Carpe Diem

 

- 1.Un paseo contigo... - 2.No sé como llamarte... - 2.Apolítica - 3.Intima convicción - 4.Bonita filosofía... - 5.Mareas de tu silencio -6.Perfil de ángel - 7.Dificil de explicar... - 8.Gritos sordos -

- 9.Recuerdo...   -10.Contrastes - 11.Acuérdate luna... - 12.Luz interior - 13.Caricias del agua - 14.Bendito domingo - 15.Ausencias - 16.Simplemente, María -17.El dolor de la vida... -

19.Sentada en la piedra - 20.Simbiosis - 21.Dejà-vú - 22.Calima - 23, La tramoya - 24. Pinceladas - 25. Noches en silencio... - 26. Mal de otoño - 27. Donde nunca estuve - 28.Las perdidas -

- 29. Suspiros - 30. Instantes eternos - Las corazas - Seis Sentidos ... - 31.Cambio -


                                                UN PASEO CONTIGO…

 

    No te creía en absoluto cuando llegabas a casa y me contabas las imágenes tan extraordinarias que te regalaban los paisajes de nuestra localidad. Pensaba que eran divagaciones, fruto de los pensamientos trascendentales que a veces envuelven al ser humano por las etapas que pueda estar atravesando en un momento determinado. Pero no, confié y salí aquella mañana dispuesta a guardar silencio y escuchar las explicaciones y el sonido de la naturaleza.
Se que es una frase echa pero es difícil explicar con palabras las sensaciones que puede llegar a  originarte una ruta indefinida, por nadie creada, ella misma se va haciendo sola bajo tus pies...
Nunca supe porque se le llamaba mar a los campos de trigo, desde hoy puedo asegurar que son todo un océano de esplendoroso verde, donde la vista sigue las ondas que crea el viento sobre el cereal y parece que tu cuerpo navega. Es maravilloso entrar en un campo sembrado y sentir la dulzura de las espigas haciéndote cosquillas mientras simulas que nadas soltando carcajadas; cuanta tensión vas dejando tras de ti.
Subimos a lo alto, he olvidado como llegamos, pero no la fotografía natural que no tomamos, mejor no tener documentos gráficos de algo que queda en el recuerdo.
Las cigüeñas nos regalaron lo mejor del día, sus sonidos, su posición estratégica, su vuelo, entre las cúpulas y las palmeras...hicieron que me perdiera por un instante y me desubicara llevándome a alguna parte del Magreb Occidental que tanto me gusta, hasta que una tórtola me sacó del sueño despierto. El agua fresca por la ladera abajo, los restos arqueológicos de tantas civilizaciones, los sonidos de tantas especies, los colores de la vegetación, la parada en el puente romano, tu y yo, qué más se puede pedir.  
Gracias, porque cuando me quedo sin oxígeno, siempre me das una nueva bocanada de aire...

 

        Carmona, octubre 2009

 

                                                                                               Carpe Diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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NO SE COMO LLAMARTE...

 

    No se como llamarte y aun así ya he personificado el verbo. Mi plenitud, mi otro yo, mi refugio, mi aliento, mi bocanada de oxígeno, mi serenidad...
Bajo las escaleras ansiosa, el camino se me hace corto porque él me acompaña y charlamos riéndonos de los últimos fines de semana que nos hemos tenido ausentes.       Pero ya lo siento, lo huelo, se me eriza la piel, que cerca estoy...
Amanece y voy  a saludarle, al principio nos cuesta reconocernos, estamos tímidos a primera vista así que espero a que suba a buscarme tan frío como siempre, aguardando mi cuerpo para dejármelo helado y sonreír mientras tirito. El sol me abraza, tanto, que la melanina empieza a reactivarse y me invita a sumergirme en tu regazo. Ahora sí, ¡hola, te echaba de menos, quiéreme, que estoy congelada, quiero sentirte, pero estás aún reacio! Que trabajo te cuesta darme la bienvenida, porque te duele cuando me voy y seguro aún andabas enfadado.
Ya me has olido, me has tocado, nos hemos reconciliado... tocas mi cuerpo, lo erizas, enredas mi pelo, y me dejas tu aroma de sal, me dejas restos de ti, por todas partes y me encanta. Me sumerjo en ti con los ojos cerrados, porque sino me haces llorar, pero al final siempre acabo haciéndolo por algún motivo cuando te tengo
Tu frialdad hace que la circulación se me active y relaje toda la musculación, que placer tenerte en todos los sentidos...
Camino por tu orilla llena de conchas que imagino vivas, de restos materiales que ubico en otro lugar y monto mi película natural que me sigue enriqueciendo; y sigo caminando absorta en pieles morenas que quizá no te amen como lo hago yo, porque están más enamoradas del padre de los astros.
Curas mis heridas externas y aplacas las internas, me renuevas, limpias mi espíritu cansado y mi alma soñadora... ella siempre en volandas sobre tu brisa. Y me dejo llevar... siento la arena en todas partes, me araña, me hace cosquillas; aparto la toalla para sentirte plena, toda una playa para mí y mi soledad... Que bonita la soledad elegida en momentos tan profundos.
Me inspiras mar, pero aún no se como llamarte... ¿Hasta dónde llegas?... miro al fondo, el infinito de tu verde azulado, que lejos... te quiero todo para mí, sé que no quieres que me vuelva a marchar pero te llevo conmigo. Me has dado tranquilidad en mis peores momentos, me has arropado y a tu lado he dormido. He tenido experiencias maravillosas junto a ti y celoso te escuchaba rugir al fondo, un placer que se sumaba a mis noches de locura... Cuántos recuerdos... y en el cielo proyecto las fotografías de mi memoria...¡Ufff!... tiemblo, tiemblo...

 

En una playa, a Poniente…

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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APOLÍTICA…

 

    Todos cometemos errores, sobre todo desde la inmadurez y el desconocimiento de los veinte años. Mi documento nacional de identidad y una firma casi  obligada, fueron el detonante de lo que se convertiría en un camino donde pude observar con mis propios ojos la degradación de los valores del ser humano.
Sensible, inconformista, sensata, solidaria, son sólo cuatro de los muchos calificativos con los que puedo definirme y por los que me sentí rechazada en un mundo en el que nunca encontré mi sitio. Una vez inserta en la sin razón, mis fuerzas flaqueaban por días, trabajaba defendiendo una serie de causas que no eran comunes a las de la  mayoría de la sociedad y eso me aturdía.
No sabía como salir de aquel callejón sin salida en el que había entrado por no saber decir que NO a tiempo, y éste corría en mi contra poniéndome trabas laborales y sociales de las que no era consciente. La degradación de mis ideas se estaba acercando, tenía que encontrar la puerta por la que me indicaran que debía cruzar; y me giré hacia la terminal A y la puerta de embarque que me llevaría a encontrarme de cara con la realidad, y no con imágenes prediseñadas que nos hacen pobres de espíritu y nos inundan de prejuicios…
Bélgica me abrió los ojos; Bruselas me cambió la vida; mis viajes por algunos rincones de Europa me hicieron palpar la felicidad por miles de pequeños instantes y ya jamás volvía a creer en la política.
Levanté del suelo a inmigrantes desolados, di de beber a madres congoleñas casi deshidratadas por una huelga de hambre que sólo les llevó a debilitar aún más su estado físico. Trabajé con personas de todos los continentes que enriquecieron con sus experiencias mi mente y abrieron más aun mi alma. Aun hoy les recuerdo, como si fuera ayer, les siento apretando mi mano, les oigo llorar por sus familias o de impotencia por no sentirse iguales al no haber nacido en Europa. Y decía Jesús que ¿todos éramos iguales?...Creyentes, ¿de verdad seguís apostando por nuestros regímenes políticos?
Ahora no creo en nada, sólo en mí misma, en mi política personal, en mis leyes, en los artículos de la Constitución de mis valores humanos, en la educación que he recibido en una casa sencilla con unos padres currantes donde los haya, donde sus experiencias han sido la inspiración de mi vida. Hoy me alegro y doy gracias por tenerles como maestros porque me siguen enseñando cada día a no tropezar, y lo que es más importante, a saber levantarme porque como dice mi madre: «nadie escarmienta por cabeza ajena.»
Hoy mi política es la libertad, de decisión y de pensamiento; la libertad del ser humano para decidir como vivir y donde hacerlo; libertad para crear su política personal, y llegar al poder, a lo más alto, pero de uno mismo. Y desde la cima de tu YO, si consigues alcanzarla, verás que todos tenemos la misma altura, que todos somos iguales en un lugar inmenso donde los demás se empeñan en marcar diferencias absurdas desde el despotismo y la corrupción.
La riqueza es cierto que está mal repartida, pero tu riqueza personal puedes ofrecerla a quien  quieras y esa es la más importante…

    Este texto se lo dedico a mis amigos inmigrantes que luchan a diario por ser considerados ante todo, personas.

 

La Antilla -Huelva-, a 15 de junio de 2009

 

Carpe diem - Amanda  Eslava  Martínez

gades81@hotmail.com

 

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ÍNTIMA CONVICCIÓN

 

    En un lugar peculiar de la ciudad de Bruselas se dio cita un encuentro intercultural cuyos protagonistas fueron África, Latinoamérica y Europa. Una simbiosis de solidaridad, una fiesta que encerraba en sí misma un objetivo claro, la recaudación de fondos para un proyecto educativo.

 

    Una A.S.B.L  es un organismo sin ánimo de lucro cuyo trabajo está ligado a la economía social. Subterra, es uno de ellos, una estructura humanitaria que  el 25 de abril organizó uno de esos hermanamientos en el barrio “negro” de la capital de Bélgica. Matongué acogió en su seno, a un grupo de españoles que buscando en la penumbra de la noche un rincón donde tomar un vaso de licor, terminó allí sin apenas saber muy bien hacia donde se dirigían.

    Este sistema de asociación, en el caso de Subterra, intenta por todos los medios no depender de entidades públicas o privadas, sino que con la organización de actividades culturales de toda índole, van recaudando fondos para ir cubriendo en la medida de lo posible, sus objetivos.

    Según Marcela González, con la que pude mantener una conversación vía telefónica después de la fiesta, esta A.S.B.L en cuestión, es poseedora como arrendataria del local donde se desarrolló la misma, y van sufragando los gastos mensuales con este tipo de encuentros. Además, hay comunidades como la Palestina, que piden permiso para hacer uso de las instalaciones y proyectar películas orientadas a fomentar el mantenimiento de sus raíces culturales.
Por otro lado, aquella noche de abril, uno de los miembros de Subterra cumplía años, y tuvo la gran idea de aprovechar el momento para hacer una llamada a la solidaridad.

    El dinero recaudado, según nos cuentan personas cercanas a la organización, iba destinado a la compra de material educativo, concretamente libros de lengua francesa para los inmigrantes que no pueden permitirse tal desembolso. La A.S.B.L cuenta además con una serie de profesores que imparten los cursos de francés a los recién llegados a la capital belga y cuyas clases tienen lugar también en Matongué.
Como todo organismo que se precie, este está perfectamente estructurado. Es legal, y posee distintos departamentos que lo hacen fuerte en el cumplimiento de sus metas. Pero, por contra, aun pudiendo llevar a cabo peticiones monetarias y hacerse aun más rígido su programa, prefieren seguir trabajando en el anonimato, en el silencio y la honestidad que profesan.

    Las calles se apagaban conforme nos adentrábamos en la penumbra de un barrio cuyo nombre ya es sinónimo de oscuridad. En una vieja fachada de la Rue Dublin, unas caras conocidas nos saludaban en la distancia, y especialmente yo, por ser mis compañeros de trabajo, me alegraba de verles. Una sonrisa, un beso y un “estás invitada a pasar” me hicieron sentir como en casa, aunque por desgracia en España, aun tiene que llover mucho para vivir este tipo de eventos interculturales.
Un símbolo de níquel y latón abría el paso, libre de prejuicios, a un espacio interior, íntimo, agradable, que invitaba a la reflexión, a dejar a un lado los problemas del ser humano, para dejarse llevar por un ambiente de libertad y vida, de unión de colores y patrias, de banderas.
La música y el alcohol traspasaban las fronteras del mundo, sin peajes, sin vigías, sin medio de transporte, un punto de encuentro de culturas y cada ser, con una historia a sus espaldas, la historia de su viaje particular, de cómo hemos acabado aquí.

    Ecuador llenando mi vaso de mojito, África moviendo mi cintura celosa de Chile y Bélgica mirándome a los ojos para siempre. Ahora se lo que significa el concepto abstracto de la interculturalidad, creado por Occidente ante la oleada imparable de la inmigración; sin percatarnos de que vamos metidos en el saco, porque en la historia, nosotros los españoles también salimos de casa por hambre, por guerra y hoy día incluso por amor. Aun quedan generaciones enteras en América Latina, en Francia, en Alemania, fruto del triunfo ante la desolación y la crudeza de los acontecimientos del pasado.

    La noche se hacia corta, alguien intentó en vano despertarme, no podía, y es que aún estoy soñando con la sensación de unas horas que han enriquecido mi mente, mal educada sin querer, por ideas preconcebidas de una realidad inventada por un mundo que nos creemos y  sin embargo no está.

    Encontré un guía, no diré su nacionalidad, ya esos detalles ni siquiera aportan nada, era una persona, quizá me atrevería a catalogarla de especial, por qué no. Un túnel oscuro, un sorbo de su vaso, una abrazo cálido de dos tierras ni siquiera separadas por mar, quizá la interculturalidad debiera tener otro nombre pero no he sido yo la que tuve el privilegio de bautizarla.
Las manecillas avisaban, como dice una de las canciones de Cabrel, era necesario partir, cada uno a su hogar, en familia o en soledad, son cosas del destino. Las diferentes culturas seguían unidas sobre el asfalto, risas hacia el final de la noche, increíble la historia cultural que llevaba a mi lado. La sangre de personajes salidos de las enciclopedias, de placas con un nombre eterno y tù y yo en medio de todo, un desorden, un caos, una aventura. Qué pequeñas estaban esa noche las calles, que poco tráfico, que rápido pasaba el tiempo pese a estar en el otro extremo de la ciudad.

    Cuando llegamos a casa, ¿ por qué decimos que “hemos llegado a nuestro destino”? Que equivocados estamos porque aun estando rozando la fría madera de la puerta de entrada, puedes ni siquiera traspasarla.  Y allí permanecí inquieta, mirando de reojo las estrellas para creerme que aún seguía despierta entre los brazos de un atlas de colegio donde ya ni siquiera encontraba mi país, mi ciudad y mucho menos mi casa. Ahora no se donde estoy, me voy encontrando cada día un poco más, me gusta verme perdida en el laberinto del mundo y saber que no estoy sola, que no hacen falta tener lazos sentimentales para toda la vida,  sino que todos formamos parte de lo que ahora llaman la Humanidad.

    Los limites lo establecen los mapas, creados por el hombre para repartir una naturaleza que nunca les ha pertenecido, pero la cultura es inmensa y pese a existir esas fronteras tan fuertemente marcadas, cada vez más, la simbiosis de la que hablaba al comienzo del artículo se funde en interculturalidad... en el metro, en el parque, en Subterra, en el trabajo, y como no, cuando te miro a los ojos...

 

Bélgica, Mayo de  2008   

 

  Carpe Diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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BONITA FILOSOFÍA

 

El perder no es perder, es aprender para la próxima vez”.  Yo no creía en los refranes populares, sobre todo en aquellos como este que emplean familiares y amigos para sacarte de algún periodo de letargo emocional.

    Hoy puedo corroborar que este tipo de refranes gozan de sentido en la totalidad de su contenido y además se puede aplicar a más de una situación en tu vida cotidiana.
Dos relaciones sentimentales frustradas, dos veces en las que caí a un vacío del que jamás pensé que saldría, caía, caía, caía, tan lentamente, que cuando me quería dar cuenta no atisbaba la superficie… Nunca volvería a sentir absolutamente nada más allá de rencor y desolación, impotencia por los años perdidos; me notaba fría, desorientada, distante, perdida en un mundo invisible en el que no me gustaba nada habitar, me ahogaba, me apretaba el pecho, me costaba respirar, a veces mis palpitaciones eran demasiado rápidas, otras muy lentas y no era capaz de controlarme. Dos situaciones en mi vida de las que hoy quiero pasar página para siempre, dejar de pensar que no me han servido para nada y por muy contradictorio que parezca, sacar de ellas, lo positivo.

     Ahora se lo que quiero para mí, para mi vida, y lo que es más importante y más difícil de saber, lo que no quiero. Hoy se que soy capaz de volver a sentir, que lo que decían en aquellos prospectos de paroxetina, antidepresivos y ansiolíticos nada tenía que ver con la realidad. Veo la vida de otra manera, porque así quiero verlo yo desde mi nueva situación. Aprendí a escalar montañas y participé en retos demasiado fuertes  mientras mis más fieles seguidores gritaban mi nombre y me animaban a continuar. A veces caía, caía, caía, y a veces notaba que mis dedos y las puntas de mis pies se adaptaban a las durezas de las rocas que te va poniendo delante la vida. Sin ellos, nada hubiera sido lo mismo, nada.

    Tengo tanto que agradecerles que pensar que no hay en este mundo nada para compensarles me llena de rabia, aunque  me dicen conformarse con verme sonreír haciéndome dietas y mirándome al espejo, un reflejo que ya no me demacra sino que me devuelve la vida con un guiño.

    Estoy en forma, “Mens sana in corpore sano”. He aprendido tanto…y lo que me quedará…pero ya no le tengo miedo al destino.

    Anoche, hubo un eterno silencio entre tú y yo. Eterno para mí, porque nunca me había pasado que después de estar discutiendo con una persona sobre un tema, mi cerebro llamase mi atención para que me diera cuenta de que nada merece la pena, excepto ser feliz. ¿Dónde estaba esa persona que levantaba el tono de voz, que daba importancia a detalles absurdos, que no paraba la reprimenda hasta que sus energías se agotaban, hasta dejarla extasiada? ¿Dónde Amanda, si eres la misma persona? He aprendido tanto…Y no pude dejar de estar contenta en aquel lugar, fíjate, abrazada a un casi desconocido con el que entendí que aquel discurso no tenía cabida, que la vida se nos va, que él se irá, que todo es fugaz ante nuestros ojos, que hay que agarrar las cosas con fuerza y disfrutarlas el tiempo que nos duren, nada suele durar demasiado y menos aun eternamente, ni siquiera nosotros mismos…

Gracias a todos los que me habéis hecho de entrenadores personales  en este último año y medio, sin duda he batido mi record del mundo, de mi mundo. Hoy Usain Bolt y yo hemos hecho historia. Él para el atletismo mundial, yo para mi propia vida. Él para Jamaica y yo para mi Paraíso interior. Y gracias a ti, por hacerme ver que hay gente que sigue valiendo la pena, y que cualquiera no merece ni medio segundo de mi preciado tiempo. Os voy a disfrutar a todos hasta donde pueda, en libertad, esa libertad de espíritu que tanto había soñado y que ahora saboreo…bonita filosofía. Carpe Diem

 

A mi gente y a  R. M por haberme devuelto la plenitud de mí ser como mujer y lo que es más importante, como persona.

 

Carmona,16 de agosto de 2009

Carpe diem - Amanda  Eslava  Martínez

gades81@hotmail.

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Mareas de tu silencio
                                  “J`aime la liberté”

 

    Abrí los ojos, allí estabas, entre mis sábanas arropado. No había sido un sueño cuando la noche anterior te dibujé un corazón en la espalda con la yema ardiente de mi índice. Frío, insensible a mis caricias en tu despertar, olía a despedida sobre todo por  la rapidez con la que desapareciste dejando huellas de ti por todas partes. Me dormí de nuevo presionando la cara sobre tu lado de la almohada para sentirte pero algo me dijo que nunca más volverías. Y acerté.

    Algunas han sido las historias que guardo en mi diario personal, relatos que si no anoto, seguro que olvido para siempre. Esta última parada que hice para recargar oxígeno fue diferente por eso me ha traído consecuencias aunque he aprendido que éstas son resultado de haber disfrutado.

    Una llamada de aliento hizo que me alejase unos kilómetros de aquello que me estaba aturdiendo, dicen que viajar a veces es huir de las cosas, puede que sea cierto pero te llevé conmigo durante todo el recorrido. Quería escuchar tu voz, que me dijeras por ti mismo que no volverías a tenerme, pero tu silencio a través del móvil mientras subía la marea me desesperaba…Y así me quedé, llorando, sin ninguna explicación que mereciera que aceptase las cosas, lamentándome, mirando el atardecer desde la nostalgia de tu piel. De repente sonreía porque al menos te había conocido, porque quizá me había quitado un peso de encima y así no volvería a enamorarme porque no entraba en mis planes más inmediatos.

    Encontré consuelo en sus palabras, mi compañero de viaje, que me habló desde la ciencia y la amistad, desde la teoría y la práctica, desde la sabiduría y la medicina. Qué fácil la conclusión de todo y qué difícil la aceptación de las cosas cuando no queremos perderlas. No todo es recíproco  Amanda, así es la vida. Respeta las decisiones de los demás  y sigue  tu camino.

    Agarré con fuerza las asas de aquella mochila y buscamos la siguiente parada. No hacia mucho viento, tuvimos suerte, el cielo estaba totalmente despejado y me emocioné cuando vi África y extendí la mano simulando tocarla. La palpé con mis seis sentidos de mujer y no podía parar de mirarla evadiendo por momentos una riqueza cultural que acariciaba mis pies.  Risas entre una civilización desaparecida en el tiempo, una duna interminable y el mar…

    El agua transparente de aquella cala, indescriptible, imposible de manifestar con palabras. Mi cuerpo entero se veía sumergido en aquellas aguas que algún día también te abrazaron a ti que me recomendaste aquel rincón infinito en el que dejé mis pensamientos repartidos a lo largo de su corta orilla, de su arena diferente a cuanto había visto hasta el momento y pensaba, mientras caminaba enterrando mis pies a cada paso qué podría pasársele a la gente por la cabeza cuando viaja al caribe sin haber visto lo que tenemos tan cerca en nuestra propia tierra.

    Ensueño, colores, frutas frescas, aguas templadas, cuerpos desnudos, libertad, vicios, naturaleza en estado puro, mezcla de aromas, países y culturas…y yo, en medio de todo aquel cúmulo de sensaciones, mi escape…qué placer…

    Nunca di tanta importancia a algo que ocurre a diario, una puesta de sol. El padre de los astros delante de nosotros; nos despedimos durante unos minutos para quedarnos a solas con él. Lloraba de emoción, se me organizaban los pensamientos, mi mente daba forma a las ideas construidas a medias dentro de mí. Era lo que me hacia falta como colofón de un verano de desequilibrio emocional, que aunque suene fuerte, son etapas vitales a los que todos nos enfrentamos.

    Y en aquel fuerte oleaje arrojé mi sobrecarga y me quedé totalmente vacía y renovada espiritualmente y espero que para mucho tiempo.

    Me aconsejaste que me dejase llevar, me diste lecciones de vida sin tan siquiera conocerme ni preguntarme qué tal estaba, y te marchaste sin más explicación que tu silencio…

    Hoy, sigo mi camino, fuerte, con decisiones tomadas desde la madurez que me aportaron las experiencias y el conocimiento de la edad aunque me falte mucho por aprender. Esta tarde no dedico a nadie mi texto que no sea yo misma, que me lo merezco como mujer y como persona porque la vida me ha enseñado a amar a pesar de todo, a no huir de los sentimientos y a seguir mostrándome tal como soy, como dije al principio, a pesar de las consecuencias que pueda traerme. 

 

En una playa  junto al Estrecho, mirando a África… Agosto 2009

 

Carpe diem-Amanda Eslava Rodríguez

Gades81@hotmail.com

 

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PERFIL DE ÁNGEL

« Dedicado a  C.M. una mujer joven, que no fue una cifra más en la sesión se sucesos...»

 

   No me explico cómo puede ser tan difícil para mucha gente ayudar a los demás, echar un cable, echar una mano, hacerles sonreír…no cuesta nada y la satisfacción personal que te crece en el alma no la paga ni la mayor de las riquezas de este mundo.
Aquel día amaneció nublado cuando nos encontramos en la empinada calle hacia el Paseo del Estatuto. No sabía quién estaba más demacrada de las dos hasta que arrancaste a llorar y comprobé que me había perdido algún capítulo de tu vida. Impotencia, rabia, coraje, mientras escuchaba tu relato, estaba  perpleja, asombrada, llena de  desconcierto, de desolación. La piel se me erizaba, lloraba, me estremecía…qué miedo lo que puede llegar a sufrir una mujer sola ante un hombre que ha perdido el norte, eso solo lo sabes tú que por tu fuerza no has sido una cifra más en un telediario, una corona más, una inscripción sobre la pared donde ir a lamentar que ya no estás.
La vida te ha dejado el camino libre, ese concepto que decimos que no merece la pena, si, esa que nos da una de cal y otra de arena. Porque aquella noche te quedaste con nosotros, tu sonrisa eterna, tu amistad y él partió para siempre,  casualmente, por mor del destino, porque así estaba escrito, otro nombre en la voz de aquel santo hombre, otro color para las flores, otra persona a la que orar, pero no te llevó  a ti por delante… aun tus dos niñas te necesitaban, no era tu momento.
No sonaba tu teléfono, ni el timbre de tu puerta, tus ángeles eran los únicos capaces de levantarte un palmo del suelo, pero sobre tu cama, sin querer bajar. Cerraste los ojos a los días, a las horas, al mundo, e ibas cayendo rodando por una ladera sin que nadie te agarrase. Se fue para siempre, un alivio a tu miedo como mujer, pero te dejó las marcas psicológicas y materiales que tardan más en curarse porque las cosas no se olvidan cuando en épocas de cambios de tiempo las cicatrices se hacen notar.
Qué pena no haber estado cerca, todo lo viví desde el corazón de Europa y cuando llegué, ya sabes, qué voy a contarte, la sinrazón pudo conmigo y me arrastró  de la mano unos meses.
Que largo fue aquel sueño ¿verdad? Pero cuando desperté te encontré de nuevo…en el mismo lugar…pero con un rostro diferente. Nos abrazamos, nos fundimos en unos largos besos, tomamos cafés eternos entre risas y organizamos quedadas como se iba pudiendo a tenor de nuestras responsabilidades, porque el tiempo no ha pasado en balde y ya no somos niñas.
Esta noche, estoy sentada en tu sofá, los ángeles duermen y no he podido menos que emocionarme cuando me han hablado entre cuentos mientras cerraban los ojos. Ahora comprendo el verdadero significado de esta vida, nuestra vida, por la que debemos luchar y por lo que debemos hacerlo.  Te levantaste porque te necesitaban, madre coraje, ¡cuán insignificante se queda el mundo ante tu historia!
Te mereces volver a sonreír como lo hacías en aquellos recreos, en aquellos pasillos, en el bar de Juan, entre paneles de suspensos y sobresalientes, aquella alumna ejemplo que hoy repite su hazaña en la universidad como si el tiempo ni hubiese pasado. Esta noche, observando el perfil de tus ángeles bajo el reflejo de la luz de la “tostadora valiente” sé por qué sigues aquí...

Carmona 9 de Septiembre de 2009

Carpe diem-Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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DIFÍCIL DE EXPLICAR…

 

    Hoy os eché de menos cuando mis pies semidesnudos se mojaban entre el olor a tierra mojada y los contrastes casi otoñales de la ciudad. La lluvia serpenteaba, deseosa de empapar el asfalto desde hacia meses y me recordaba aquel tiempo fuera del país donde siempre me cogía por sorpresa, con ropa de verano, a cualquier hora del día y en cualquier parte donde me encontrase. De llantos y llamadas de nostalgia pasaron a divertirme aquellos cambios climáticos repentinos. Aun recuerdo aquel día casi ya metidos en abril viendo nevar a través del cristal, cuando una voz acarició mi alma y me dijo: no te pongas así porque no esté soleado. Intenta sacar lo hermoso de este momento, mira como caen los copos como si fueran pelusitas suaves y sal a que se derritan encima de ti.  Hoy sonreía llegando a casa. La gente corría o se refugiaba en rincones inventados pero para mí era maravilloso que todo mi cuerpo quedara humedecido después de tanto por los llantos del cielo.

     El firmamento no debería inspirarnos cambios de humor porque lo veamos gris o negro, porque no esté celeste o simplemente porque no brille el sol. Yo he aprendido a hacerle una mueca al tiempo cuando me recuerda sus cambios con alguna punzada articulatoria, cuando intenta que alguna cicatriz sienta cosquillas o que mis sentidos se aletarguen porque viene una bocanada de aire frío. Ya no mis queridas estaciones… he aprendido a danzar con vosotras, a degustar los mejores frutos primaverales, a disfrutar de la frescura del mar cuando las temperaturas no quieren darme un respiro, a abrigarme de amor y ternura cuando el frío cala mis huesos y a darme baños de hojas y soñar despierta en los albores del otoño. Porque vosotras cuatro adornáis mi vida, no solo tengo veintiocho primaveras sino veintiocho años rodeada de naturaleza en estado cambiante que no sabemos apreciar y de la que se nos olvida absorber lo mejor que nos ofrece.

La oscuridad dejó tus calles vacías y aproveché entonces para quedarme a solas con ella en el parque, abrazándola, besando su año y medio de vida. No hemos pasado frío entre risas, hoy me  he sentido más tata que nunca porque ya sabes decir las cuatro letras, como cuatro son las estaciones que te enseñarán en el colegio. Cuando aprendas como se forma la lluvia, tu tata te recordará que no hay que salir corriendo cuando el cielo llore. Sino que hay que bailar con ella, disfrutar y seguir viviendo el instante sin que nada te lo impida. Esta tarde te abrigué con mis brazos, con mis besos y volví a casa mojándome sin prisa, sintiendo la llamada del otoño, viajando en el tiempo, recordando momentos felices…Si, difícil de explicar, un Nick, una película y a cerrar los ojos hasta mañana. Si amanece lloviendo recuerda que no debes dejar de sonreír, de hacer planes, intenta bailar bajo las gotas de lluvia porque a veces se convierten en fuente de inspiración…

 

Carmona, a 15 de septiembre de 2009

                                                                  Carpe diem-Amanda Eslava Martínez

Gades81@hotmail.com

 

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GRITOS SORDOS…

 “A las víctimas del mundo”

 

    ¿La gente ve, escucha, comenta o simplemente se interesa por las noticias de nuestro mundo?  Les oigo gritar, ¿no lo sienten?, siguen estudiando, con los codos apoyados en las mesas de antaño, si, esas donde chocas con las rodillas porque has crecido y nadie se ha responsabilizado de ordenar el cambio. Quizá crean que las personas solo estudian hasta una cierta edad. El conocimiento no ocupa lugar, la información tampoco, pero hay personas que prefieren mantenerse al margen de la vida diaria en el planeta tierra.

    Hoy incontables personas han perdido la vida por desastres naturales en Indonesia, dos terremotos y un tsunami. Tres fuerzas de la Madre naturaleza que no se pueden frenar y a veces a estas alturas, ni siquiera detectar por los motivos que sean. No quiero entrar a valorarlos porque mi indignación crecería dentro de mí más que la impotencia que me sobrepasa esta noche.

    Buscando un por qué a la sinrazón una chica me contesta “ mira Amanda, una vez en clase en el centro católico donde estudié me dijo una monja que si esas personas no querían morir por desastres naturales, no deberían vivir ahí, es culpa de ellos”. No pude contener la rabia, la indignación crecía ante semejante afirmación, y se me pasaban por la mente, una tras otra las imágenes de los cuerpos, de los supervivientes bajo los escombros, de los sueños rotos, de aquel colegio donde casi cien niños quedaron sepultados y se dejaron de escuchar sus risas, de los negocios pobres que daban el mero sustento de sobrevivir, las medicinas, sus pobrezas, sus miserias, su gente, cuanto han perdido mientras los demás seguimos viviendo ajenos a tanto dolor,   ¡ qué nos importa!  ¿Qué podemos hacer de todos modos? Nos hemos acostumbrado a ver la muerte que no es nuestra, a no sufrir por otros porque no nos ha tocado, porque nuestras aguas no se han enfurecido, porque nuestra tierra apenas ha temblado, qué lejos escuchamos sus llantos pero que cerca les tenemos; y solo si nos detenemos a informarnos, nos preocupará si había algún español. Están a salvo, no os preocupéis, ya lo he leído. No hay que lamentar víctimas. Los que nos interesan están de vuelta a casa. No tengo palabras para la pasividad aunque no podamos más que compadecernos.

    Hermana, le diría que Dios creó la Naturaleza que ha quitado la vida a esas personas, pero también al hombre, que ha matado en el Este del país a dos mujeres que se suman a los casos llamados ahora violencia de género. Dígame usted ¿dónde deberían ellas haber vivido?

 

Carmona a 6 de octubre de 2009

 

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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RECUERDO...

 

         Huele a cerrado, pestillos de acero, madera mugrienta y húmeda, un reloj que se para a las once y treinta y seis minutos.  Un móvil que no suena, todos sin conexión, y rebobino días, meses, años atrás…Me felicito, ¡solo me ha quedado lo bueno! Y repito aquella dinámica de grupo con la que clausuramos el curso de monitores socioculturales…Recuerda en dos minutos aquello que se te venga a la mente sobre tu pasado, tus memorias…

         Recuerdo la mochila roja donde guardaba la merienda, recuerdo el avión parado en aquel gigantesco lugar, recuerdo el castigo que no merecía, recuerdo mi primera película con el colegio, recuerdo tus manos frías, recuerdo el miedo a ser mujer, recuerdo tu pantalón blanco ajustado, recuerdo los bollos blancos de Jesús, recuerdo los sobresalientes en gimnasia, recuerdo el sentido del ridículo, recuerdo tu pelo anillado, recuerdo tu sonrisa eterna, recuerdo tus gafas doradas, recuerdo los botellones en las naves, recuerdo el sonido de aquella música, recuerdo mis primeros besos, recuerdo las escaleras que dejamos llenas de historias y lágrimas, recuerdo la inmadurez de nuestros actos, recuerdo los labios oscuros, recuerdo el retrovisor como cómplice, recuerdo mis botas altas, recuerdo los prejuicios que me hicieron lamentarme sin consuelo, recuerdo la lluvia tras el cristal mientras estudiaba dibujando corazones, recuerdo mi primer teléfono privado, recuerdo tu piel oscura, recuerdo el coche rojo, recuerdo el 24 de enero, recuerdo el 13 de mayo, recuerdo el 17 de agosto, recuerdo el 22 de abril, recuerdo Bruselas, recuerdo el viento frío sobre aquella bicicleta donde le di las gracias a Dios, recuerdo una calada en medio de Europa, recuerdo tu seriedad infinita, recuerdo las albóndigas amarillas, recuerdo las misas interminables, recuerdo la bufanda gris y marrón, recuerdo las flores en el coche, recuerdo los disfraces simulados, recuerdo los gritos de felicidad que tronaban en el patio, recuerdo la calle Tahona, recuerdo vuestros consejos, recuerdo mi terraza, recuerdo el alcohol con chocolate salado, recuerdo las comidas de chicas, recuerdo los villancicos juveniles con bailes incluidos, recuerdo la primera foto de tu carita, recuerdo tus golpes de cachorro, recuerdo los brazos de Melchor, recuerdo las lentejas a medio día y el arroz con bacalao los domingos de resaca, recuerdo tu brecha en la ceja, recuerdo las pipas de melón secas, recuerdo los juegos prohibidos, recuerdo las jiras al muro, recuerdo el supermercado de mamá, recuerdo la matrícula, recuerdo tus pecas, recuerdo las risas bajo la luz de las velas, recuerdo las banderas abrazadas, recuerdo aquel sueldo, recuerdo las entrevistas de trabajo, recuerdo el inglés frustrado, recuerdo la multa solidaria, recuerdo las huelgas de hambre, recuerdo las manifestaciones sin resultados, recuerdo aquella mujer negra en mis brazos, recuerdo las maratones deportivas, recuerdo las pintadas en las mesas, recuerdo la barra de aquel bar, recuerdo el vodka con naranja, recuerdo tu melena al viento, recuerdo las motos por la avenida, recuerdo mi última decisión, recuerdo tus manos…

      Todos nuestros recuerdos, son parte de nuestras vidas, son nuestras memorias, somos nosotros mismos, es la parte positiva de nuestras vivencias, lo mejor de nuestro paseo vital… Hoy se sacar lo mejor de mis experiencias…en dos minutos, pon a cero el cronómetro, y se capaz de volver atrás, de sentir de nuevo viendo en las imágenes que reproduce tu mente a tantas personas a las que amaste o tuviste cerca. Ellos te ayudaron a construir tu camino de alguna forma.

       A Enrique Peña, que se que aunque le cueste, va a rellenar muchos folios en blanco con esa experiencia que la vida le ha dado la oportunidad de descubrir. Un beso hasta el Sur de la Bella Italia.

 

Carmona a 6 de octubre de 2009

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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CONTRASTES

“A todas las personas negras que conozco y con las que he aprendido valores que me han hecho sentirme mejor persona.”

 

            Entró con su pareja. Yo estaba sentada donde lavan el pelo. Me habían puesto un producto y  había que esperar unos minutos antes de  enjuagar. Nadie le dirigió la palabra mientras a la chica le depilaban.

            Las sillas estaban ocupadas. Una con una mujer de mediana edad, otra por un  hombre que aguardaba también  su turno, pero sobraba una que estaba llena de botes de productos para el cabello. Nadie los retiraba, y él permanecía de pie mirando al suelo, al techo, a todas partes sin atreverse a mover un dedo.

            Comencé a ponerme nerviosa y le dije a una de las chicas que se acercase. Le pedí que por favor dejase libre aquel sitio de la entrada para que el chico pudiese tomar asiento, a lo que me contestó que en cuanto pudiera. Pasaban los minutos…me retiraron el líquido y tras un masaje y la colocación del colorante me dejaron libre veinte minutos. Ahora pude por fin actuar.

            Me levanté rápidamente y me acerqué a él, le invité a ocupar el hueco que yo había acabado de dejar aunque no fuese exactamente un sitio de espera, y él agradecido, hizo caso a mi detalle. Todos se quedaron mirándonos. A mí porque llevaba la cabeza que parecía que me iba a un desfile de carnaval y estaba de pie dando vueltas por el establecimiento. A él porque nadie le había dejado libre el asiento que le correspondía a un cliente que está esperando y porque, lo tengo clarísimo, era negro.

            Ninguno de los presentes le dedicó algún gesto agradable para que participase en el debate abierto de la peluquería. ¿Es invisible o qué? me preguntaba a mí misma. Así que no tuve más remedio que hacer que se sintiera cómodo y rompí el hielo. Era de Costa de Marfil, y residía con su pareja en una casa de campo a las afueras de Carmona. Venían a pasar la tarde a la ciudad y de paso ella se daría un retoque de belleza.

            Se levantó y se marchó cuando su novia terminó de pagar al dueño. Su paso por aquel lugar fue fugaz, nadie se percató de su presencia, y si lo hicieron, pasó inadvertido en todos los sentidos.

            Pienso en qué hubiera pasado si la señora de clase alta que acostumbra a dejarse una cantidad importante allí al mes hubiera tenido que esperar. Seguramente los asientos habrían salido por todas partes. O la esposa del notario, la señora del arquitecto, etc. Las conozco a todas, y se que les hubiesen puesto hasta un café mientras leían la revista semanal.

            La música suena de fondo aquí en mi escritorio, la banda sonora de la película Princesa de África. Ellos se lo pierden. Los ignorantes, los incultos, los pobres de espíritu y de corazón. Los materialistas, los soberbios, los arrogantes, ellos sí son diferentes.

            Leía un artículo en el Diario El País titulado Ser negro en España. Más de setecientos mil descendientes de africanos viven en nuestro país. Ocurren casos espectaculares a diario, prejuicios sociales a los que el ciudadano de color se enfrenta por el orgullo de seguir siendo quienes son y combatiendo como dice el artículo, el recelo blanco.

            Aquel chico de la peluquería no era Obama, ni el director de la UNESCO catalán, pero no por ello tiene que ser tratado diferente en una sociedad que se supone que ha avanzado. Donde ya los hijos de los negros no tienen que aguantar la canción del Cola Cao en el colegio o el anuncio de los conguitos.

            La sociedad española necesita más contacto real con otras culturas, más cooperación con ella, porque todos somos iguales y perseguimos objetivos comunes sea cual sea nuestro origen. El color no debe ser un elemento diferenciador, solo el que se siente distinto, se cree superior, y eso, créanme degenera la esencia del ser humano.

            Sigue existiendo el racismo, aunque digamos con rotundidad que no lo somos. Un racismo que ocultamos y que se vislumbra en frases como “no soy racista, pero a mí que no me toque”. Caníbales, negros, delincuentes, inmigrantes, les han llamado de todo, cientos de historias que nos trasmiten y que han vivido lamentablemente en mi país.

            Hoy doy las gracias por la educación que he recibido, por haber podido viajar y estudiar con personas de otras culturas, trabajar y compartir vecindario.  Ahora con cuatro y dos añitos, Ada y Alicia gritan mi nombre a través de sus ventanas. Su papá les ha dado el color de su tierra y su mamá les ha traído a la vida. Tengo la esperanza de que vivirán en una sociedad sin prejuicios cuando crezcan, mientras, juegan ajenas a las preguntas que todavía siguen haciéndole a su madre…

 

Carmona a 16 de octubre de 2009

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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ACUÉRDATE LUNA…

“A los amores imposibles, a los sentimientos que no son recíprocos, a los besos que no volverán, al deseo que no se entrega, porque la vida te enseña a amar pero no ha soportar  el no ser amado…”

 

            Ya nadie se acuerda, solo tú, Luna, testigo indiscutible de aquellas noches. Te pregunto para aliarnos en el recuerdo de sus manos. Tú las iluminabas y yo las acariciaba, tú adornabas el ambiente y yo le disfrutaba. Tú aguardabas silencio y yo te miraba fijamente apretando los labios. Esta noche se me olvidó que le olvidé.
    Al menos te tengo a ti para saber que fue verdad, que le sentí tanto que le creí mío para siempre, un amor eterno como tu claridad en las noches estrelladas. Y ahora dime tú que sigues fija, que todo lo callas, que todo lo ves ¿qué se hace con tanto amor acumulado?
Acuérdate Luna, de la cara que se le quedaba cuando le miraba, cuando le tocaba sin descanso hasta que amanecía y os marchabais al mismo tiempo. Acuérdate tú, que envidiosa de mis momentos de pasión me castigaste con separarme de él como si del Sol se tratase, un conjuro contra el amor, alejarnos para siempre.
    Ahora me duermo en el regazo de las noches oscuras, no te veo porque no le tengo, no te busco porque no le encuentro. Está en mis sueños dormida y despierta, está en todas partes sin buscarlo, me besa cuando cierro los ojos, le siento. Yo soy tú, Luna, y él es el Sol, y me enamoré en un eclipse que jamás volverá a producirse en los albores de mi vida, al menos con él. Fue la unión de dos astros condenados a no amarse, una fusión de pasión que no se repite en el tiempo por mucho que quiera provocarse. Una explosión de sinsentidos que creó un nuevo mundo dentro de mi alma.
    No te volveré a tocar, el aire sigue oliendo a ti, te respiro, vivimos bajo el mismo cielo estés donde estés, fíjate con lo que me consuelo, te sigo sintiendo porque te sigo pensando, te sigo queriendo porque te he amado, qué locura… he intentado arrojar tu recuerdo por laderas de penas y abismos infinitos, pero vuelves a mí. Tus manos, tu perfil, tu cuerpo perfecto, arte humanizado, canon, ideal de belleza.
    Acuérdate Luna, porque él no lo hace, acuérdate tú e ilumínale cuando esté en brazos de otra. Yo me quedo soñando con un eclipse de amor, un instante con mi Sol, una bonita despedida, que bien la merecen mis sentidos…

 

Carmona a 16 de octubre de 2009

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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LUZ INTERIOR

«A todas aquellas personas soñadoras que son capaces de transportar su mente a lugares a veces insospechados y que sienten en su alma haber estado realmente…Yo, aun huelo al Magreb y bailo un tango bajo las estrellas abrazada a mi almohada…»

 

 

      Este puente he viajado, si, como cualquiera de esas personas que aprovechando los días festivos en el país han salido de la rutina para descubrir un nuevo lugar.
    El viernes me dediqué a preparar el equipaje que iba a llevar conmigo. Más de lo mismo, a lo que añadí los pañuelos que a diario cubren mi garganta en este aun cálido invierno. Y cerré los ojos para adentrarme en el descanso. El trayecto se esperaba largo.
    Aterricé en tierras argentinas donde la dulzura de una voz me invitó a acariciar un modelo exclusivo de cuero. Aquel olor en mis adentros me hicieron bailar al ritmo de un tango que sonaba a lo lejos y me dejé llevar meciéndome abrazada al día tan bonito que había despertado.
    La gastronomía era de lo más exquisita, ese pescado del Mar del Plata se deshacía en mi paladar, fresco, con aroma aun salado, brillante. Caminé sin mirar atrás como suelo hacer desde hace un tiempo, lo pasado, pasado está y ¿para qué volver a repasarlo? Si quedan momentos nuevos más adelante por descubrir.
    El sonido del agua cayendo a media tarde, los pájaros cruzando el cielo delante de la torre milenaria, aquel hombre envejecido por los años con la mirada perdida…un viaje inolvidable, irrepetible, que me llenó el alma de sentimientos perdidos, ocultos por la cotidianeidad de este mundo material y corrupto, de este sistema donde no encuentro mi sitio, de este imperialismo moderno que me ahoga como a los niños que mueren gritando de hambre.
    Chefchaouen me dio la bienvenida a casa, a una cultura que sentí mía porque quizá la lleve en la sangre, quien sabe si Al- Ándalus engendró alguna de las semillas que el árbol genealógico de mis ancestros  hizo germinar afianzándose con fuerza a este universo. El azul encalado, trasparente a veces con los reflejos de la luz del sol, simulado en el horizonte como si el cielo acogiera en su regazo a los habitantes de aquel fantástico lugar. Los colores vivos del mercado, la lucha entre lo rico y lo pobre, el lujo y la manufactura, el regateo como ley indiscutible del libre mercado. Las mil y unas noches, ahora se que existen, porque bailé contoneando mi cuerpo ardiente como las arenas, hasta tocar aquellos ojos morenos que permanecían fijos en mis caderas.
    Exhausta de amor, aun temblándome las piernas, con las yemas de tus dedos aun acariciándome  con la mente, caí al abismo que separaba la ventana de mi hotel de tu casa.  Volé sin alas, más que con las ansias de libertad que se apoderaban de mí, querer es poder.
Y pude viajar este puente, más que con la imaginación, pero salí, porque llegó un momento en que me desesperaba entre las obligaciones más inmediatas de mi vida. Toqué el cielo en aquellos lugares, gocé de placer en los rincones más sensuales de mis destinos, vibré de locura no queriendo volver a la cordura en el resto de mis días.
    Estoy cuerda, sí, soñé despierta como todos en algún momento a los largo de la semana de trabajo, de nervios, de rutina, de bajones emocionales, de melancolía…pero a veces en esos instantes, para no llegar a perder el control sobre uno mismo, debes cerrar los ojos, volar, y viajar, a veces no es necesario estar allí para sentir que has estado

 

Carmona, a 12 de diciembre de 2009

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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CARICIAS DEL AGUA

       «A Gloria Garcelán, para que algún día podamos celebrar juntas que nuestros proyectos de vida se han consumado.» 

 

     Buenos días -dijo aquella voz novata como haría más tarde cada mañana-. Y una sonrisa se volvió luz.

     Allí permanecía, de espaldas a la puerta de entrada, como si el mundo no fuera con ella, como si lo que le rodeaba nada tuviese que ver con lo que hasta entonces había sido su vida, y cierto era, absolutamente todo a lo que ahora dedicaba su tiempo, distaba demasiado de su rutina anterior, y eso no le gustaba.
La acogía un espacio rectangular,  con cuatro puestos de trabajo, pero su mesa no encajaba en ninguno de ellos, al menos, en horas laborales, porque me constaba que tenía amistades en ese lugar, pero quedaban cubiertas por el velo de lo estrictamente profesional.

     Cuántas cosas encerraba dentro… mientras yo, seguía vagando entre historias y personajes que pensé que ya no tenían cabida en el mundo real de quien a alcanzado la treintena. Hasta que la encontré, Gloria, así se llamaba.

     Con ella como compañera comprendí muchas cosas, y me hice más tolerante aun si cabe en otras. Comprendí que el respeto era más que una simple palabra y que la naturalidad residía oculta dentro de mí, así que cuando la conocí, esa parte de mi persona volvió a emerger con más fuerza.
Aun no logro entender por qué existía ese vacío a su alrededor, una especie de aureola transparente que se palpaba en el ambiente, pero que ella no había construido entorno a sí. Me permití el lujo de atravesarla, y aquí estoy dentro todavía, hasta no se cuando, pero se está bien, es agradable, es un rincón distinto a cuanto queda fuera (frío, humedad, caras desencajadas por la tristeza, un edificio antiguo, un mapa, mármol, papeles, informes, acometidas, elegancia conservadora, conferencias lúgubres, risas que no dicen nada, bromas sin argumento, miradas perdidas, infelicidad, pobreza de espíritu….).

     Esta noche estoy escuchando la número nueve, mientras escribo. Yo también echo de menos el ruido de tu verdadera personalidad, esa que descubrí el día 11 de diciembre compartiendo risas y confidencias, esa que se deja entrever por los cristales del patio mientras se consume tu cigarro, esa que se muestra cuando sales al pasillo a hablar con ella por las mañanas o cuando te envía una foto con carita de estar pensando en ti. Dos manantiales de agua que se acarician y yo he tenido la suerte de ser salpicada y poder estar empapándome de su amistad.
Un correo, un sms amaneciendo, la hora del chicle, de los videntes, de leerme dos minutos, una mirada sin hacer falta palabras o ¿quizá ya sabes leer los labios?, la crema de manos, o el secreto a voces mientras suena el extractor y no me he enterado de nada…son pequeños detalles a los que a veces hay que agarrarse con fuerza.

     Me voy a la cama, quizá mañana llueva y no cojamos el ascensor, qué cortas son las escaleras cuando hay cosas que contar. El chico de mantenimiento, otra sonrisa y una buena tostada con doble de mantequilla por favor…

    Suena el despertador, palpitaciones, lucha interna con una misma, el frío calando los huesos, el motor en marcha, ahí vamos, un día más para avanzar en un proyecto de vida que recalqué en aquel cuaderno. No estamos solas, esto solo es el principio, que como todos los comienzos se prevén duros, que te van a contar a ti.

     Las penumbras están para los que son incapaces de soñar con mundos mejores, con momentos dulces, con miradas eternas y llenas de vida, para aquellos a los que inunda la insensibilidad y la ceguera de lo superficial.

     Tú eres diferente, somos rosas rojas entre híbridos florales, somos sensibilidad entre tecnicismos, somos vida entre números, iconos y fórmulas matemáticas. Somos algo más, porque el curriculum de la vida es más enriquecedor que los títulos que se acumulan bajo  polvo de viejas estanterías…

 

    Carmona, a 15 de diciembre de 2009

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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 BENDITO DOMINGO
                                                                                                          “A todos los que sintieron congelados sus pies, ardiendo sus                                                                                                            manos, brillando su corazón, a todos los que soñamos que                                                puede volver a pasar…”

 

    El sonido del móvil y un terrible dolor de garganta me despiertan el 10 de enero a las once de la mañana. Mi amiga Eva, para decirme que está nevando. ¿Pero qué dices?, y me volví hacia el otro lado. Solo era agua congelada casi en forma de granizo que se deshacía antes de tocar el suelo. Pasó una hora cuando a través de la ventana, aquellas gotas crecían en forma y se intensificaba su color pasando del transparente del hielo al blanco. Más despacio, más intenso, comencé a recordar la Bélgica que me arropó hace casi dos años, aquel balcón que me trajo los primeros copos, las primeras fotografías bailando bajo pelusillas armoniosas que danzaban con el viento por debajo de los cero grados centígrados….Aquellas imágenes se transportaron en el tiempo…casi sesenta años esperando y aquí estaba, la nieve en Carmona, en mi ciudad…comenzó a nevar, una gran nevada que duraría cerca de dos horas.

    La emoción comenzó a hacerse hueco en la ciudad, se escuchaban voces en la lejanía de las calles frías, las manos comenzaban a doler, los complementos salían a toda prisa de los percheros polvorientos o de cajones llenos de objetos inservibles. Todos a la calle, el día se hizo fiesta, si la noche antes el pueblo estaba desierto por el temporal, la nieve fue capaz de congregar a habitantes y foráneos para presenciar tan  impresionante escenario. Caos circulatorio fusionado con la luz de los ojos de la gente observando el espectáculo que nos brindaba la naturaleza. Los paisajes eran los mismos, pero parecía que estuvieses en cualquier lugar, podías soñar mientras reías que viajabas en el tiempo. De pronto estuve en Estocolmo, en Dinamarca, volví a Bélgica o me asomé por Huesca. Pude ver  a los romanos en el Alcázar de Arriba que portaban sus lanzas congeladas, sus caballos con las crines salpicadas de blanco…hasta que me despertó un golpe en el campo de batalla que mi madre y yo imaginamos mientras nos lanzábamos bolitas de nieve. ¡Con quién mejor para compartir esos momentos que tu familia y dos buenos amigos….!

    Nevaba, nevaba, la línea telefónica se saturaba, así que decidí abandonar el móvil para disfrutar plenamente de lo que sería un día para la posteridad. Se me olvidó que era la hora de comer, el momento del café, o  las rutinarias horas de estudio. El tiempo dejó de estar controlado y no existía programa alguno que nos dijera qué es lo que teníamos que hacer o dónde teníamos que ir, bendito día de  domingo.
Anduvimos las calles de mi pueblo, las iglesias parecían más hermosas de lo que son, la plaza sonreía mientras nos agachábamos a la altura de un muñeco con nariz de zanahoria. La arquitectura se desdibujaba entre la neblina, sobre los restos arqueológicos centelleaban los flashes de unas cámaras sin apenas ya batería, los niños gritaban corriendo, unos niños que probablemente sean ancianos cuando vuelva a nevar en nuestra ciudad…si, casi sesenta años después…

    De repente, el tiempo se detuvo. Nadie sabía qué hora era, qué pasaba, pero había comenzado a llover…la nieve deshizo el hielo, el hielo se convirtió en  escarcha, agua, nada……..   

    ¿Dónde estaba la nieve? Que poco duró, o al menos eso me pareció  a mí. Ahora todos mirábamos al cielo, esperando lo que no volvería, fue un regalo del clima, me quedo sin palabras para seguir escribiendo, me emociono. Ojala fuese verdad que nos ven aquellos que nos dejaron, quizá se convirtieron en copos de nieve para decorar nuestra Felicidad, ahora se que Ésta no es un constante en el tiempo sino un conjunto de momentos sumados al final de toda tu vida, y el diez de enero para mí, será uno de ellos.

    He pasado la noche soñando despierta que al amanecer la calle estaría tan cubierta por la nieve que no podíamos abrir las puertas para salir al trabajo, me he levantado interrumpiendo mi sueño como los niños cuando esperan a los Reyes Magos, para asomarme por la misma ventana por la que pude ver  que comenzaba a nevar a medio día.

    No se si volveremos a verlo juntos, pero al menos estábamos aquí para poder contarlo….bendito domingo…

 

    Carmona, a 10 de enero de 2009

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

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                                                                 AUSENCIAS

                                                                                «A Moisés Puerto, que me ha hecho recordar el miedo                                                                              que se siente cuando tomas la decisión de dejarlo todo                                                                              para cumplir un sueño. Carpe Diem Moi».

 

    Desperté al alba con tus ojos aun clavados en mi alma. Qué bien lo hemos pasado esta noche Antoñita, cuántas risas, cuánto sol en el patio rodeado de la familia, te echo de menos. ¿Por qué sueño contigo si no te tengo? Será porque te recuerdo tanto que de vez en cuando apareces para que me quede tranquila sabiendo que estás bien.¡¡Ay!!! Las ausencias… vamos y venimos, pasamos por esta vida casi sin avisar y aun no somos conscientes de ello.

    Me siento en el escritorio, fechas subrayadas con fluorescente, todos esos acontecimientos históricos son pasado, ellos dejaron de sufrir, los indígenas americanos, los mestizos, los mulatos, los moriscos, para dar paso a otras civilizaciones, a otro tema, a otro día cuando apago el flexo, a otro mundo, el presente.

    Suena el timbre de casa, una visita inesperada, una copa, confidencias, secretos, dudas, pero sobre todo sonrisas cómplices y un abrazo que aún siento tan fuerte que no me deja sentir el frío que envuelve mi húmeda habitación. No puedo dejar de llorar, si me vieras, no me lo habrías contado, pero es bueno aparentar fortaleza para que confíen en una. No me creo que te marches, que seas tan valiente, que quieras volar donde yo no fui capaz de quedarme, a encontrarte contigo mismo, a descubrirte, a aspirar a más, a ser mejor persona, a sentirte vivo y que tu vida te pertenece. Cuánta suerte te deseo colega.

    Todavía huelo a tu perfume, un aroma que viaja por todas partes sin rumbo, como tu mente, como nuestras esperanzas de que aquí todo va a cambiar. Somos marionetas de la globalización, de este sistema que nos esclaviza con apenas treinta años, que nos está empujando a dejar todo cuanto amamos, que hace que en aquellos lugares no seamos turistas sino ciudadanos. Te vas y me dejas, como la mayoría de las personas importantes en mi vida, pero me hace feliz tu partida porque se lo que va a engrandecer tu mundo interior del que yo tantas veces he dudado y por lo que esta noche te pido disculpas. Hoy has superado mis expectativas, me duermo con la lección bien aprendida, me has enseñado a escuchar a los demás, a saber cuándo te están enviando una señal para que les escuches, a sentir una caricia tan solo con una mirada o a escuchar un grito de auxilio con tan solo un gesto.
Estoy orgullosa de ti. Y ahora no escuches más consejos que los que tu ser te dicta, si te caes, levántate solo sin ayuda de un bastón prestado. Enfréntate a otro mundo, el real, donde te espera tu Yo para  fundiros en un abrazo eterno. Cuántos colores van a rozar tu piel, van a compartir tus espacios vitales… no sabrás como empezar a escribirme el primer email porque las emociones no podrás pasarlas a limpio, serán ya para siempre parte de tus memorias.

    Aquí te esperamos. Y cuando llegues, nada habrá cambiado. Sales de una escena de una película donde el sonido de la claqueta ha hecho paralizar los personajes. Tú serás el que haya sufrido una gran transformación, tus piezas serán tan perfectas, que no encajarán y ya nada será lo mismo.

    Ausencias… te diré adiós agarrando con fuerza los barrotes que un día serré para escapar de aquello que me ahogaba y de los que he vuelto a rodearme, los oxidaré con mis lágrimas hasta que se pudra el hierro y los haga saltar para siempre, sentiré la libertad aunque no siga tus pasos. Te lo prometo. Hoy me despido de un AMIGO  con la lección bien aprendida: cuando necesiten estar contigo nunca digas “no puedo”, puede que sea el último momento juntos…

 

Carmona a 5 de febrero de 2010

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

 

P.D. Estarás conmigo en la sala de máquinas, en el banco de la plazuela, en la bardilla del Picacho, en el coche con el volumen estropeado, sirviendo una copa, en mi salón, brindando por nosotros, en las llaves de mi casa, en mis entrenamientos, en mis noches de sábado, en nuestras conversaciones, en definitiva, en nuestras vidas. Buen viaje.

 

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                                            SIMPLEMENTE, MARÍA
                                                                             “A María, porque me ha enseñado que el Amor a la                                                                                 familia está por encima de todo”

 

   ¿Cómo pueden veintidós meses pasar tan rápido y dar vida a un ser tan sumamente bello? 22 de Abril de 2008…una larga noche que todavía conserva mi corazón como si fuese ayer, y me sigo emocionando. Tu llanto viniendo a la vida atravesó fronteras, te sentía como si estuviese a vuestro lado, notaba el calor de tu piel recién nacida y me acercaba a tu cuna transparente a olerte por primera vez. 
    Esta tarde pregunté a mamá cómo fue aquel momento, y se me encogió el alma por unos instantes. No sé por qué me siento culpable de algo que nadie me señala, mi ausencia en esa noche tan larga es algo que jamás podré sacar de mi cabeza. Pero ¿sabes? Quizá ha sido la mejor forma de saber apreciar y valorar lo que tengo y lo importante que eres para mí.
El frío polar no pudo con la ilusión del momento, tu manita se aferró firme a mi dedo y entre saltos sobre el pavimento llegamos a la Fiesta. ¿Había más pequeños? No lo sé…Mi atención se fijaba en ti, en el rayito de luz de mi vida, ese que me ha sacado a flote sin que seas consciente, ese pequeño gran Ser que sonríe a mis problemas, que grita mi nombre cuando más lo necesito, que pellizca mis mejillas cuando le da un arrebato de esa ternura enloquecida que la caracteriza, que es ella misma sin que nadie le haya enseñado. Si, esa luciérnaga que brilló en mi oscuridad y que me guió cuando casi me perdía en un callejón sin salida para mostrarme que había cientos de motivos para seguir.
    En volandas apoyada en la espalada del abuelo, de la mano de su madre siguiendo un tren multicolor de música e ilusión, tirando los papelillos a su tío que la abuela le había comprado o saltando en telas elásticas  donde le gusta sentirse mayor y se le escapan carcajadas que inundan los sentidos de todos los que estamos esperando que pase el tiempo para seguirla disfrutando.
    María, hoy soy feliz, más por lo que tengo que por lo que soy. Te tengo a ti, me sobra todo esta noche, estoy llena de Amor, porque esta palabra tan grande está por error asociada a la pareja sentimental. Amor es lo que tú me das, Amor es mi familia,    Amor es tu risa, Amor son tus andares levantando los brazos para que te coja, Amor es tu voz engrandeciendo las cuatro letras con las que me nombras, Amor es tu pelo, Amor son tus ojos, Amor son tus lágrimas, Amor es tu dedo señalando donde está la primita Rocío, Amor es tu cuerpo entero el día que llegaste, Amor es el 22 de abril, Amor es lo que sienten tus padres, porque sin Amor de verdad no estarías hoy con nosotros, Amor eres tú, mi Sobrina.
    Que todo el mundo me felicite este año por San Valentín porque con solo veintidós meses me ha hecho sentir más llena de Amor que en todos los días de mi vida.

    Carmona, a 14 de febrero de 2009

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

gades81@hotmail.com

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                                                    EL DOLOR DE LA VIDA
                                                                                                                                      “A Marta y Juan Manuel, que han vivido la                                                                                                                                         experiencia  de  ser  padres  en  plena  juventud”

 

            Salió el sol después de un cambio de luna en el calendario y un dolor desde lo más interno de sus entrañas señaló que querías abrir los ojos al mundo…
El camino hacia el hospital se me ansiaba eterno, todo parecía ir más lento aquella mañana de lunes. Allí estaba, la cara de ángel de tu padre se estremecía cuando ella giraba la cara apretando los labios, mientras  los números de color verde subían para dejarla exhausta tras un suspiro de alivio. El dolor de la vida, así sabía que se titularía este escrito que la tata te dedicaría días después de que nacieras.
Las horas pasaban en aquella sala de espera donde nos turnábamos para pasar a la habitación número 6. Pasillos fríos, oscuros, interminables, donde el llanto de sus primeras bocanadas de oxígeno y los sonidos de los latidos de aquellos pequeños corazoncitos se escuchaban cada cierto tiempo, era increíble como la vida se abría paso entre cuatro paredes.
Como la escarcha sobre las flores llegaste acariciando el alma de cuantos te esperábamos. De ahí tu nombre, de agua, de Virgen, de amanecer, de gracia, de tierras latinas, de arte, de honestidad, de sensibilidad, de lealtad y sinceridad, de sentimientos, de fidelidad y dulzura…Rocío.
Papá salió sonriendo, con tu primera imagen en sus manos, mientras su hermana temblaba entre lágrimas apretándome las manos. Es difícil contener la emoción mientras escribo y casi imposible encontrar palabras para definir unos momentos a los que tu abuelo llamó una nueva experiencia en su recorrido vital.
Besos, abrazos, miradas de felicidad, ojos vidriosos, brillantes, expectantes, todo ese cúmulo de sensaciones fuiste capaz de despertar en tus primeros minutos en este mundo que te aguardaba para el resto de tu vida.  Con una hora te tuve en mis brazos, parecía que ya nos conocías, las piernas me languidecían observando tu cara y supe que el Amor es más que lo que dicen los libros. Aquel ser tan sumamente pequeño había llenado de ternura los últimos resquicios abiertos de mis heridas internas. Llena, plena de cariño, te dejé descansar y me volví a casa…
Aquella noche, todo era maravilloso, el cielo estaba estrellado, más que en todo el invierno, nuestros familiares ausentes nos miraban desde lo alto, aquellos que lo hubiesen dado todo por conocerte hicieron que comenzara a llover,  esa noche Rocío, hasta los ángeles lloraban de alegría.
Hoy creces bajo el seno de dos familias que te adoran, entre el Amor de tus padres de cuyo fruto has llegado hasta nosotros. Me siento más afortunada que nunca porque contigo ya sois dos motivos más en mi mundo por los que seguir sonriendo. Gracias Marta, gracias, Juan, por dejarme compartir vuestro regalo a mi manera.

     Carmona, a 15 de diciembre de 2009

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

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                                             SENTADA EN LA PIEDRA 
                                                                        “A Jesús Fernández, por cargarme de inspiración cuando                                                                            en la mitad de este texto no sabía cómo seguir adelante”

 

    Paso horas sentada ante los cristales de esta sombría habitación, llevo meses haciéndolo y aun no sé por qué empleo mi tiempo en esta causa que no sé exactamente hacia donde me dirige. Ha llovido sobre el suelo ocre de la terraza, ha crecido musgo entre los tejados, he sentido el frío cruzando hasta mi habitación, he temblado, llorado y reído en estas cuatro paredes que a veces se empeñan en abrazarme tan fuerte que me quedo sin aliento. Y  he sabido como liberarme y salir corriendo hacia otro lugar buscando refugio llevando en la mente la carga de conciencia de no estar haciendo bien las cosas.
Dicen que la vida está llena de decisiones, dicen que soy mayor ya para tomarlas desde solo mi punto de vista, sin ayuda de terceros y sin pedir opinión de nadie, tampoco la quiero, para que nos vamos a engañar. Si una misma está perdida en sus ideas, en sus vivencias, en su propio destino, ¿está alguien mejor preparado que tu YO interno para decidir por ti? No.
Hoy ha salido el sol, las fachadas dibujan contornos de figuras con la verdina, me quedo mirando la de mi casa, puedo ver árboles que crecen sobre un manto de hierba fresca, todo un paisaje primaveral que mi madre se empeña en borrar para siempre en una mañana de domingo. La humedad de los rincones de mi cuarto va dejando de encharcar mi alma cuando la miro, confundida, preguntándome hasta dónde va a extenderse.
Mientras tanto…la vida sigue a través de la ventana…el mundo continua girando sin esperarnos a que decidamos qué queremos hacer en él, hacia dónde queremos ir o dónde vamos a terminar. La incertidumbre de mis sentidos me acompaña, ha pasado el invierno y se me ha escapado sin que sepa qué papel juego en esta sociedad que todo tiene tan calculado, tan sistematizado. Intento desviarme de los caminos marcados, mis pies dibujan mi propia senda mientras marcho, arrojando todo aquello que me aporta negatividad a cunetas infinitas donde perecerá en el olvido. Mi lema: no mirar atrás.
De repente el día se nubla de nuevo, la naturaleza se mueve a su antojo y me pregunto ¿por qué no hace el hombre lo mismo que Ella? Vivir  el día sin planificar cómo quiere terminarlo. Nos empeñamos en construir castillos en el aire, luego, caemos porque se nos olvidaron los cimientos. Nos casamos sin amor, porque creemos ser los últimos que quedamos, tenemos hijos porque se nos pasa la edad que nos ofrecen las estadísticas, nos hipotecamos porque lo hacen todos, aun sin tener la parte material para hacer frente a ella.  Dejamos de bailar un sábado noche porque “ya no nos pega”, no cantamos por la calle porque somos “viejos” para hacer el ridículo, no damos un salto de alegría en el trabajo cuando una llamada positiva se hace eco en nuestro teléfono móvil, porque claro, hay que guardar la compostura. Pero bueno, ya tenemos bastante con mirar a través de la ventana un día de la semana y ver como el mundo gira, sin esperarnos a que nos demos una vuelta en él como para también llenar la maleta de cosas absurdas e inventadas por el ser inhumano que un día se volvió loco y olvidó que nacimos para vivir los días y no usarlos para matarnos poco a poco.
Ahora te he conocido a ti, y es que siempre hay alguien, porque no puedo vivir sin Amor por mucho que lo niegue, estoy hecha para Amar con mis seis sentidos, pero no a una persona o a una cosa eternamente. Mi Amor no entiende de fronteras sociales, amo cualquier cosa que me regale una pizca de vida o de positividad, amo a las personas sin hacer caso de su situación personal, amo su color de piel, su risa, sus encantos, amo a los niños, a una flor, a mi familia… Tú eres un ejemplo más de lo que yo no quiero llegar a ser,  esclavo de unas decisiones forzadas que te atraparon para siempre y te envolvieron en cadenas de leyes, de compromisos sociales , del falso Amor para toda la vida, ese del que reniego porque no creo que puedan predecirse las cosas tan solo porque las frases queden bonitas.
Hoy miraba a través de la ventana, y me daba miedo de sentirme parada, por eso comencé a escribir hasta que alguien me ha enviado un mensaje tranquilizador: Amanda, ¿qué escribes?  ¿Sientes que estás parada? Que nadie te diga que huyes o que tienes miedo a enfrentarte a la realidad, a veces hay que sentarse en una piedra, horas, días…y reflexionar el tiempo necesario, sin auto exigencias, sin presiones, que de eso ya está el mundo lleno, y levantarte solo cuando te sientas preparada…
Esta semana me llegó un email de alguien que me llamaba cobarde y ahora esta  mañana de domingo, el tuyo, sin esperarlo, sin llamar a la puerta, así, sin avisar, como caído del cielo…qué alegría que haya personas con tanta sensibilidad y que suerte estar encontrándomelas en esa senda que como dije antes, mis pies van marcando descalzos…  sintiendo cada paso… aunque me haga daño… pero sentir, es vivir…

     Carmona, a 21 de marzo de 2010

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

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                                                       SIMBIOSIS
                                                                                                       “El agua del mar que va peinando el aire, el agua del mar, que va                                                                                                           rozando arena, que cerca está(…)mira cómo se van las penas                                                                                                          cuando tú estás  y cómo viene los llantos cuando te vas…


    Cuando escuché esta canción por primera vez no se me pasó por la mente que un día la haría mía. Como cuando ves una película y crees que están proyectando una parte de tu vida, un trozo de tus experiencias, algo de ti. Estas letras puede que estén basadas en un hecho real, quizá El Bicho sintió cada pausa, enfocó en ellas alguna vivencia personal, no lo sé. Pero cuando te sientes feliz en algún momento determinado de tu existencia, aunque solo sean instantes, encuentras sentido a muchas canciones que antes no te parabas a escuchar y que solo oías de fondo. Esta noche, Mira, es el videoclip de mi ansiado reencuentro con mi otro Yo, aquel al que un día dediqué uno de mis escritos: No se cómo llamarte…

    Esperándome abrazado al cielo celeste, en calma, mirando como se me mojaba la cara de emoción mientras la brisa me secaba y agitaba mi pelo entre susurros saludándome. Casi desnuda, con mis seis sentidos puestos en ti, sentí calor, no porque  se superase la media en grados  que permite poder tocarte, sino porque buscaba una excusa por dejarme llevar contigo, por acariciarte de una vez y dejar por fin de soñarte.

    Nos fundimos ante las miradas confusas de los incrédulos, entre gaviotas sobrevolando las viejas barcas que crujían en el simulado muelle, tan humilde como las casas de los pescadores, tan sencillas y con tanto color que brillaban proyectando el atardecer de tu playa, de mi refugio; ese al que le permitiste el paso para que también él pudiera verme. Sabe lo importante que eres para mí, hubiese disfrutado con nosotros dos, pero a veces las personas nos encontramos demasiado tarde y yo, no tengo cabida en su mundo como lo tengo en el tuyo. Tú eres eterno, inmortal, siempre me estás aguardando. A él le esperan después de mis abrazos y se marcha como cuando yo te dejo, vacío, incompleto, pero a la vez sereno y lleno de paz, de tranquilidad, de nostalgia, pero en definitiva, colmado de sentimientos olvidados, añorados bajo la sombra de la rutina.

     Un baile bajo las estrellas con aires del Perú, sus risas infantiles, el olor a cuero, los ojos cerrados para no ser cegadas por el ambiente artificial de una noche típica de vacaciones, las manos entrelazadas, vueltas, vueltas hasta marearnos. Acabamos borrachas de vida, felices por estar danzando tan cerca de ti, porque nos dejaste soltar lo malo que llevábamos y traernos lo bueno, qué hermoso viaje, cuán llena de Amor vengo.
    
    No podía escribir desde hacía tiempo, no encontraba fuente de inspiración.  Hoy, cuando te toqué antes de irme y me estremecí, supe que tendría que dedicarte unas líneas. Hay reencuentros que son tan perfectos que ni el mejor de los objetivos puede captar. Me vengo sin más imágenes que las que han quedado impregnadas en mi alma, sin más consuelo que sus besos en tu fría orilla, allí abrazada a los dos en mi rincón de paz. Os comparto… duele y calma, río y lloro, siento y desfallezco, vacía y plena… Amor como las olas, como el nuestro, que llega y se va, que se acerca y se aleja, que te toca y te empuja, que te besa y te detiene, que te da y te quita… que no se queda para siempre, como mi mar, a ti tampoco sabría cómo llamarte…
    Y la canción, a golpes de verso, ora  apenas  un rumor, ora  un trueno, continuo, interminable, sonando su son en mi interior: “Déjame de tus ojos tiernos, tu mirar, tu silencio, y de tu boca y las palabras y de tus manos, lo que siento y de tus manos tengo… ¡Ay, como se van las penas cuando tú estás y como vienen los llantos cuando te vas…!”

     Carmona, a 3 de abril de 2010

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                                                          DEJÁ-VÚ
                                                                                      “A Rosa Rodríguez,  con la que paso horas meditando qué será de                                                                                          nuestras vidas, soñando despiertas y marcando una sonrisa a                                                                                          cualquier atisbo de libertad que nos pasa por delante”

      Salió por fin el sol en Sevilla a finales de marzo y quisimos ser diferentes al resto de los mortales. Polvorientos quedaron nuestros trajes de chaqueta de aquellos viernes de Dolores en el pueblo, impregnados en fotografías amarillentas en un cajón con apuntes de COU donde parecemos algo más mayores, que contraste, y sin ánimo de escanearlas para deleite de personajes estancados en los noventa.

    Esa mañana era perfecta, y lo sabíamos, lo sentíamos. No tardamos en llegar al Salvador como nunca antes habíamos hecho por circunstancias ajenas a la madurez que hoy afortunadamente profesamos. Tú me entiendes, no merecen ser recordadas en este espacio tan nuestro, en estas líneas llenas ahora de Vida. No sabíamos hacia donde mirar, adolescentes en un mundo por descubrir, risas sin lógica pero que nos hacían sentir tremendamente felices. Otro vino con un toque de sal, otro vino, que me deshidrato por favor, el cambio, un simpático guiño a unas pieles que pedían a gritos unos rayos que no fueran los de la luz artificial que acompañan nuestras noches silenciosas entre planos y hechos históricos.

    Los piropos nos llevaban en volandas por las calles, montadas en una nube de relajación mental que bien la merecían nuestros seis sentidos, que siempre los nombro, porque somos mujeres, y porque cuando nos sentimos plenas, hasta el sexto de ellos se llena sin saber ni siquiera dónde está oculto. Yo siempre digo que en el alma, porque ésta tampoco se ve, pero se siente tanto a veces que hasta duele de emoción o de tristeza.

    En mitad del puente, miramos hacia abajo, recordamos a Marta del Castillo, a la que tanto buscaron en aquellas aguas que nutren nuestra tierra y a cuya historia Rosa se siente muy unida por algo que le pasó mientras ojeaba en una tienda la portada de su libro. Un hecho, que solo tiene sentido para una misma y no si es contado a los demás, en el interior de su ser lo dejo.

    Nos sirvieron otro vino, ahora con sabor colombiano y  aromas de azahar que gustosas aceptamos. Una mesa decorada con una flor, miradas prohibidas, complicidad y más risas. Creo que se nos olvidó lo que hacíamos con nuestras vidas antes de ese momento y nos pareció lo mejor que nos había pasado en mucho tiempo. ¡Con qué poco nos conformamos! dijimos en voz alta. ¡Qué poco necesitamos para ser felices!

    Nos tumbamos en la orilla a ver atardecer, casi me quedo dormida mientras ella con la mirada perdida se preguntaba tantas cosas que jamás me contó y que nunca le pregunté. Divagaciones personales, pensé, era un buen momento para reflexionar sobre el instante que nos ha tocado vivir: el paro, las oposiciones, los proyectos fin de carrera, los miedos a lo desconocido, las experiencias laborales, las críticas por ser liberales y no seguir normas preestablecidas ni firmar contratos sociales.

Paseamos de vuelta a casa, compramos cuero que tanto nos gusta, una especie de souvenirs de aquella bonita tarde de viernes, charlamos con un chico senegalés, degustamos un helado con doble de caramelo y galleta, sonreímos a las autoridades, a las que luego días más tarde odiaríamos para siempre por la jugarreta que la Injusticia de este país profesa, y nos dispusimos a cruzar la carretera en un semáforo en rojo, un paso de peatones situado en la Torre del Oro, uno de los Bienes de Interés Cultural más preciado de nuestra ciudad. Bajo su mirada milenaria y embriagadas en nuestro mundo imaginario, una ráfaga blanca pasó por delante de nosotras cuando ya habíamos adelantado dos pasos, mientras una voz en grito alertó: ¡madre mía, ha faltado un segundo para que ese coche se llevase a esas dos chicas por delante!

    Una semana justa después, en el mismo lugar, han muerto arrolladas por un vehículo dos amigas, de 26 y 30 años, madrileña y sevillana, que atienden a las iniciales P.A.H y A.G.D según la prensa. He leído y visto la noticia en casi todos los medios de comunicación, no daba crédito. Allí estuvimos nosotras, podíamos haber sido cualquiera. ¿Por qué? Allí quedaron sus risas, sus últimas conversaciones como las nuestras, sus aspiraciones profesionales, sus amores, su pasado y truncaron su futuro, ¡malditos bastardos! No atienden  a nada, se lucran de las almas inocentes bajo efectos de sustancias  que no creo que superen a los de la verdadera droga que es esta Vida.
    Hoy, siete días después, como si de un Dejá-vú se tratase, leo las noticias y creo haberlo vivido antes, te llamo, no atiendes a razón, alucinas, flipas, como nosotras decimos y nos damos cuenta que hoy no podemos llorar por cosas absurdas, que no podemos divagar en miedos, que hay que seguir adelante con esos proyectos de vida y con la ilusión que da la edad y la juventud que se nos va casi sin darnos cuenta, como se fueron estas dos amigas, como nosotras dos, de la mano, compartiendo aventuras en una noche de  Pasión donde las calles de Sevilla se tornaron silencio y las despidió para siempre.
    Ahora, cuando pasemos por aquel lugar, haremos un guiño al cielo, de complicidad, de amistad, os recordaremos como a Marta al cruzar el puente y pensaremos que solo es un Dejá-vú, una sensación de haberlo vivido antes y que estáis en casa, o currando, o tomando vino en el Salvador como comenzaba aquella mañana que a Rosa y a mí nos ha hecho cambiar la senda de nuestras reflexiones…


     Carmona, a 3 de abril de 2010

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

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                                                                CALIMA
                                                                           “A todas aquellas personas que en estas fechas están                                                                             dando todo de sí mismas, sin más esperanza que pasar el                                                                             umbral del aprobado para al menos, sentir compensado                                                                             tanto esfuerzo”.

    Ya acecha el calor veraniego en todos los rincones del Sur. A algunos nos coge con más mal humor que a otros por muchos motivos, entre ellos, no poder paliar las altas temperaturas con un baño en el mar, dar un paseo por un parque caída la tarde o simplemente asomarte al balcón y poder ver algo distinto.

    Esta noche estoy cansada de enfadarme por nada y por todo y he sido capaz de sacar incluso lo bello de una pared blanca encalada… Ahí estaba, con sus diminutas extremidades en simbiosis con el cálido cemento en contraste con su sangre, con su cuello alargado, una dócil salamanquesa hacia la que muchas personas sienten fobia.  La sombra del insecto quedaba proyectada sobre el color claro como si hubiese una encima de otra. Acechante frente a un insecto que revoloteaba cerca de ella, seguro que de la misma especie que el que la pasada noche no me dejó pegar ojo con su silbido cerca de mi cara.

    He encendido una vela naranja como el reflejo que se proyecta en la calle después del estreno de las nuevas farolas, me relaja ver la llama bailando al son del poco aire que entra en la habitación. A veces, la cera va cayendo sobre el recipiente negro de cerámica y me impregna de un olor que me trasporta a lugares sacros ya visitados por motivos que tras mi madurez personal no tienen cabida. El humo del incienso de lavanda va haciendo estragos en mi cabeza, me punza, y eso que la puerta está abierta de par en par. Así que me levanto a ponerlo bajo el grifo antes de tirarlo por la mitad a la papelera, no sin antes echar una mirada al cielo y contemplar qué tal brillan hoy las estrellas. Y en pocos segundos, creo incluso, que he podido ver un satélite en su viaje astral.

    Una vez pregunté si desde algún punto de mi ciudad podría disfrutarse de un atardecer. Para mi asombro, si me pongo de puntillas en mi balcón puedo ser partícipe de una auténtica puesta de sol. Cuánto estoy descubriendo tantas horas detrás de este ventanal donde a veces dejo salir mis sentidos de la mano del viento…Además cuando salgo a correr por la calle, recorro un lugar donde de pequeña me llevaba mi abuela a merendar, y mientras mi cuerpo en volandas va dando zancadas, el sol va ocultándose en el horizonte acariciando las ramas de olivos.

    Esta noche no he sido capaz de transportarme a otro siglo, el estudio de la industrialización en nuestro país, qué me importa si la industria textil tuvo su cuna en Cataluña, yo me he quedado inmersa en un viaje imaginario cuando llegó el primer ferrocarril para viajeros, impulsado con carbón, puedo olerlo salir en forma de humo por la chimenea y escucho el sonido de la campana en la próxima estación. Sí esa que está al lado de casa, la más antigua, y en la rotonda, una obra de arte del Carmonilla, el tren que proveía a la ciudad de mercancías y pasajeros  y que en la actualidad no tenemos, que contradicción.

    Hoy aun pareciendo una noche más, es una madrugada distinta. Miro por la ventana como todos los días y en vez de sentir monotonía, cansancio, sinrazón, veo pequeños detalles maravillosos que son parte de nuestra cotidianeidad particular. Ahora cierro los ojos, los sonidos…perros que ladran, otros le contestan, la guitarra de mi vecino homenajeando al maestro Lucía, qué progresos ha hecho el chico. Ahora la oscuridad me regala una fugaz conversación en árabe, de nuevo silencio, algo en voz alta que dice mi padre entre sueños, no estoy sola, pensaba que sí, las cosas de la concentración…

    Que una hora no se te haga eterna, porque la vida no lo es, aprovecha hasta ese instante en que miras a través del cristal embobado, para poder ver cosas que evades o que ni siquiera te paras a observar, porque la noche más rutinaria puede parecerte hermosa o cuanto menos, curiosa…

    Mucho ánimo a opositores, estudiantes y personas que van a entregar los proyectos fin de carreara, porque los días no son iguales, no dejes que te lo parezcan; haz al menos que si no alcanzas  tu objetivo, las noches en vela hayan merecido la pena vivirlas.


     Carmona, a 1 de junio de 2010

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

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                                   LA  TRAMOYA
                                                        “Porque todo lo que nos rodea es un decorado, puro espectáculo…”


    Me siento una equilibrista, de puntillas sobre la tensa cuerda de la sociedad que me rodea. EL público guarda silencio esperando un tras pies que se hace de rogar, cuánto morbo. Seguro que no habrán escatimado en gastos a la hora de ocupar sus asientos. La clase preferente siempre está ocupada por los más desdichados, aquellos que dan la cara ante un desliz de los que tiran la piedra y esconden la mano. La zona vip de los ignorantes, cuyos corazones acampan en el desamparo de la rutina y la monotonía, aquellos que desaprovechan su tiempo en ser verdugos de los inquisidores que persiguen quemar en la hoguera la sonrisa de los que aun tenemos valores y soñamos con cambiar el rumbo de la sin razón.

Me siento una equilibrista, intentando mantenerme firme escuchando historias inventadas en las que  siendo la protagonista, no recuerdo haber participado de ellas en la vida real. Donde alguien inventó un principio y un final sin tener derecho a réplicas, todo es cierto porque el dueño del rumor lo creyó así.  Mientras, las verdaderas experiencias vitales que he tenido, las llevo conmigo, aferradas a mí como parte de la piel, recelosa de que salgan a la luz de los sedientos del dolor ajeno.

    Me siento una equilibrista, los días me empujan a no saber marcar los pasos, y caigo, pero no recordaba que era parte del espectáculo, tenía que saltar, siempre hay un trapecista que te coge de las manos para hacerlo todo más hermoso si cabe, y con un impulso en el aire, te vuelve a colocar sobre la cuerda que parece que no tiene final.

Soy una equilibrista en un Circo donde la nariz de payaso ya no es suficiente para hacer reír a un niño, donde el mago ya no sorprende con el conejo y su sombrero de copa…la sociedad que aguarda debajo de la cuerda mordiéndose las uñas lanzará unas carcajadas  solo si caes al vacío.
    Mi trabajo en este entorno circense es llegar a la plataforma sin ser derribada, como los muñecos en un juego de feria donde las pelotas son el paro, la mentira, la desesperanza, la soledad, el daño gratuito, la búsqueda de la felicidad que ha creado el hombre y su arrogancia, su deseo de tener más, la soberbia, la avaricia… Es difícil mantenerme firme en la lucha de no desesperar, de no caer en tentaciones, de no dejar de ser uno mismo,  he ahí la clave para que mis pies soporten todo el recorrido.

    Dicen mis amigos latinoamericanos que el ser humano deber ser feliz teniendo un lugar donde dormir y un plato que llevarse a la boca. Hay que dar la bienvenida a cada amanecer porque es lo único que tenemos, el seguir vivos aunque sea sobre una tensa cuerda de la que a veces tengamos ganas de saltar y volar lo más lejos posible. Pero no somos pájaros.

Hoy he aprendido a mantener el equilibrio, a respirar cuando creo que no hay final en mi actuación, a mantener la calma cuando intentan tirarme sin previo aviso, no voy a dar satisfacciones a curiosos que no han pagado la entrada, aunque me hieran el alma con sus abucheos, ya no puedo permitirme amenizarles la velada. Mi vida es más que eso, y la suya demasiado triste, es lo que les queda, hacer colas para al menos observar tras una rendija si alguien se cae para poder deleitarse.

    Una equilibrista de estos tiempos que nos ha tocado vivir donde la felicidad es más material que espiritual y donde hay que dar gracias de no haber montado el circo en un lugar donde las inundaciones, el hambre o los terremotos ni siquiera te den la opción de intentar cruzar la cuerda…

     Carmona, a 7 de septiembre de 2010

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

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                                               PINCELADAS AL ATARDECER

                                                                              "A José María Roldán“El Panaero” y a "Pascuero"por                                                                                regalarme un camino de Romería inolvidable"

    Aun resonaba el eco de las campanas de la Ermita por el escarpe y el sol se ponía con lentitud al paso de los bueyes que tiraban con elegancia del Sin Pecado de la Virgen de Gracia. El cortejo de caballos quedaba delante de la imagen religiosa dejando tras de sí  un velo de polvo que impregnado en la piel y en el cuerpo cansado de los animales, hacia aun más auténtico el cuadro en el que me pintó la noche a la grupa de Pascuero.

Un lienzo que cobró vida y que iba completándose conforme avanzábamos hacia la ciudad, compañeros de camino, higueras, el Alcázar despidiéndonos hasta el próximo año, majestuosa desde lo más alto de la obra de arte en la que se convirtió el camino. La oscuridad se hizo eterna, y al volver la vista atrás, la única luz de aquellas velas resaltaba el rostro  plata de la patrona sonriente entre los cánticos de los peregrinos, cuyas voces llegaban hasta nosotros movidas por el viento fresco  que templó el cálido día.

    Aun notábamos el calor en los labios, en la garganta, en las manos que se resbalaban entre el miedo y ese trozo de tela al que me aferraba con fuerza porque me daba seguridad. Mientras, mi mente me abandonaba por instantes infinitos y placenteros, sumergiéndose entre el manto de estrellas que  nos cubría. ¿Alguien más las estaría mirando? Cientos de miles de pequeñas pinceladas brillantes que hicieron que el lienzo ya no tuviera precio. Esos que quedan colgados en los interiores más recónditos de uno mismo, los que no se comparten en una sala de estar, esos que ni siquiera salen a subasta porque el mejor postor no alcanza con sus miserias materiales a conseguirlo. Y yo me lo llevé, porque supe apreciarlo, porque solo hace falta sentir las cosas para poseerlas, creerlas para vivirlas, abrir los ojos a los bellos momentos como el de esta noche pasada.

    Y ese silencio que siempre me aturde, se hizo bello por Barbacana camino del Templo, bailando al son de su paso, acariciando el pasado entre calles que parecían aun más estrechas, una escena de película, el corte de aquel sombrero y tu silueta rozando la torre de la prioral, una estampa mental privilegiada que aun mantengo clavada en la retina.

Después de quince años, volví a sentir la piel de un caballo con la mía, el miedo hizo que me alejase de un animal que ayer iba en simbiosis con su dueño, que marchaba solo entre los recovecos del casco antiguo, que conocía su voz, que sabía el camino, su ruta, hasta su casa a las afueras de la muralla.

    Hoy amaneció diferente, por unas horas olvidé esas cosas que me aturden, esos problemas personales que se dejan de lado en días como los de esta romería. Aun siento como ese animal me mece, escucho la guitarra al son de Alboroto en un rincón junto a la Ermita, imagino aquella historia de cuando solo tenías un año de vida y tu padre te montó en aquel caballo y el susto y posterior reprimenda  de tu abuelo.  Y en ese momento, como caído del cielo, un jinete lanza un cante a la Virgen, aun se me eriza la piel… Un cuadro que queda pintado en mi alma  para siempre.


    Carmona, 5 de Septiembre de 2010


Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

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                                                            NOCHES EN SILENCIO…
                                                                                                                  “A aquellas personas que no tienen la posibilidad de elegir                                                                                                                     la soledad porque ya les fue impuesta”

  
  Hoy es una de esas noches que te aguarda entre sus brazos, esas noches en las que no suena tu teléfono, en la que todos están haciendo sus vidas o aparecen en fotos a la mañana siguiente sonrientes sin que nada les preocupe. Hoy, tú estarás con ella, hoy no existo para nadie que no sea yo misma. Y añoro lo que no tengo y quiero, unas alas, para saltar por mi balcón y llegar hasta esas pequeñas cosas que me hacen feliz solo con imaginarlas.

    Hoy sobrevolaría el Mundo y calmaría el llanto de hambre de los niños, dormiría junto a los ancianos que esperan que la muerte les acaricie el alma, sería la manta del inmigrante cuando pisa tierra firme temblando de frío,  me convertiría en flor para sembrarme en el hueco de los fusiles de los ejércitos, sería la bomba adosada al cuerpo de un camicace para que solo saltase Amor cuando me inmolase, iría al cielo a charlar con mis abuelos y les contaría qué tal me ha ido en estos años, acompañaría al cine a esa persona marginada a la que nadie quiere acercarse, daría de comer al perro abandonado de la Alameda y que tanta pena me da mirarle, le diría a mi último amante lo que le echo de menos, despertaría a mis dos sobrinas para decirles cuanto las quiero y me las llevaría en mi vuelo nocturno a un parque lleno de atracciones.

    Hoy, volaría hasta el mar a bañarme desnuda, cogería impulso y dejaría en libertad a los animales que son víctimas de la sinrazón, sacaría a las niñas de Bombay de la explotación, dejaría a los dictadores sin libertad de expresión, callaría a los que censuran, volvería homosexual a un homófono o  teñiría de negro a un racista.

    Hoy, daría trabajo a todos los parados de mi país, porque el trabajo dignifica, porque tenemos el derecho de sentirnos útiles y a crecer como personas. Porque queremos volar desde las ventanas que nos vieron nacer a otras forjadas con nuestro propio sudor. Porque queremos ser más libres en este sistema donde el capital es materia prima de vida…que lástima de primer Mundo, que contradicción…primeros… números uno… ¿en qué y para qué?

    Hoy es de esas noches en que sabes que a nadie le importa lo que hablas mientras te tomas una copa, esos días inútiles que todos hacen lo mismo porque es fiesta en la ciudad. Todo está marcado, si no sigues la línea, te señalan, y yo, me niego a ser esclava de este mi lugar que no es más que una gota de agua en el Océano del Mundo.

    Hoy, quiero saltar, por eso escribo, porque es una vía de escape, porque escribiendo relajo la mente que se ahoga en su laberinto y le permito salir a tomar oxígeno. Hoy he elegido estar sola, en mi habitación, conmigo, porque mi casa está llena de gente. Yo puedo jugar con la soledad, disfrutarla, besarla, empujarla y dedicarle un guiño, pero hay muchas personas que la llevan impuesta de por vida.  Para ellos va mi texto.

    Hoy, me asomo al balcón, extiendo los brazos al frente, cierro los ojos e imagino que os doy las manos para que no os sintáis solos. Hoy en mi vuelo, arrojaría la Injusticia a un abismo infinito.    


     Carmona, 10 de Septiembre de 2010

Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

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                                                     MAL DE OTOÑO

                                                                                                               «A los que somos felices con las pequeñas cosas de esta Vida,                                                                                                                  esa que nos hace grandes como personas…»

 

    Entra un hilo de agua por la parte baja de la ventana del balcón y el viento llega cargado de recuerdos hasta mi habitación. No puedo levantarme, el tiempo ha cambiado, eso dicen los meteorólogos. Me duelen las rodillas y el lumbar, estoy triste, cansada, sin ganas de comenzar el día. Pero caigo en la cuenta de que anoche te dejé un mensaje privado en esa red social hipócrita de las sonrisas y cotilleo y salto a encender rápidamente el ordenador. Nada. Ni rastro de ti.  ¿Qué me esperaba después de decirte que no se te ocurriera llamarme ni dejarme noticias de tu existencia? Sonrío y me vuelvo a mis sueños, pero esta vez ya despierta.

  Me preparo una taza de café caliente con dos tostadas porque hoy no me va a dar tiempo de salir a desayunar a media mañana, en la oficina hay demasiado trabajo. Entro sonriendo a mi jefe que me deleita con uno de sus guiños (creo que le despierto interés, atracción sexual le llamaría mejor). Me siento en la mesa y me dispongo a trabajar. La jornada pasa tan rápido que apenas me da tiempo de darme cuenta que la hora del almuerzo se me ha echado encima, así que compro unas ciruelas rojas en la frutería que tanto me gusta y me voy corriendo a la asociación.

    Allí me esperan los que llaman los mejores amigos del hombre, me cambio de ropa en el aseo y les doy de comer. Están sedientos de cariño y “muertos” de hambre. Otras compañeras voluntarias ya les han limpiado su estancia esta mañana. Beso en la cara a Peter, el más viejo de todos pero el que tiene la mirada más hermosa y voy a clases de inglés con una chica nativa que se vino a España por amor y que realiza su trabajo tremendamente bien; y es que mis progresos se van notando por días con lo torpe que una pensaba que era en los idiomas. Querer es poder.

    Arranco el coche, este Peugeot 206 negro de segunda mano que me lleva  a todos aquellos rincones que me hacen feliz cada amanecer que llueve. Mientras pueda mi vieja bicicleta es mi medio de transporte, nunca me gustaron los motores, aun siento miedo conduciendo y me reporta ansiedad. Llego a casa, hoy soy incapaz de salir a correr, además acabo de recordar que he quedado con una amiga a la que su novio hace un mes que la dejó y necesita verme. Así que mando un email a la ONG de Andrés, mi niño chileno apadrinado para ver si le llegaron los regalos, me doy una ducha rápida y salgo a la calle a buscar a Marta. No hay nada que hacer, sigue justificando la marcha de su pareja. Aun cree que volverá. Ninguna mujer supera en menos de seis meses una ruptura, el periodo de duelo, es así, pero me tranquiliza saber que nadie se muere por nadie. Es cuestión de tiempo.

    Entro en mi pequeño apartamento de alquiler sobre las dos de la madrugada, hoy me he pasado, pero no importa, he estado a gusto. Por la mañana llamaré a mamá (si supiera que apenas hoy tengo unas frutas en el estómago… y es que me daba vergüenza comer delante de la llantina de mi amiga). Ahora no tengo ganas de preparar ningún aperitivo, me tiro en el pequeño sofá con mi ordenador a escuchar música y ver unas fotos del domingo, como bombones hasta que no puedo más y me quedo dormida pensando en que mi último ligue me está haciendo el amor mientras me acaricio.

    Abro los ojos a las 6 de la madrugada, me paso a la cama pensando la pereza que supone que solo te quede una hora para levantarte, pero bueno, estamos a solo un día para el fin de semana y tengo mil divertidas ideas para ocuparlo.

    Suena el timbre de la puerta, el cartero trae un aviso de una multa de tráfico, me pide disculpas por despertarme y sigue su camino dedicándome un más sentido pésame por la dichosa carta. Subo las escaleras en volandas con mi dolor de lumbar y rodillas, me miro en el espejo del pasillo, son las diez de la mañana y aun con estas pintas después de haber leído a Etxebarría toda la noche anterior.

    Entro en la habitación que huele a mojado, el otoño a llegado. La mesita de noche me recuerda con la agenda abierta que hoy debía haber llevado veinte curriculum vitae a la oficina de correos para centros privados. Abro el ordenador de nuevo, miro en los periódicos la realidad del país, no tengo ganas de volver a hablar de este tema. Una página entera dedicada a la generación que ya apodan Perdida. Y yo estoy dentro de ella. Me siento en la cama con rabia y solo quiero dormir profundamente hasta seguir soñando con que estoy en mi pequeño palacio con mis pequeñas cosas siendo feliz y no en una cruda  realidad en la que vivimos que hasta ayudar al prójimo se ha convertido en todo un lujo. O ¿acaso tiene un parado dinero para pagar el bus que le lleva a una asociación benéfica?



     Carmona, 10 de Septiembre de 2010

                                                                      Carpe diem-Amanda Eslava Martínez

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                                      DONDE NUNCA ESTUVE...
                                                                                “Dedicado a todos aquellos que no leerán este texto                                                                                    porque es real y no hace daño a nadie, por lo cual,                                                                                    no les interesa”

 
   Una vez me dijeron que un rumor es una historia inventada por alguien infeliz y que acaba creyendo todo el mundo. Lo curioso es que  nunca se encuentra el origen, la fuente principal para poder zanjarlo.

     La madrugada pasada me contaron uno de estos relatos surrealistas sobre mí que llevaba varios días saltando de boca en boca por personas que conozco solo de oída, a las que ni siquiera he preguntado alguna vez por su salud, su familia o les he regalado algún que otro saludo cordial. Nada.  Pero les da igual, ya se encargan ellos desde el punto de partida de sus vidas vacías y sus almas errantes en la tristeza de la desolación de su rutina diaria, de decorar el camino de los demás, de crearte un currículo sentimental que ni el mejor guionista en dramas del mundo o adjudicarte embarazos y posteriores abortos con secuelas incluidas. Y si no tienes pareja oficial, no debe preocuparte, te colocan al soltero del pueblo, al casado con el que te has parado a preguntarle por su sobrina o al separado que busca consuelo en alguien más joven que él, tienen para elegir. Sin escrúpulos.

    Personas que descuidan su propia vida por vivir pendiente de los demás, que pierden el tiempo en atender detalles de aquellos que no vamos a frenar nuestro desarrollo personal para investigar el comienzo de la leyenda, que no vamos a caer derrotados ante insultos o invenciones locales sino que muy en contra, nos sirven de aliciente para seguir caminando más erguidos si cabe, fortalecernos y sentirnos orgullosos de lo que somos y de ser diferentes al resto de la lacra social arraigada en el desuso de otras formas de felicidad como vivir para uno mismo.
 
   Relatos cortos sobre personas que jamás he visto o he besado, sobre amores que no he tenido o he soñado, lugares en los que nunca estuve, frases que jamás pronuncié o palabras que no son de mi cosecha propia. Todo salido de la imaginación de la ignorancia y del no saber qué hacer con los días, con las horas, y lejos de ofenderme, me invade un sentimiento de pena hacia ellos. Tristes vidas tristes, apagadas, sedientas de autoestima, de valores, sin personalidad, aferrados a elementos que la sociedad les ha vendido como imprescindibles y que han conformado su cárcel personal, desde la que insultan a los que somos libres de espíritu, a los capaces de amar, de sentir, de ver más allá del cerco social donde nacemos o hemos decidido vivir, porque ellos envidian nuestra forma de ser y de pensar, pero no saben cuál es la vía para alcanzarla porque creyeron no en lo que querían en realidad sino en lo que les decían que debían hacer. Porque detrás de la apariencia de sus vidas correctas e impecables, se esconden las infidelidades, los desajustes emocionales, el desgaste mental, la soberbia, la envidia, la avaricia…los pecados capitales son su bandera pero se cuelgan las medallas y le rezan a santos y patronas haciendo creer que los diez mandamientos los llevan a raja tabla. Los que hablan de los demás con odio, no aman al prójimo y para más inri, codician los bienes ajenos a lo que se le une la mentira. Si algún día les diese por confesarse saldría en las noticias que el paro habría bajado por la contratación de sacerdotes que les atendieran.

    Y a ti, corazón, esta noche no dejo de recordarte… tú que has formado parte de mi vida, y no de la que inventan, de ti nadie sabe nada. Y eso es lo más increíble de todo. Lo que realmente vives, no trasciende. Por eso me decía mi abuela “De lo que te digan ná y de lo que veas, la mitad”. De tu existencia nada conocen, te tengo para mí sola aunque no pueda abrazarte, olerte, todo es efímero, pero lo breve a veces, se queda en el alma para siempre. Aquí te tengo, en la imaginación, yo también invento pero de mí y para mí, creo paraísos ficticios donde no somos diferentes porque no hay normas sociales, donde no estás enamorado de otra porque solo nos tenemos el uno al otro, donde nos llevamos horas paseando y hablando sin que nadie nos mire ni se permitan juzgarnos, donde no existen comparaciones ni miedos a las relaciones y donde la única libertad es el Amor. Un lugar donde no tengo que explicar a nadie por qué me gustas, ni las cosas positivas que te envuelven, donde no existen las cosas materiales porque no se ha creado la necesidad de tenerlas. Un lugar donde nadie nos ve cuando en la madrugada me traes a casa, donde no escuchas “ella no es para ti”. Tampoco están mis libros, esos que me han ayudado a no creer en lo eterno y a ser fuerte ante las pasiones…
    
    A ese mi Mundo tuve el error de asomarte aquella noche de la mano y te quedó grande, el pánico se adueñó de ti. No  estabas preparado para ver ese contraste entre tu vida y la mía y huiste despavorido hacia la puerta de salida sin tan siquiera despedirte.
Te digo hasta siempre porque sé que no vas a volver. Pero ya no me entristece tenerlo claro como cuando era adolescente. Ahora me quedo con lo que fue y fantaseo hasta quedarme dormida cada noche con lo que pudo ser. De ti nadie sabrá más que yo misma, porque por mucho que la gente invente, jamás tendrá recursos para crear una historia como las mías, como esta nuestra, solo de los dos. Donde el aire se entrecortaba en cada suspiro, donde bajo el cielo adulador no había más diferencias que el ser hombre y mujer, donde no pensabas en nadie más, donde temblando acariciabas mi cuerpo hasta hacerme estremecer, donde el paraíso era ese descampado donde la mano del hombre aun no ha llegado, un lugar fresco y verde, que solo los más inocentes ven desde sus ventanas…qué me gusta pasar por allí y recordarte.

      Carmona, 8 de noviembre de 2010

                                                                      Carpe diem-Amanda Eslava Martínez

                                                                          gades81@hotmail.com 
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Ojear "Como un gorrión", en el apartado "De la prosa y el verso". Joan Manuel

     

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                                                         LAS PERDIDAS

   

     Los medios de comunicación han despertado en nosotros el sentir  necesidad a través de la publicidad. Necesidad de tener cosas  que jamás  podíamos imaginar que sentiríamos esa fuerza de llegar a creer que no podemos vivir sin ellas. Es el caso del teléfono móvil.  ¿Somos capaces de hacer vida sin él? Nos despierta, nos distrae conduciendo, interrumpe infinitos momentos cotidianos, lo llevamos a todas partes, de viaje, al trabajo, al café con un amigo, a lugares tan íntimos como el cuarto de baño, limpiando la casa bajamos la radio por si no escuchamos alguna llamada e incluso me atrevo a decir que más de uno a cortado un acto sexual para atenderlo o leer algún sms.

   No lo necesitamos, porque nunca lo habíamos conocido, siempre hemos vivido y crecimos sin él, al menos las generaciones anteriores a los 90. Son las nuevas necesidades del Primer Mundo, creadas por la Globalización y el capitalismo, a las que se suman actualmente tecnologías que se escapan al alcance de mi bolsillo y a mi interés personal.

    Ya existen incluso nuevas enfermedades mentales asociadas a la adicción a este tipo de aparatos del futuro y seguramente habrá personas que escriben más rápido en un teléfono móvil que con papel y lápiz. Pero sin duda, sus palabras carecerán de riqueza caligráfica.
    
Un medio día, hablaba de mis textos con un viejo amigo que coincidí en el autobús dirección a casa. Acepté una proposición suya sobre escribir unas líneas dedicadas a las llamadas perdidas que realizamos con nuestros móviles, los significados que éstas ocultan y la cantidad de cosas que quieren decir o que podemos imaginar que dicen. Hoy, he encontrado ese momento para que Enrique, lea desde su casa en Sevilla o desde su apacible rincón en Coripe estas mis letras a él también dedicadas. Gracias por leerme.

    Las  perdidas, las culebras, los toques, las señales… diferentes nombres que se utilizan para avisar de alguna cosa. Es importante señalar que el verdadero significado de la misma solo lo sabe el que la envía, pues el que la recibe pese a poder imaginar lo que quiere decir, según su estado de ánimo puede pensar que se trata de cualquier otra historia. Pongámonos en la realidad de este infinito mundo de las llamadas perdidas: ¿por qué nos las enviamos? para que nos recuerden, para hacernos notar, para avisar de que hemos llegado, que salimos, para confirmar que hemos anotado bien un número, para recordar algo, para felicitar, para pedir perdón o decir te quiero…pero también soñamos despiertos pensando el por qué alguien nos da una señal en forma de llamada perdida: nos piensan, nos adoran, quieren vernos, nos necesitan , se han quedado sin saldo y quieren que les llamemos, ha ocurrido cualquier cosa, han llegado antes de la hora prevista, una empresa que quiere contratarnos, un número desconocido que alguien ha utilizado para sentirse cerca del otro….infinitas posibilidades como infinitas llamadas perdidas existen a lo largo y ancho de este Mundo.

     Las perdidas han sustituido la palabra, las emociones, ocultan los gestos, los estados de ánimo, los sentimientos, al igual que los mensajes de texto. Pero también hay que decirlo, salvan de riñas, nos hacen soñar despiertos, crearnos imágenes mentales y cuentos, leyendas de lo más variopintas que luego no llevan a nada pero con las que sonreímos…

     Hoy no me he encontrado ninguna, no he tenido que salir a ninguna parte, no he recordado que tenga que hacerle una perdida a alguien yo tampoco, aunque ganas no me faltaban. Y es que hay veces en que estos avisos se convierten en todo un ritual. Los amores “prohibidos” se dan toques con otros nombres, con identidades ocultas, ellos, solo ellos, saben perfectamente lo que puede significar. Se echan de menos desde sus vidas distanciadas por roles sociales, por creencias ante las que no se arrodillan, por hijos cuyas custodias les son retiradas por las leyes vigentes, por apariencias inútiles en una sociedad preestablecida. Las perdidas unen, separan, a veces son como besos deseados porque te llegan al alma cuando ves un nombre en la pantalla del teléfono, son como las campanadas de año nuevo, significan comienzos y finales, significan todo lo que tú quieras que signifiquen…solo tienes que darle al botón verde y dejarte llevar…eso sí, si tienes saldo claro, no olvidemos que estamos inmersos en la hiperrealidad.

    Carmona, 22 de noviembre de 2010

                                                                      Carpe diem-Amanda Eslava Martínez

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                                                     SUSPIROS DEL ALMA…
                                                                   “Para aquellos que no hayan vendido su alma al Diablo…”


    ¿Has sentido alguna vez  tu alma? ¿No sabes lo qué es ni dónde se sitúa? El alma es como Dios, no se ve, pero si crees que existe, la notas dentro de ti. Cuando nombro al ser omnipresente me refiero a cualquiera de sus formas, no a la encarnada en nuestra cultura y sociedad. Dioses son fuerzas, entes sobrenaturales, elementos de la Naturaleza, héroes mitológicos...o ¿por qué no? Un Dios creado por ti y del que jamás haya escrito nadie.
De mi Dios personal no voy a dar señas, es algo demasiado íntimo y trascendental  e imposible de explicar. Pero el alma, eso que en las enciclopedias llaman entidad inmaterial permanece en algún lugar dentro de nosotros. El alma duele, el alma descansa, el alma sonríe, el alma se entristece, el alma está escrita y se nombra en todas partes. En guiones de películas, en filosofía, en el Amor. Hasta hay quienes afirman que los animales y las plantas la poseen.
El ánima, el espíritu, la sustancia, la esencia, la psique, la psiquis, la sensibilidad, el sentimiento, la voluntad, la inteligencia, la imaginación, la memoria, la conciencia, la comprensión, el entendimiento, el interior, el corazón o las entrañas son sinónimos de alma. Seguro que alguno de ellos os suena al menos  por muchos motivos.
El  alma suspira cuando echa de menos a alguien, aprieta por dentro cuando tiene miedo o siente desolación, cuando está vacía te avisa de que debes reponerla de energía. Sonríe cuando tú lo haces, se entristece cuando lloras, pide auxilio cuando gritas y se desgarra de dolor cuando sientes que te hieren. Es tu Yo interno, un soplo de aire, un halo luminoso como  el que rodea a las imágenes sagradas, como los contornos de los planetas, como la vía láctea.
    La cara es el espejo del alma o te quiero con toda mi alma, sonfrases hechas que eluden a este ente y que reflejan lo que quiero trasmitir con mis palabras. Esa fuerza interna con la que estamos en simbiosis permanente, unidos eternamente y que según dicen, nos sobrevive. Porque cuando el cuerpo muere, queda el espíritu. Lo que no sabemos es hacia donde se dirige cuando nos abandona. Algunos se atreven incluso a hablar de la reencarnación de alma en otros seres. Divago de esa teoría.  Mi alma morirá conmigo porque es única en cada persona,  insustituible.
Lo más increíble de todo, es llegar a sentir el alma de otra persona, no es imposible, estoy convencida de que os ha pasado si habéis hecho el amor, mirado fijamente a los ojos a alguien, os han acariciado, habéis olido su piel con los ojos cerrados, abrazado con todas vuestras ganas, habéis sentido escalofríos recordando a un ser al que amáis…o quién sabe si esta noche nos visita algún alma errante que nos echa de menos. No le tengáis miedo a vuestra alma, sois vosotros mismos que sois capaces de sentir…porque estáis vivos.

    Carmona, 8 de noviembre de 2010

                                                                      Carpe diem-Amanda Eslava Martínez

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                                      INSTANTES ETERNOS
                                                               “A Daniel, mi guía durante cuatro maravillosos
                                                                                días que  ya forman parte de mi Vida…”


    A veces te detesto como esta noche, me ahogas, me aturdes, me descolocas, haces que pierda el control sobre mí misma, me dejas sin aliento, sin ilusiones y sin ganas de seguir con lo que yo llamo “mi lucha”. Otras en cambio me aferro a ti, a tus profundas raíces, a tu humedad invernal, a la silueta que marcas con elegancia y frescura, me cohíbes, me inundas de paz y tranquilidad; y de nuevo se convierte en demasiado silencio para mi edad, para mis aspiraciones, cuyos límites impuestos no tienen  fecha de caducidad, y me falta oxígeno, y se me escapa el tiempo de las manos, y no quiero sentir que lo pierdo como si nada y menos aun quiero culparme de que lo dejo ir casi sin sentirlo, casi sin acariciarlo, casi sin haberlo vivido.
    Ya no me pierdo por tus calles, no se me hace eterno el camino que me lleva a sus casas, las de mis seres queridos, no me divierten los rincones donde hace años gravaba mis iniciales, otras las ocultaron, no sonrío a los tenderos  y ni siquiera me saludan como antes, dicen que la tristeza se transmite, y creo que cuando tengo días como los de hoy incluso paso desapercibida. Días en los que divago en la sinrazón, sin atender a lógicas, sumida en la calma tensa que padece mi alma esperando algún nuevo sobresalto…”
   Así empezaba  a escribir un texto días antes de saber que podría por fin viajar a Barcelona.
No traigo recuerdos fotográficos en cantidad, ni siquiera aun he sido capaz de sentarme con alguien a contarle las sensaciones que he tenido en este corto espacio de tiempo; y esta noche, quizá me falten palabras para poder describirlo, pero necesito expresarme, como de costumbre.
  Aun con atisbos de los temblores con los que amanecí, el cansancio psíquico por el miedo a volar y una ingrata sorpresa en el aeropuerto de Sevilla de la que no dejaré constancia, crucé el control no sin que el sonido del detector diera buena cuenta del metal que llevaba encima.
Si mi compañera de viaje era capaz de disfrutar de las vistas que asomaban por aquel pequeño hueco, yo no iba a ser menos; así que con cobarde cautela me decidí a mirar a través de la ventanilla. Pura poesía, montañas de nubes de bordes dorados quedaban reflejadas en el mar plata como si de un espejo se tratase, ondas saladas bailando bajo aquel aparato que imaginaba sobre el asfalto para calmarme. Mi mar, mi sino, mi inspiración.
    Fue la mejor decisión que tomé, darme aquel pequeño respiro y salir de casa, lo pensé en todos los momentos que me fueron regalando los días.
    La lluvia en el cristal, las pegatinas negras  redondeadas y la rapidez del autobús no me dejaron contemplar apenas un segundo de aquel paseo, cuando casi sin darme cuenta ardían mis labios a ciegas en la Plaza de Cataluña mientras el sonido de la gran ciudad se volvía  sordo, todo quedó en silencio, y caminé aferrada a mi guía con la seguridad de que todo iría bien.
    Rendida por el cansancio deambulé en una charla con aires latinos que me caló hondo mientras las oscuridad de aquel lugar hacía aun más puras las pieles sureñas que bailaban al compás de una voz rasgada y que no me dejó darme cuenta aun de donde estaba realmente. La fusión que ahora llaman interculturalidad se podía apreciar a cada paso, en cada conversación, en las miradas de la gente, fijas, penetrantes, diferentes, cautivadoras, laberínticas, miradas que se iban disipando en la penumbra de aquel rincón donde cerré los dedos de mis manos con más fuerza aun que cuando sobrevolaba  el mar. Un lugar que me trajo los mejores momentos de mi estancia, que me elevó más allá de donde nacen las nubes, donde las turbulencias encogen el alma y no segregan miedo, donde las alas no se pueden fotografiar desde la perspectiva que te ofrece un buen asiento. Esos instantes  no entienden de clases preferentes, esa noche yo volé en primera, sin más combustible que el de mis cinco sentidos, sin más motor que el  del corazón.
   El sol me despertó, estaba sola, pero no lo sentía así, qué bonito, mirar al otro lado y saber que el día no terminaría sin que sonase aquella  voz a través del teléfono para preguntarme qué tal iba todo. Ascendí al tren ya con una compañera de viaje impuesta por el destino con la que hice un repaso sobre la historia de las migraciones dentro y fuera de nuestro país. Una mujer gallega que hablaba de su difunto marido como si no hubiese abandonado este mundo, lo que me confirmó mi frase: nadie nos deja mientras le tengamos en el recuerdo. Aquella pasajera me transmitió tanta ternura que cuando se bajó dos paradas antes de la mía, nos dimos un abrazo y nos deseamos suerte en la vida. Qué sola se sentía en aquella ciudad que sin el amor de su vida se le había quedado tan grande.
    Tarragona me sobrecogió, el Mediterráneo casi podía tocarse desde aquel balcón de piedra. Subía por sus milenarias calles aun sin creerme que Irene me acompañaba. La vida había arrancado el amor de aquella mujer gallega y a mi amiga se lo regalaba con una nueva sonrisa. Joan e Irene, Irene y Joan, la majestuosidad de la plaza se rendía a sus pies, a la felicidad que irradiaban por los cuatro costados. Ese momento del Amor en el que ni los besos son suficientes, esa etapa en la que necesitas más horas para dedicarle, todo parece poco, todo parece acabarse al día siguiente, todo se vive con intensidad, como si mañana no existiera. Y sin creer ser capaz de volver a amar de esa manera sentí las frías aguas en mis pies y anduve por la orilla de la playa dejando en aquel paseo todo cuanto me colapsaba la mente meses atrás. Respiré hondo, sonreí y me renové de luz, de energía, y anduve sintiéndome yo misma de nuevo por el Paseo de Gracia, como un viandante más, desapercibida, tranquila, distante, ensimismada en mis nuevos pensamientos y deseando de verle.
    Nunca esperes lo que te gustaría recibir. Nunca preguntes, actúa. Nunca ofrezcas para que te respondan de la misma forma. Lección aprendida antes de irme a la cama.
   Mi tercer día en tierras catalanas fue distinto, y es que ningún momento de los que viví fue parecido al anterior. El colorido de Las Ramblas, el olor de la Boquería mezclado con el aroma de las flores, la elegancia de los edificios que albergan la cultura y el arte, los monumentos a los personajes históricos, las gaviotas mostrándome hacia dónde quedaba el mar, el contraste entre el azul cielo y el ocre, el pasado y la modernidad. La playa, un paseo agradable y una conversación que me arañaba  por dentro. Nunca esperes que los demás digan lo que  te gustaría escuchar. Lección aprendida.
    Aquel templo me dejó sin habla, solo pude articular a buscar su nombre en la agenda del teléfono para proponerle un acertijo que no pudo adivinar. Mi padre en ese momento alucinaba con mis palabras como si él mismo estuviese allí, delante de aquellas vidrieras policromadas que solo la noche es capaz de dejártelas  apreciar. Tenía tantas ganas de besarle…pero a veces la distancia no significa lejos. Y cerré  los ojos al día brindando por cosas absurdas que me hacían reír, hablando sin recordar lo que dije, enamorándome más aun de aquel rincón donde dejé parte de mí.
    Los dedos me resbalaban por aquella chaqueta, pero apretaba mis piernas hasta que la seguridad hizo que no perdiese ni un detalle de aquel espectacular paseo. Y sin pedir recibí, y sin esperar lo tuve. Nada me sorprendió más que lo que estaba experimentando en mi interior, algo que no podré describir ni contarle nunca a nadie. Porque ni los escritores más consagrados sabrían darle forma a las percepciones del alma. La humedad de la hierba verde, tus manos, tus historias, el arco del triunfo, aquellos piececillos descalzos que empezaban a caminar vida, el son de un instrumento de reciente creación y que yo creía milenario…nunca pienses por los demás, cada uno se expresa de una forma diferente. Lección aprendida.
    Iba aprendiendo más cuanto menos tiempo me quedaba. No sé si habrá personas que absorban de mí como yo de ellas, no me gustan las respuestas regaladas.  Me traigo lo que fue, lo que ha sido y lo que significa para mi Vida. Nunca cuentes todo lo que sientes ni te muestres tal como eres, deja a los demás que indaguen en ti. Lección aprendida.
    Qué triste la caída de la tarde, qué bonita conversación en aquel café, la mirada más bonita que me habían dedicado desde hacía mucho tiempo…no sabía que mis ojos estuvieran brillando hasta cuando giro la cara porque algo me hace daño. Te echo de menos. Echo de menos el momento en que te hartas  de mis cosas, tu sonrisa cuando algo te hace gracia, tu expresión cuando algo te alaga, echo de menos hasta el silencio tuyo que me aturde y me descoloca, porque esta noche me apetece perder el norte, tenerte aunque no quieras besarme, volver la vista con rabia pero sentir que estás cerca, saber que esta noche no duermo sola.
    Me dolía irme, me emociona terminar este texto como lloraba por aquella calle comercial pensando que me agarrarías por detrás para no dejarme marchar. Anduve pensado que gritarías mi nombre para darme el último beso, ese que dejé en el cristal viéndote a lo lejos mientras el autobús arrancaba, el mismo que el primer día no me dejaba ver con la lluvia y que desdibujaba tu silueta al final de la calle…las gotas se convirtieron en lágrimas que no me dejaban ver ahora no la monumentalidad de la plaza de España sino la pantalla del móvil para escribirte.
    Y volví a volar, pero sin miedo, porque lo vivido superaba el temor a dejar de existir. Y abandoné aquel lugar llena de Amor, de Vida, de oxigeno, de fuerza, de energía, de ganas de seguir con aquella lucha de la que hablaba al comienzo de este texto. Yo he tenido la suerte de conocer una ciudad desde adentro hacia afuera, como te gustan las visitas, desde el corazón hacia la palma de las manos, desde el mar a la monumentalidad, desde la cultura hasta las banderas, desde el color hasta la línea divisoria de las fronteras…
    Hoy estoy más orgullosa si cabe de lo que soy. Hoy se que pese a mis miedos soy capaz de sentir  y eso significa que sigo estando viva… ¿Próximo destino?...
 

     Carmona, 5 de marzo de 2011

                                                          Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

                                                              gades81@hotmail.com 

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                                                LAS CORAZAS

                                                           “A aquellos que despiertan el Amor de una mujer  sin la                                                             intención de amarla, para que algún día sean capaces de                                                             recuperar su conciencia”

    Las corazas humanas son las formas con las que los seres humanos nos protegemos  después de haber sufrido cualquier episodio de dolor en la vida. Así como los animales tienen sus métodos de defensa, nosotros no podemos mostrar  púas cual erizos o sacar los dientes como leones pero nuestro cuerpo o mejor dicho nuestra mente, adopta sistemas para poder seguir adelante.

Qué ingenua en aquel rincón ya caída la madrugada, discutiendo quién era más feliz de las dos, si yo por gozar de la plenitud que te da la soledad elegida o tú por tener un Amor con el que compartir tu vida diaria. Cuán equivocada estaba Rocío, la Libertad nada tiene que ver con tu estado sentimental, solo era una “coraza”, ahora lo sé, ahora rectifico, ahora no entro en debates, ahora divago sin peso en las noches de mi habitación, triste, pero Libre. No hacen falta más palabras para los buenos entendedores.

¡Ay! Yo no quería sentarme a escribir porque cuando escribo relato, cierro capítulo, y aun aguardaba alguna señal, pero esta vez para mi sorpresa, para mi alivio, para mi madurez… no llevo coraza. Los años traen el aprendizaje con las experiencias independientemente de la intensidad de las mismas y de sus consecuencias, va todo en el lote.

-¿Qué piensas del Amor? Y me reí confirmando no creer  en Él, pero sí en el amor a la Vida, a la familia, a la naturaleza, a los pequeños detalles… pero no creía en el Amor a la pareja, yo dejé de confiar en ello hace muchísimo tiempo. Compartir tu vida con alguien era de antiguos, de gente sin aspiraciones, de pérdida de identidad, era sinónimo de sufrimiento e inestabilidad, de sumisión, de desequilibrio emocional, de tristeza y empobrecimiento del espíritu, de infidelidad, de faltas de respeto, de perder en definitiva, tu Norte, tu luz.

Poco a poco fui arrancando pedacitos de esa coraza que estaba tan fuerte, que a veces el miedo me dejaba sin poder tan siquiera respirar. Temblaba a cada paso, incrédula, no podía estar pasándome a mí, algo tan diferente o tan similar a lo que hacía años no experimentaba, algo que olvidé, algo en lo que dejé de creer, simplemente era Amor. No recordaba cómo  había que actuar ante esas nuevas sensaciones y no opté por el mejor de los caminos. Comencé a dar portazos, a aparentar una fortaleza ante las emociones que no me correspondían, a huir como una cobarde con firmes rechazos a dejarme llevar. Todo para mí se había convertido en superficial, abanderé la pérdida de valores en debates entre amigos, abogué por la soltería como forma de  vida y de repente, casi sin previo aviso vi mi cuerpo reflejado en un cristal con unas manos en mi cintura mientras que las hojas de los árboles zigzagueaban las estrellas… y mi corazón se aceleró. Y me perdí en aquellos brazos, olvidando las incertidumbres y las dudas, me lancé al vacío como si de  aquel precipicio a donde me daba miedo acercarme se tratara. Allí  arrojé  mi coraza, ya destrozada y como un estruendo sonó mientras nos amábamos entre el sonido de la primavera, ¿lo recuerdas? El croar de las ranas, los pájaros, las chicharras, y sabe Dios cuántas especies más que no fuimos capaces de identificar, aquel mirador, el ladrido de los perros…

Y amé hasta la saciedad, no daba más porque no podía, quedaba exhausta de coger impulso, exhalar  y quedarme sin fuerzas, pasión enfermiza o amor en toda regla, lo que sea, yo no sé respirar ni contar hasta diez, yo no entiendo de entregar  para recibir, yo llego al límite porque el vértigo hace que me sienta viva. Y aprendí que el Amor ahoga a quienes no están preparados para recibirlo en abundancia con altas dosis de locura, a aquellos que se les queda grande porque aun en este mundo son pequeños, a los que pregonan sobre amar  pero luego  tienen los sentimientos agazapados  en un plano secundario dentro de  su escenario vital. Pobres vidas tristes, vacías, que van regando almas con el don de la palabrería y que cuando florecen las arrancan de raíz para que se marchiten, qué miserables. No prometed, no alabad, no disfrazad el Amor de mentiras en vano…porque con esa infame actitud creáis las corazas a ras de la piel, escudos protectores contra algo tan maravilloso como es enamorarse. Ahora sí, Rocío, ahora sé que se puede amar a alguien desde la Libertad de uno mismo, que solo ésta se pierde si ese Amor es un plagio,  una réplica de lo que algunos piensan que es querer.  Ahora sí que no volveré al lugar donde arrojé mis protectores, que perezcan, que se pudran, que ya no los necesito, que la conclusión es clara, y no supe verla: que el Amor existe, y lo que me han ofrecido han sido réplicas, y yo solo entiendo de originales.

   Carmona, 13 de Noviembre de 2011

                                                          Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

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                                          SEIS SENTIDOS…
                                                     “Al Amor y a V.M por compartir conmigo sus vivencias”

  
    Fue una gélida noche del mes de enero cuando dos miradas se cruzaron en un lugar apartado donde nadie podía imaginar lo que acontecía en el interior. Aun resuenan los ecos de aquellas voces que septiembre recuperará con más experiencia en sus cuerdas vocales y en la madurez de sus vidas personales.

     Aquellas dos personas nada tenían que ver entre sí, ni la edad, ni las aspiraciones, ni sus círculos sociales, pero algo más importante que todo aquello les unía. Una química especial por una de las partes que aun no ha sido capaz de describir a sus más íntimas amistades.

     Se quedó sumida en aquellos ojos, cuya inmensidad hacía navegar los sueños despiertos que tenía desde hacía tiempo. Ojos esquivos que se dirigían a otra piel que ya estaba envuelta en engaños en silencio y secretos a hurtadillas que no tardarían en ver la luz. Los sentimientos son así, traicioneros porque aparecen sin previo aviso y cogen de sorpresa a los más duros de espíritu hasta destrozarles el alma. Nadie está a salvo de ellos, solo hay que aprender a  sobrevivirlos.

    Era el día de nuestra comunidad cuando abandonó aquel paraíso que invitaba a la reflexión y al descanso. La carretera se hacía eterna buscando aquel desvío que nunca llegaba a señalizarse y por fin se halló delante de aquella silueta que resbalaba en lágrimas despidiendo al Amor que le albergaba hasta el último poro de su cuerpo. Y lo hacía con su voz, ya rasgada, cansada, desgarrada por la sequedad que produce el simulado dolor cuando las cuerdas vocales se estremecen y se forma lo que siempre llamamos  un nudo en la garganta. Charlaron, se rieron, intentaron olvidar todo lo que les aturdía en esos momentos y se besaron fugazmente, casi sin darse cuenta…

   No tenía sentido aquella historia que comenzaba a fraguarse y coger forma en su cabeza, imposible, incalculable, simplemente, sin cabida en la naturaleza de un ser que distaba mucho de caer en brazos de un océano donde el cariño se arreciaba  infinidad. Y de repente…amaneció con la imagen de aquel ser en su cabeza y ya no volvió a conciliar el sueño durante días.

   Tuvo que buscar una excusa que la llevase de nuevo ante ella y pronto la encontró. Siempre le ayudó su ímpetu y su espíritu pasional para llegar hasta donde se proponía cuando se trataba de colmar sus deseos, aunque luego saliera perjudicada. Trazaron una línea recta imaginaria cuyas pupilas eran los extremos de un segmento que quedaba flotando en el aire mientras unas voces al unísono hacían que la fiesta se alargara unos días más invadiendo la Cuaresma, pero a ella le encantaba…era aun tiempo de pecado, de lujuria y de Libertad.

    No sabía  cómo llegar hasta ella, pero no resultó demasiado difícil, y por primera vez no sintió miedo por dejarse llevar y cerró los ojos. Hacía tiempo que no besaba con aquella intensidad, no había excusas manchadas de alcohol, allí no existían los prejuicios, en aquel momento no se escuchaba nada…tan solo un silencio sordo que se rompió con un incrédulo suspiro. Y al cruzar aquella puerta al exterior y comprobar que el Mundo seguía girando, que todo estaba igual, prefirió volver la vista atrás y hacerlo de nuevo, sin dudas, estaba encantada saciando sus más recónditas ganas de tenerla.

    Le tendió su mano y la dejó que paseara su cuerpo, a tientas, casi de puntillas pero con una ternura que jamás olvidará. Casi sin darse cuenta fue elevándose todo cuanto pesaba en su interior para dejarle una sensación de bienestar que la acompañaría después de aquella madrugada que despuntó de todas las experiencias que había tenido hasta el momento. Se desprendieron sus tensiones, sus agobios, el dolor de la noticia de aquella misma tarde sobre su pasado sentimental, y es que a todos les sonreía su presente menos a ella. O eso creía porque, ¿acaso en ese momento no era feliz envuelta en aquellos brazos? Carpe Diem…siempre le decían sus amigas que nunca hacía de su lema de vida una realidad ¿la creerían ahora? No le importaba, ni siquiera se planteaba la reacción de su gente pero ya a esas horas estaba recibiendo los primeros mensajes preguntando dónde había pasado la noche. Un amanecer que jamás olvidará, que escribirá en su futura novela como un capítulo de suma importancia aunque para la otra parte protagonista no tenga tanto valor, porque quizá signifique una sola pieza cuando ha tenido puzles enteros. Ojalá supiera lo maravillosa que fueron aquellas horas para Ella…cuando las pieles no marcaban diferencias, cuando dos bocas no entendían de géneros, cuando los ojos son dos en cada uno de los seres que pueblan este mundo, cuando los dedos son diez, cuando el placer se dispara, cuando el calor de dos cuerpos no atiende a razones, cuando las clases sociales se desnudan, cuando la edad no se lleva en la frente, cuando el corazón late por igual, solo había algo que sumaba más…los sentidos… y esa fusión es indescriptible.

     Desde el instante en que la miró desde la cama mientras se peinaba, pronunció su nombre y la invitó a que la besara por última vez, volvió a ser ella misma y se encontró de nuevo. Una paz interior albergó su alma, cogió las riendas de su vida y se dispuso a seguir caminando, más firme, más segura de sí misma, y llena  de Amor. Cuánto puede dar alguien sin tan siquiera saberlo…nunca sabrá como agradecerlo sin que suene exagerado o fuera de lugar, así que decidió quedarle agradecida en silencio y echarla de menos marcando una sonrisa cuando todavía la recuerda. Hay cosas que no tienen explicación lógica, y es mejor no buscarla, los razonamientos a veces no son los adecuados porque se basan en creencias sociales y culturales establecidas en nuestro entorno. El Ser Humano es algo más que todo eso y sobre todo la mujer Salvaje que está dentro de cada una de nosotras. Ya lo decía Clarisa Pinkola, “Ser nosotras mismas nos causa ser exiladas por muchos otros. Sin embargo, cumplir con lo que otros quieren nos causa exilarnos de nosotras mismas”.

   Carmona, 15 de Marzo de 2011

                                                          Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

                                                              gades81@hotmail.com

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                                               Cambio

                                                            “A todas aquellas mujeres que fueron mis alumnas y que  me                                                                 abrazan con sus sonrisas cómplices y llenas de cariño”

   
      Aquel medio día rechacé trabajar en política por cuarta vez, ya casi tenía listos los trámites para el voluntariado que me llevaría a cambiar de país y cumplir uno de mis sueños, cuando vi aquel cartel anunciando un nuevo centro deportivo en la ciudad.
En horas tenía que tomar otra decisión importante para mi vida, así que dejé de lado los trámites administrativos y deposité en un buzón mi carta de presentación. Todos cuantos me cruzaba a mi paso me recordaban la torpeza de no declinarme profesionalmente por estar sentada en el Consistorio intentando solucionar los problemas de la ciudad mientras mi cartera engordaba mensualmente. Pero ¿a cambio de qué? Tenía que comulgar con unas ideas que cada vez se alejaban más de mi espíritu, de mi personalidad, esa que no es fácil ir fraguando a lo largo de los años. Suponía tirar por la borda aquellos valores morales que no tienen precio y que encierran la dignidad de cada ser humano. A excepción de dos personas muy importantes en mi vida, nadie lo entendía. Se trataba de vender mi imagen a cambio de sentirme vacía en una lucha que no me correspondía.
   
      Decidí presentarme a aquella entrevista y superé las siguientes pruebas, siempre con una fachada positiva y enérgica  aunque por dentro estuviera temblando. Miré al miedo de frente y me vi ante una sala llena de mujeres que esperaban impacientes su primera clase. Yo había hecho ejercicio toda mi vida por problemas de salud (mis pies planos me trajeron muchas llantinas en la infancia) y porque mis padres nos educaron en el deporte. Había llegado a obtener cinturón marrón de kárate (pena que mis profesores se distanciaran y nadie nos llegase a examinar del último escalón), me inserté en el aerobic y el atletismo con quince años y como casi todas las adolescentes abandoné la vida saludable durante dos años por un fuerte enamoramiento. En ese periodo de dejadez y coincidiendo con la última etapa del crecimiento femenino, conocí los dolores musculares y de espalda; y es que los cambios radicales no son buenos cuando se trata del organismo.
   
    Mi primera sesión fue estupenda, siempre intentaba fijarme en el trabajo de una compañera ya veterana hasta que poco a poco fui adoptando mi propia forma de llevar a cabo los entrenamientos diarios.
 
     Empezaron a pesarme las piernas, eso que llaman problemas de circulación de estar tantas horas en pie, los fines de semana los utilizaba para dormir, acababa exhausta porque aquel negocio tuvo muy buena acogida, me pasaba horas actualizando música para innovar y sorprender a las socias del club. Pero todo esfuerzo era compensando al finalizar la jornada laboral. Así un año y medio en el que poco a poco todas nos unimos en una sola y nos convertimos en una gran familia. Mujeres cada una con una historia tras de sí cuyos resúmenes argumentales me guardaba en lo más profundo de mi ser. A veces, se alargaban tanto nuestras conversaciones que teníamos que sentarnos en un sofá rosa que decoraba la entrada o incluso durante la actividad seguíamos comentando el desarrollo de algún suceso personal.
   
    Ansiedad, discusiones matrimoniales, distanciamientos por negocios, temas escolares de los hijos, enfermedades óseas y circulatorias o dolores corporales en general que tuve que aprender por mi misma a calmar con mi mejor cara. Inventaba juegos, les leía frases célebres, les contaba anécdotas y experiencias personales de superación para que no se sintieran solas en su padecer, les instruía en un mundo saludable sobre alimentación e hice que vieran el deporte como forma de vida y nunca como estética, porque mi lema era que debían sentirse bien consigo mismas y quererse. Aprendieron a amarse por dentro y por fuera, a luchar contra los días no tan buenos y a enfrentarse a las adversidades de lo que supone ser madre, esposa, hija, trabajadora, simplemente a todo lo que la sociedad les había hecho creer que era ser Mujer.

    Hoy, las veo mentalmente en cualquier lugar. Cuando salgo a correr me cruzo con alguna de ellas que pasa caminando y me pregunto qué sería de aquella depresión después de fallecer su madre o cuando voy al supermercado y alguna me abraza fuertemente, mientras en mi eco interior resuena un ¿estará mejor con su marido? Pero yo no les recuerdo nada negativo sino que les reitero que jamás deben abandonar el deporte aunque la situación actual en este país nos haya separado. Pueden practicarlo donde y cuando quieran, conmigo o sin mí, aunque me enorgullece que me echen de menos, no ya como entrenadora sino lo que es más importante, como persona.

   Atrás quedaron los ritmos ochenteros que tanto nos hacían reír, la samba brasileña cuando menos lo esperaban y que tanto me sorprendían cuando la ponían en práctica ¡qué manera de moverse!, los secretos en la jaula de estiramientos, esos que llevaré conmigo para siempre porque me sirvieron de teoría para la práctica de la vida, los disfraces que amenizaban nuestras tardes más tristes, las meriendas con toques sexuales, cualquier cosa nos servía para contagiarnos de felicidad, mis dedicatorias a todas y cada una de ellas echas canciones, tenía repertorio para cada estado de ánimo. Y así las recuerdo, como ahora mismo sonriendo en mi escritorio…¡¡Esperad!! Me llega un wasap, sé que no debería leerlo porque cuando una se inspira no puede parar el ritmo de los dedos sobre el teclado pero la intriga me inunda.
Lloro de alegría y sin consuelo y apenas puedo seguir escribiendo. Una de aquellas alumnas, con treinta años me escribe dándome la noticia de que ha superado el cáncer linfático que venía padeciendo y que la retiró del deporte a principios de este año. Esta mañana se lo han anunciado sus médicos. Me rindo a su decisión de querer darme la noticia y la he llamado para darle la enhorabuena y las gracias por hacerme partícipe de algo tan grande como es su estado de salud.

   Y se me viene  a la cabeza una pregunta que me hicieron esta mañana cuando intenté buscar trabajo: perdona, ¿y tú que titulación deportiva tienes?..- La de la Vida y la Experiencia querido amigo, esa que no está en ningún curso que se publicite y que no puedes adquirirla mediante un diploma acreditativo de horas lectivas que te cuesta quinientos euros el que menos. Yo me he especializado en valores humanos durante un año y medio de vida profesional y esa es la mayor graduación que cuelga hoy de la pared de mi persona.
¿Próxima parada laboral?...Incierta. Pero sea cual sea y esté donde esté he aprendido que darlo todo por mi trabajo es la única manera de sentirme plena. Aunque como todo en la vida haya que pagar las consecuencias…                   

          Carmona, 26 de octubrede 2012

                                                          Carpe diem - Amanda Eslava Martínez

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