atrás, al  estilo de Málaga, solo que no lleva portadores en el exterior. Años más tarde,  optaron por las típicas “trabajaderas" al estilo de Sevilla.
 A continuación llegamos al Banco Español de Crédito, donde el cajero era  Manolo Vallejo, nacido y vecino -hasta que se casó- del patio de la Ramblilla  del callejón del Asilo Viejo. Este inmueble era conocido como “la casa de Don  Matías”, dado que en él, vivía y pasa consulta Don Matías Calvo Pecino, afamado  médico de la ciudad, que años después construyó un inmueble en la calle  Jáudenes, donde se trasladó.
 El banco hace esquina con la calle Serrano,  donde se encuentra  el portal de acceso  del inmueble antes mencionado y, junto a éste, se hallaba  el Bar “Jamón”. En el capítulo anterior, citaba  el restaurante “La Campana”; pues bien, ésta  fue adquirida por don Pedro Azcoitia a su antiguo propietario, y éste instaló  el bar “Jamón”.
 Justamente en la esquina contraria de la calle  Serrano, estaba y está, casa Fariña. Más adelante y bajo el largo balcón de la  vivienda de la familia Orozco, se ubicaba la “Heladería Los Alicantinos”. Esta  heladería de gran prestigio en la ciudad, no tuvo continuidad, debido a que sus  dos hijos -un varón y una chica-, no quisieron continuar con el negocio. El  chico, atendía a la clientela en verano, y en invierno, estudiaba en Madrid  artes dramáticas. Llegando a ser un gran actor. La chica contrajo matrimonio  con Vicente Hoyos, propietario del restaurante el “Vicentino” y al vender éste  su negocio, se trasladaron todos a vivir a Alicante.
 Algo más adelante, siguiendo la misma  acera, encontrábamos la ferretería “Acevedo” -donde el encargado de venta era  el señor Cabilla, hermano de don Valentín-. Llegando de inmediato a la “Casa de  los Dragones” que forma esquina con la antigua calle -según el Derrotero  General del Mediterráneo. Madrid,1883-: Callejón del Obispo, por ubicarse allí  el Obispado; hoy, calle Millán Astray. Aquí entramos en la Plaza de los Reyes.  De inmediato a la boca-calle mencionada y a la izquierda, encontrábamos un alto  relieve en el suelo en cuyos extremos estaban situados dos kioscos. El primero,  como estanco -expendeduría Nº 9-; y el segundo, se dedicaba más a las revistas  y periódicos. Sobre estos dos kioscos, existía una marquesina con las mismas  dimensiones que el suelo de alto relieve. Muy utilizada por entonces como  refugio tanto de la lluvia como del sol. En este lugar protegido de la solina,  solía vender “volaores” Guillermo, entrañable acomodador unas veces y portero  otras, del  Cine Cervantes. También en la  festividad de Todos los Santos, el lugar se llenaba de tiestos y cubos con  flores, donde se adquirían antes de llevarlas al Campo Santo para adornar las  lapidas con los nombres y las fotografías   de nuestros seres queridos.
 Tras esta cubierta existían dos servicios,  uno de mujeres y otro de hombres, de manera que las necesidades más imperiosas,  pudieran allí ser evacuadas. De estos servicios, quiero recordar en Ceuta hasta  tres; el mencionado, otro ubicado en el Paseo de las Palmeras y otro último en  la plaza Azcárate. Hoy brillan por su ausencia. Al fondo se hallaba el bar  restaurante “Niza” que poseía una bella terraza. A continuación la sede de  Falange Española y de la J.O.N.S.; y puedo recordar  que, en una ocasión, yo  estuve en este lugar, en el que el CAS -Club  de Actividades Submarinas- celebró una asamblea en la que salió reelegido como  presidente, don Salvador Fossati.
 A continuación, la fachada formaba un  ángulo recto y en ella se encontraba la Delegación del Gobierno y la residencia  del Gobernador civil de la ciudad. El mismo inmueble formaba otro ángulo recto  cuya fachada da a la calle Real y donde se ubicaba la Comisaría de policías.  Terminada la fachada de este inmueble, daba inicio la calle Real, pero antes  tenemos que regresar de nuevo, e iniciar el recorrido desde el comienzo de la  calle Camoens, pero esta vez, por la acera derecha.
 Esta acera se iniciaba con un gran pabellón militar de dos plantas. La  fachada siempre se mantenía  de un blanco  inmaculado y tanto el portal, ventanas y el balcón central, estaban bordeados  con ribetes de una pintura marrón-rojiza que daban al inmueble un aire muy  señorial. Tendría que ser la residencia de algún general, dado que en el portal  siempre había un soldado de guardia.
 Venia a continuación un caserón con la fachada de piedra -quiero  recordar que también militar-, seguido de un pequeño solar. Al final y haciendo  esquina con la calle Ingenieros, el inmueble conocido como la casa de Franco  -dado que fue su residencia durante su estancia en Ceuta- que actualmente sirve  de Museo Municipal.
 En la otra esquina de la calle Ingenieros,  se hallaba una zapatería seguida de viviendas hasta llegar a la calle González  de la Vega. Todas estas viviendas posteriormente fueron derribadas, quedando en  el lugar un gran solar. Recuerdo que aquí se instaló durante un tiempo, la  carpa del Circo Estambul. Este circo, entre las atracciones más relevantes que  poseía, era “Chiquito de Cádiz”. Este artista con cuerpo y cara de niño, en  realidad, resultó que tenía más años que el cerrojo de Hacho.
 Dejamos atrás el solar, que más tarde sería  la Plaza García Valiño –hoy, Plaza España- y, al fondo, el nuevo edificio de  Corros y telégrafos; y llegamos a la calle González de la Vega. Esta calle es  popularmente conocida como la calle de Correos, dado que este establecimiento  se ubicaba en el lateral derecho de esta calle, con su cabeza de león dorada,  presidiendo el acceso. También en el lado derecho y antes de llegar a Correos,  durante años hubo una cafetería llamada “Club 31”. En esta calle era también  famosa la peluquería de señoras de Ángel.
 Pasada la calle, teníamos uno de los  lugares más entrañable de Ceuta: el Teatro o Cinema Apolo. Para mí, recordar  este cine, es recordar a mi buen amigo Paco Luque, siempre vinculado al Apolo.  Era conocido como Paco Lata -apodo que le puso un primo de mi padre- y por  entonces era el terror de los meros de Ceuta.
 Del cine, lo mas peculiar, eran los  balcones de “gallinero” y plateas. Estaban fabricados en hierro forjado y eran  una obra de arte. Warte el gran artista ceutí -al menos en Ceuta vivía y  trabajaba- con motivo del estreno de la película “Ivanhoe”, cubrió toda la  fachada frontal y parte lateral con una espectacular y gigantesca cartelera, al  estilo del Palacio del Cine de Madrid.
 A continuación del Apolo, teníamos un portal y en la misma entrada, una  pequeña relojería junto una escalera por donde   se accedía al Centro Gallego.
 Continuando por la misma acera, llegamos al  Casino Militar lugar de muy gratos recuerdos. En la época de estudiante acudía  allí en compañía de Fernando Rivas, para asistir a los bailes de carnaval en  nuestros años mozo.
 A continuación la Iglesia de San Francisco,  sagrado lugar donde recibí a Dios por primera vez.Pasado el templo, topamos con la Plaza del Capitán Ramos, aunque  popularmente, a partir del derribo del Hospital Real,  siempre   se ha llamado Plaza de los Reyes, hasta llegar a la calle Serrano Orive.  Forma esquina con la calle Real, zapatería “Cutillas” y más adelante estaba el  Bar “Vinícola”, lugar donde se degustaba una tapas excelentes; y, dejando el  bar atrás, se ubicaba la farmacia militar. Y aquí,  dejamos por hoy este paseo, mañana,  describiremos detalles de la plaza y principiaremos la Calle Real…
                                              José  María Fortes Castillo – Ceuta en el corazón.
 
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 UN PASEO POR LA CALLE  REAL IV. PLAZA LOS REYES-AZCARATE
        La plaza  de los Reyes estuvo ocupada por el Hospital Real y, oficialmente, cuando se  construyó esta plaza-jardín se denominó del Capitán Ramos. La plaza ha tenido  tres concepciones diferentes desde su construcción, a saber: una primitiva que  estaba rodeada por un pequeño muro  y una  baranda, y a la que se ajardinó con unos setos y parterres  que la embellecían y hacían agradable su  estancia en ella. Recuerdo que algunas tardes de la primavera y  estío, algunos niños íbamos a cazar abejorros  que libaban en enjambre las flores que sobresalían engalanadas por encima de  los setos.Se accedía a la Plaza, tras una bella  entrada con una escalera a ambos lados. Unos  metros más adelante, un portalón daba entrada a los bajos del jardín. Este  lugar era utilizado en la Guerra Civil como refugio. Al oír las sirenas que  avisaban del inmediato ataque de aviones que bombardeaban la ciudad, los  ceutíes corrían presto a este lugar que les protegía de las bombas.
 Años más tarde, fue remodelada por una  segunda, que seguramente ha sido la más hermosa y luminosa, y que se diseñó a  partir de un gran perímetro circular   donde se ubicaban el circulo central de una fuente luminosa; y otro  circulo que la rodeaba plantado de parterres de flores. Dado que este juego de  círculos estaba algo deprimido con respecto al entorno, se le dotó para su  acceso de  tres amplias escalinatas. Para  el descanso se le añadió ocho bancos de piedra granítica donde las madres  mantenían sus tertulias, mientras, a medias,   vigilaban a sus pequeños rapaces. A la derecha, lindando con   la iglesia de San Francisco, se contemplaba  un paseo alto  que llegaba hasta la calle  Beatriz de Silva y que se remataba con la calle Camoens con una balconada.  Finalmente, se termino el ornamento de la plaza con el plante –si no me  equivoco- de catorce altas palmeras. Una tercera, que se sitúa encima del  aparcamiento subterráneo de estilo modernista, y que nos es claro, que  desmerece y que nos dejó huérfanos del bello romanticismo que desprendía la  anterior; y que no voy a describir por mor de que podéis visitarla si ello os  place.
 A partir de la Plaza de los Reyes, daba  comienzo la calle Real. La acera izquierda comenzaba con la presencia de una  pequeña tienda de tejidos, seguida de un portal con un pasadizo muy hondo.
 Más adelante se ubicaba y aún lo hace,  “Óptica Zurita”, seguida de “Radio Self” el único comercio en Ceuta, dedicado a  artículos deportivos. Este establecimiento era propiedad de José Benítez, un  gran deportista. Le conocí en el CAS, cuando el local social se ubicaba en la  calle Espino. En este local adquirí mi primer fusil -lanza arpones-. Era de  aire comprimido y costó mil cien pesetas. Di cien de entrada y firmé diez  letras de cien pesetas. En el escaparate estuvo expuesta la imagen de Nuestra  Señora del Carmen, antes se su inmersión el la piedra del Pineo. Años después  trabajaron aquí, mis amigos Joaquín de la Torre, mas conocido como “Juaqui” y  mi inolvidable Miguel Parra, que fue compañero mío siendo él, funcionario de  Arbitrios Municipales
 De inmediato encontrábamos una de las  grandes charcuterías “Casa Chapela” -el hijo del que fue su propietario,  Antonio Chapela, se convirtió con los años en uno de los grandes hombres del  comercio de la ciudad-, después se hallaba “La Favorita”, gran tienda de  tejidos donde su encargado de ventas era Pepe Medina -siempre que visito Ceuta  me lo encuentro y me encanta darle un abrazo- y a continuación teníamos “Casa  González”, uno de los grandes comercio de tejidos de Ceuta. Poseía un mostrador  muy largo y gran número de dependientes y recuerdo con mucho afecto al señor  Toledo, jefe de ventas.
 A continuación un nuevo local de reciente  apertura llamado “Comercial Africana”, propiedad de la familia Benasayac. De  aquí era empleado Quesada, uno de los fundadores del CAS y gran pescador  submarinista. Otra empleada de este comercio era Tere Blanco, casada con  Sebastiao  -jugador del Ceuta- y hermana  de mi gran amigo Enrique Blanco Albarracín, hoy residente en Cádiz.
 De inmediato un portal donde en  el primer piso se ubica “Foto Calatayud” y siguiendo la acera “Casa Lís” que  luego fue adquirida por el señor Pérez e instaló “Almacenes Madrid”.
 Viene después la clínica de don Enrique  Ostalé, seguida de “Casa Molina” -donde hoy se ubica “LA Campana” y así  llegamos a la calle Trujillo. Con esta calle hace esquina la librería  “Alcántara”, le seguía el bar “Casi” y la sastrería “Marañés” que hacía esquina  con un pequeño callejón que desembocaba en la calle Isabel Cabral.
 Siguiendo la misma dirección, existía un  gran solar que finalizaba llegando a “Casa Sánchez”, taller de reparación de  máquinas de escribir y academia de mecanografía -el hijo del propietario, es  Francisco Sánchez Montoya, un gran ceutí, hoy, muy popular en la ciudad ya que  ha sabido ganarse el cariño y respeto de sus paisanos-. En el piso superior se  ubica la academia “Escribano” bajo la dirección del entrañable don Teófilo, un  gran señor y profesor, caído en desgracia, por sus simpatías hacia la  izquierda. Otra de las muchas infamias que originó la maldita guerra.
 Más adelante, encontrábamos la cafetería  “La Perla”, a la que seguía la tienda de tejidos de Juanito Morales hasta  llegar a la calle Agustina de Aragón.
 En la esquina de esta calle, estaba la tienda de comestibles “Casa  Marcelino”, seguido de un local de repuestos de automóviles que aún perdura y  regenta el amigo Pinzones -siempre con su pipa entre los dientes-, a la que  seguía una pequeña estrechez de la calle, donde se ubicaba la zapatería del  amigo Ricardo Muñoz. Este señor estuvo en la directiva del CAS, un hombre muy  educado y muy hábil en los trabajos manuales. Era un gran miniaturista naval y  un gran caballero.
 Continuamos la calle y antes de llegar a la  Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, encontrábamos la tintorería “Amaya”  que por entonces, era la más famosa de la ciudad.
 Tras la iglesia, la calle Teniente Arrabal,  y en la esquina contraria casa “Serafín”. Otro comercio de gran caché en la  ciudad y propiedad de Serafín Ruiz. Tenia dos hijos un varón y una hembra, el  varón, Antonio Ruiz Durán fue conmigo alumno en la Escuela Pericial de Comercio  y tengo entendido que reside en Cádiz.
 Siguiendo la misma acera y tras dejar atrás  la farmacia que aún sigue en el mismo lugar, llegábamos a “Comercial Maza”,  local dedicado a la venta de electrodomésticos. A continuación la famosa  zapatería de Antoni López. De inmediato y formando esquina con la calle  González Besada, teníamos la ferretería de “Riera Hermanos”.
 En la esquina contraria estaba el local de  la Mutua de Ceuta a la que seguía “Muebles Ruiz”. El propietario era padre de  dos chicas muy guapas. Le seguía un gran local formando esquina que no recuerdo  su cometido; y  ya, por fin, entramos en  la Plaza Azcarate, donde pensamos que deberíamos retomar de nuevo el camino por  donde lo iniciamos, sólo que por la acera opuesta, pero eso lo dejaremos para  el siguiente capítulo.
         Algeciras, 15 Febrero de 2012                                                                   José Maria  Fortes Castillo                                     | 
  
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  PASEO  CALLE  REAL V. REYES-AZCARATE (Acera  dcha.)
 
 
 Iniciamos  de nuevo mis recuerdos por la calle Real, sólo que por la acera contraria al  recorrido anterior. Dejamos atrás  la  plaza de los Reyes, verdadera encrucijada de viandantes, que suben y bajan la  calle; y en esta plaza ajardinada se detienen unos para conversar animadamente  con amigos y conocidos; otros para vender golosinas, burgaillos, castañas  asadas, helados, pirulís,”volaores”…, según nos encontremos en una hoja  determinada del almanaque; algunos para leer las noticias del día, que el “ABC”  o el periódico local “EL FARO”  nos  desgranan en sus páginas. Y finalmente, en esta céntrica plaza ajardinada, retornan  cada tarde  -como golondrinas viajeras-,  las madres  para que jueguen sus niños liberados,  al fin, de sus  manos y de la hayas,   entre carreras, saltos y piruetas, por los  bancos y el laberinto vegetal  de los  crecidos setos….
 Es una plaza para que la tarde se vaya yendo despacio, casi sin sentir,  traspasado el crepúsculo de rojo y cárdeno… Como si se musitara una vieja  canción en que cada paseante recitara y guardara unos segundos: juegos,  lectura, deseos, palabras…Y algún beso familiar, caritativo, pero que también  pudiera ser un beso, un beso  de  enamorado…
 En el frontal Este de la plaza, donde luego  estuvo la “Meca de los Pantalones”, existía un famoso bar llamado “Bar  Vinícola” y en el mismo vértice del ángulo que forma la fachada del piso de  Marañés estaba y está la puerta por la que se accede a “Calzados Cutillas”. En aquellos  años, esta zapatería era famosa por poseer la exclusiva de los zapatos  “Gorila”. Al adquirir unos zapatos, te obsequiaban con una pequeña pelotita de  color verde que traía grabada en alto relieve, la cabeza de un primate que daba  nombre a la marca.
 A continuación estaba la  heladería más importante de la ciudad, “Los Valencianos”. Se accedía a este  local a través de dos puertas, lo primero que hallabas era una gran sala llena  de mesas y sillas y al fondo de ella  un  mostrador. La hija de los propietarios, estaba casada con Lucas, hijo  mayor  del dueño del bar “Sin Nombre”, es  por eso su presencia detrás del mostrador atendiendo a la clientela. Pertenece  a este mismo negociovarios carros que, repartidos por la ciudad, hacen llegar a los ceutíes  estos sabrosos productos, sin que tengan que desplazarse hasta aquí. El más  cercano a mi barrio, se ubica en el Puente Almina, justo donde nace la escalera  de bajada al Muelle de Pescadores. El carro es como un pequeño mostrador y  sobre él, hay dos tapas niqueladas en forma de cono. En una guarda los helados  que son de tres variantes: mantecado, fresa y chocolate; y en la otra está la  granizada. Los helados se sirven en dos medidas de cucuruchos, el más grande  con su correspondiente bola al precio de una peseta y el más pequeño a  cincuenta céntimos. Igual ocurre con la granizada, servida en vasos de dos  medidas y al mismo precio que los helados.
 Tras la heladería, un inmueble de  reciente construcción, en cuyos bajos se alinean  una gran galería con varios comercios populares, al fondo se  encontraba la cafetería “Rex”, posiblemente la más concurrida por la juventud  del momento. Como empleada en este local, recuerdo a Juani. Esta era una bonita  niña de mi barrio, hija de Pepita y nieta de Juana “la Mulera”. Otro comercio  importante en la galería era propiedad de Rafael Rivera, donde tenía expuesto  siempre en el escaparate, un pequeño acuario, con un barco hundido. También  estaba en su interior, una joyería del señor Borras.
 Borras era un catalán que llegó a Ceuta  para cumplir con el servicio militar y se quedó aquí después de licenciado. Sin  saber nadar, estuvo trabajando de submarinista en una empresa catalana, que  durante algunos años se dedicó a la recuperación de barcos hundidos. Cuando  estos se marcharon, él se dedicó a la pesca de coral, posteriormente se  desplazó a Barcelona para aprender la talla y manipulación, montando al final  esta joyería.
 Seguimos adelante y llegábamos  al Bar “Pecino”, famoso por sus futbolines. Seguimos y por la misma acera  estaba la “Central Ferretera”. En esta ferretería ejercía de encargado Paco  Moreno.
 El resto, son pequeños comercios  hasta llegar al segundo hotel importante de la ciudad “Hotel La Alhambra” que  hacía esquina con la calle Sargento Coriat.
 A continuación la calle se estrechaba y  recuerdo la existencia de varios comercios, como “Casa Sola”, “Bazar Kimatray”  y electricidad Martínez. Así llegábamos a un pequeño ensanche de la calle,  donde encontrábamos la exposición oriental  del “Bazar Indio”. Se accedía a través de unos escalones y formaba esquina con  la calle Echegaray. También quiero recordar que posteriormente se instalaron a  este local las hermanas Pilar, también conocidas, como “las de Mori” que  poseían más adelante un comercio de mercería. En la calle Echegaray, subiendo  unas decenas de metros, teníamos el cine de verano; Terraza B ”El  Cortijo”-verdadero oasis de verdor de enredaderas, damas  de noches y jazmines, de esa calle, donde a  la luz de las estrellas y, bajo el fresco de la brisa del Estrecho, se veían  las mejores películas de reestreno de la temporada-, perteneciente al Cine  África. En el mismo inmueble donde hoy está la joyería de Pedro, en el sótano,  estaba la ferretería de Marteache.
 En la esquina contraria de la misma calle, se  ubicaba “La Glacial”, su propietario era conocido como “El Chato Machuca”. Esta  heladería se caracterizaba por sus famosos refrescos espumosos. Contaba con  cuatro variedades: limón, naranja, fresa y zarzaparrilla. Unas botellas  contenían el jarabe o néctar. En un vaso vertían una pequeña cantidad y  completaban la totalidad del vaso con agua de seltz o soda, a través de un  grifo que había en el mostrador al estilo de los existentes en los bares para  verter cerveza. Yo era un asiduo cliente. Me encantaban.
 Siguiendo la misma acera, encontrábamos la  mercería Pilar, antes mencionada, y sin que llegue a mis recuerdos nada  importantes, llegamos a la calle Duarte, donde destacaba el estudio fotográfico  de Arbona. Y hemos de decir, para ser sincero, que pocos ceutíes se han  librado, antes que se pulsara el disparador, de los imperativos consejos del  fotógrafo, a saber: “Alza la cabeza, inclina un poco la barbilla; no cierres  los ojos;  mira al frente; ladea un poco  la cara”… Verdaderamente, fotografías con arte…
 A partir de aquí, es de destacar  la anchura de la acera que no sobrepasaba el medio metro. Por esta acera,  frente al la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, existía una academia de  mecanografía que a la vez, vendía instrumentos musicales. Este local comercial  era propiedad de don Luis Fernández de Castro. Este señor con fama de buena  persona y que pesaba más de doscientos kilos, era conocido como “El gordo de la  música”. Le era imposible andar por esta acera y se veía obligado a cruzar a la  de enfrente, que aunque no fuera muy amplia, al menos cabía su cuerpo. Eso sí,  los que se cruzaban en su camino, se veían obligados a bajar a la calzada. Por  encima de la entrada a su local, un cartel perpendicular a la fachada, mostraba  una radio gramola y un perro, donde decía “La voz de su amo”. Seguimos y en un  pequeño ensanche, antes de llegar a la calle Martín Cebollino, se hallaba “Casa  Cabello”.
 La esquina contraria la ocupaba la tienda de comestible del señor Pérez  y a continuación hallábamos el Colegio de la Sagrada Familia.
 Seguimos el recorrido y tras dejar atrás  varias viviendas, llegamos a otro ensanche donde estaba y está, la confitería  “La Africana” que era propiedad del señor Fernández. Su hijo Fidel, se casó con  mi prima Alicia Castillo.
 Dejando la confitería, la calle de nuevo se  estrecha y hallamos en primer lugar la "Bodega Fortes". Es la  histórica y típica "tasca", donde la gente acude con el único deseo  de saborear un buen vino. El local lo compone un rústico mostrador y en el  fondo una batería de barriles de noble madera de roble, donde se guardan los  diferentes néctar que según la mitología, son el alimento de los dioses. Aquí  no hay mesas, ni sillas, ni tapas, sólo buen vino. En la bodega hay algunas  barricas de pie, con el fin de que si entre trago y trago, desea dejar la copa  descansar un rato, no hay mejor lugar que este, ni que dibuje estampa más  bella.
 ¡¡No!!. No me une ningún parentesco a los  propietarios, sólo la coincidencia del apellido. Estos señores proceden de  Málaga y mi familia paterna es de Almería.
 Seguimos por la misma acera, algo más  alegre después de saborear una copita en la bodega y tras unos metros de  recorrido, llegamos a la funeraria de Curado. Al frente de la misma se  encuentra don Francisco Curado, popularmente conocido en Ceuta como Paco. Es un  hombre muy dinámico. Capataz de uno de los pasos de Semana Santa de la  Parroquia de los Remedios y también suele acompañar a don José López, también  como capataz el paso de la Patrona, Nuestra Señora de África.
 Seguimos nuestro caminar y cruzamos ante  una pendiente y estrecha calle. No recuerdo su nombre pero que más de medio  siglo después es conocida como Antonio Machado.
 Varios metros más abajo, se nos presenta el  mismo caso, Otra calle pendiente y estrecha, sólo que en ésta sé que reside don  Carlos de los Huertos, y que su vivienda hace esquina y posee un balcón a la  Calle Real. Como en el caso anterior, sé que actualmente la calle se llama “Valdeflores”.  Haciendo también esquina y bajo el balcón de don Carlos estaba la Sastrería  Aranda. Tras el fallecimiento del titular, su viuda doña Pilar Perpén -hermana  de don Bernabé, párroco de la Iglesia de África y arcipreste de la ciudad-,  convirtió la sastrería en tienda de regalos, llamándola "El Tirol"; y  al frente de ella puso a su sobrino Enrique Lozano Perpén, conocido por Quique,  vecino y buen amigo mío.
 Continuamos hasta llegar a un pequeño  despacho de pan, ubicado en un portal donde reside Serafín Ruiz, propietario de  "Casa Serafín", famoso comercio ubicado en la esquina de la calle  Teniente Arrabal.
 Casi finalizando el recorrido, llegamos a  uno de los bares de más renombre en Ceuta, "Bar Nieto" que limita con  la calle Conrado Álvarez. A través de esta calle, se accede al cine de verano  "Terraza Cervantes", para inmediatamente y tras pasar la calle,  llegar al Colegio Lope de Vega.
 Termino mi recorrido, esperando  que a todos aquellos que conocieron estas personas y comercios y me lean, sepan  que es posible me haya olvidado de algunos; pero después de más de medio siglo,  esto es todo lo que he podido recordar; con el único interés que las personas  que he nombrado no sean totalmente olvidadas y perduren en el  “corazón de Ceuta”… Por hoy hemos terminado  el paseo, mañana, con nuevos ánimos,   continuaremos desde otra pintoresca plaza: la Plaza  Azcarate….
 
 Algeciras, 6 de enero 2012
 
 
                 
        
          
            
              
                
                                                                      José María Fortes Castillo-Ceuta en el corazón.     
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 PASEO CALLE REAL VI. AZCARATE-MAESTRANZA - I
 
 
      De  lo más significativo por la acera izquierda de aquella plaza de Azcarate -al  igual que el Puente Almina y Plaza de los Reyes-,  era la presencia de dos quioscos. Ambos, a  cada lado del acceso a la escalera que comunicaba la plaza alta de la baja.  Esta escalera -en forma de “V” invertida-, son en realidad dos, cada una  finaliza a ambos lados de la plaza, en la que años más tarde se ubicaría un  mercado. Al final otras dos escaleras, esta sí en forma de “V”, que se unen en  el tramo final, para acceder a la calle de Salud Tejero, en la confluencia con  la calle Alfau.  Volviendo de nuevo a la zona alta, el más  cercano de los dos quioscos -el de la izquierda-, era un despacho de leche,  para más tarde -al final de la década de los cincuenta-, pasar a ser una  mini-cafetería. En él se podía consumir café, chocolate e infusiones acompañado  de rica bollería.  El otro se dedicaba a  la venta de prensa y revistas. No recuerdo el nombre del propietario, pero sí  que era minusválido, muy popular y querido en toda esa zona.
 También era notorio, la parada de taxis,  que en Ceuta eran todos negro, para más tarde no tener colores determinados.  Esta era la época de los Plymouth, Ford, Chevrolet, Dodge, etcétera. En la  parada del Puente Almina unos de los taxis  era de la marca Hudson y la parada del Cervantes -que primero estuvo en la  calle Padilla y más tarde en la calle Méndez Núñez-, había un De Soto y un  Chrysler Carnero. Prosigamos con el paseo y dejemos los taxis y sus marcas para  otra ocasión.
 Dejando la Plaza atrás y antes de llegar a  la calle Dueñas, existe un gran solar, aislado por un muro blanqueado de cal.  Llegamos la boca-calle y continuamos por la acera izquierda. A los pocos  metros, encontramos el patio de la Tahona. Este es uno de los patios más  populares de Ceuta. Probablemente y como su nombre indica, años atrás,  existiría en este lugar un horno de pan que fue quién dio origen al nombre. En  la actualidad se caracteriza, porque todas las mañanas el patio se convierte en  mercadillo. Productos de la huerta marroquí y de nuestras dos bahías, son expuestos  para su venta. En el año 1955 aproximadamente, en el interior del patio, se  expuso una maqueta de una ciudad, con su red ferroviaria en miniatura. Túneles,  puentes, pasos a nivel y estaciones de trenes, ornamentado por redes eléctricas  bosques y jardines, hizo la delicia de todos los que tuvimos la suerte de  visitarlo. No se quien fue el responsable de aquella maravilla, pero en mí  quedó grabada para siempre. Es vecino de este patio, don Teófilo Escribano,  profesor y propietario de la academia que lleva su nombre, sita en el piso  superior de la academia de mecanografía y talleres “Sánchez”.
 Dejamos atrás el patio de la Tahona y un par de metros mas adelante,  estaba “El Espartero”. En este bar por el que se accedía tras subir dos  escalones, años mas tarde, cuando ya me permitía el lujo de tomar algunas  copas, he saboreado los mejores cangrejos reales que he comido jamás. Mis tíos  Miguel y Solita, que vivían enfrente, me invitaron una vez a probarlos y me  hice adicto. Sus tapas variadas de cocina eran exquisitas.
 Metros más adelante, la calle se ensancha  y encontramos un inmueble, donde uno de sus vecinos, es Manuel Pumares, ni más  ni menos, que campeón del mundo por equipos de pesca submarina. Este campeonato  se celebró en Tánger en 1954 y representando a España, participó un equipo  integrado por Salvador Fosatti como delegado y el citado Pumares, Juan  Bravo, Manuel Martínez y Manuel Rivera, como  pescadores submarinistas. Todos de Ceuta y pertenecientes al Unión África Ceutí  -aún no se había creado el CAS-. A estos señores, no se les ocurrió otra cosa  que quedar campeones del mundo.
 Siguiendo por la misma acera, la calle Real  de nuevo se ensancha y en la misma esquina, hay un pequeño patio, donde reside  un amiguito de la infancia y compañero de colegio llamado Manolo Arroyo.
 Continúo y la acera se estrecha, de manera  que solo puede circular por ella una sola persona y no muy gruesa. Antes de  llegar a la boca-calle Almirante Lobo, encontramos un local dedicado a la venta  de muebles usados. ¡Si!, en aquellos tiempos, la venta de muebles usados estaba  a la orden del día. Aunque hoy eso no se conciba, en esos tiempos era un  negocio rentable. También había un pequeño patio donde uno de sus vecinos era  Durán, maestro de la brigada municipal de obra.
 A espalda de la tienda de muebles, se  ubica el patio de Don Juan. Es un patio que goza de cierta popularidad y aunque  a él se accede a través de la calle Almirante Lobo y ninguna de sus viviendas  colinde con la calle Real, no quiero pasar de largo sin ofrecerle desde la  página de CEUTA EN EL CORAZÓN un pequeño homenaje.
 Sigue a continuación algunos comercios que  no llego a recordar -en el año 1955, yo tenía entonces 14 años y vivía en Plaza  de África, zona opuesta a la que describo y que no solía frecuentar-,
 Llegado a este punto, la acera es algo más  ancha y la calle gira hacia la izquierda como unos treinta grados y en ella  solo tenemos un muro blanqueado de cal,   hasta que varios metros después encontramos el acceso a través de una  pendiente rampa en forma de zeta, del Garaje Continental.  El propietario es el  padre de un compañero de colegio llamado  Fernando Enrique.
 En este garaje, desempeña el cargo de  encargado general, el primer ceutí que tuvo el gran honor de vestir la camiseta  roja del equipo Nacional de fútbol: José Bravo Domínguez. Pepe Bravo “el zocato”, es contertulio de  mi padre en el Centro de Hijos de Ceuta y formó el ala izquierda en la  delantera del F.C. Barcelona, con Domingo Balmanya, con quien aún mantiene una  gran amistad. Años más tarde, reclamado por el señor Ibáñez,  pasa a desempeñar el mismo cargo, pero esta vez en el Garaje África, sito al  inicio del Muelle Cañonero Dato.
 La salida del Continental se ubicaba en  la calle Salud Tejero. Justo en el punto donde se junta ésta con la calle  Linares.
 Dejamos atrás el garaje y llegamos a la  peluquería Moreno. Este comercio es propiedad de dos hermanos, Pepe y Juan, que  a la vez poseen otra peluquería en el Mercado Central de Abasto. Los hermanos  Moreno, además de pelar y afeitar, ofrecen servicio de duchas caliente. Este  servicio solo lo he conocido -en todos los años vividos en Ceuta-, en estas dos  peluquerías. Abonando una pequeña cantidad, te facilitaban una mini-pastilla de  jabón, toalla y champú si lo solicitabas. En esos tiempos, no todas las  viviendas poseían cuartos de baño. Es más, las más antiguas como las que se  ubicaban en la gran mayoría de patios, tenían el servicio de watercloset  comunitario y en el interior, el palanganero hacía las veces de lavabo. La  verdad es que los dos locales brillaban por su limpieza e higiene, y si además  añadimos la amabilidad de los dos hermanos, no era de extrañar la afluencia de  clientes, ávidos de darse una buena ducha. Los hermanos Moreno, eran muy  populares y conocidos en Ceuta. Los peluqueros, tenían otros dos hermanos, uno  llamado Paco que era jefe de ventas de la Central Ferretera y Antonio que era encargado  jefe del Mercado Central de Abasto. Los cuatro disfrutaban del aprecio de la  mayoría de los ceutíes.
 Continuamos, y  algo más adelante, encontramos la tienda-bar  de “Paco Bigote”. Al principio y durante muchos años, solo fue tienda de  comestible, pero un día, una habitación que le servía de desahogo, la habilitó  como mini-bar. Era tan pequeño que en su interior, no cabían mas de cuatro  clientes, pero siempre estaba lleno y algunos más en la puerta. Fue pionero en  Ceuta utilizando la plancha; y sus tapas consistían en filetillos de ternera,  de cerdo, riñones, chocos, salchichas, filetillos de aguja palá -pez espada-,  filetes de hígado y gran cantidad de pescado variado, todo a la plancha y de un  sabor exquisito. Estoy escribiendo esto, a las dos de la tarde y de recordar  estas delicias, me vienen al paladar unos golpes de saliva tremendos, señal  inequívoca que tengo la boca hecha agua. Recordar esto a esta hora es un  martirio. ¿Qué bar sería capaz de poner hoy filetillos de pez espada de tapa?
 Dejamos atrás a “Paco Bigote”,  relamiéndonos aún con  sus sabrosas tapas  y, metros más adelante, llegamos a la puerta de la tienda de comestible y  carnicería “El Gurugú”. Tras este local, entramos en la plaza de Maestranza,
 Por la acera contraria hay locales que  comentar, pero por ésta no recuerdo nada digno de mención si exceptuamos que  cruzando la plaza, se halla el taller del maestro Luque. Este señor era  ajustador de profesión y en su taller, poseía un pequeño torno de precisión,  fresa y otros útiles. Si alguna maquinaria, automóvil, etcétera, le era  necesaria una pieza que no se hallaba en el mercado, se recurría al maestro  Luque y te sacaba del atolladero. Un verdadero artista de la matricería.
 Ya he llegado al final, ahora me toca  regresar a la Plaza Azcarate e iniciar de nuevo el recorrido por la acera  derecha, pero eso lo dejaremos para el siguiente capítulo.
 
             Algeciras, 23 de abril de 2012.                                                                             Pepe  Fortes Castillo | 
  
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 PASEO CALLE REAL VII.ASCARATE-MAESTRANZA(Acera  dcha.)
        Acababa  de tomar un café en el bar Nieto y salí al exterior, con la idea de reiniciar  de nuevo mi paseo hasta la Plaza de Maestranza. Esta vez por la acera derecha.  De inmediato una calle que creo recordar se llama Conrado Álvarez y en ella una  rampa de subida al terraza de verano del cine Cervantes. Es sin duda la más  grande de todas las terrazas cinematográficas de Ceuta. Mis amigos y yo, éramos  más adictos al terraza Apolo y al Cortijo. A  continuación hallábamos el colegio Lope de Vega, perimetrado en gran parte por  una reja metálica que lo aísla del exterior. Finalizado el colegio, llegábamos a la  confluencia con la calle Canalejas. No podemos pasar por alto esta calle, sin  dedicar un recuerdo a dos centros comerciales de los mas famosos por aquella  maravillosa década de los cincuenta; las bodegas de Verdú y Pagán. Esta última  adquirió notable fama con sus sabrosos caracoles de Ketama.
 Al final de la pendiente calle, justo a  la derecha, hay una gran puerta que se utiliza como salida del cine de verano y  junto a esta, el viejo edificio de los juzgados, protegido todo el frontal por  una verja.
 Pasamos la calle Canalejas y en la  esquina se ubica el inmueble propiedad de la familia Baeza. Todo los bajos de  esta casa lo ocupa la tienda de muebles “El Hogar Moderno”, posiblemente la  casa mas antigua de Ceuta dedicada a esta rama. El jefe de venta es don Manuel  Muñoz, gran aficionado a la caza. Cuando está libre de sus obligaciones  laborales, le gusta pasear por las calles de la ciudad. Su andar es muy  peculiar, dado que lo hace doblado un poco a la izquierda. No crean que lo hace  porque sea de esa tendencia, el motivo es que durante una cacería de jabalíes,  recibió un tiro de posta, que le hizo desviar un poco la columna vertebral que  le obligó caminar de esa forma.
 Esta casa tiene como vecinos; a Juanito  Roso, indudablemente el mejor ciclista de la ciudad y de Marruecos, junto al  tetuaní Turky. Otro notable vecino es, Manuel   Rivera, componente de aquel equipo que se proclamó campeón del mundo de  pesca submarina en el año 1954.
 Durante estos años, este inmueble adquirió  triste fama. En poco tiempo, dos personas se arrojaron desde la azotea al  vacío. Ni que decir tiene que en Ceuta, si alguien decía estar harto o cansado  o cabreado por algo, la respuesta que le daban siempre solía ser la misma: ya  sabes, te vas al piso de Baeza, te dejas caer y acaban tus males.
 Dejábamos atrás dicha casa y su macabra  fama y llegamos a un portal donde hay ubicado un establecimiento que vende de  todo; prensa, tabaco, chucherías, revistas, etcétera. En la planta baja vive  Blas García, compañero de colegio y minusválido de una pierna.
 De inmediato llegábamos a una carnicería y  a continuación dábamos con la escalera de acceso a la calle Molino. Al final de  esta escalera, a la derecha una casa da cobijo a dos familias. En una vive un  policía nacional llamado Anselmo y su hija Estrellita, que años después  contrajo matrimonio con Antonio Cruces importante industrial de la ciudad. En  la otra vivienda reside mi tío Miguel Castillo, su esposa Soledad y mis primos  Joaquín, Marisol y Alicia.
 Frente a casa de mis tíos, dos escalones  dan acceso a una sala perteneciente al edificio del Hospital de la Cruz Roja.  En esta sala se suele repartir a los loteros las participaciones que  diariamente se sortean en la ciudad. El sorteo se celebra todas los días -creo  recordar a las diez de la noche-, en este mismo lugar. A esta hora suele haber  mucha afluencia de gente: unas, interesadas en saber el número premiado; y  otras, para retirar las papeletas del sorteo próximo. El número premiado lo  suelen exponer en la primera ventana del primer piso.
 Como hago saber, estamos ante el edificio  del Hospital de la Cruz Roja. Antes de llegar a la entrada principal, una  puerta sirve de acceso a la sede de los “Hijos de María”. Esta es una  organización similar al Centro de Acción Católica, sito en la Cripta de la  Iglesia de Nuestra Señora de África, donde los chavales suelen jugar al  parchís, dominó, damas y al ping pong o tenis de mesa. También poseen un equipo  de fútbol al que nos hemos enfrentado alguna vez, pues  yo pertenecía al Estrella de África del  Centro de Acción Católica que antes hemos mencionado.
 Metros más adelante hallamos la entrada  principal al Hospital de la Cruz Roja. Este centro hospitalario, además del  personal sanitario, cuenta como casi todos los de la época, con el servicio de  celadoras por medio de monjitas de “Hijas de María”. Acerca de estas religiosas  puedo apuntar que eran sumamente abnegadas y sacrificadas, y   su amor en Cristo se tornaba en amor a  raudales por los enfermos…. Años más tarde, Tere que vivía en el Pasaje las  Heras de la Calle Sevilla y, más tarde, en nuestro patio  del Callejón del Asilo-su padre, Manuel,  vecino de Santapola, se allegaba a Ceuta por temporadas a pescar la caballa en  Larache-, nos contaba que después del colegio, se recogían en una sala taller  del Hospital y, las Hijas de María, les enseñaban a bordar y, sobretodo, a  recortar flores en papel y en tela, que luego llevaban  para adornar sus casas o para llevar al  camposanto a sus seres queridos.
 Seguimos adelante, dejamos atrás el  Hospital y hallamos la casa vivienda de la familia Blanco. El padre de familia,  llamado Adolfo, es delineante del Ayuntamiento y un gran tirador de pichón y al  plato. Su hijo “Fito” -a pesar de su juventud-, no le va a la saga y cada vez  que se presenta la ocasión, demuestra que en él, Ceuta tiene un futuro campeón.
 A continuación la calle  Peligros. Al inicio de esta calle, se suele dar la misma circunstancia que  hemos narrado en el Patio de la Tahona. Las cajas de pescado son expuestas para  su venta a todos los viandantes. Es muy probable que estos dos casos, además de  la venta ambulante que existe en toda esta zona, halla convencido a nuestras  autoridades municipales, de la necesidad de instalar un mercado municipal, de  manera que se mantenga un control, sobre todo sanitario, que garantice la salud  de todos.
 Sorteando las carretillas, cajas con  pescado, compradores y vendedores, accedemos al Patio de la Huerta. Otro patio  de gran solera en la vida ceutí, en el que no me toca profundizar, dado que es  un campo que siembra el amigo José Javier Rivera Ballestero y a él corresponde  recoger la cosecha.
 Dejamos atrás un par de viviendas en  estado ruinoso, hasta llegar a la farmacia Hidalgo.Continuamos y llegamos hasta una tienda de  comestible, para que  metros mas adelante,  entremos en la calle I. Martínez. A través de esta se accede al Pasaje Recreo.  El Pasaje se divide en dos: Alto y Bajo. Son muchas las viviendas de carácter  humilde que se hallan en este emblemático lugar.
 En la esquina contraria, continuando por  la calle Real, una fachada de dos tonos verde, el más claro por arriba y más  oscuro en lo que conocemos en Ceuta como “zócalo”, nos indica que estamos ante  el Café-Bar “Covadonga”. El bar posee una gran puerta de acceso y dos ventanas,  una a cada lado. En su interior a la derecha, aislada del resto del bar por una  mampara de madera y vidriera, un señor y una señora se encargan de fabricar  unos riquísimos churros. Él en la sartén y elaborando la masa; y ella  atendiendo a los camareros del bar que le solicitan el rico producto y a través  de la ventana, a los clientes que prefieren tomar los churros en casa. ¡¡¡Tres  de dos para la mesa cuatro!!!
 La señora entiende que debe  servir sobre el mostrados interior, tres platos con dos pesetas cada uno, de  los crujientes y calentitos churros, para que el camarero de inmediato los  sirva en la mesa cuatro.
 Dejamos atrás el Covadonga topándonos  seguidamente con un gran portalón que da acceso a un almacén donde en alguna  ocasión, he visto algún camión en la puerta, unas veces cargando  grandes cajas y otras haciendo lo contrario.  Creo que deben ser cajas de latas de conservas y el almacén propiedad de algún  distribuidor.
 A continuación un gran bar llamado “Las  Tres Puertas”. Es un inmueble de fachada un poco rara. Efectivamente posee tres  puertas, pero muy poco fondo interior. Tienen muy buen tapeo, a semejanza de  Paco Bigote, pero con la ventaja de poseer una barra larguísima.
 Un pequeño ensanche de la calle, es lo  que viene a continuación, hasta llegar al próximo inmueble donde hay un estanco  que para acceder a él hay que subir un par de escalones. Seguidamente y  haciendo esquina en la calle una cafetería, que siento en el alma no recordar  su nombre. Antes de llegar a la calle Brull, encontramos un gran portalón donde  se vende material de construcción; ladrillos, arena, mezcla, sacos de cemento o  yeso, etcétera. De inmediato una tienda de chucherías, para terminar cruzando  la calle y situarnos en la entrada de la Maestranza de Obras Militares.
     Y aquí culmina mi largo paseo por la Calle Real.  Espero que os haya trasladado  mis  recuerdos guardados durante muchos años en mi alma… Desde luego, ha cambiado  bastante    el paisaje urbano de aquellos  años, y ya otras personas jalonas las aceras, los comercios, las tertulias, y  los callejones, que como afluentes, llenos de ajetreo y de vida, desembocaban  en el río principal  de nuestra ciudad,  que como bien sabemos ha dado en llamarse, por nuestro pueblo, en la Calle Real…   ...Si bien, en Maestranza acaba  la Calle Real, puede ser acertado continuar un poco más y  completar el recorrido de la “camioneta” que  finaliza en Las Heras. Allí, en la parada que se ubica junto a los jardines de  Pelegrina, pagaré mi tiket al cobrador,   y calle adelante de la Marina, columbraré  todo el paisaje del Puerto y del Estrecho  hasta llegar al principio de mi paseo  en  el  Puente Almina…
 
 Algeciras, 1 de mayo de 2012.
                                                                             Pepe  Fortes Castillo
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 PASEO POR LA CALLE RAL VIII. MAESTRANZA-LAS HERAS
       Si  bien en la Plaza de Maestranza, acaba la Calle Real propiamente dicha,  vamos a apurar la dirección de la calle por  Juan I de Portugal hasta Las Heras, para dar  termino al sentido ascendente de esta calle, verdadero cauce donde transita el  palpitar de las gentes de Ceuta.  Y  principiando Juan I de Portugal, es lo más parecido a una calle peatonal. La  acera por el lado izquierdo es de cincuenta centímetros, para ir ensanchándose  a la vez que vas avanzando metros. Por el lado derecho, parte de cero, para a  semejanza de su compañera del lado contrario, ir cogiendo anchura, conforme te  introduces en ella. Tiene su explicación, las acera son tan estrecha por un  lado y sin ella por el otro, para dar opción al paso del autobús que posee las  medidas justa.
 Todo el lado derecho de la calle, hasta  llegar a la escalera de la Cortadura del Valle, es una fachada cerrada que  pertenece a la Maestranza de Obras Militares, sin puertas ni ventana ni nada  que destacar.
 Por la izquierda, a pocos metros del  inicio de la calle, una puerta da acceso a la tienda de comestible “Casa  Pepín”. Seguidamente un grupo de casas de una sola planta, sin nada notable que  destacar. A continuación un pequeño ensanche de pocos metros donde Muebles  Ruiz, posee un almacén y algo mas abajo, encontramos el “Bar Los Corales”. Es  pequeño, con solo cuatro o cinco mesas y atendido por un señor muy simpático,  natural de Sevilla e hincha del Betis.
 A continuación una rampa de una decena de  metros, que finaliza en un gran portalón nos indica que estamos en el garaje y  talleres de la firma ceutí Baeza, S.A. A la derecha del portalón, hay una  escalera de madera, a través de la cual se accede a la vivienda de Manuel Arce.  Este señor es el chofer de los señores Baeza. Manolo Arce, hijo del anterior,  es un gran amigo al que aprecio de veras.
 Este gran local, dispone de taller de  mecánica de automóviles, al frente del cual está José Traverso y su hijo Pepe.  También posee de un gran torno, mandril, cepillo, sierra, etcétera, movido con  un solo motor que a través de correas y un eje transmisor, pone en  funcionamiento y a elección, la máquina que precise. De todo este tinglado es  encargado Francisco Trujillo y al fondo, se encuentra el taller de carpintería,  que dirige Juan Pacheco.
 Volviendo a la calle y tras el garaje, un  muro blanqueado de cal que aísla la calle de la serradora gigante que existe en  la parte posterior, a la que se accede por la calle de la Marina Española.
 Hay varias casas bajitas y tras la  segunda vivienda donde reside Antonio Sánchez, se encuentra el Pasaje de las  Balsas. Este pasaje desemboca frente a la rampa de bajada al Muelle Alfau.
 Cruzamos a la acera de enfrente, para  estar de nuevo en la escalera de la Cortadura del Valle. Subiendo esta  escalera, a la derecha existe una fila de pabellones militares de una sola  planta, y a la izquierda el nacimiento de la calle del Pozo del Rayo -que  desemboca en la carretera del Hacho-, y unos cuarenta o cincuenta metros más  adelante, encontramos el acuartelamiento de la Compañía de Mar de Ceuta. En  este cuerpo, tuve el honor de cumplir con el servicio militar varios años  después.
 Volvemos de nuevo a bajar la escalera y  cruzando la calle mencionada, hay un pequeño puente, que sirve para salvar la  cuenca del Arroyo del Pozo del Rayo, que como han podido apreciar, tiene el  mismo nombre que la calle.
 El Arroyo del Pozo del Rayo, era el  encargado de abastecer de agua las balsas. Aún existentes pero sin utilidad  alguna. Siendo muy pequeño, un día que visitábamos  las balsas, mi padre, me contaba que con anterioridad al protectorado de  Marruecos por parte de España, toda la zona periférica de Ceuta era muy  insegura y, dábase con frecuencia, que alguna kábila o varias a un tiempo  sitiaran la ciudad. Entonces se subía el puente levadizo que se hallaba en el  Puente del Cristo y de esa forma quedábamos aislados del resto del continente.  Para tener un remanente de agua de manera que evitásemos tener que salir a  buscarla con el consiguiente peligro, teníamos las balsas. Ahora están en  desuso y aisladas del arroyo. Y puedo recordar que estaban medio vacías y la  poca agua que retenían  se había  ido acumulando con la lluvia, recubriendo  toda su superficie con  un espeso manto de  verdín, tan característico de  las aguas que no se renuevan y permanecen  estancadas. Por entonces, el arroyo, a través de un canal desaguaba en las  balsas, que a su vez, en un lateral, poseían un aliviadero encargado de evitar  el desbordamiento, de forma que, una vez llena la pileta, el líquido elemento  era desviado de nuevo al cauce natural, que desembocaba en el inicio de la  playa de San Amaro.
 Cruzado el arroyo a la derecha, encontramos  un establecimiento con dos puertas. Por la primera es una tienda de comestible  y por la segunda es un bar. El local se comunica por dentro y no me resisto a  contar lo ocurrido allí una tarde noche.
 Pasamos por allí un grupo de amigos todos  de Plaza de África -que solíamos con cierta frecuencia dar un paseo por todo  Ceuta-, cuando oímos cantar y detectamos que había un buen ambiente. Nos  quedamos unos en una puerta y otros en la otra, con ánimo de presenciar el  inesperado espectáculo. Entre los allí presente, se encontraba “Carlitos Gardel”  -Carlitos era un humilde simplón, de mente poco despejada y auto-convencido de  que era un gran cantante. Era muy popular en esos años-. Al momento llegó un  grupo de cinco o seis personas, que no cabían en el bar y se acomodaron el  mostrador de la tienda donde le sirvieron las  bebidas solicitadas.
 La fiesta continuó bastante animada, hasta  que se empecinó Carlitos Gardel -nunca supe su verdadero nombre- en cantar. Lo  hacía bastante mal, pero la gente le animaba y  en su inocencia no se daba cuenta que se reían  de él.
 Uno de los recién llegados, quiso  destacarse y asiendo el trapo húmedo que había sobre el mostrador y que suelen  utilizar para limpiar la encimera de restos de vino, lo empapó más bajo el  grifo, y se lo arrojó a Carlitos. Tuvo a la vez, mal atino y mala suerte. El  trapo arrojado dio de lleno en el cuello, a un señor que estaba sentado al  fondo del local. Este sin pararse a pensar lo más mínimo, se levantó y  dirigiéndose al que arrojó el trapo, le soltó una bofetada de aquí te espero.
 Lo que ocurrió seguidamente en aquel  lugar, deja en ridículo las peleas que se ven en las películas del oeste  americano. Los amigos del golpeado quisieron vengarlo, agrediendo al que soltó  la primera galleta, pero como este, también contaba allí con sus “colegas” que  salieron en su defensa, el local se convirtió en el lugar más peligroso en toda  nuestra ciudad. Nosotros dimos unos pasos hacia atrás, de manera que no  perdiéramos ningún detalle del espectáculo, pero tampoco corriéramos riesgo  alguno. Aquello fue increíble, entre tacos y maldiciones de los contendientes y  los gritos del propietario de la tienda-bar, no entiendo cómo no echaron  el local abajo. Al rato llegaron dos coches  de la Policía Armada -los famosos grises- y se suspendió el combate. No  recuerdo si el amigo Carlitos salió ileso de aquel infierno, aunque no creo que  nadie se atreviera agredir, a un hombre que si Dios lo privó de sus facultades  mentales, no lo privó en cambio de la habilidad de colarse en todas las fiestas  y ser en ellas bienvenido.
 Dejamos atrás aquel improvisado ring, para  llegar de inmediato a un taller de reparaciones y alquiler de bicicletas. Este  taller es muy popular entre la juventud de Ceuta y conocido como “Taller de  Chafler” -correcto o no, lo escribo tal como se pronuncia-. Los domingos y días  de fiesta, eran muchos los chavalitos que se pasaban por el taller para  alquilar el vehículo de dos ruedas. El precio era de un duro -cinco pesetas- la  hora.
 Tras el taller, hay dos o tres viviendas de  una sola planta, aquí se inicia un desvío hacia la izquierda y finalizando la  curva, una escalera paralela a un muro nos lleva a un llano, lleno de casitas  baja que conocemos como Pabellones de Ingenieros.
 Volviendo al inicio de la escalera, viene  a continuación un tramo resto, con una pendiente rampa lateral y paralela a la  calle, que nos conduce a la entrada del Cuartel de Ingenieros. Me imagino que  este cuartel, es el que da nombre a los pabellones, que con anterioridad hemos  visitado.
 Años mas tarde, a raíz de la construcción  del Hotel La Muralla, el Parque de Artillería que se ubicaba donde se construía  el hotel, fue trasladado al antiguo Cuartel de Ingenieros. Desde entonces  aquellos viejos pabellones, en los planos de la ciudad se conocieron como  Pabellones de las Heras.
 Las instalaciones del cuartel, llegan  hasta el final de la calle, donde finalizamos el recorrido de la acera derecha,  volviendo de nuevo al puente del Arroyo de Pozo del Rayo.
 Desde el arroyo hasta doblar la curva, nos  acompaña un muro y sabemos que tras este, se hallan las anteriormente  mencionadas balsas. A continuación unas casas militares, a los que se accede  tras subir unos escalones. Finalizada esta hilera de pabellones, llegamos a una  reja que forma un ángulo de unos ciento veinte grados, con doble puerta de  hierro en el lateral que da a la calle de   la Marina. Esta reja protege un viejo caserón que nunca tuve noticias de  quien era ni que hacía allí.  Así  llegamos a la Plaza de las Heras.
 Esta plaza desvía el tráfico a la derecha  si tu dirección es San Amaro y, a la izquierda, si quieres regresar de nuevo al  centro de la ciudad. En el centro de ella y sosteniendo una bonita farola,  hay  una acera de forma triangular  haciendo de isla, que facilita el trafico rodado y al fondo, paralelo a la  rampa de bajada al Muelle Alfau, se hallan los jardines de Pelegrina, aislado  de la acera por un gran seto de metro y medio de alto. En el centro de la plaza  junto al seto, se halla una parada de autobús de la empresa “Benítez-Las  Heras”.
 Llegado a este lugar, me siento en el banco  de armadura metálica y asiento de madera y decido esperar la camioneta que me  lleve de regreso al Puente Almina. El viaje de regreso me cuesta treinta  céntimos. Llevo mucho tiempo alejado de mi barrio y mi gran verdad, es que casi  no se andar si no es pisando los adoquines del Callejón del Asilo Viejo o mi  Plaza de África.
          Algeciras, 1 de junio de 2012
                                                               Pepe Fortes  Castillo | 
  
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                                 DE LAS HERAS A PUENTE ALMINA. LA MARINA    Estoy  sentado en la parada de la camioneta de Las Heras. A mi espalda tengo el seto  verde y áspero de las hojas de la lantana  camara -también llamada bandera española por sus característicos colores-,  que separa la acera del jardín de Peregrina.  Este tipo de planta es muy abundante en Ceuta; oriunda de zonas tropicales de  Sudamérica, se ha aclimatado bien en Ceuta y  la podemos encontrar en el Parque de San  Amaro, el jardín de la Plaza de los Reyes, Puertas del Campo, etcétera.      Peregrina, propietario de este jardín, dada  la belleza y hermosura de sus flores, dedica parte de ellas a la venta al público;  y son muchos las mujeres  que vienen y  compran los mejores ramos.  Su hermano,  que también coinciden en la forma de ganarse la vida con la venta de flores,  tiene un negocio en las Puertas del Campo,  justamente frente a la puerta del Cuartel de Automovilismo, donde tiene una  extensa huerta, que más tarde, en su limite más bajo se ubicaría la “Ufapance”.  Su memoria parece no traer buenos recuerdos con los sucesos de la Guerra Civil,  no obstante serán los historiadores los que esclarezcan los hechos acaecidos. La  verdad es que un servidor de ustedes, no había nacido aún y lo poco que sé, es  de oídas; de modo que sea la prudencia nuestra consejera, y dejemos para otros  más entendidos el discernimiento de lo  acontecido…
 Absorto en mis pensamientos, veo que ya  aparece la camioneta que me llevará de regreso. Tengo que incidir en la palabra  camioneta, porque así les llamamos aquí a todos los autobuses. Hasta que  hicieron su aparición el que voy a coger ahora, que llegó desde Londres junto a   cuatro o cinco hermanos gemelos más.  Para empezar, el volante lo tiene a la derecha, señal inequívoca de sus  orígenes.
 Pertenecen a la empresa Benítez-Las Heras,  donde el mayor accionista es Charly Bruzón. Este señor es de Ceuta y su padre,  también llamado Charly, aunque es inglés, lleva muchos años afincado en nuestra  tierra, pero sigue manteniendo buenas relaciones con sus paisanos británicos. A  través de esta relación, la empresa adquirió cinco o seis autobuses de la marca  Leyland. Estos se hicieron en poco tiempo muy populares, corriéndose la voz de  que habían prestado servicio en Londres. Se consideró tan importante que fueran  autobuses de la capital inglesa, que llamarle camioneta parecía un insulto. Así  comienza en Ceuta a desaparecer la vieja expresión y nace el autobús.
 Subo a él tras abonar al cobrador treinta  céntimos -tres perras gordas- e iniciamos el recorrido de la popular Marina. A  los pocos metros dejamos a la derecha la rampa de bajada al Muelle Alfau.
 A la izquierda, las balsas, que limitan con  el Pasaje del mismo nombre, viniendo a continuación un gran inmueble de fachada  blanca con un gran establecimiento en primer lugar de don Pedro Azcoitia. A  continuación un gran portalón por donde se accede a la serrería y almacenes de  Baeza, S.A. Justo de inmediato el portal de acceso de los vecinos. En el mismo  portal, hay un pequeño estanco, propiedad de Pilar Perpén -hermana de don  Bernabé Perpén- cuyo dependiente es Luis Lozano, sobrino de la propietaria.  Finaliza la planta baja, con un bar restaurante que regenta el señor  Barranquero, seguido de un taller de mecánica del automóvil.
 A continuación el vetusto y peculiar  edificio de Transportes Militares. Digo peculiar, porque este caserón,  perpendicular a su fachada exterior, posee unos muros como de contención,  separados uno de otros entre cuatro o cinco metros. A cada lado de la puerta  principal, hay un muelle de carga o descarga con una puerta de acceso al  interior del almacén.
 Seguidamente pasamos por la rampa de  abasto. Esta nace en la Plaza de la Maestranza y finaliza en la calle de la  Marina Española, desembocando en ella en forma de T. La derecha toma dirección  hacia Las Heras y la izquierda al centro de la ciudad. En esta última rampa,  unos metros antes de finalizar se encuentra la tienda de comestible y en su  interior el tostadero de café de los hermanos Mendoza.
 Pasada la rampa y tras un muro que los  separa de la calle, hay un grupo de casitas baja que es conocido como Patio  Páramo. Este patio es colindante con un viejo caserón de donde salen titulados  los maestros ceutíes; pongamos que es la Escuela de Magisterio, llamada: la  Escuela Normal.
 Dejamos atrás la calle Linares sin nada  que destacar, hasta llegar al Bar Paquito, y tras este, un gran solar donde  destaca la carpintería de Francisco de la Torre. Aquí es donde se une la Marina  con la calle Alfau.
 Continuamos y antes de llegar a la calle  González Besada, en los bajos del inmueble que hace esquina, hallamos la  fábrica de chocolate de Constantino López. De aquí sale la famosa chocolatina  "Maruja". Estas instalaciones fueron adquirida años mas tarde por la  firma Borrás, S.L. y Constantino se marchó a vivir a Madrid.
 Seguimos con un grupo de casas bajas  conocidas como "casitas de los baños  árabes", porque en la parte trasera se hallan unas ruinas que dan fe de su  existencia en ese lugar. Uno de sus vecinos, es José Jiménez Segura, conocido  como "Pepe Rayo" y nacido en mi barrio. Por estas fechas, Pepe manda  un buque ballenero con base en Ceuta. Los cetáceos capturados, son troceados y  manipulados en la factoría sita en Beliones. Años mas tarde, pasó a mandar un  remolcador también en nuestra ciudad. Es un auténtico lobo marino.
 Algo más adelante se encuentra la  Comandancia de Marina. Un par de veces hemos venido aquí, un grupo de amigos de  Plaza de África, para solicitar formar parte de la romería que todos los años  organiza Don Francisco Camacho Dieta, segundo comandante de marina y Hermano  Mayor de la Hermandad de Nuestra Señora de la Luz.
 Don Francisco que es natural de Tarifa,  suele organizar con su amigo, paisano  y  secretario de la Hermandad: don Diego Sandoval, todos los años, una romería que  la noche del día siete de septiembre, parte de Ceuta a bordo del barco  "Capitán Parra", para llegar a Tarifa la mañana del día ocho y de  allí, partir entre carretas, caballos y romeros hasta la ermita de la Virgen de  la Luz.
 Junto a la Comandancia están las oficinas  de Tabacalera Española, S.A. al frente de la cual se haya don Carlos de los  Huertos.Sigue a continuación un pequeño callejón  que desemboca en la calle García, para de inmediato llegar al inmueble donde se  encuentra en la primera planta, las oficinas de Atlas. En estos momentos la  compañía está en plena ebullición. Acaba de surgir el "butagas" -así  se llamó al gas butano los primeros años de su introducción en la ciudad- y los  ceutíes forman cola en estas oficinas, con la intención de formalizar un  contrato que le facilite adquirir la novedosa "bombona" y eliminar el  sucio carbón y los obsoletos infiernillos de petróleo.
 Seguimos adelante y llegamos a la calle  La Legión. En la esquina contraria, damos con   la empresa Borrás, S.L. Esta firma está dirigida por tres hermanos; Don  José María, Don Antonio y Don Juan. Residen en este mismo lugar, dado que el  edificio dedicado a las viviendas se ubica en el exterior y se ha caracterizado  siempre por su verde fachada. En las instalaciones interiores, se encuentran  grandes toneles de roble, que almacenan el vino que dedican a distribuir por la  ciudad. También son distribuidores de grandes e importantes marcas de vinos y  licores. En esta rama, es la empresa de más entidad de la ciudad. A este lugar  fue trasladad la fabrica de chocolate de Constantino López, cuando fue  adquirida por esta firma. También poseen grandes negocios en Marruecos.
 Frente a este edificio, existe un numeroso  grupo de rocas, no muy altas. Con marea baja no solían sobresalir un metro por  encima de la línea de superficie. En la más cercana a la bocana o la más  septentrional, hay colocado un bidón de doscientos litros, pintado de blanco.  Este sirve como indicador, del poco fondo existente en el lugar y avisa a los  barcos, que no se acerquen dado que corren el riesgo de encallar. Se da otro  caso similar frente a la Rampa de Abasto.
 Dejamos atrás la verde casa de la familia  Borrás, topándonos a continuación con un blanco muro que llega hasta el  inmueble inmediato. Este muro posee en el centro una entrada de acceso a su  interior. Tras bajar dos escalones, entramos en el Patio Gorgonio. Se divide en  dos, el exterior y el interior. Los vecinos le llaman "el patio de afuera"  y "patio de dentro". Es uno de los grandes patios de Ceuta y puede  que albergue unas cuarenta viviendas. "El patio de adentro" posee  tanto fondo, que es colindante con un solar sito en la calle General Yagüe que  sirvió años mas tarde, para construir "el edificio del Sindicato",  hoy sede de UGT y CCOO.
 Seguidamente llegamos a la Imprenta  "Olímpia", cuya fachada se divide entre la Marina y calle Sargento  Mena. Seguimos y a medio camino entre la calle  anterior y el Callejón del Obispo, -más tarde calle Millán Astray, se halla la  agencia Ford, dirigida por don Juan Llanzón Gómez.
 Algo más adelante, formando esquina con  la calle que lleva el nombre del fundador de La Legión, se halla una casa que  posee la escalera más estrecha de la ciudad. Siempre me he preguntado como se  las arreglarán, cuando tengan que subir o bajar un mueble de gran tamaño, como  una mesa de salón o un aparador. En esta casa reside la familia Chacón.
 En la esquina contraria, encontramos un  almacén y taller perteneciente al Cuerpo de Ingenieros. Aquí se encargan del  mantenimiento y reparación de las instalaciones de telecomunicación del  ejército.
 A continuación un gran muro, esconde la  belleza del jardín trasero de la Comandancia General, cuya entrada principal se  halla tras una reja que una la Marina con la calle Méndez Núñez.
 En la esquina contraria de la calle, se  halla el edificio de Telégrafos. Seguidamente viene un establecimiento de  ferretería del que no recuerdo su nombre, pero sí a uno de sus dependientes,  apellidado señor Becerra.
 Tras otro inmueble poco destacable,  llegamos a la Empresa de Aguas de Ceuta. Esta empresa municipal, está dirigida  por don Luis Delgado, gran amigo de mi padre y en ella prestó servicio años mas  tarde, mi gran amigo Francisco Méndez, que perdió la vida, en el verano del año  1964, practicando la pesca submarina. Su gran pasión, como la mía.
 Metros más adelante, se haya el local de  Auxilio Social. Su amplio acceso, permite ver una gran sala, alicatada de  azulejos blancos. En el centro hay un mostrador también alicatado, con una  encimera de mármol, todo del mismo color. Al fondo hay una puerta por la que se  accede a la cocina. Todo lo que se aprecia desde el exterior, destila una  limpieza extrema.
 Como es preceptivo en estos tiempos,  encima de la puerta hay una cruz clavada en la pared, escoltada por dos fotos,  una del dictador a un lado y otra  al  lado contrario, donde se ve el logotipo de Auxilio Social -una negra cabeza de  una serpiente con la boca abierta, y una mano que empuña un puñal enfilado  hacia la boca-, acompañando al logotipo;   y en la misma foto, el yugo y las flechas que simbolizan la Falange.
 Al medio día eran numerosas las personas  que allí acudían, portando un portaviandas. Alguien me contó que según el número  de personas que componían la familia, así era de grande. Los había de tres y  hasta seis elementos y de dos diámetros diferente. El caso es que según  llegaban -más hombres que mujeres-, eran atendidos por dos señoras vestidas con  bata blanca, que detrás del mostrador, recogían un ticket y el portaviandas,  para al momento regresar con él lleno de comida. Me imagino que este medio de  transporte para llevar los alimentos, los facilitará el centro, dado que de dos  tamaños diferentes, pero todos iguales. Lo que no recuerdo, es si a la vez,  también era comedor.
 Poco queda para finalizar el viaje, pero  antes debemos dejar atrás casa Vidal. Este pequeño local dedicado a artículos  de deporte, pero especialmente de pesca, es atendido por Julián Menjibar.  Varias veces campeón de Ceuta de pesca desde embarcación.
 En la esquina de la calle Alférez Baytón,  se encuentra el local de la Sociedad de Caza y Pesca de Ceuta. Internándonos  unos metros en la calle y antes de llegar a la escalera, hay un despacho de  leche procedente de las vacas de la granja de Castillejos. En verano también se  vende en este local, las pocas fresas que se ven en Ceuta. Estas son ofrecidas  al público, en el interior de unas bellas canastitas de caña.
 Frente al despacho de leche, se halla el  economato de la Marina. En las oficinas de este economato,  prestó su servicio militar mi primo Cayetano  Cuesta. Años más tarde se ubicó en este mismo lugar el Patronato de Apuestas  Mutuas Deportivas.
 Antes de llegar al final del trayecto,  pasamos por la cara norte del piso de Trujillo. Ahí tenemos la tienda de  mercería llamada "Casa Gómez" y junto a esta, la agencia de viajes  propiedad de don José Trujillo, que a la vez es también presidente del Centro  de Hijos de Ceuta.
 Fin  del recorrido de la calle Marina Española.   Nos apeamos en el jardín de San Sebastián. Son las nueve y cuarto de la  noche de un bello día del mes de julio. La acera que da al varadero, está llena  de gente. Muchos, apoyados en la muralla en animada charla con sus tertulianos,  otros, oyendo   "Sortija de  oro", canción de moda de este verano, que interpreta Antoñíta  Moreno y que la pequeña emisora ubicada en la  primera planta, del Mercado Central de Abasto -justo detrás del reloj, entre  los bares Nacional y Norte-, se encarga, como todas las tardes-noches, de hacer  llegar a los oídos, de tantos ceutíes que aquí se congregan. Es curioso que en  las dos farolas de los extremos del puente, hay en cada una un cartel con el  siguiente texto: Peatón, por favor  circule.
 Acelero el paso camino a casa, aún se oye  a lo lejos los anuncios de la emisora: ... «si quieres el mejor  ¨"pescao", pescadería "el Chau Chau"».
 
 Y aquí finaliza este paseo, del cual ha  pasado ya más de medio siglo. Sin embargo, pareciera que fue ayer…; pareciera  que el tiempo se hubiese  congelado; y  las horas, las horas pretéritas de aquellos años, hubiesen alcanzado en mi  alma, como las peregrinas golondrinas, un lugar para retornar de sus viajes… ¡Oh,  Ceuta, en mi alma permaneces,  te  llevo  dentro de mi…!  ¡Ceuta, tan cerca del corazón!, ¡Ceuta, tan  lejos del olvido!…
              Algeciras, 5 de junio de 2012.                                                                           Pepe Fortes  Castillo. 
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                                                                     PASEO DE LA PALMERAS O CALLE LA MURALLA Las  costumbres se pierden y cambian con el tiempo. Lo que hoy conocemos como  tranquilo y poco transitado Paseo de las Palmeras, fue hace pocos años,  probablemente la calle más dinámica de la ciudad. Todos los automóviles que  circulaban desde Ceuta la vieja o la Almina, en dirección al puerto o campo  exterior, estaban obligados a cruzar de este a oeste la calle Generalísimo  Franco, aunque popularmente siempre se conoció como calle de la Muralla y más  tarde Paseo de las Palmeras.
 Antes de la gran reforma que se llevó a cabo en la  ciudad, este Paseo, que nacía en la rampa de acceso al Muelle de Pescadores y  finalizaba en el Puente del Cristo o rampa de acceso al Muelle de España, era  un balcón al mar. La lámina azul -así la llama ese gran poeta que es Manuel  Castillo- que era su fiel compañera y bañaba los pies de la muralla, le fue  arrebatada. Desde entonces, la tristeza invadió aquel otrora alegre lugar,  hasta el punto que mi amigo Alejo Lladó le llama el “Paseo de los Tristes”. Él  lo conoció en su máximo esplendor y si lo coteja con el actual, la definición  no es desacertada.
 Al  margen del transito rodado, que prácticamente ha desaparecido, la acera sur del  paseo, estaba al completo de tiendas varias y bazares que, durante el día  generaba el ambiente de una calle comercial. Si esto no era suficiente, en el  ocaso, cuando la esfera de oro busca el merecido descanso allá en el poniente,  y se esconde tras los pies de Yebel Musa, despidiéndose de los ceutíes con un  “hasta mañana”, la juventud ceutí, quizás atraída por esa bella puesta del sol,  invadían la acera norte, que poco a poco se iba llenando de jóvenes de ambos  sexos. Siempre dije que era una pasarela, donde desfilaban las más bellas  modelos del mundo: las niñas ceutíes. Muchos son los matrimonios que unieron  sus vidas para siempre, que se enamoraron en este paseo de embrujo. Por ejemplo,  un servidor de ustedes.
 En especial  los días festivos, aquí se daban cita jóvenes de todos los rincones de Ceuta.  Luciendo el traje de los domingos y oliendo a Varón Dandy o Lucky Strike,  tratando de enamorar a la chica de sus sueños.
 Finalizada la parte romántica del Paseo de las  Palmeras, hagamos un recorrido por la acera sur, tratando de recordar a todos  aquellos comercios, que generaron un ambiente que dejó huellas en los corazones  de todos aquellos que como yo, nacimos y nos criamos en ese trocito de Ceuta,  que tanto añoramos.
 Iniciamos el  recorrido a la altura de la calle de los Mártires, -a la inversa de los  números- que entronca en perpendicular con el paseo. En las dos esquinas están  el bazar “Elías”, antes estuvo un kiosco donde de niño compraba los TBO, DDT,  Agentes de FBI, El Guerrero del antifaz, etcétera., y en la otra el bazar “El  Barato”, este en el inmueble de la familia Parres, donde en los bajos, poseen  también la exposición y venta de automóviles. En el portal del inmueble y  aprovechando el hueco del ascensor, instaló Mariqui Villatoro su primera  joyería.
 De inmediato  encontramos como una pequeña plazoleta, donde está el bazar “Tele” y de nuevo  otra calle que baja perpendicular, llamada Queipo de Llano –general franquista,  que anteriormente se llamó calle Sagasta-. En la esquina, se halla “Auto  Industria” propiedad de don José Castro. Le siguen las ventanas de la casa de  los “Parejas”, que antes fue el “Hotel Hispano-marroquí”, y pertenecían a un  almacén propiedad de Arón, que más tarde, cambió aquellas ventanas por dos  puertas de acceso y entre ellas el escaparate más grande de todos los comercios  de Ceuta. Con el tiempo este local fue adquirido por almacenes “Oscar”. En la  primera planta estuvo durante muchos años, las oficinas de “Auxilio Social”.
 El próximo inmueble  es la Clínica de Urgencias. Las noches de verano era una estampa pintoresca ver  sentado en la puerta, al doctor Don Salvador Fosatti, Santiago el practicante y  Rogelio el auxiliar. En el piso superior a la clínica, reside la familia  Rovayo. A continuación con el número 24, encontramos el bazar de Don Alfonso  García Escarcena que en el piso superior posee su vivienda. En el número 22  estaba uno de los comercios dedicados a la charcutería, de mayor prestigio en  la ciudad, propiedad de Don Ángel Ballesteros. Este local, años más tarde fue  traspasado a un comerciante indio conocido en Ceuta como Yeta, que lo convirtió  en bazar y lo llamó “Nueva Delhi”. Continúa la acera y seguidamente teníamos el  bazar “Pepito Indio”. En el piso superior se halla el Consulado Italiano, donde  presta servicio Pepe Serón, personaje muy importante en la Cofradía del  Nazareno.
 Aunque  conozco a la gran mayoría de los vecinos de esta calle, voy a prescindir de dar  sus nombres para no alargar el escrito, aunque siempre habrá alguna excepción  según la importancia o carisma del personaje.
 A partir de  aquí la calle se estrechaba algo más de un metro, para llegar a la ferretería  Aguilar, que es el número 18. A continuación otro bazar con el número 16, este  propiedad de una familia hebrea que reside en Falange Española número 90,  inmueble conocido como casa Baeza. En lo alto de este local, reside la familia  Ferrón.
 Le seguía otro bazar indio con en número 14, del  que no recuerdo el nombre -todo esto lo hago de memoria y mi “disco duro” no da  para más-  de nuevo se estrecha la calle para llegar al número 12,   primero estaba el portal de acceso a los pisos superiores, donde residen dos  familias notables, como son las de Llanzón en la primera planta y en la segunda  la del doctor González Azcune. Los bajos estaban ocupados por “Casa Bentata”  que es conocida también como “Casa de las medias” donde recuerdo con simpatía,  un cartel en el escaparate donde anunciaba “los calcetines irrompibles”,  “calcetines de hierro”. El encargado de este comercio, es don Francisco  González Romano. Este comercio fue el primero en traer a Ceuta trajes de  confección de caballero.
 A  continuación  un ensanche de tres metros aproximadamente y el primer local  que hallábamos, es la tienda de comestibles de “Paco Ros”. El propietario era  Don Francisco Ros, Hermano Mayor de la Cofradía del Santo Entierro y vecino en  el número 6 de esta misma calle. A continuación un portal por el que se accede  al número 10. Esta casa era conocida como “casa de las hebreas”, porque en ella  residen; Messody Benoliel Alfón y su hija Bonina Alfón, profesora y da clases  particulares  en su domicilio. La vivienda es el piso superior de la  tienda de comestibles y se accede por una escalera de mármol blanco cuyos  escalones siempre están relucientes de limpios.
 Ahora llegábamos a otra calle que también entronca  perpendicular al Paseo, llamada Teniente Gómez Marcelo -antigua calle “La  Gloria”-. En el mismo vértice de la calle encontrábamos el bazar indio “Casa  Nari” y en la esquina opuesta la tienda de repuestos de automóviles “Chavero”,  que más tarde fue adquirida por Don Joaquín Ferrer, en su día también  propietario del Diario “EL FARO”.
 A  continuación una tienda de tejidos muy popular llamada “Casa Bernet” propiedad  de los hermanos que dan nombre al local; Don Vicente y Don Francisco,  fundadores del Club Natación Caballa cuyo presidente es Don Vicente. Una  estampa muy familiar, era la de una señorita a la derecha del local, sentada  ante una pequeña mesa, reparando medias de nailon(nylon). Entonces era un artículo de  lujo y en vez de tirarse como ahora, se mandaba a reparar. Este inmueble cuyo  portal posee el número 6, es la residencia de vecinos muy conocidos en la  ciudad, como; Don Valentín Cabillas, presidente del Unión África Ceutí, Don  Patricio García, delegado de la Compañía Trasmediterránea, Don Carlos Mayorga,  joyero y Don Francisco Ros ya mencionado con anterioridad. Los bajos están  también ocupados por las oficinas de la Compañía Trasmediterránea.
 El siguiente inmueble, con el número 4, es  también residencia de vecinos como Don Agustín Buades, Don Ernesto Murcia, Don  Victorio Simón Fernández y Don Leopoldo Torroba, que junto a  sus  respectivas familias, son muy conocidos tanto en el barrio como en la ciudad.  Los bajos de este inmueble, lo ocupaba un local dedicado a ferretería y  aprovisionamiento de buques llamado: “Azqueta & Torroba”.
 Seguimos  nuestro recordatorio o paseo mental, hasta llegar al “Hotel Atlante” -número 2  de la calle-. El de más caché de la ciudad, antes conocido como “Hotel  Majesty”, propiedad de Don Rafael González Fernández, residente en el mismo  hotel.
 A continuación otra calle, O´Donnell que de  nuevo entronca con el Paseo perpendicularmente y que posee en la esquina  contraria la Placeta de González Tablas, presidida por una escultura de la  figura erguida  del Teniente Coronel de Regulares.
 Dejábamos atrás la Placeta y hasta llegar a otra  boca-calle que daba directamente con Plaza de África, la fachada estaba ocupada  por la parte trasera del Gobierno Militar, dado que su acceso daba a la Plaza  que lleva el nombre de la Patrona de la Ciudad.  Aquí es cuando en realidad, comenzaba y comienza  el Paseo de las Palmeras -entonces Generalísimo Franco- puesto que la  numeración la hemos llevado invertida, Al mismo tiempo es también el inicio de  la calle Edrissis, en la esquina que forma el edificio del Estado Mayor. No  podemos, después de llegar hasta aquí, dejar de visitar uno de los lugares más  histórico y emblemático de la ciudad, de modo que continuamos caminando hasta  llegar a un pequeño jardín, tras el cual, se hallan los talleres del Parque de  Artillería y a continuación “La Puerta de Ceuta” o lo que es lo mismo “El  Puente del Cristo de los Afligidos”.
 Esta ha sido  la acera sur del Paseo. En la norte ya hemos comentado que fue la “gran  pasarela” por donde paseaban las niñas más bonitas del mundo, pero también hay  que recordar el estanco de Barranco, el quiosco de Rosita -en la rampa del  muelle-, los servios de WC, frente a la ferretería de Aguilar. Frente a la  estatua de González Tablas, el personaje más carismático y querido del Paseo:   Manolo Sánchez “el guardia” con su anafe y olla de cobre, que hacía las mejores  garrapiñadas del mundo. Mención especial también, para el gran reflector que  todos los 16 de julio instalaba el ejército, para acompañar e iluminar en su  procesión por el puerto ceutí, a la Reina de los Mares.  Finalizamos, con  el estanco de las hermanas Dolores e Isabel Muñoz y el carrillo del señor  Antonio. Todo ello, no solo lo llevo en mi mente, también lo llevo grabado en  mi corazón.
       Algeciras, 25  de  septiembre de 2013                                                                        Pepe Fortes Castillo  | 
  
  
  
  
  
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